Se agotó el modelo que golpea a la mayoría

Las cifras muestran bajos beneficios para los ciudadanos Bajan los ingresos de los trabajadores y suben ganancias del capital

Por Wari

09/12/2011

Publicado en

Economí­a / Portada

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Las cifras muestran bajos beneficios para los ciudadanos

Bajan los ingresos de los trabajadores y suben ganancias del capital. Ganancias de las cuatro familias más adineradas equivalen al ingreso anual del 80% de chilenos más pobres. La OCDE señaló que Chile es el país con mayor segregación socioeconómica. Al mismo tiempo crece el descontento de la población con el sistema político y más allá del gobierno de derecha, con el neoliberalismo.

Las encuestas lo dicen, las manifestaciones juveniles lo ratifican, y hasta representantes del establishment lo reconocen: El modelo neoliberal aplicado tras el golpe militar de 1973 perdió legitimidad. Entre muchas otras cosas, porque muestra la total incapacidad para beneficiar a la mayoría de los ciudadanos. Un modelo que ratifica la idea de que “nos están cagando”.

De hecho, desde los tiempos de la tiranía, en condiciones difíciles, diversidad de sectores de la sociedad civil comenzaron a movilizarse contra el extendido proceso de privatización de las empresas públicas, la apertura neoliberal de la economía, la disminución del tamaño y funciones del Estado y la pauperización de los derechos laborales. Se imponía un proyecto destinado a beneficiar a los consorcios financieros, las trasnacionales, las empresas, a los empleadores y al capital.

Al mismo tiempo, se impuso un marco institucional autoritario que acotó derechos políticos y civiles y protegió al sector privado y conservador.

Un conjunto de factores que acorraló a la gente y que hoy provoca un sinnúmero de movilizaciones y demandas como el fin al lucro en educación, no a la privatización de la salud, cambio de la Constitución, fin al sistema binominal, respeto a derechos sociales y de pueblos originarios. Está quedando claro que la mayoría de la sociedad chilena rechaza el orden económico y social construido en más de 30 años. Se evidenció en las movilizaciones contra las termo e hidroeléctricas y proyectos mineros trasnacionales, en la decena de marchas estudiantiles y en el Paro Nacional del 24 y 25 de agosto.

El presidente de la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (Anef), Raúl De la Puente, expresó a El Ciudadano que en la actualidad hay un malestar “contra el sistema neoliberal y no sólo contra el gobierno de derecha” que encabeza el presidente Sebastián Piñera.

Afirmó que este malestar se origina “porque en Chile la educación, la previsión, la salud y todos los servicios básicos fueron convertidos en bienes de consumo entregados al sector privado que actúa con la lógica del mercado, sin considerar el bienestar social, lo que tiene efectos nefastos para las familias y para el país”.

De la Puente definió como “rebelión” el actual ciclo de movilizaciones, principalmente de estudiantes, funcionarios de la Salud, empleados públicos, medioambientalistas, profesores y pobladores.

Adicionalmente, el líder de la Anef añadió el dato –con un dejo de pesar- que la Concertación de Partidos por la Democracia mantuvo y perfeccionó el modelo neoliberal durante los años que gobernó, dando continuidad a un proyecto establecido durante la dictadura.

SISTEMA “PODRIDO”

Aquello tiene que ver con los síntomas de descomposición o crisis del sistema político que, además de desgastado, muestra incapacidad, al igual que el modelo económico, en satisfacer las demandas de la población.

La complicidad de la Concertación con el neoliberalismo le impidió capitalizar el enorme descontento social, situación recogida por las encuestas. Según Adimark (5 de septiembre de 2011), el apoyo al conglomerado llegó sólo al 17% y la desaprobación se ubicó en un 71%.

La empresa Cerc, en tanto, expresó en su estudio demoscópico de agosto de este año -difundido el 27 de septiembre- que al gobierno de Piñera lo apoya sólo el 22% de la población y lo rechaza el 66%.

