Cuestión de elección

Llegó la época en que la credibilidad de los partidos políticos mengua a la par con la transitada sociedad del conocimiento

Por Wari

14/06/2013

Publicado en

Editorial

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Llegó la época en que la credibilidad de los partidos políticos mengua a la par con la transitada sociedad del conocimiento. Son momentos en que la institucionalidad, tal vez la más fuerte tejida en el mundo tecnócrata sobre este territorio llamado Chile, se resquebraja por su avaricia. ¿Será que la justicia podrá, poco a poco abrirse paso?

¿Será que en medio de la desigualdad de condiciones abismantes, tejidas en base al ejercicio del poder desequilibrado y sazonado con un desregulado capital financiero, poco a poco podamos recobrar el raciocinio, la espiritualidad y la comprensión de la historia del cómo los que ejercen el poder fáctico hicieron su fortuna y establecieron la esclavitud moderna a costa nuestra y de la madre naturaleza?

¿Será que comenzamos a despertar colectivamente y a recuperar formas de comportamiento social que toman distancia del exacerbado nihilismo de la sociedades capitalistas, neoliberales y desreguladas?

¿Será que nuestras prácticas incomodan al poder de turno, que no quiere vernos unidos, que intenta nuestra disgregación porque ellos quieren ser la fuerza que siempre vence y aún no entiende de prácticas asociadas al ganar-ganar que no tienen nada que ver con que siempre ganen los mismos. Será que recién comienzan a entenderlo?

Hasta aquí sólo interrogantes que el tiempo ha de responder, pero de lo que podemos hablar con certeza, es del ejercicio periodístico que estamos llevando a cabo en la presente edición, al hacer el esfuerzo de entrevistar a quienes postulan a la alta magistratura del país, la Presidencia de la República.

Chile, al ser un país en extremo presidencialista, tiene las condiciones para que quien llegue al “trono” pueda encarnar los más profundos deseos de los pueblos expresados multitudinariamente en las calles durante los últimos años. O, por el contrario, cerrar los ojos y oídos para que todo siga más o menos igual, situación en que sólo pierden los de abajo.

Un derecho central, a todas luces, es a la educación gratuita y de calidad con financiamiento del público y que a ello contribuyan los recursos generados por nuestras riquezas naturales, cuyas ganancias se las llevan mayoritariamente las trasnacionales o los consorcios locales. Estamos en un país donde la gente ya se incomoda ante hechos como que el agua está en manos de privados, la salud es cara y mala, no hay consulta ciudadana (plebiscitos) y tenemos una Constitución parchada que impuso una dictadura.

Abordamos a los candidatos sobre ésta y otras materias de interés, para entender el cómo se desenvolverían en el ejercicio del poder presidencial. Hemos querido realizar estas entrevistas a son de que el lector, en base a las respuestas, pueda sacar las conclusiones necesarias para decisión del voto o la abstención informada.

Esperamos contribuir a que no triunfe el que tiene más plata, pone más gigantografías en las avenidas o le dan más espacios en los medios tradicionales.

Sabemos que en épocas de elecciones todos acostumbran a hacer grandes ofrecimientos. Pero lo esencial es la existencia de las demandas de los pueblos, de la mayoría de los ciudadanos, y cómo las promesas interpretan más o menos a la ciudadanía. Porque independiente de quien gane la presidencial, las demandas sociales y territoriales serán sostenidas en el tiempo, e irán en alza. Ellos serán gobierno, nosotros seguiremos siendo ciudadanía.

Tratan de interpretarnos y algunos lo hacen mejor que otros. Otros(as) definitivamente no hablan con nosotros, nos omiten y creen orgullosamente, neofitamente, que esta fuerza que se refleja en un medio de comunicación como El Ciudadano y en decenas de asambleas que surgen al calor de la protesta social, de la disconformidad, podrán ser acalladas u omitidas, pero se equivocan. De hecho, así no se construyen realmente mayorías sociales y políticas, sino que se estructuran fuerzas acotadas.

Los despertares que se han acumulado en el histórico proceso del conocer, hoy están dispuestos a hacer un nuevo esfuerzo en pos de vencerse a sí mismo y vencer todo miedo para declararse soberanos, constituyentes. Una multitud floreciente donde no hay edades ni banderas que nos separen, sino un sentir que nos une: la sed de equilibrio y de justicia.

Así, independiente de todas estas candidaturas levantadas, unas más valiosas por su sentido social que otras, y que nos alegran, nos sigue llamando la atención el peso del pacto binominal Alianza-concertacionista, demócrata-republicano y el cómo éste no ha podido ser vencido. El cómo la tercera fuerza no ha sido capaz de emerger para romper con este monopolio disfrazado de duopolio.

No obstante, es en esta futura elección donde todo está por verse. Creemos que pese a todo resultado, hemos ya obtenido un pequeño pero significativo triunfo. ¿Cuál es?, dirá todo incrédulo. Sencillamente el logrado a través de la acción directa y el ejercicio diario de saber que hay un movimiento social y ciudadano y medios de prensa, que llegamos para quedarnos en la política. Tenemos certeza que hemos instalado en conjunto una serie de temas en la discusión pública. Poco a poco, los problemas de fondo que como sociedad nos incumben y que trataban de guardar bajo la alfombra para beneficio de unos pocos ya son parte del país, de la gente, del debate, de la exigencias de soluciones.

Diez años atrás ningún partido ni medio de comunicación, hablaba de Asamblea Constituyente; hoy éste y otros temas ciudadanos están en la discusión pública e innegablemente los candidatos se tienen que expresar al respecto.

Hicimos algo así como el primer debate presidencial abierto para conocer lo que piensan las y los candidatos sobre todo de temas ciudadanos, sociales y medioambientales y no tanto electorales y de cupos. Algunas y algunos no están porque privilegian los medios de la élite (y después aparecen pidiendo nuestro voto), pero el esfuerzo periodístico se hizo y servirá para que la gente decida.

Por Equipo Editor

El Ciudadano Nº141, abril 2013

Fuente ilustración

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