Por qué en Turquía no quieren al FMI

En mayo de 2008, Turquía culminó su último acuerdo ‘stan-by’ con el FMI

Por Mauricio Becerra

06/10/2009

Publicado en

Economí­a / Política / Pueblos

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En mayo de 2008, Turquía culminó su último acuerdo ‘stan-by’ con el FMI. Para algunos esto significa la tan esperada declaración de autonomía para Turquía y la pérdida del último ‘consumidor’ para el FMI. Para otros que siguen la ortodoxia neoliberal, esto significó la graduación de Turquía y la exitosa conclusión del programa del FMI. La realidad es que ninguna de estas posiciones es correcta. Turquía actualmente está atrapada en una gran deuda con alto desempleo, un ambiente especulativo en crecimiento y la independencia de sus instituciones está en estado de sitio debido a las intervenciones del FMI y del Banco Mundial. No hay ni autonomía ni graduación exitosa.

Turquía y el FMI firmaron un Programa de Monitoreo del Personal en 1998 para facilitar una supervisión más cercana del Fondo y el control de la economía turca. Turquía pasó una severa crisis económica en noviembre de 2000, y otra en febrero de 2001, cuando estaba siguiendo el programa de cambio de divisas basado en la deflación, diseñado y dirigido por el FMI. El peso del ajuste cayó desproporcionadamente en la clase trabajadora en la medida en que el desempleo se elevó el 10 por ciento y los salarios reales fueron reducidos abruptamente en un 20 por ciento. El FMI proveyó asistencia financiera de $20,4 mil millones entre el comienzo de la crisis en 1999 y el 2003

El rápido aumento de la deuda del sector privado reveló la esencia del ajuste diseñado por el FMI siguiendo las crisis de las divisas y la bancaria. Las características subyacentes de los ajustes después de la crisis, en últimas, dependieron de mantener altas las tasas de interés en anticipación de la llegada de mayor capital. Junto con la política fiscal de contracción, el programa encontró como la principal fuente de expansión las especulativas afluencias de la financiación extranjera.

Este programa fue claramente mostrado en el Informe Nacional de Turquía preparado por el personal del FMI a finales de 2001. Las metas del informe 2001 del FMI se convirtieron en las metas oficiales de todos los gobiernos sucesivos. La tasa objetivo del verdadero crecimiento del PNB, por ejemplo, fue persistentemente fijada en el 5 por ciento, a pesar de la observada expansión de la economía a tasas que a menudo excedían el 7 por ciento en el año anterior. Esta escogencia claramente no fue una coincidencia. En la misma forma, las metas de la inflación del banco central ‘independiente’ cada año siguieron el camino trazado en el Informe 2001 del FMI, empezando con un 20 por ciento en el 2003 a un 5 por ciento en el 2006, y más allá.

Finalmente, la meta primaria sobrante del sector público, el 6,5 por ciento del PNB, claramente encuentra sus orígenes en el mencionado Informe.

Las altas tasas de interés del programa del FMI posterior a la crisis atrajeron capital de corto plazo; y la relativa abundancia del intercambio extranjero llevó a la sobre valoración de la lira. El intercambio extranjero barato llevó a una explosión de las importaciones tanto en el consumo como en los artículos de inversión. Lograr la contracción fiscal bajo la reducción de los gastos públicos, a su vez alimentó las ansiosas expectativas de los árbitros financieros. Los resultados finales fueron la reducción del sector privado en un ambiente de crecimiento especulativo; y el consecuente deterioro de las estructuras de la educación y la salud que urgentemente necesitaban los fondos públicos. Además, en la medida en que la industria doméstica intensificó su dependencia de las importaciones, fue forzada a adaptarse a las tecnologías extranjeras del capital intenso con consecuencias adversas para el empleo doméstico.

Está claro que el programa del FMI no era solo para «estabilizar» la economía, sino que iba más lejos: el cambio radical de la estructura social del país. El ajuste turco a la post crisis traza los pasos de muchos países en desarrollo dependientes del capital extranjero y condicionados a adoptar o a mantener políticas contratadas para asegurar la «confianza de los inversionistas» y la «confianza internacional del crédito.» Están restringidos a un presupuesto balanceado, a gastos fiscales afianzados, y a una política monetaria relativamente contraccionaria con un ex ante compromisos con altas tasas de interés real.

Turquía entró en el segundo semestre de 2008, con un severo desequilibrio y con un aumento en la carga de la deuda externa. Las condiciones globales favorables conducentes al crecimiento rápido no están presentes en el momento, hablando en lo general. Turquía tiene que enfrentar la turbulencia actual, el declive del crédito global y de los mercados financieros con un mercado laboral en dificultades y una intensificación de la fragilidad externa. No hay dudas de que los ajustes necesarios futuros para asegurar la estabilidad económica en Turquía serán más costosos y difíciles. Lo que sí está claro, es que durante la larga década con el FMI, Turquía ha logrado reemplazar los déficits públicos con un déficit democrático.

Erinç Yeldan

Profesor of Economía, Universidad de Bilkent, Ankara

http://www.brettonwoodsproject.org/

El Ciudadano

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