El cobre y las perturbaciones internacionales

Debido a la caída del precio del cobre como consecuencia del pánico provocado por la actual crisis financiera, grandes titulares nos dicen que se acabó el ciclo de buenos precios, que habrá crisis en el sector y que los precios no remontarán, porque ingresamos a un nuevo ciclo de precios bajos

Por seba

17/02/2009

Publicado en

Economí­a / Portada

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Debido a la caída del precio del cobre como consecuencia del pánico provocado por la actual crisis financiera, grandes titulares nos dicen que se acabó el ciclo de buenos precios, que habrá crisis en el sector y que los precios no remontarán, porque ingresamos a un nuevo ciclo de precios bajos. A ello decimos calma, porque en unos meses más, cuando la desesperada especulación actual, que busca salvarse volviendo a especular, llegará un momento en que se tendrá que ordenar por la razón del mercado o la fuerza del Estado, que volverá a tomar el lugar que nunca debió abandonar. Es normal que cuando en pocas semanas se “volatilizan” decenas de billones de dólares en el mundo, quiebran bancos y financieras, que es una crisis de los papeles, de las “expectativas y de lo intangible”, se afecte al mundo de lo real como el petróleo, el cobre, el acero, la construcción, es decir, a la economía real, pero ese efecto no puede extenderse por años, sino por algunos meses solamente, porque el consumo de lo real, del pan y del acero, es lo que sustenta la economía, aunque la especulación financiera haya hecho olvidar esta realidad.

Los mismos que ayer nos decían que el capitalismo era el fin de la historia, presagian ahora una crisis peor que la de 1929, lo que es absolutamente infundado, porque después de Keynes, las sociedades capitalistas ya no funcionan de la misma manera que antes. Posteriormente se masificó la seguridad social, la previsión, los sistemas de educación pública, los subsidios o seguros de cesantía, es decir, a pesar del neoliberalismo imperante, más del 50 % del consumo es social y está asegurado por las condiciones económicas y sociales que se crearon precisamente a raíz de esta crisis, de las geniales ideas de Keynes  y del peligro del comunismo que avanzaba en esa época por el mundo. Por estas razones, es imposible que la crisis actual llegue a tener la amplitud de la de 1929 y de los años treinta, puesto que las condiciones económicas, sociales y políticas son muy diferentes y existe suficiente experiencia y capacidad en los grandes países desarrollados para salir mucho más rápidamente de esta crisis, a pesar del peso que aún tienen los talibanes del neoliberalismo.

En lo que respecta a nuestro cobre, su precio puede recuperarse dentro de pocas semanas o meses, por la sencilla razón que el mundo seguirá consumiendo televisores, computadores, celulares, refrigeradores, automóviles. Se seguirán construyendo viviendas, las fábricas funcionando y en todas ellas se utiliza obligatoriamente cobre. La humanidad no puede vivir sin la electricidad y ésta no existe sin el cobre. En consecuencia, en los próximos dos o tres siglos la humanidad no podrá prescindir del cobre, y cerca del 60 % del cobre que se consume en el mundo sale de Chile. Por las razones expuestas, las actuales  turbulencias en los mercados financieros pueden afectar temporalmente la demanda de cobre durante algunos meses, pero no puede extenderse por años.

El consumo mundial de cobre refinado, entre 1994 y el año 2000 creció en 3,44 millones de toneladas, mientras que entre el año 2000 y el 2006, el consumo mundial aumentó sólo en 1,87 millones de toneladas, es decir, desde el año 2000 ya existía una fuerte caída del consumo de cobre en casi todos los países desarrollados,  y solo gracias a China el consumo mundial pudo alcanzar un moderado crecimiento. Sin embargo, a pesar de esta importante baja en el consumo mundial de cobre, su precio pudo aumentar considerablemente, porque, en contrapartida, el crecimiento de la producción chilena decayó en forma muy importante, pasando de un crecimiento de 2,9 millones de toneladas entre 1994 y 2000, a solo 0,9 millones de toneladas, entre el 2000 y el 2006, es decir, la producción chilena aumentó apenas en la mitad de lo que creció el consumo mundial de cobre, y es precisamente la fuerte caída de la oferta chilena de cobre, que explica el importante aumento de su precio, hasta el momento de producirse la actual crisis financiera.

