Para los obispos católicos, «es indispensable que el ente rector de la administración del agua tenga una Junta Directiva predominantemente estatal, con amplia participación ciudadana. Corresponde al Estado ser el legítimo garante del derecho al agua para todos. Por tanto, estamos en contra de la privatización del agua».

Además, en el pronunciamiento, los obispos salvadoreños citan al papa Francisco, que en su encíclica Laudato Sí expresa que “este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida”. (Laudato Si, N° 30)

Recuerdan que a lo largo de los años, «los Obispos de El Salvador hemos acompañado las luchas justas del pueblo salvadoreño; la más reciente culminó felizmente con la aprobación de la ley de prohibición de la minería metálica en nuestro país».

El episcopado salvadoreño señala que el «agua es un elemento imprescindible para la vida humana, porque sin agua no hay vida. Por eso, con justa razón, en el año 2010 la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), reconoció “el derecho humano al agua“. Por su parte, el Papa Francisco, en la Encíclica Laudato Sí, afirma que: “el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos” (N°.30).

La advertencia de los obispos es que «si se llegara a aprobar una ley que otorgue a una entidad privada el derecho de decidir sobre la distribución del agua en la nación, negándole esta función al Estado, estaríamos ante una ley absolutamente antidemocrática y carente de legitimidad».

Por lo tanto, exhortan a todo el pueblo a «hacer uso del derecho de participación ciudadana, exigiendo a la Asamblea Legislativa la aprobación de una Ley General de Aguas que garantice este derecho humano fundamental. Una ley injusta que violente los derechos del pueblo, no puede ser admitida».