Los presidentes Vladimir Putin de Rusia y Donald Trump de Estados Unidos (EE.UU.) sostendrán este viernes 15 de agosto una reunión de alto nivel en Alaska, marcando el primer encuentro bilateral entre ambos líderes en seis años, tras el que tuvo lugar en septiembre de 2015.
La cita esperada por la comunidad mundial desde la proclamación del mandatario estadounidense en enero pasado, destaca por su importancia geopolítica, ya que se centrará en explorar vías para una solución al conflicto ucraniano.
Alaska: Un escenario con historia
La ciudad de Anchorage, la más grande de Alaska, fue la elegida para que ambos mandatarios lleven a cabo el diálogo que inconcreto tendrá como escenario la Base Conjunta Elmendorf-Richardson, que alberga a miles de militares y sus familias.
La elección de Alaska como sede no es casual. Este territorio, que Rusia, bajó el mando del emperador Alejandro II vendió a Estados Unidos en 1867 por 7,2 millones de dólares, representa un puente histórico entre Moscú y Washington.
De este modo, Vladimir Putin se convertirá en el primer líder en la historia de Rusia en visitar Alaska, que durante décadas formó parte del territorio ruso.
Asimismo, la isla Diomedes Menor de Alaska se encuentra a menos de cinco kilómetros de la isla Diomedes Mayor de Rusia, en el estrecho de Bering, lo que demuestra la proximidad geográfica entre ambos países.
El asesor presidencial ruso Yuri Ushakov explicó las razones por las que se escogió este lugar para el encuentro entre ambos mandatarios.
«Rusia y EE.UU. son vecinos cercanos y comparten frontera. Parece totalmente lógico que nuestra delegación simplemente cruce el estrecho de Bering», expuso.
Además, Ushakov destacó que Alaska es un punto de convergencia de intereses estratégicos.
«En Alaska y el Ártico se cruzan los intereses económicos de Rusia y Estados Unidos», afirmó.
“Pensé que era muy respetuoso que el presidente de Rusia viniera a nuestro país en lugar de que nosotros fuéramos a su país o incluso a un tercer lugar”, declaró Trump esta semana a la prensa, mientras su equipo se dedicaba a ultimar los detalles de la cumbre.
Una opinión muy contraria a la de John Bolton, quien fue asesor de seguridad nacional del republicano en su primera administración.
“El único lugar mejor para Putin que Alaska sería que la cumbre se celebrara en Moscú. Así que, creo que la configuración inicial es una gran victoria para Putin”, señaló.
Un reencuentro después de años de distancia
Esta será la primera reunión formal entre Putin y Trump desde la cumbre del G20 en Osaka (2019). Desde entonces, las relaciones se han visto afectadas por la guerra en Ucrania, las acusaciones de espionaje y la política energética global.
Para Putin, además, será su primer viaje a suelo estadounidense en casi una década. Su última visita fue en 2015, cuando asistió a la Asamblea General de la ONU en Nueva York.

¿Diálogo constructivo entre Moscú y Washington?
La iniciativa de llevar a cabo la cumbre de Alaska surgió durante la visita a Moscú del enviado especial estadounidense Steve Witkoff, quien se reunió con Putin el pasado miércoles 7 de agosto.
La conversación tuvo una duración aproximada de tres horas y fue valorada positivamente por ambas partes, pese a que se produjo en medio de repetidas amenazas por parte de Trump, de imponer sanciones a Moscú si no se alcanzaba en breve un acuerdo de paz con Kiev.
Sin embargo, fue el propio inquilino de la Casa Blanca quien tras el encuentro entre Putin y Witkoff, quien publicó en su red Truth Social que había sido «una reunión muy productiva» y «se lograron grandes avances».
Además, indicó que había informado de esos resultados a varios aliados europeos. «Todos están de acuerdo en que esta guerra debe llegar a su fin, y trabajaremos para lograrlo en los próximos días y semanas», subrayó en esa ocasión.
Por su parte, desde el Kremlin calificaron el encuentro como «útil y constructivo», destacando que se habían abordado temas como el conflicto ucraniano y «las perspectivas de un posible desarrollo de cooperación estratégica» entre Moscú y Washington.
En la misma línea, Kiril Dmítriev, representante especial de la Presidencia rusa para la cooperación económica con países extranjeros, dejó en claro que en un mensaje publicado en redes sociales que «el diálogo constructivo entre Rusia y EE.UU. continúa».
No obstante, planteó que no todos ven con optimismo este acercamiento y advirtió sobre fuerzas que buscan sabotearlo.
«Observamos que se está llevando a cabo un diálogo muy importante con EE.UU. en diversas áreas. Muchos oponentes de Rusia intentan interrumpir este diálogo, interferir en él y desinformar a los líderes estadounidenses sobre diversos hechos», aseveró.

