Mujeres boxeadoras: La fuerza de una pasión

Yeraldine Muñoz, a sus 24 años, es casada, trabaja en un salón de juegos y además es dueña de casa y mamá de dos hijos

Por Wari

06/05/2010

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Yeraldine Muñoz, a sus 24 años, es casada, trabaja en un salón de juegos y además es dueña de casa y mamá de dos hijos. Pero además, cuando dan las seis de la tarde, sagradamente se dirige a la Casa de la Juventud de San Joaquín para boxear.

Cuenta que llegó al ring gracias a su marido, quien también es boxeador, y desde hace un año entrena a diario junto a un grupo de otras jóvenes. “Me gusta porque aprendo a defenderme sola ante cualquier situación y me calma, en vez de ponerme agresiva, al descargar todas las energías y de paso, tonifico mi cuerpo y mi mente”.

Hoy, con cerca de un metro sesenta y cinco, y un peso que bordea los 57 kilos, Yeraldine se siente capaz incluso de enfrentarse a un hombre, gracias a los golpes certeros que ha aprendido a lanzar.

Cada práctica que Yeraldine realiza, parte con un precalentamiento de trote y golpes en el aire. Luego se pone los guantes y pasan a la bolsa de arena, contra la que descargan su fuerza con golpes intensos, imaginando que es una persona. Posteriormente, sube al cuadrilátero para continuar con la práctica cuerpo a cuerpo con otra contrincante, propinándose golpes suaves en el área abdominal.

El día que visitamos a Yeraldine la acompañaban sus hijos, los cuales “le hacen barra” cuando está compitiendo. Cuenta que no le complica que sus pequeños la vean pelear, ya que entienden que es un deporte; pero reconoce que hay oportunidades en que al abrazarlos no controla su fuerza.

Cuando está frente a frente a una compañera o contrincante, Yeraldine confiesa que sólo piensa en ganar y canalizar toda la fuerza en sus puños para derrotarla en los tres rounds de dos minutos que dura la competencia.

NO HAY PROFESIONALISMO EN EL BOXEO FEMENINO


Ganas existen, interesadas también; pero lamentablemente la Federación Chilena de Boxeo (Fechibox) no tiene competencias para el box femenino.

A juicio de Eugenio Merellado, secretario general de la entidad “no contamos con los recursos y patrocinios suficientes para darle cabida a las mujeres. Ya nos cuesta mucho conseguir apoyos para los hombres y abrir espacios para mujeres todavía no está en nuestros planes inmediatos, pero de todos modos, nos sentimos abiertos y a gusto con las chicas interesadas en practicar este deporte”.

Don Eugenio pertenece hace más de tres décadas a Fechibox y relata que para él es importante abrir espacios a todos los interesados en el box. “Tenemos niñas de dieciséis años interesadas en boxear, ya que quieren tener el control”.

Precisamente esto es lo que motiva a Maritza García, una chica de veinte años que también practica el box desde hace más de un año.

Ella llegó porque su pololo también entrena en este lugar y le llamó la atención. Se define como deportista, puesto que durante años ha practicado distintas disciplinas, pero el boxeo logró conquistarla.

Ante los prejuicios que asocian este deporte a lo masculino, Maritza enfatiza en que “no tiene nada que ver”, ya que pese a practicar casi todos los días golpeando la bolsa o enfrentándose a una compañera con los puños enguantados, de igual forma cuida sus uñas y no deja de maquillarse.

“Para mí es importante el box porque me hace sentir segura y he aprendido a sacar fuerzas que antes no tenía, ya que la situación no está buena en la calle y es necesario estar preparada. Por sobre todo, ya no tengo miedo de enfrentarme a un hombre”.

En la Casa de la Juventud de San Joaquín, son cerca de 20 mujeres que practican el box a diario con dos ideas en mente: Fuerza y poder.

Por Claudia Pedreros Saá

Fotografías por Pía Sommer Catalán

El Ciudadano

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