El repudio hacia la Concertación es tan grande que hasta los ex presidentes de Chile que pertenecen a esta coalición –Patricio Aylwin, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Michelle Bachelet y Ricardo Lagos-, recibieron la repulsa ciudadana. Lagos, por ejemplo, fue increpado el pasado 10 de agosto, por un centenar de estudiantes de la Universidad de Viña del Mar, por haber impulsado la privatización del sistema de créditos estudiantiles. La foto de Bachelet colgó en la fachada de la Casa Central de la Universidad de Chile, criticando su ausencia frente a las demandas estudiantiles.

Consciente de la pérdida de apoyo, el Partido por la Democracia (PPD) dio a conocer el 16 de septiembre el documento “Convergencia opositora y el inicio del camino hacia una nueva coalición” en el que prácticamente dio por terminada la Concertación. El PPD propuso como camino de solución dar vida a un nuevo espacio político que integre a los movimientos sociales y abogue por acabar con el actual régimen político, el cual, señaló, tiene “el poder extremadamente concentrado en pocas manos, con poca competencia y poco control por parte de los ciudadanos”.

Aunque la Concertación dio a conocer el 6 de octubre el documento “Nuestro compromiso”, que planteó una refundación y un acercamiento a los sectores sociales de los que se alejó, el texto pasó sin pena ni gloria, opacado completamente por las protestas de los estudiantes y las demandas y dinámicas sociales.

Antes se conoció una carta del presidente del Partido Radical Socialdemócrata (PRSD), José Antonio Gómez, donde planteó la necesidad de crear un nuevo referente, denominado Opción Democrática, consciente del creciente rechazo a la Concertación.

Aunque la desafección con el sistema político explotó este año, el problema no es nuevo. El lunes 12 de septiembre, el Centro de Investigación e Información Periodísticas (Ciper), publicó un estudio que reveló que 40% de los chilenos mayores de 18 años no está inscrito en los registros electorales. Y de ese porcentaje, sólo vota el 72%. En el caso de quienes tienen entre 18 y 24 años, sólo el 5% está inscrito. Muy poco si se considera que en 1988, cuando se realizó el plebiscito que definió la salida del dictador Augusto Pinochet, esta cifra era superior al 90%.

Son precisamente los jóvenes quienes en 2011 se volcaron a las calles para pedir un nuevo orden económico, social y político.

El estudio de Ciper mostró también que sólo 32,54% de los mayores de 18 años está representado en el Congreso por el candidato al que le dio su voto. Además, estableció que muchos diputados ganaron sus escaños con menos de 10% del total de los votos potenciales.

Tras conocer la crisis de representatividad que reveló la investigación de Ciper, el director de Adimark, Roberto Méndez, señaló que “con estos datos queda claro que el sistema se agotó”.

A juicio del politólogo Genaro Arriagada -de filiación democratacristiana– el desgaste del sistema político “es el mayor problema que enfrenta la sociedad chilena”. En su columna de opinión titulada “El sistema político está podrido” –publicada en Ciper, el lunes 12 del mismo mes– sostuvo que el hartazgo con la política se explica, entre otras razones, por la vigencia del sistema electoral binominal.

Según Arriagada –ministro secretario de la Presidencia durante el gobierno de Eduardo Frei– como en la gran mayoría de los distritos electorales, se sabe que la Concertación elegirá un parlamentario y la Alianza por Chile (derecha) el otro, la clave para llegar al Congreso no está en el voto popular sino en ser incorporado a las listas de candidatos. En cada lista hay dos cupos. El resultado de esto es -en su opinión– “la destrucción de todo vestigio de libertad para elegir”, poder que estaría en manos de “las oligarquías parlamentarias que controlan los partidos a nivel nacional o regional”.

Arriagada dijo que otra de las causas del desprestigio del actual sistema político es el papel preponderante del dinero en la actividad política.

La convicción del agotamiento del actual sistema también llegó a La Moneda. El empresario Daniel Platovsky, amigo íntimo y colaborador del presidente Piñera, señaló el 21 de agosto en una entrevista con La Tercera que “hoy necesitamos un nuevo pacto social que implica profundos cambios”. Agregó que “la dirigencia empresarial comete un grave error al no entender que la paz social garantiza la estabilidad económica. (En Chile) se está gestando un cambio político mayor y eso requiere reformas sociales. El problema no es la economía, sino la política”.