Por lo tanto, el considerable aumento que había experimentado el precio del cobre en los 3 últimos años, no se debió a un aumento “extraordinario” de su consumo, sino que a una fuerte caída de su oferta, y en consecuencia, al no haber existido un crecimiento “extraordinario” de la demanda de cobre, esta demanda no puede caer estrepitosamente para volver a un consumo “normal”, sobretodo porque los países desarrollados ya venían disminuyendo su consumo y no pueden seguir disminuyéndolo drásticamente sin afectar su nivel de vida de su población. Por otra parte, el principal impulsor de la demanda de cobre de los últimos años ha sido principalmente China, país-continente que tampoco puede tener una fuerte caída en su consumo, porque el pueblo chino ya entró en una espiral del consumismo de televisores, computadores, automóviles, viviendas nuevas, es decir de cobre, y seguirá entonces aumentando su consumo de cobre al igual que otros grandes países emergentes como la India, Indonesia o Brasil. Por lo tanto, durante el año 2009 la demanda mundial por cobre no va a disminuir en forma importante, y si una pequeña disminución del consumo de cobre se llega a producir en los próximos meses, ello no puede afectar en forma importante su precio de largo plazo, que debe situarse en alrededor de 3 dólares la libra, que es por lo demás su precio real histórico. Pero para ello, en lo inmediato, es necesario ayudar al mercado, y en ello es Chile que tiene la palabra porque nuestro país monopoliza el 60 % del cobre que se comercializa en el mundo, y gracias a ese inmenso poder monopólico puede decidir su precio, con mayor peso que los 11 países de la OPEP que controlan solo el 40 % del comercio mundial de petróleo, sin embargo han controlado su producción y decidido su precio.

Por lo tanto, para que en los próximos meses la crisis financiera no afecte sensiblemente el precio del cobre, el gobierno de Chile podría implementar algunas medidas que pueden contribuir a hacer subir el precio, entre ellas:

1.- El art. 18 del DL 1.349 establece que: “Cuando perturbaciones graves en los  mercados internacionales así lo aconsejen, o en situaciones bélicas mundiales que impidan a los productores efectuar normalmente las ventas de cobre en forma compatible con los intereses del Estado, o en situaciones excepcionales que comprometan el interés nacional, el Presidente de la República, previo informe del Consejo Superior de Seguridad Nacional, del Consejo Monetario y de la Comisión Chilena del Cobre, podrá decretar, sin excepción alguna, el monopolio del comercio de exportación del cobre chileno y de sus subproductos. El monopolio deberá dejar a salvo el cumplimiento de los contratos de venta vigentes a la fecha de su establecimiento y que resulten afectados por éste”. Esto quiere decir que, que en vista de las perturbaciones mundiales actuales que afectan el interés nacional, la Presidenta de la República, puede -por un simple decreto- vender todo el cobre nacional, incluso el de las mineras extranjeras, al precio que ella fije. Y como esta ley es de 1976, estas empresas podrían argumentar que se le cambian las reglas del juego.

2. Utilizar una pequeña parte de los excedentes que ha generado el mismo cobre, más bien dicho Codelco, para comprar todas la existencia que existen hoy en los mercados mundiales, que se sitúan alrededor de las 300 mil toneladas, que al precio de 2 dólares la libra, alcanza a apenas a mil millones de dólares y, en vez de guardar activos financieros que pueden desaparecer, Chile guardaría cobre y ganará mucho dinero posteriormente haciendo subir el precio. El simple anuncio que el Estado de Chile comprará los stocks disponibles de cobre, hará subir su precio.

3.-  Nacionalizar las grandes empresas mineras extranjeras permite al Estado dominar el   60 % del cobre que se exporta en el mundo y, por tanto, fijar su precio, nacionalización que se justifica no solo por razones económicas, sino que además nada lo impide desde el punto de vista legal, constitucional, o de derecho internacional. Existen incluso varios yacimientos que la Presidenta puede nacionalizar  por simple decreto.

En suma, si bien es cierto que el consumo de cobre en el mediano y largo plazo no va a disminuir, en el corto plazo el gobierno chileno puede tomar medidas muy efectivas para “ayudar” al mercado a hacer subir el precio del cobre.

por Julian Alcayaga

Economista, Presidente del Comité de Defensa y Recuperación del Cobre

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