El caso de Enrique Eichin: justicia a destiempo

Luego de una marcha estudiantil, al arquitecto -de 58 años en ese entonces- le llegó un balín de pintura en el ojo dejándolo con estallido ocular y sin visión en el ojo derecho. Entre el 2013, año en el que recibió el impacto, y el 2022, momento en que finalmente se realizó el juicio, Enrique Eichin ha vivido con cuadros depresivos, pero no ha descansado nunca en su lucha por encontrar justicia.

Por Camila Sierra Madrid

Cuando Enrique Eichin participó en la marcha estudiantil convocada por la CONFECH el 11 de abril del 2013, jamás imaginó que llegaría con un ojo menos a su casa. Nueve años atrás, y ya se registraban agresiones con pistolas de aire comprimido como forma de represión en las protestas, en este caso estudiantiles. Si bien no se trataba de balines de goma ni de acero–eran pistolas que disparaban balines de pintura con el objetivo de marcar a los manifestantes para luego detenerlos, según carabineros, con mayor facilidad- quedó demostrado que la peligrosidad de este método disuasivo no es algo menor.

El arquitecto, en ese entonces de 58 años, marchó junto a la que era su pareja y la hija de esta, llegando hasta el escenario de la actividad. Luego de un rato comenzaron a retirarse. Fue en ese tránsito en que fueron testigos de la llegada de un grupo de Carabineros desde un pasaje aledaño, quienes comenzaron a reprimir, según sus declaraciones, violenta e intempestivamente a quienes se manifestaban.

“Desde el contingente, un funcionario de la policía comenzó a disparar ráfagas de balines de pintura, haciendo caso omiso de todo protocolo para el uso de armas disuasivas, lo que tuvo como consecuencia varios heridos. Entre ellos, Enrique Eichin, quien recibió el impacto de un balín en su ojo derecho, provocándole un estallido ocular y perdiendo así de manera definitiva tanto la visión como el globo ocular”, se lee en el comunicado público de la familia que circuló a fines de marzo de 2022.

La razón, es que casi una década después, el 30 de marzo de 2022 comenzó el juicio oral en contra del uniformado que ejecutó el disparo, el capitán de Fuerzas Especiales Jaime García Muñoz, quien durante todo este tiempo permaneció en la institución ejerciendo las mismas labores represivas, incluso siendo ascendido a Mayor y luego a Teniente Coronel. El martes 26 de abril y luego de una extensa y acuciosa audiencia que se prolongó por casi un mes, se dictó sentencia en el caso de Enrique Eichin.

DE LA JUSTICIA MILITAR A LA JUSTICIA CIVIL

Enrique Eichin y su familia no cesaron jamás en la búsqueda de justicia. Apenas ocurrido el ataque, él y los suyos interpusieron una querella ante el Juzgado de Garantía. La medida  fue recepcionada por la Fiscal Giovanna Herrera Andreucci, encargada de ver delitos de alta complejidad, a quien se le encargó el caso ya que se trataba de un funcionario de carabineros el que estaba involucrado. Sin embargo, Herrera se declaró incompetente y remitió el expediente a Fiscalía Militar.

Ante tal diligencia, el Juzgado de Garantía se declara competente. En palabras simples, dicho Juzgado dice que el caso debe quedarse en la justicia civil y no en la militar. Ante este hecho, la Fiscal Herrera apeló, llegando hasta la Corte Suprema, quien ratificó la decisión del Juzgado, es decir, que el caso permaneciera en en el ámbito civil.

Hasta ese momento, lo usual era que siempre que hubiera un uniformado involucrado -ya fuera de las Fuerzas Armadas, carabineros o militares- aunque la víctima fuera un civil los casos iban a justicia militar. Diversos organismos internacionales solicitaron al Estado de Chile reformar la justicia castrense.

En el año 2005, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ordenó limitar la jurisdicción penal militar al juzgamiento de militares por la comisión de delitos o faltas que por su naturaleza atentan contra bienes jurídicos propios del orden militar. Así mismo, el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, en sus recomendaciones en julio de 2014, volvió a mencionarlo.

Más, en el año 2010 eso se modificó con la Ley 20.477. Sin embargo, seguía habiendo casos en que se solicitaba que tanto civiles como carabineros fueran juzgados por justicia militar. Recién en el año 2016 la legislación cambió totalmente con la Ley 20.968 que crea el delito de tortura, que especifica que los funcionarios que cometen ese tipo de delitos deben ser juzgados por la justicia ordinaria (es decir, la civil).

