2009: Año negro

Termina 2009

Por Mauricio Becerra

23/12/2009

Publicado en

Economí­a / Portada

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Termina 2009.  El balance del año es claramente negativo para la economía chilena.  El Informe de Política Monetaria del Banco Central de diciembre lo confirma, con cifras negativas en un conjunto de indicadores claves, producto, demanda interna, inversión productiva, caída de inventarios, importaciones y exportaciones, con los consiguientes efectos sociales negativos.

Desde luego, ellas habrían sido superiores de no ser por las tardías e insuficientes políticas anticíclicas fiscales y monetarias implementadas.  El informe no efectúa un análisis crítico de lo acontecido ni tampoco profundizó en el complejo escenario global, que tiene como elemento positivo para el país el crecimiento nuevamente de China y la recuperación de otras economías asiáticas emergentes.

En cambio,  EE.UU. y Japón redujeron sus estimaciones de recuperación del tercer trimestre con relación a abril-junio, a partir en el primer caso de una menor recuperación de su alicaído consumo y en el segundo del desplome de la inversión productiva.  El escenario global sigue siendo muy complejo.  El país sigue afectado, además, por la revaluación del peso, frente a la cual el Banco Central se limita a “monitorearlo”.  Así se seguirá sin tener una actitud en este plano proactiva.

MAYOR CAÍDA DEL PRODUCTO A LA ESPERADA

El Informe de Política Monetaria del Banco Central (IPoM) -entregado por primera vez en el mes de diciembre–  permite hacer un crudo balance del año económico.  La recesión iniciada en el segundo semestre de 2008 condujo a que las cifras de actividad económica de 2009 hayan sido negativas.

El IPoM cifró la caída del producto durante el año en 1,9%, o sea en la parte superior del rango establecido entre –1,5% y -2% anotado en su previsión anterior entregada en el mes de septiembre. El anterior año de decrecimiento del PIB se produjo en 1999, una década atrás, cuando retrocedió en 1,1%. Los hechos no confirman la reiterada formulación oficial que los efectos de las crisis en la economía nacional estarían entre las menos desfavorables a nivel mundial. La caída fue superior al promedio mundial estimado por el FMI (-1,1%), y se aleja del conjunto de economías emergentes que crecen, de acuerdo a las mismas proyecciones, en 1,7%.

La causa fundamental de la contracción se originó en la brusca reducción de la demanda interna que llegó a un 7,4%, porcentaje muy superior a la estimación efectuada en septiembre (-6,2%). Ello a su vez se debió, ante todo, a la fuerte reducción en la formación bruta de capital fijo, es decir de la inversión productiva, lo cual afecta al mismo tiempo el crecimiento potencial futuro de la economía. El informe entregado lo vincula a la caída significativa de los inventarios que fue “superior a lo que se observa en otras economías restando cuatro puntos porcentuales en el último año”. La reducción de inventarios se produce en aquellos momentos en que las empresas no ven posibilidad de recuperación y disminuyen la fabricación de bienes intermedios.

También se redujo el consumo de los hogares. El IPoM entregó únicamente las cifras del “consumo total” que incluye también el efectuado por el gobierno, con un crecimiento de sólo 1,5%. Si se tiene presente que el plan de estímulo fiscal descansó en una fuerte expansión del gasto público se concluye que el consumo privado se contrajo significativamente.  No podía ser de otra manera dado que el ingreso nacional, o sea lo que perciben los factores productivos por su participación en el proceso económico, decreció en 2,3%. Por tanto, fue el sector externo que posibilitó una caída menor del producto.  Ello se debe, ante todo a un hecho negativo,  la disminución de 15,7% registrada en las importaciones de bienes y servicios, consecuencia directa precisamente de la contracción en la demanda interna, ya que las exportaciones de bienes y servicios que igualmente disminuyen lo hacen en un porcentaje bastante menor (-4,1%).

Llama la atención que frente a esta avalancha de cifras negativas el Banco Central  no realice un análisis crítico de las causales internas de ellas, tanto en la conducción económica general como en particular la del instituto emisor, fuera de dejar constancia de la crisis global. Desde luego, queda absolutamente claro que la política de reducción de la tasa de interés –al igual como aconteció con el estímulo fiscal- fue absolutamente tardía. Las tasas de interés de referencia de política monetaria comienza a reducirse recién el 9 de enero en un punto porcentual, de 8,25% a 7,25% nominal anual, para luego en seis meses hacerla descender a 0,50%, en circunstancias que el curso recesivo de la economía chilena se inició en el segundo semestre de 2008.