INJUSTICIAS SOCIALES

El agotamiento del modelo chileno se expresa en todos los niveles. También en la macroeconomía. El crecimiento promedio del Producto Interno Bruto entre 2004 y 2009 fue de 3,7%, lo que contrasta con el crecimiento promedio de 7% entre 1985 y 2005. Sin embargo, las ganancias de los sectores más favorecidos aumentaron a ritmos mucho mayores.

El estudio “Del crecimiento empobrecedor al bajo crecimiento”, realizado en 2010 por los economistas Orlando Caputo y Graciela Galarce, dio cuenta de que en 2004 los salarios de los trabajadores representaban 41,2% del PIB, cifra que descendió hasta 35,4% en 2007. En ese mismo periodo las ganancias del capital aumentaron de 46,7% a 53,8%.

Según Caputo y Galarce, en la minería la participación de los salarios de los trabajadores con respecto a los ingresos totales de las empresas disminuyó entre 2003 y 2007 de 18,8% a 5,9%.

Julio Berdegué, doctor en ciencias sociales e investigador del Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, reveló el pasado 11 de junio en su columna del diario electrónico El Mostrador, que en 2010 las ganancias de las cuatro familias más adineradas equivalía al ingreso anual del 80% de la población más pobre. Para llegar a esta conclusión cruzó datos extraídos de la encuesta de “caracterización socioeconómica” (Casen) con información proporcionada por la revista Forbes.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) dio a conocer el martes 13 de septiembre un informe en el que señala que Chile es el país con mayor segregación socioeconómica en el sistema educativo, entre todos los miembros de esta organización. Esto quiere decir que existe un tipo diferente de educación para cada estrato o grupo social.

Este reporte de la OCDE evidenció un giro en la conceptualización del modelo chileno. El 11 de enero de 2010 el secretario general de este organismo, José Ángel Gurría, señaló -en la ceremonia de adhesión de Chile a este organismo, realizada en La Moneda- que el modelo chileno es ejemplar puesto que, desde su perspectiva, “combina un robusto crecimiento económico con un gran nivel de bienestar social”.

Calificativos como este fueron comunes en todos los organismos internacionales en las dos décadas pasadas.

A pesar de la crisis de legitimidad hay reputados analistas que afirman que el sistema socioeconómico vigente en Chile se encuentra dañado, mas no en peligro inminente de extinción. Es el caso del economista y académico de la Universidad de Chile, Marcel Claude, quien señaló a El Ciudadano que el modelo “no está en crisis, sino que es la sociedad chilena la que está en crisis por causa del modelo”.

Argumentó: “El modelo aún cuenta con muchos puntos de apoyo; tiene el Parlamento, el Gobierno, el sistema tributario, y las grandes empresas siguen acumulando riqueza”.

Claude añadió el hecho que las empresas privadas de salud reportaron el primer semestre de este año ganancias un 70% mayor a las obtenidas durante el mismo periodo del año anterior.

El economista también subrayó que “la banca tuvo el año pasado ganancias de 2 mil 500 millones de dólares. Las mineras privadas se llevarán este año entre 35 mil y 40 mil millones de dólares. Y esto ocurre en un país que tiene niveles de pobreza real que se empinan sobre el 30% y en donde la salud y la educación tienen costos altísimos e inalcanzables para gran parte de la población, la que sólo puede acceder a éstas endeudándose”.

De hecho, el miércoles 14 de septiembre, el Servicio Nacional del Consumidor (Sernac) informó que el 54% de los consumidores chilenos destina en promedio un cuarto de sus ingresos familiares a pagar préstamos o compras a crédito.

Claude, quien a principios de los noventa fue director de estudios del Banco Central, espera que la comunidad internacional tome nota de lo que está pasando en Chile “porque durante muchos años nos han tomado como modelo en circunstancias en que éste es un fracaso total en términos de generar bienestar y condiciones adecuadas de existencia”.

Enfatizó que si no se cuestiona a fondo el modelo chileno “éste terminará por ser totalmente imitado en otros países de América Latina”.

Por Francisco Marín

El Ciudadano Nº112, segunda quincena octubre 2011

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