Más, en el 2015 “había que hacer de alguna manera que el caso no fuese a parar a la justicia militar. El juicio en el Tribunal Constitucional duró cerca de un año. La cosa es que el fallo salió favorable y para nosotros fue un impacto, era primera vez que un civil le ganaba a las fuerzas armadas en el Tribunal Constitucional”, declara Eichin a El Ciudadano.Esto dio como resultado final que el caso de Enrique debía continuar en la justicia común.

En ese momento cambia el Fiscal, quedando a cargo Patricio Millán. Más, él no tenía la calidad de Fiscal de casos de alta complejidad que tenía Giovanna Herrera -que se había asignado así en primera instancia al tener involucrado a un funcionario público-.

Corría el año 2016, y Enrique Eichin se encontraba en Alemania visitando a sus hijos y nietos. Mientras tanto en Chile, el Fiscal Millán llega a un acuerdo con la defensa de Jaime García (el funcionario que disparó), en el que se proponía una suspensión condicional del proceso, lo que quiere decir que el carabinero no debía tener más denuncias en su contra durante un año. Ciro Colombara, abogado de la víctima en ese entonces, se disponía a aceptar esa propuesta. “Ese acuerdo yo no lo podía respaldar”, declara Eichin, cambiando inmediatamente de abogado.

Ya con nuevo abogado defensor –Cristian Arias- Enrique Eichin y su familia se opusieron a ese acuerdo. En ese momento, ocurre un último cambio de Fiscal en el caso y lo toma Viviana Vergara Ayala, quien fue la primera en llamar a declarar a quien había recibido el impacto en su ojo.

Enrique Eichin manifestándose en Plaza de la Dignidad (en ese tiempo Plaza Italia) después de sufrido el ataque.

JAIME GARCÍA MUÑOZ: UN PELIGRO PÚBLICO

Para la víctima, Enrique Eichin, siempre ha sido muy importante que el funcionario que le disparó y le suprimió la visión de un ojo y junto con ello su globo ocular, salga de las calles y no ejerza más la fuerza pública.

“Cuando la Fiscal Viviana Vergara me llama a declarar me pregunta por qué quiero yo hacerle un juicio a Carabineros. Entonces yo le digo que este carabinero es un peligro para la sociedad, que es un peligro público. En ese momento le muestro la fotografía del mismo uniformado pero en otra situación, donde tiene a una quinceañera agarrada del pelo. Cuando le muestro la foto ella me dice de acuerdo, lo entiendo”, menciona Enrique con fuerza a El Ciudadano.

Pero, ¿quién es Jaime García Muñoz? Según información entregada por Eichin y otra recopilada por El Ciudadano, García Muñoz es un funcionario que se desempeñaba en Fuerzas Especiales de la institución. Al momento del ataque contra Enrique, era Capitán de Carabineros, luego fue nombrado Mayor y posteriormente Teniente Coronel.

En el tiempo de las marchas estudiantiles del 2013, en que se utilizaban balines de pintura para marcar manifestantes, fue instructor en su uso, además de ser la persona que certificaba a sus colegas en el uso de esta arma, por lo que se infiere que tenía un alto conocimiento técnico.

Jaime García Muñoz, uniformado que perpetró el ataque.

Imputado desde 2016 por el delito de lesiones graves gravísimas en contra de Enrique Eichin, hasta el momento del juicio en el año 2022, se encontraba activo en sus funciones. Al momento del Estallido Social ocurrido en la región chilena, se suspende una acción que se estaba llevando a cabo entre el Ministerio Público y la defensa de Enrique. Si bien los abogados de la víctima no participaron en la reunión en que se decide suspender las acciones que llevaban curso en ese momento, fueron notificados de que el carabinero en cuestión solicitaba la medida de suspensión ya que se encontraba acuartelado.

“Dijo que le interesaba participar en el juicio, pero que en el momento del Estallido social no podía porque estaba acuartelado. Podríamos bien suponer que acuartelado para seguir disparando en la calle”, manifiesta el arquitecto. “Yo no sé si el capitán Jaime García haya herido gente en el Estallido. Lo más probable es que lo haya hecho, pero yo no tengo conocimiento si hay una denuncia. Pero ahí no estaban disparando con paint ball, estaban disparando con escopetas y balines de acero y goma”, concluye Eichin.