En EE.UU., el descenso de la tasa de política monetaria (TPM) comenzó en septiembre de 2007, en la eurozona –donde se siguió la conducta más conservadora entre las grandes economías industrializadas–  en octubre de 2008, al igual que Japón, donde ya desde hace años se mantiene en niveles muy bajos. Es decir, se puso énfasis con mucha anterioridad al Banco Central de Chile en las políticas contracíclicas, sin las cuales la contracción económica global habría sido más acentuada.

Tiene razón ahora el IPoM al decidir mantenerla baja con el objetivo, señaló, de “abrir espacios para una recuperación sostenida”, que desde luego en una economía tan abierta como la chilena dependerá en alto grado de la evolución global, así como de la recuperación del sector privado. El informe observa con razón que “aún existen riesgos y el retorno al crecimiento en Chile y en el mundo no está garantizado”.

Así es, pero el informe no se detiene en el complejo escenario externo, limitándose a entregar una estimación de crecimiento global y en un conjunto de países.  Ello le resta profundidad a su análisis, particularmente si se considera la importancia que reviste en la evolución concreta que tenga la economía chilena.  “La mayor preocupación –señaló el informe de diciembre de la unidad de investigación de Economist- es que la recuperación depende en gran medida de los factores temporales.  Los cambio en los inventarios pueden impulsar el crecimiento del PIB al inicio del ciclo, pero los efectos se disiparán pronto.  Las políticas de estímulo tampoco pueden mantenerse en forma indefinida (…).   Consecuentemente –concluye-, es probable que el crecimiento global vuelva a frenarse una vez que el estímulo se agote” (17/12/09).  Peor aún en un escenario en que hay instancias y sectores que propician retirarlos prematuramente.

Por su parte, el ministerio  de Hacienda reemplazó el balance autocrítico por panegíricos a la conducción económica alejados de la realidad.  “La forma en que Chile está enfrentando la actual situación de crisis internacional –señaló en octubre el Informe de Finanzas Públicas, entregado por el director de Presupuesto, Alberto Arenas –es inédito en nuestra historia, así como en la América Latina”.  La conclusión a la luz de los hechos indicados por el IPoM es otra, la salida de la caída en la actividad económica es muy lenta.  Se requiere de intensificar los estímulos fiscales, como lo hizo en la región Brasil.

Innecesariamente el presidente del instituto emisor, José De Gregorio manifestó que la TPM se mantendrá en 0,5% “al menos hasta el segundo semestre de 2010”, para luego agregar que ello “no implica un compromiso mecánico en cuanto a que una vez cumplido ese plazo, comenzaremos a reducir el impulso monetario. La experiencia nos ha enseñado la importancia de no apresurarse en su retiro, puesto que ello puede dañar seriamente la recuperación”. Más aún cuando el estímulo fiscal se redujo porcentualmente, al disminuir el crecimiento del gasto público, en la elaboración del presupuesto 2010.

En cuanto a la problemática candente del tipo de cambio, en un país que sufre las consecuencias del “síndrome holandés”, o dicho en otras palabras afecta a sectores exportadores que no tienen su cotización en alza en los mercados internacionales y a una gran masa de productores internos que compiten en condiciones muy desventajosas con importaciones sustitutivas, se limitó De Gregorio a señalar que “es un fenómeno que habrá que continuar monitoreando. De manera muy especial –añadió-, habrá que determinar sus implicancias de política (…)”.   Ellas ya están claras y se seguirán acentuando, conclusión aún más obvia cuando una gran cantidad de bancos centrales y gobiernos han intervenido en los mercados cambiarios intentado atenuar, a lo menos, la revaluación de sus monedas con relación al deprimido dólar norteamericano.  En América del Sur un  ejemplo relevante lo proporciona Brasil que ha empleado una multitud de mecanismos en esa dirección (impuestos, flotación sucia, estimular a los exportadores a que reduzcan sus retornos en moneda extranjera).

