Acusan a Andrés Velasco, Andrés Allamand y Pablo Longueira de mentirosos

El columnista Luis Casado, en su reciente artículo, se pregunta si ¿un candidato presidencial puede mentir? La duda le surgió cuando en los recientes debates para las primarias presidenciales del duopolio Concertación-Alianza, en donde el economista neoliberal Andrés Velasco y los ex ministros de Piñera, Longueira (UDI) y Allamand (RN) argumentaron a favor del sistema […]

Por Mauricio Becerra

15/06/2013

Publicado en

Destacadas / Economí­a / Política

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El columnista Luis Casado, en su reciente artículo, se pregunta si ¿un candidato presidencial puede mentir? La duda le surgió cuando en los recientes debates para las primarias presidenciales del duopolio Concertación-Alianza, en donde el economista neoliberal Andrés Velasco y los ex ministros de Piñera, Longueira (UDI) y Allamand (RN) argumentaron a favor del sistema de las AFP diciendo que los sistemas de previsión solidarios usados en la mayoría del mundo están quebrados. Todo lo contrario, para Casado “los sistemas solidarios no están quebrados: simplemente están siendo asesinados para engrosar los beneficios de un puñado de multinacionales”.

Vamos al grano: se trata de Allamand, de Longueira y de Velasco. En el curso de los soporíficos y mediocres debates de primarias los tres sostuvieron que los sistemas de previsión solidarios están quebrados y que conviene fortalecer, reformar, regular o adaptar el escandaloso sistema de capitalización que administran las AFP.

Si los sistemas solidarios estuviesen quebrados… ¿cómo explicar que en Europa millones de asalariados salen a la calle a defenderlos y que la propia derecha francesa –por ejemplo– niega tener la intención de cambiarlo?

El sistema solidario de previsión, uno de los pilares del Pacto Social francés, sostiene desequilibrios financieros –eso es verdad– después de haber mantenido excedentes de los cuales se apropió el Estado para financiar otros gastos e inversiones en el marco de los presupuestos públicos.

¿De dónde provienen esos desequilibrios? Todo sistema tiene dos columnas: de un lado la columna de los ingresos, provenientes de las cotizaciones salariales y patronales, y del otro lado la de los egresos, es decir los pagos de las pensiones servidas. Un desequilibrio se produce cuando bajan los ingresos sin modificar proporcionalmente los egresos, y/o aumentan los egresos sin modificar proporcionalmente los ingresos. Así de sencillo. Cualquier estudiante de contabilidad de primer año lo sabe, y Allamand, Longueira y Velasco debiesen saberlo.

¿Qué explica los desequilibrios del sistema solidario francés? Por una parte, la reducción de los ingresos. Al llegar François Mitterrand a la presidencia en 1981, la riqueza producida en Francia se distribuía grosso modo como sigue: 75% remuneraba el trabajo, y 25% remuneraba el capital. Veinte años más tarde –diecisiete de los cuales de gobiernos socialistas– la remuneración del trabajo había disminuido en 10 puntos de PIB, lo que corresponde hoy en día a unos 200 mil millones de euros anuales. Esa gigantesca masa de dinero pasó a remunerar el capital, y no paga ni cotizaciones ni impuestos (ya veremos más adelante).

En el curso de los últimos treinta años, los salarios en Francia (y en Alemania) se han estancado: no progresaron, generando un insuficiente poder adquisitivo que explica en buena medida la crisis actual y su secuela de desempleo, pobreza, miseria, endeudamiento de los hogares, etc.

Ambos fenómenos provocaron una sustancial perdida de ingresos en el sistema de previsión, al tiempo que aumentaban los egresos en razón del aumento del número de pensionados, simple fenómeno demográfico. De ahí proviene el desequilibrio.

Pero hay más: la crisis provocada por esta redistribución del ingreso a favor del capital generó millones de desempleados que no cotizan al sistema de previsión. En este momento, Francia ha superado todos los records históricos en materia de desempleo: más de tres millones cien mil franceses están en el paro, sin esperanzas de reintegrarse a la actividad productiva. El paro en España supera el 25%, en Grecia el 20%, y en toda la Unión Europea el 12,6%.

Sólo por esa causa la pérdida de ingresos en el sistema de previsión (y de protección social: salud, familias, etc.) es fenomenal, mientras la progresión de la remuneración del capital es significativa al punto que hasta la OCDE tuvo que reconocerlo:

“Estos tres últimos decenios, la parte del ingreso nacional constituida por los salarios y elementos accesorios del salario – la parte del trabajo – ha disminuido en la casi totalidad de los países de la OCDE.” (Perspectives de l’Emploi de l’OCDE 2012).

Paralelamente, se han desarrollado dos métodos criminales de reducción de los impuestos de las empresas y de la ínfima fracción de la población (0,1% más rico) que concentra la riqueza.