El día en que Enrique Eichin recibe el impacto, se registraron más heridos. Sin embargo, se protegerá su identidad. Se trataba de cuatro personas, entre ellas un menor de edad, los cuales también presentaron una querella de forma conjunta durante el año 2013. Se desconoce si llegaron a buen puerto.

La vida nunca volvió a ser igual: “Tuve que aprender a ver de otra manera. Para mí lo importante no es lo personal, sino que no vuelva a ocurrir”

Enrique Eichin acostumbraba a ser de esos arquitectos a los que les gusta el trabajo en terreno. El momento de la construcción era su favorita. “Yo antes era un gato en los techos, caminaba sobre bigas sin ningún problema”, dice. Posterior al ataque, se encontraba trabajando en una casa que él mismo había proyectado. Fue la primera vez que internalizó que su cuerpo había cambiado. Al perder uno de sus ojos perdió también la tridimensionalidad, fundamental para un profesional que construye casas.

“Había que poner las estructuras de techumbre y todo lo demás. En esa oportunidad, como lo había hecho muchas veces antes, doy un salto hacia la otra cercha. Si caía, caía al cemento a cuatro metros de altura. Doy el salto y no alcanzo a llegar. En la desesperación me agarro de un fierro y hago péndulo, me voy con el cuerpo, me golpeo en la pelvis. Estuve orinando sangre tres días. Ahí me di cuenta que ya no era el mismo de antes, o sea, yo tenía que tomar extremas precauciones en la cosa de la construcción”, describe.

Luego de esa y otras experiencias, nunca más volvió a trabajar en proyectos grandes y poco a poco dejó de ejercer como arquitecto hasta jubilar. “Tuve que aprender a ver de otra manera. Bajar las escalas del Metro es una tortura, no me suelto de la baranda por nada del mundo. Cosas así le cambian la vida a uno. El caminar por los roqueríos junto al mar es una cuestión que ya no hago. Y así, muchas cosas he dejado de hacer”. 

Una de sus hijas, menciona que estar tanto tiempo pendientes del caso –casi una década dedicándose a esto- no le ha permitido a su padre reinventarse. “Yo necesito anímicamente cerrar el capítulo. Porque me afecta, me desgasta”, añade Enrique. Desde junio del 2013, cuando quedó “inactivo” de alguna manera como profesional, el arquitecto entró en una profunda depresión que lo acompaña hasta hoy en día.

“Yo he tenido largos períodos de tratamiento y también períodos no muy cortos en donde he dejado de tomar medicamentos. Yo hoy día estoy tomando antidepresivos, 300 milígramos diarios. Cuando estoy en juicio o tengo que hacer alguna cosa, aumentan mis niveles depresivos y de ansiedad, porque entro en otra dinámica, entonces es complicado y yo sé que eso no va a parar”, recalca Eichin. “Cuando me ocurren estas cosas, yo pierdo la noción del sueño. A veces estoy toda la noche despierto y me estoy acostando a las once de la mañana, a las dos de la tarde me estoy levantando y después estoy dos horas dando vueltas y me vuelvo a dormir”.

Desatada la revuelta, Enrique Eichin –al igual que toda la población- se percata de que los heridos con trauma ocular van en aumento conforme pasan los días de desobediencia civil a lo largo de todo el país. Conversó con la FECH (con quienes desde que ocurrió el hecho ha mantenido una relación fluida y de solidaridad) y manifestó estar dispuesto a dar a conocer su caso a los nuevos heridos para explicarles lo que se les viene. Para mí no hay distinción, son víctimas de la represión”, señala.

“Siento rabia, todavía impotencia por lo que me ocurrió porque no me debería haber ocurrido”, dice. Por todo esto, es que Enrique no ha cesado su lucha y lo que persiguió durante todos estos años, ha sido justicia, no solo por él, dice, sino que en solidaridad con el resto de los manifestantes. “Para mí lo importante no es lo personal, sino que no vuelva a ocurrir”, declara con fuerza.

Retrato de Enrique Eichin en acuarela.

Nueve años después, el juicio

Enrique Eichin dice ser una persona fuerte, a quien cuesta doblegar. “Cuando me vuelan un ojo, lo hacen estallar, no se me pasó por la mente decir ‘no, yo no voy nunca más a una marcha, yo no me meto más en nada’, al contrario”, menciona. Dice participar desde joven en manifestaciones con las cuales se siente afín a las consignas. “Cuando estábamos en contra de la autopista de Américo Vespucio, yo ahí estaba con los vecinos también”. Así mismo participó en las marchas en contra de las AFP y más manifestaciones que pedían a gritos dignidad.

