La poca educación y preparación sísmica en Chile

Más que habitual se ha hecho por esos días el dicho “todos quieren ser generales después de la guerra”, frase acuñada por la Presidenta Michelle Bachelet al referirse a las graves impresiones y descoordinaciones que ha tenido con su equipo y las Fuerzas Armadas a la hora de enfrentar el terremoto que asoló a nuestro […]

Por Wari

08/03/2010

Publicado en

Educación / Portada / Terremoto

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Más que habitual se ha hecho por esos días el dicho “todos quieren ser generales después de la guerra”, frase acuñada por la Presidenta Michelle Bachelet al referirse a las graves impresiones y descoordinaciones que ha tenido con su equipo y las Fuerzas Armadas a la hora de enfrentar el terremoto que asoló a nuestro país.  Sin embargo, esta tragedia dejó de manifiesto la falta de preparación que existe no sólo en nuestras autoridades, sino también en nosotros como ciudadanos al momento de enfrentar situaciones de emergencias.

Chile está ubicado en una zona altamente sísmica llamada “cinturón de fuego del Pacífico”, en cuyo lecho se enfrentan varias placas oceánicas que están en permanente fricción y acumulación de energía.  Esto se traduce en que constantemente y por siempre habrá movimientos telúricos en nuestro territorio.

Además, dada la estrechez de nuestra faja de tierra, con cada movimiento de proporciones que tenga epicentro en la costa, la generación de un maremoto es casi inmediata.

Ante este escenario, ¿es Chile un país preparado para afrontar estas inclemencias de la naturaleza?
Considerado como uno de los más devastadores de la historia mundial, el terremoto y maremoto de Valdivia en 1960 provocó un gran desastre en Chile.  Los 9.5 grados de magnitud que alcanzó dejó más de 3 mil muertos y dos millones de damnificados, lo que obligó a las autoridades de la época a crear un organismo dependiente del gobierno que coordinara las acciones y control de las emergencias, pero por sobre todo realizara una tarea también preventiva.

Es así como la ONEMI ha encabezado, del brazo de la Presidencia de la República, la planificación y ejecución de acciones y rehabilitación de situaciones de riesgo colectivo por medio del Sistema Nacional de Protección Civil.

Sin embargo, frente a la escena catastrófica que hemos vivido gran parte del país, la actuación de esta institución ha sido lenta e incluso imprecisa a la hora de reaccionar y a su vez, ha quedado de manifiesto la casi nula prevención que existe en la ciudadanía para afrontar una situación así.

Hemos visto imágenes, reportes y relatos que los propios sobrevivientes envían a los distintos medios de comunicación donde narran el desastre que dejó la magnitud del sismo y los escasos minutos que tuvieron para reaccionar.  Muchos cuentan cómo a la hora del temblor sólo atinaron a correr a un lugar seguro para protegerse de la caída de sus viviendas o del arrastre del mar.  Otros corrieron a los cerros o se subieron a los árboles.

Por otro lado, hemos visto cómo edificios nuevos y otros no tanto, han sucumbido al terremoto y han colapsado dejando a miles de familias con el sueño de la casa propia por los suelos.

Si retomamos la génesis de la ONEMI sobre prevenir y reaccionar ante las catástrofes o emergencias que afecten a la población, claramente hay una gran tarea incompleta o pendiente.

RED SÍSMICA CONFIABLE

Ya sabemos de la condición geográfica en la cual estamos insertos en la cuenca del Océano Pacífico, por ende es de esperar un sistema de mediciones que esté a la altura de las exigencias.  Según datos del Instituto de Geofísica de Chile, en nuestro territorio sólo existen 27 nodos de medición que mayoritariamente se concentran en la zona central.  A juicio de expertos de esta institución, una red bien estructurada sería capaz de evitar el 20% de los daños provocados por un terremoto al quedar definida una rigurosa microzonificación sísmica.

Por otra parte, la coordinación permanente con capitanías de puerto de la Armada también ha quedado en entredicho, dados los errores en la predicción de la llegada del maremoto a las costas de las regiones afectadas por el terremoto.

A su vez, la inversión preventiva que ha realizado el estado chileno también ha flaqueado, ya que a juicio del Instituto de Geofísica en Chile se ha invertido seis mil millones de pesos en cuatro años para crear una nueva norma sobre diseño de estructuras e instalaciones industriales debidamente resistentes, mientras que Estados Unidos invierte seis mil millones de dólares anuales para revisar y actualizar las normas de construcción tres veces al año.

POBLACIÓN DEBIDAMENTE INFORMADA

La Operación Deyse (de Evacuación y Seguridad Escolar) nació en 1977 y fue aplicada durante más de veinte años en los colegios como un plan de reacción ante emergencias que implicaba el correcto procedimiento para reaccionar y evacuar las salas de clases ante estados de emergencias.

Sin embargo, en el año 2007, la ONEMI modificó su estructura y dio paso al Plan Integral de Seguridad Escolar –más conocido como Operación Cooper en memoria de Francisca Cooper, la chilena que murió en el maremoto de Tailandia- el cual busca acceder a planes más eficientes de atención de emergencias, asegurando las mejores condiciones de seguridad a la comunidad en su conjunto y a su vez, desarrollando proactivamente conductas de protección y seguridad para generar una cultura preventiva.

Sin embargo, fuera del ámbito educacional, son muy pocos los planes y programas que eduquen a la población en general para una correcta reacción ante emergencias y evacuación de zonas inseguras.

Tal es el caso de la comuna de Pelluhue, la misma que hoy está en el suelo y que años atrás presenció la realización de charlas informativas sobre qué hacer ante un maremoto.  Según cuentan los sobrevivientes, la comunidad completa asistió a las jornadas que dictó la municipalidad con organismos de seguridad, quienes diseñaron un plan de evacuación hacia los cerros al sonido de la alarma que ejecutarían los bomberos de la localidad al menor indicio de tsunami.

Lamentablemente esta vez, todo falló ya que el terremoto hizo colapsar la torre del cuartel de bomberos y destruyó la central de alarmas, impidiéndole a la gente enterarse de la tragedia que en pocos minutos los asolaría.

Según cálculos de las autoridades, tomará más de tres años recuperarse de la devastación de este terremoto, pero tal vez tomará muchos años más dimensionar todo lo que se debió haber hecho para que esto de alguna u otra manera no alcance los niveles de destrucción y pérdidas humanas que tuvo esta tragedia.

Por Claudia Pedreros

El Ciudadano

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