El primero tiene que ver con la “competencia” en materia fiscal que se libran los países de la Unión Europea con el fin de atraer inversión extrajera, o para impedir que sus propias empresas se vayan a otro país más “generoso” con la inversión privada. Transformándose en paraísos fiscales, países como Irlanda o Lituania lograron mostrar un rápido “crecimiento” y transformarse en pocos años en una suerte de Chiles europeos. Cuando se produjo la crisis fueron los primeros en hundirse, y durante varias décadas sus pueblos tendrán que pagar la borrachera que hizo la fortuna de las multinacionales.

Este fenómeno perverso ha llevado a grandes potencias como Francia y Alemania (50% del PIB europeo) a reducir la presión fiscal de sus propias empresas, reduciendo aún más los ingresos fiscales. En un momento en el que tuvieron que salvar a sus bancos rufianes que perdieron cientos de miles de millones de euros en la especulación con productos financieros basura.

Resultado: aumentó brutalmente el endeudamiento de los Estados. Como precisa el reputado economista Jacques Sapir, convirtieron la deuda privada en deuda pública (lo mismo ocurre con los EEUU). ¿Te suena conocido?

El segundo método criminal de reducción de los impuestos que pagan las empresas es la llamada “optimización fiscal”. Se trata simplemente de un procedimiento delictivo que conocemos como evasión de impuestos. Toda la banca europea, toda (aún cuando casos como el del banco HSBC son particularmente escandalosos), ha facilitado el tráfico de masas inimaginables de beneficios que se van a paraísos fiscales como Suiza, Luxemburgo, las Islas Anglo-normandas, Mónaco, Andorra, Lichtenstein y otros más lejanos (Islas Caimán, Singapur…) sin pagar ni un euro de impuestos.

A tal punto que el folklórico José Ángel Gurría, Secretario General de la OCDE, confiesa: “Es difícil combatir las prácticas fiscales de las multinacionales”. Este menda fue entrevistado por la prensa porque la OCDE “detectó” que muchas multinacionales pagan el 5% en impuestos de sociedades cuando las pymes abonan el 30%… Eso es lo que Gurría llama “prácticas fiscales de las multinacionales”.

Sólo la evasión fiscal en Francia representa 60 mil millones de euros anuales, ¡o sea tres veces el monto del déficit de la Seguridad Social!

Hace muy poco, gracias a los datos proporcionados por un funcionario francés del banco HSBC, Emilio Botín, presidente del banco Santander, tuvo que pagar más de 300 millones de euros de multa por fraude fiscal. ¿Cuánto habrá robado el Sr. Botín, el bien nombrado?

Mega empresas como Amazon, tienen sus sedes en paraísos fiscales (Luxemburgo, Delaware…), en direcciones truchas (en Luxemburgo se trata de una dirección de correo por la que pasan miles de millones de euros de cifra de negocios… y en la cual no hay ni un solo funcionario), y pagan un ridículo 6% de impuestos por sus negocios planetarios.

Lo más curioso, es que reciben subvenciones para que se instalen en Europa, de los mismos Estados en los que cometen fraude fiscal: Francia, que le acordó a Amazon unos trescientos millones de euros de subvenciones, le reclama el pago de mil millones de euros por fraude fiscal en este mismo momento.

También es conocido el caso de Google, Apple y Microsoft, que mantienen cientos de miles de millones de dólares de beneficios fuera de los EEUU porque si los internan… tendrían que pagar impuestos. Sus lobistas presionan para que el gobierno federal (el más endeudado del planeta) ¡les acuerde una amnistía fiscal! Y vivan los lobistas.

En Europa (y en los EEUU) la evasión fiscal del riquerío llega a niveles caricaturales. Los conocidos casos del actor Gérard Depardieu en Francia (ahora es ciudadano… ¡ruso!) y del célebre Lionel Messi en España, no son sino epifenómenos sin ninguna importancia: la justicia francesa investiga con muy pocas ganas listas de cientos de multimillonarios, políticos, ex ministros y altos funcionarios que defraudan al fisco desde hace décadas.

El caso de Jérôme Cahuzac, ministro del Presupuesto de François Hollande, o sea el encargado de la lucha contra… el fraude fiscal, es sintomático: Monsieur Cahuzac había sido presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional al tiempo que tenía cuentas secretas en Suiza y en Singapur… Su hermano era presidente del banco HSBC-France, el mismo cuya industria más rentable era precisamente el tráfico de beneficios y el fraude fiscal.

Entretanto, las “soluciones” que se les ocurren a los gobiernos europeos para equilibrar las cuentas de la previsión consisten en hacer pagar más y más… a los afiliados: menores pensiones, edad de jubilación más alta que se aproxima a los 70 años, aumento de cotizaciones salariales (y reducción de las cotizaciones patronales para mejorar la “competitividad” de las empresas…).

No. Los sistemas solidarios no están quebrados: simplemente están siendo asesinados para engrosar los beneficios de un puñado de multinacionales.

Todo esto es público. Allamand, Longueira y Velasco lo saben. Y cuando sostienen que los sistemas de previsión solidarios están quebrados… Mienten.

Ningún periodista obediente y sumiso iría hasta hacer su trabajo interpelándoles durante los debates. No están allí para eso, sino para servir la sopa. Los candidatos pueden seguir mintiendo impunemente.

Luis Casado

El Ciudadano

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