¿Qué se juega en esta cumbre?
El asesor presidencial ruso, Yuri Ushakov, confirmó que el tema central de las negociaciones entre los dos líderes será la resolución del conflicto ucraniano.
«Sin duda, los presidentes se centrarán en discutir las opciones para lograr una solución pacífica a largo plazo de la crisis ucraniana», aseguró, citado por RT.
Por su parte, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, señaló que la reunión se centrará en “escuchar” a Putin.
Para Trump, el encuentro de Alaska puede representar una oportunidad para reposicionarse como un negociador clave en un conflicto que se extiende ya por casi cuatro años y que ha desgastado a Washington y a sus aliados de Occidente
Cuando le preguntaron en una reciente conferencia de prensa sobré qué representaría un buen acuerdo para acabar con el conflicto ucraniano, el mandatario estadounidense aseguró que se trata de una situación “muy grande y compleja”, por lo que no sabrá cuál es la definición de buen acuerdo hasta que lo discuta el viernes con su homólogo ruso.
“Vamos a tener una reunión con Vladímir Putin y, al final de esa reunión, probablemente en los dos primeros minutos, sepa exactamente si se puede llegar a un acuerdo o no, porque eso es lo que hago, hago acuerdos», dijo.
También puede ser un espacio para dejar atrás al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, con quien ya ha tenido públicas desavenencias.
Cabe recordar que durante una visita de Zelenski a la Casa Blanca, el republicano le reprochó su ingratitud hacia Estados Unidos.
Asimismo, lo ha acusado de obstruir el fin de la contienda bélica, reconociendo estar “molesto” por la negativa de Kiev a aceptar lo que él llama un posible “intercambio” de territorio con Rusia.
Bajo otra óptica, el encuentro con su homólogo ruso también puede formar parte de una estrategia para ganar tiempo y arremeter con mayor fuerza contra Moscú.
En cambio para Putin, la cumbre con el magnate constituye una vía de explorar acuerdos que permitan a Rusia mantener influencia en Ucrania sin escalar el conflicto.
También es un camino para lograr que Ucrania abandone sus ambiciones de integrarse en la OTAN y albergue tropas occidentales, y además, esquivar las sanciones de la Casa Blanca.
De hecho, este miércoles el Departamento del Tesoro de Estados Unidos eximió de sanciones todas las transacciones financieras necesarias para la cumbre de Alaska hasta el 20 de agosto, tal y como informó la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés).
Putin ha dejado en claro que aunque no está en contra de reunirse con Zelenskyy, se necesitan crear ciertas condiciones» para que eso suceda y “todavía están lejos de lograrse”.

Rusia advierte que Kiev prepara un ataque de falsa bandera
El Ministerio de Defensa de Rusia advirtió que Ucrania estaría preparando un ataque de «falsa bandera» con drones y misiles contra un barrio densamente poblado o un hospital en la ciudad de Chugúyev, en la región de Járkov, para desacreditar a Moscú antes de la cumbre.
Según el Kremlin, esta operación sería documentada por periodistas extranjeros para generar un impacto mediático negativo, al tratar de responsabilizar del ataque y las víctimas civiles a las Fuerzas Armadas rusas.
A juicio del politólogo venezolano William Serafino, «la denuncia realizada está en sintonía con la precaria situación geopolítica de Zelenski previo a la cumbre. Kiev necesita urgentemente un ‘game changer’, una operación de propaganda contundente, que le permita ganar fuerza de negociación frente a Trump, quien ve en Zelenski el principal obstáculo para alcanzar una negociación medianamente exitosa con Rusia sobre la crisis ucraniana».
Según el analista, «en realidad, Kiev se ha quedado prácticamente sin opciones», por lo que busca boicotear la cumbre.
Por su parte, el doctor mexicano en ciencias políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Alejandro Salgó Valencia, advirtió que los países europeos son los más interesados en evitar el encuentro entre Putin y Trump, por lo que estarían aplicando todo tipo de estrategias para tratar de sabotearlo.
«La eurocracia encabezada por Úrsula von der Leyen crea enemigos porque, para que exista la Unión Europea, se necesita de un enemigo común. Por eso ahora están conduciendo a Ucrania a mantener el conflicto con Rusia», declaró a Sputnik.
A su juicio, la estrategia de de Moscú y Washington para buscar una solución a la crisis ucraniana es una «cátedra de diplomacia» que incomoda a Europa.
«En realidad, [la cumbre] beneficia más a Putin, porque es quien desde el inicio tomó el control de la narrativa. Putin queda como promotor de la paz», planteó Salgó Valencia.
En la misma línea, el filósofo, sociólogo y politólogo ruso Alexandr Duguin planteó que la reunión de los presidentes Putin y Trump, representa un sustancial avance en las relaciones bilaterales y una catástrofe para la política dominante en Occidente.
En opinión de Yosmany Fernández Pacheco, profesor cubano del Instituto Superior de Relaciones Internacionales «Raúl Roa García» (ISRI), Kiev no tiene maneras legales o diplomáticas para detener la reunión entre los presidentes de Rusia y EE.UU.
En medio de la expectativa mundial, la cumbre de Alaska se perfila no solo como una negociación sobre el futuro de Ucrania, sino como una prueba de fuego para el diálogo constructivo entre Moscú y Washington.