Lamentablemente, el estallido ocular sufrido por Eichin no fue la primera vulneración a sus Derechos Humanos que vivió el arquitecto. Fue exiliado a Alemania entre los años 1974 y 1989, llegando de vuelta a Chile antes del plebiscito. “Evidentemente, yo he sido castigado por el Estado Chileno dos veces: la primera se me envía al exilio, y la segunda, me disparan y me vuelan un ojo”, menciona enfático.

En lo concreto, la cantidad de heridos oculares luego del estallido social alcanzó un número jamás documentado antes en la historia del mundo. “Yo cumplí nueve años desde que me volaron el ojo y yo creo que muchos jóvenes ni siquiera han presentado denuncia”, manifiesta.

Sin embargo, Enrique Eichin sabe que no es fácil denunciar ni llevar a cabo un proceso tan largo como él lo ha hecho. En una de las oportunidades en que lo llamaron a declarar, fue el único civil en la sala además de los Jueces, ya que se repletó de uniformados. Se descompensó y tuvo que ser asistido por un médico luego de declarar.

Después de todo, lo que esperó el arquitecto durante este tiempo fue que el uniformado que le disparó extirpándole parte de su visión, saliera de las calles y no pudiera volver a ejercer labores represivas, ya que para él, se trata de una persona peligrosa.

El martes 26 de abril de 2022 se dictó sentencia en su caso. El veredicto del Tribunal Oral en lo Penal resolvió que el capitán de Fuerzas Especiales Jaime García Muñoz es culpable del delito doloso de lesiones graves gravísimas, decretándose arraigo nacional.

El abogado de Eichin, Cristian Arias, logró generar convicción más allá de toda duda razonable, dada la alta confiabilidad de la prueba presentada y su consistente argumentación. De esta manera, superó así la pretensión de la defensa que pedía la absolución total y la del Ministerio Público, quien calificaba los hechos de cuasidelito por considerar que no concurría dolo por parte del funcionario.

A raíz de la decisión del tribunal, la parte querellante pidió doce años de prisión para el carabinero; la Fiscalía cinco años y un día y la defensa 541 días. Finalmente, el 6 de mayo se conoce al fin la sentencia: el Ministerio Público resolvió darle cuatro años de presidio a Jaime García Muñoz pero con el beneficio de pena remitida. Esto quiere decir que no cumplirá su condena en la cárcel, solo tendrá que ir a Gendarmería y llegar a un acuerdo de firma.

Así mismo, el Tribunal declaró inhabilidad para ejercer cargos públicos mientras dure la condena, lo que debería traducirse en que lo den de baja. Sin embargo, esto último debe resolverlo la institución de Carabineros. Se dictó también inhabilidad para derechos políticos –lo que significa que no puede sufragar, por ejemplo-.

“Me parece que la pena es, en principio justa, en el entendido que se dictan 4 años de presidio. Es importante que se declare culpable de un delito gravísimo, reconociéndose la intencionalidad de cometerlo. Sin embargo, en la práctica pasamos de lo justo a lo meramente simbólico, pues finalmente esto se traduce en que no pasará ningún día efectivo de reclusión, por una supuesta irreprochable conducta anterior”, declaró Enrique Eichin a El Ciudadano luego de conocer la sentencia.

Dice además, que le preocupa de sobre manera que si bien la sentencia dicta la inhabilidad absoluta para ejercer funciones públicas durante el tiempo de la condena, precisamente la institución a la que pertenece sea quienes lo tengan que dar de baja. “Sobre todo porque, aún a sabiendas de que estaba imputado en este caso de violación a los Derechos Humanos, lejos de ponerle pausa a su carrera, la institución policial decidió ascenderlo a Mayor y luego a Teniente Coronel. Cabe destacar que los hechos demuestran que ellos tenían certeza de que él era el que había provocado el estallido en mi ojo a los pocos días de lo ocurrido. Es decir, parecieran no solo avalar este tipo de crímenes, sino además, premiarlos”, concluye.

Finalmente, Enrique Eichin cierra con una sentida reflexión: “Hay que preguntarse ¿cuántas personas que sufren agresiones por parte de FFEE las denuncian? ¿Y cuántas tienen la posibilidad de saber efectivamente cuál de los funcionarios fue el agresor? ¿Quizás a cuántas personas este carabinero hirió con sus 320 tiros solo ese día? ¿A cuántas más a largo de todos estos años?”.

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