Las drogas entre los escolares

En el debate abierto sobre el aumento del consumo de cannabis entre escolares, el Secretario Ejecutivo de la Red Chilena Reducción de Daños, Ibán de Rementería, hace ver el notable descenso del consumo de tabaco entre escolares, quienes tienen  una información suficiente sobre los riesgos que asumen por el uso de sustancias declaradas ilícitas, o […]

Por Mauricio Becerra

15/09/2012

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En el debate abierto sobre el aumento del consumo de cannabis entre escolares, el Secretario Ejecutivo de la Red Chilena Reducción de Daños, Ibán de Rementería, hace ver el notable descenso del consumo de tabaco entre escolares, quienes tienen  una información suficiente sobre los riesgos que asumen por el uso de sustancias declaradas ilícitas, o sea, una aparte de esa población está dispuesta a asumir y gestionar los riesgos a cambio de la satisfacciones que esas sustancias le aportan.

Según la serie histórica de los seis estudios sobre el consumo de drogas entre los escolares de 8º básico a 4º medio realizados por CONACE-SENDA en el decenio, el primer rasgo a destacar es el alto consumo de alcohol entre ello: el uso actual de alcohol (34,7%), durante el último año, más que duplica  el consumo del conjunto de las drogas ilícitas –marihuana (19,5%), pasta base (2,2%) y clorhidrato de cocaína (3,2%)-, asimismo el uso de aquella sustancia lícita más que cuadruplica el consumo de tabaco (8,1%).

El segundo rasgo destacable de esta serie es la caída a casi la mitad (51,3%) del consumo de tabaco entre los años 2003 y 2011 (de 15,8% a. 8,1%). Este hecho es de la mayor relevancia ya que de todas las sustancias psicoactivas consumidas la más dañina para la salud es el tabaco, en el bien entendido que la razón de su alto consumo es la función ansiolítica que cumple para sus usuarios en una sociedad cuya principal característica en términos de salud pública es ser altamente ansiógena para la gran mayoría de sus miembros, en el país cerca del 40% de la población la usa en la actualidad.

La simetría entre el aumento del consumo de marihuana (29.1%) y la disminución del consumo de tabaco (36,2%) entre los años 2009 y 2011, es un hecho significativo que debe ser estudiado e interpretado, tanto más cuanto que va acompañado de una disminución de casi un quinto (19,9%) entre el momento más alto del consumo de alcohol, en 2005, al presente. No se pretende insinuar aquí que esas ostensibles disminuciones en el consumo de alcohol y tabaco se deben al aumento del consumo de marihuana, pero interpelar a los escolares sobre las razones de haber disminuido el consumo de esas sustancias lícitas son importantes informaciones para hacerles propuestas con sentido en torno al uso de las sustancias ilícitas.

El comentario oficial que hace SENDA de atribuir el aumento en el consumo de drogas a las marchas y tomas estudiantiles del año pasado, es tan  poco pertinente como la afirmación de los servicios de inteligencia franceses que le aseguraron al general Charles de Gaulle, en ese momento Presidente de la República, que la causa de las manifestaciones estudiantiles y sociales de mayo de 1968, se debía a que aquellos fumaban mucha marihuana. Por lo demás la participación en las tomas ha sido hecha por una proporción ínfima de toda la masa de estudiantes, y suponemos que no fuman mucho en sus casas.

Los usos de pasta base y clorhidrato de cocaína entre la población escolar en referencia no es significativa en cuanto al consumo anual, 2,2% y 3,2% respectivamente, que se mantienen estable a lo largo de la serie 2001-2011 y con una pequeña tendencia a la disminución entre 2009 y 2011.

Finalmente, en cuanto a la percepción de riesgo hay una disminución ostensible de la misma  para el uso experimental de marihuana y significativo para el uso frecuente de esa sustancia a lo largo de los últimos diez años, no obstante hay un aumento significativo de la percepción de riesgo entre los años  2009 y 2011 para el uso frecuente de la marihuana, lo que parece contradictorio con el notable aumento  de su consumo para ese período.

Hay una disminución en la percepción del riesgo tanto para el uso experimental como frecuente de la cocaína que no parece coherente con la estabilidad en su consumo. En los casos del alcohol y el tabaco hay un aumento de la percepción de riesgo mucho mayor en el caso del tabaco que en el caso del alcohol, muy alta para el uso frecuente y abuso de éste, pero no tanto como la disminución de su consumo. Estas aparentes contradicciones indican claramente que la población escolar tiene una información suficiente sobre los riesgos que asumen por el uso de esas sustancias que, simplemente, no determinan la conducta sobre sus usos, es decir una aparte de esa población está dispuesta a asumir y gestionar los riesgos a cambio de la satisfacciones que esas sustancias le aportan.

Ibán de Rementería

Secretario Ejecutivo

Red Chilena Reducción de Daños

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