Venezuela y el derecho del pueblo

Leopoldo López y el ex alcalde de San Cristóbal, Daniel Zeballos, ambos líderes de la oposición venezolana al gobierno de Nicolás Maduro que se encuentran en prisión, iniciaron una huelga de hambre los días 24 y 22 de mayo pasados, respectivamente

Por Wari

14/06/2015

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Columnas

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Hervi Lara_XLeopoldo López y el ex alcalde de San Cristóbal, Daniel Zeballos, ambos líderes de la oposición venezolana al gobierno de Nicolás Maduro que se encuentran en prisión, iniciaron una huelga de hambre los días 24 y 22 de mayo pasados, respectivamente.  Reclaman al Consejo Nacional Electoral (CNE) de ese país que defina la fecha de las elecciones parlamentarias; que estos comicios cuenten con la observación de la Organización de Estados Americanos (OEA) y de la Unión Europea (UE); que se libere a quienes la oposición considera “presos políticos”; y el cese de la “censura” y la “represión” de parte del Gobierno. Por su parte, el diputado por Carabobo, Julio Rivas, también ha iniciado una huelga de hambre en las puertas de la Iglesia de la Guadalupe, en Caracas, sintiéndose “obligado a acudir a la Iglesia para que sea una interlocutora”.

Lilian Tintori, esposa de López, y Mitzy Capriles, esposa del alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, realizaron una vigilia para pedir por la salud de los opositores en huelga de hambre, a lo que se sumaron Human Rights Watch, que pidió al Papa que interceda por los políticos detenidos; el Club de Madrid, que solicitó “impulsar la reconciliación y la democracia en Venezuela”; y la Conferencia Episcopal venezolana, que abogó por una “ley de amnistía para la liberación de los presos políticos”.

Frente a la oposición abiertamente oligárquica y con una actuación y discursos calcados a lo acontecido en Chile durante la Unidad Popular, es válido recordar que la República Bolivariana de Venezuela, bajo el liderazgo del Presidente Hugo Chávez y ahora en el gobierno de Nicolás Maduro, ha planteado metas antiimperialistas e idearios socialistas, tras quince años de asedio de la derecha ligada a USA. En 2014 se inició la “guarimba” en febrero y logró ser doblegada en junio, dejando 43 muertos, centenares de heridos y la detención de uno de los principales líderes fascistas.  Ha habido una “guerra de baja intensidad” expresada en violencia, sabotaje económico, especulación de divisas, contrabando, bajo la dirección de USA que ha propuesto promover la inestabilidad política y el aislamiento internacional.

Este plan desestabilizador ha sido ilustrado, entre múltiples otros acontecimientos, por el asesinato del joven diputado chavista Robert Serra, al mismo tiempo que los grandes empresarios han planteado la liberación del dólar, un nuevo ciclo de endeudamiento internacional, retrotraer las reformas sociales, la anulación del sistema de precios, la devolución de las plantas estatizadas, además de un lugar en el gabinete para garantizar la devaluación y la derogación de las leyes laborales.

Como la oligarquía perdió sus peticiones, decidió redoblar la presión pretendiendo un gobierno de coalición y derechista, y que Maduro rechazó apoyándose en Unasur. Los grandes empresarios buscan recuperar parte de la renta petrolera socavando el control estatal, sin reconocer que el Gobierno les ha posibilitado la obtención dólares a precios preferenciales para el manejo de las importaciones.

La reacción de USA ha sido el empleo de la caída del precio internacional del petróleo para continuar la desestabilización.  En el segundo semestre de 2014, el petróleo bajó 30%. Venezuela obtiene el 95% de sus divisas de la exportación de esta riqueza natural.  La baja del precio del petróleo se ha debido a la contracción de la demanda de los países ricos, a la desaceleración de China, al cambio de política monetaria de USA y al incremento de volumen de crudo extraído con  formas no convencionales.  El petróleo barato constituye una ofensiva imperialista frente a Rusia por la crisis de Ucrania.  Ante Irán, para que abandone el programa atómico.  Y ante Venezuela, para que no continúe con la Revolución Bolivariana.

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Para el pueblo venezolano, ha sido la nacionalización del petróleo lo que ha permitido aumentar el consumo de bienes, el mayor gasto social y la regulación de parte del Estado, puesto que antes de Chávez, la riqueza petrolera era acaparada por la oligarquía.

Es justo reconocer que Venezuela, desde Chávez en adelante, ha reducido la pobreza del 40% al 22%.  La indigencia bajó del 20% en 1999 al 8,5% en el 2011.  La diferencia entre el 20% más rico y el 20% más pobre de la población ha disminuido de 14 a 8.  Ha habido acceso al agua potable, a salud, a educación, a vivienda.  Simultáneamente, también se han otorgado subsidios a capitalistas quienes han incrementado su riqueza a la vez que han desarrollado la fuga de capitales de manera sistemática.

América Latina vive una fase de proceso de incipiente regionalismo que se expresa en el desplazamiento de la liberalización comercial hacia un rol protagónico del Estado y que tiene su raíz en la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), promovida por Chávez en base a los recursos petroleros venezolanos para contraponerse al Área de Libre Comercio (Alca).  Ello ha posibilitado el paso a la Unión Sudamericana de Naciones (Unasur) (2008), caracterizada por instaurarse como un espacio de exclusión explícita de USA.  La instancia de mayor relevancia para América Latina ha sido la constitución de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), cuyo principal impulsor también fue Chávez y cuya Cumbre Fundacional fue en diciembre de 2011, en Caracas, con la presencia de 32 jefes de Estado y/o gobierno de la región.  La esencia del proyecto integracionista de Chávez ha sido la solidaridad como contraposición a la competencia mercantil y a un único polo de poder en el mundo.

No es difícil, entonces, la explicación de porqué USA ha decretado ha Venezuela como “Estado terrorista”, de lo que Obama ha debido retractarse en la reciente Cumbre de Panamá debido al respaldo otorgado al gobierno de Maduro de parte de los Estados de América Latina.

Para los chilenos, la experiencia de una oposición fascista como la que está padeciendo hoy el pueblo de Venezuela, la vivimos durante el gobierno del Presidente Salvador Allende y sus efectos los padecemos hasta ahora.

Por Hervi Lara

Santiago de Chile, 11 de junio de 2015.

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