Al exponer el informe en Icare, De Gregorio expresó que “la libre flotación” no es un dogma” (19/12/09).  Con todo, el escenario base del IPoM se elaboró, según se consignó en el documento, con un tipo de cambio “similar al actual”.    En otras palabras, se confeccionó manteniendo en el tiempo un tipo  de cambio deprimido.  La paridad el día que se presentó el informe estaba una vez más bajo los $500, cuando en diciembre de 2008 cerró en $629,11. Su caída durante el año fue pronunciada, acentuándose en octubre-diciembre, cuando descendió con relación al trimestre anterior en un 6% real.

La variación del tipo de cambio incide en las actividades productivas y en el empleo.  Un estudio de la SNA muestra que el alza de la paridad cambiaria que se mantuvo hasta 2006 aumentó el número de plazas laborales en el sector hasta 820.000 ocupados en este último año.  En cambio, en 2009 al descender la  paridad su número descendió en promedio a 740.000.

La presentación del Banco Central constató que “la amenaza externa que ha tomado más fuerza es el incremento de los flujos de capital hacia las economías emergentes, lo que representa un desafío para las políticas macroeconómicas en países donde hay mercados cambiarios flexibles, ya que presiona al alza la moneda local”.  Chile precisamente tiene un “mercado cambiario flexible”, o sea la paridad queda entregada a la lógica del esquema económico imperante que los desequilibrios se resolverían en la relación entre la oferta y la demanda de divisas.  Los capitales financieros ingresan si tienen perspectivas de rentabilidades positivas, la cual se obtiene por los diferenciales de tasas de interés -lo cual en Chile no se está produciendo- como por ganancias que pueden producir las perspectivas de apreciaciones cambiarias.

La carencia de un balance de un año recesivo, fue reemplazado en el informe y en el análisis del mismo efectuado por el ministro de Hacienda destacando las perspectivas entregadas para el año 2010, lo cual con todo –como consecuencia de la magnitud de la caída experimentada- se concluye en el informe, el “crecimiento no será suficiente para deshacer completamente las holguras en el horizonte de políticas”.  Dicho de otra manera, por un período prolongado subsistirán factores productivos no utilizados que, en las personas, se expresa en desocupación abierta o disfrazada y trabajo precarizado.

PRECIO DEL COBRE

El precio promedio del cobre estimado para el presente año fue de US$2,30 la libra, estimándose que en 2010 llegará a US$2,70.  La recuperación del metal rojo condujo a que los términos de intercambio del país, es decir su relación de precios en los mercados internacionales, que al comenzar el 2009 el IPoM del Banco Central consideró que experimentarían una variación negativa con relación al año anterior de 19,1%, en su documento de diciembre lo cifró en un ligeramente positivo 0,3%, para aumentar en 2010 a 4,7%.  La recuperación en la cotización del metal rojo es un acontecimiento claramente positivo para la economía chilena, originado primordialmente por la recuperación de economías asiáticas emergentes y el crecimiento de China.

En enero-octubre las exportaciones de cobre sumaron US$20.974,9 millones.  De dicho monto US$13.459,5 millones (un 64,1% del total) se dirigieron a Asia y US$7.343,6 millones a China (35,0%).  Sobre la economía chilena repercute positivamente, como acontece con muchos países exportadores de commodities, el crecimiento de China y otros países asiáticos que son las grandes demandantes de muchos de ellos.  La recuperación en el precio del cobre incide positivamente en muchas variables macroeconómicas del país.  Es de esperar que si se mantiene alto su precio no se caiga nuevamente en la unilateralidad de colocar el superávit fiscal que volvería a producirse en activos financieros en el exterior y se limiten las ganancias excesivas que volverán a obtener las empresas privadas que lo explotan.

El informe redujo su estimación de crecimiento tendencial de la economía desde un 5% a un nivel fluctuante entre 4,5% y 5%.  Ello como consecuencia del   descenso en la inversión productiva y la caída en la productividad.  El IPoM estimó que el mayor costo en los últimos tiempos de la energía podría explicar, en promedio, 0,3 punto porcentual de menor incremento tendencial en los últimos tres o cuatro años.

Constatar el conjunto de hechos negativos no es para quedarse en ellos, sino para sacar conclusiones en una serie de aspectos.  Entre ellos cómo influyó el esquema general de políticas económicas que se viene aplicando en lo fundamental desde los años de dictadura, así como los pro y contra de las políticas anticíclicas seguidas para enfrentar la crisis global.  El IPoM no hizo este análisis imprescindible.  La opinión pública sí debe efectuarlo.

Hugo Fazio

Economista Cenda

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