[Columna de Opinión]

¿Y la prensa cuándo? Las necesarias disculpas por su rol cómplice en la dictadura militar de Pinochet

Las dictaduras y los regímenes totalitarios utilizan a los medios de comunicación -los que no han sido cerrados por la fuerza, claro está- para propaganda y difundir el discurso oficial. Eso no es novedad

Por El Ciudadano

12/09/2023

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Por: Nathalie Castillo Rojas

Diputada

Hace 50 años, las Fuerzas Armadas y de Orden en complicidad con civiles y el financiamiento de la CIA, interrumpieron violentamente el gobierno de la Unidad Popular con Salvador Allende en la presidencia, a través de un Golpe de Estado y la consecuente dictadura de 17 años.

Esa historia es conocida pese a los vestigios discursivos de la derecha conservadora que intenta justificar el bombardeo a La Moneda y el atropello sistemático a los derechos fundamentales.

Pese a toda la información, datos y archivos que hemos conocido los últimos años sobre el Golpe, su gesta y desarrollo, lo que no es tan visible en el debate público es el cuestionable rol que asumió la prensa derechista en la desestabilización del proyecto popular y en la complicidad con las violaciones a los derechos humanos que en las sombras torturaba y desaparecía a militantes de izquierda, trabajadores, trabajadoras y campesinos.


Aquí la discusión puede diluirse en el amparo de la libertad de expresión que, por cierto, es un derecho fundamental para las sociedades democráticas. Pero cuando los militares asumen un gobierno de facto, sin elecciones democráticas y sin prensa opositora -al hallarse fuera de la ley- ¿qué ocurre con ese derecho? ¿Qué discurso debieron asumir los medios de comunicación en ese contexto?


En retrospectiva, es posible establecer que existieron a lo menos dos caminos: aliarse al gobierno, con todo lo que ello implicaba desde el aspecto ideológico y político y económico, o bien cuestionar al poder autoritario haciendo un periodismo de resistencia desde la clandestinidad, con menos recursos y asumiendo los riesgos que implicaba luchar contra la dictadura desde la esfera de la comunicación y la contra información.


En la segunda opción la historia ha identificado la encomiable labor de diversos medios de comunicación como Revista Cauce, Fortín Mapocho, La Época, Análisis, APSI, Hoy y otros, medios que asumieron un rol activo en la recuperación de la democracia, informando desde los subterfugios de la legalidad dictatorial para hacer llegar a las familias chilenas la cruenta realidad del país e informar al mundo sobre lo que pasaba en estas lejanas tierras. Pero el papel asumido por El Mercurio, La Segunda, La Tercera, Las Últimas Noticias, TVN o Canal 13, ¿ha sido suficientemente cuestionado? O incluso yendo más allá ¿cuándo pedirán perdón por ser los sostenedores ideológicos de una dictadura que asesinó y desapareció a más de tres mil personas y torturó a otros miles?

Las dictaduras y los regímenes totalitarios utilizan a los medios de comunicación -los que no han sido cerrados por la fuerza, claro está- para propaganda y difundir el discurso oficial. Eso no es novedad, pero ¿no es tiempo de que los medios de comunicación -ante todos los montajes informativos comprobados- sean capaces de pedir perdón al país por haber incurrido en acciones opuestas a la ética periodística durante los años de la dictadura? Si los responsables y seguidores de la dictadura quieren “olvidar” lo ocurrido en esos 17 años, aludiendo que genera divisiones y odiosidades, ¿por qué entonces la prensa no se disculpa con las familias chilenas para “cerrar” esa grieta que sigue presente porque no hay justicia ni acciones de reparación?

“Al Descubierto el Plan Z”, “”No hay tales desaparecidos”, “Seis miristas muertos en enfrentamiento”, “Exterminados como ratones”, “Estrangulan a hermosa joven”, “Destruiremos todo intento del marxismo”, “General Pinochet: El Mercurio, trinchera contra el totalitarismo”, el Operativo de Calle Rivadavia , la Matanza de Corpus Christi, el caso Conferencia, la tortura a Karin Eitel, son algunos de los titulares y casos donde la prensa nacional mintió sobre los hechos reales y ocultó información periodística pasando a llevar los principios de la ética y la verdad, avalando la mentira y los montajes.

A 50 años del Golpe de Estado que destruyó la vida de millones de chilenas y chilenos, se requiere una reflexión como país, pero también la exigencia de justicia y perdón. La dictadura militar se sostuvo por casi dos décadas porque, entre otros factores, la prensa omitió su compromiso con la información pública y la transparencia, acogiéndose a las mentiras y directrices de la DINACOS.

A medio siglo del fatídico 11 de septiembre de 1973, los medios de comunicación que avalaron la dictadura, esa misma prensa que fue directamente a Estados Unidos para hablar con Kissinger sobre cómo derrocar a Allende, ese mismo duopolio que sobrevivió por la ayuda monetaria de la dictadura, debe pedir perdón, como una ofrenda necesaria para que el Nunca Más no sea una simple consigna sino que una acción clara de compromiso con la democracia y la verdad.

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