Luis Riveros Cornejo y la Educación Pública en Chile:

“Se ha perjudicado al sector más laico, y se ha beneficiado al sector privado más confesional”

Próximas son las elecciones del Gran Maestro de la Gran Logia de Chile. Luis Riveros ex rector de la “Casa de Bello”, se repostula al cargo pensando en dar continuidad a la obra que considera requiere tiempo para poder ser consolidada: devolver a la masonería en Chile su carácter republicano. Ataviado con su característica humita, nos recibe amablemente el académico que pretende sacar de las “catacumbas” al masón, para regresarlo a la vida pública del país en los albores del siglo XXI.

Por Wari

14/07/2014

Publicado en

Chile / Educación / Entrevistas

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-Durante su periodo a la cabeza de la Gran Logia de Chile, usted llevó a cabo algunas reformas de importancia, ¿cuál es la que más valora?

-Definitivamente, el volver a posicionar a la Gran Logia de Chile como una institución republicana. Transcurridos 150 años de historia de la Gran Logia, evaluamos que al menos durante 100 años participamos fuertemente en la construcción de la institucionalidad, la definición de leyes laicas, las leyes del matrimonio civil, la separación de la Iglesia y el Estado, las leyes que impulsaron el nacimiento de la educación pública, la fundación del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Todo esto asociado no a iniciativas de la masonería, sino a masones, donde había una vocación republicana que en los segundos cincuenta años de la historia se reflejó en preocupaciones sociales, como el Código del Trabajo, la creación de la Corfo encabezada por Pedro Aguirre Cerda, la gestación de la educación primaria obligatoria, la reforma constitucional, etc. Aquí, sin embargo, prevalece una institución que en su tercer cincuentenario y en los primeros 30 años de éste, quedó dislocada por lo que fue el golpe militar que la empuja a ocultarse, a silenciarse y a caer en una especie de anonimato cívico, anonimato republicano. De esos temores a la logia le costó mucho salir. Se cometieron errores como el crear una Universidad que desfiguró la esencia de una entidad que siempre veló por la educación pública y se cayó en esto de los supermercados de las universidades.

-¿Y qué acciones concretas destacaría?

-Detectamos la necesidad de integración con los países del norte y los tres grandes maestros hemos firmado un documento llamando a los gobiernos para que la integración se haga real y no sea solo declaratoria. Las regiones del país con sus logias están con una vocación de actos públicos, de convocar a la ciudadanía a participar en debates. Nuestra posición sobre la necesidad de transformaciones en materia constitucional, es otro hecho que indica la necesidad de trasformaciones que el país tiene pendiente. Hemos tenido en nuestro aniversario 150 presente a los presidentes del Senado, de la Cámara, de los tribunales, miembros de las distintas iglesias, pues eso es la masonería, es diversidad y transversalidad. De esta celebración hemos desprendido el compromiso que necesitamos seguir teniendo con nuestros propósitos históricos.

Hemos avanzado modernizando la organización, pues tenemos en la masonería el mismo problema que el país: una centralizada estructura nacional, por lo que hemos integrado y hemos hecho más participes a las regiones de las decisiones, donde estas hoy son más activas en las líneas de trabajo. Hemos hecho a su vez grandes inversiones para recuperar instalaciones que se vieron afectadas por el terremoto, y también contribuyendo a mejorar instalaciones que se han visto deterioradas por el paso del tiempo como en Punta Arenas, Coyhaique, Villarrica. Hemos mejorado nuestra organización interna, siendo conservadores en aquello que nos permite mantener nuestra tradición, pero a su vez innovadores para incorporar más jóvenes.

-¿Cómo están los procesos de democracia interna de la masonería? ¿Cómo se produce esta elección?

-Tenemos una democracia que tiene que ver con nuestras jerarquías, que nos permiten sostenernos como una entidad docente. Uno de aprendiz, pasa a compañero, de compañero a maestro y cuando los maestros son tales pueden elegir a las directivas de sus logias y luego aquellos que han dirigido logias, pueden elegir a los directivos de la Gran Logia. Es algo inherente a la institución, pero en paralelo se disemina la participación en el debate de las ideas, donde en el seno de las logias todos tienen igualdad para el diálogo. En esta elección votarán alrededor de 1.900 votos que corresponden a quienes han dirigido o dirigen actualmente alguna de nuestras 229 logias.

-¿Qué lo diferencia de sus contendores?

-Que yo vengo a consolidar el trabajo que he mencionado de tener una masonería cada vez más republicana y preocupada de los temas del país. Otros tienen más énfasis en los temas internos y poco cuidan la lealtad con nuestra historia republicana. La docencia, tan esencial en nuestra organización, también me preocupa centralmente, pero eso no amerita descuidar el frente externo.

-La historia da cuenta de que en los albores la Logia Lautarina, sería quien daría la luz para la Gran Logia de Chile. Sin embargo veo que solo cambiamos de corona o imperio, se libró una “falsa” independencia donde se fueron los españoles y llegaron los ingleses. ¿Obedece esta logia a intereses foráneos más que libertarios de nuestra América Latina? ¿Me los puede aclarar?

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-No obedece nuestra Gran Logia a mandatos externos. Nosotros no tenemos un “Vaticano”. Existe una Asociación Mundial de Logias a la que adherimos, y que coordina e informa a sus miembros, pero no es mandatoria. Naturalmente la logia más antigua es la Gran Logia Unida de Inglaterra, pero la masonería chilena tuvo en sus inicios una gran influencia de la masonería francesa y se rompió con ella, lo que da origen a la Gran Logia de Chile, cuando Napoleón nombra a un profano como Gran Maestro del Gran Oriente de Francia. Sin embargo, la tradición francesa del punto de vista de la laicidad, desde el punto de vista de la concepción del Estado, ha estado dentro nuestro al igual que en la masonería latinoamericana toda. Nosotros tenemos un gran vínculo y actividad con la masonería latinoamericana, especialmente con la argentina, la boliviana y la peruana, también la brasilera y ahí está dibujándose una masonería que no responde a las mismas tradiciones y prioridades que la masonería europea, particularmente la masonería inglesa. Sin embargo, somos todos miembros de la misma visión de hombre, de humanidad y tras los mismos principios, sin ninguna duda.

-¿Pero existe alguna ruta común emancipadora de nuestra América Latina?, por ejemplo un tema fundante de la economía lo siguen siendo los metales. Londres tiene su bolsa, ¿que hay de avanzar hacia una bolsa de metales latinoamericana?

-Muchas veces eso se ha discutido. Para ello ha habido mucha influencia de la masonería mexicana y además de la masonería chilena que siempre ha sido reconocida por su componente intelectual. Pero nos encontramos con problemas estructurales propios de nuestro continente, hemos hecho recomendaciones a los gobiernos en cuanto a consolidar líneas propias para nuestro desarrollo económico y social; hemos enfatizado el tema de la distribución del ingreso, la inequidad, lo que no es una prioridad en el contexto de la masonería mundial, por ejemplo, para la masonería holandesa, pero para nosotros es una prioridad material. Por lo tanto, en nuestro medio, las políticas, las orientaciones y las participaciones de masones en tareas de gobierno deben estar orientadas a darle énfasis a esos temas de interés social.

-Usted habló de los principios, dentro la masonería está la fraternidad, la igualdad y la libertad, pero a nombre de la libertad también se han cometido las principales atrocidades de la humanidad. A su juicio, ¿Cuál debiesen ser los límites de la libertad o no debiesen haberlos y la libertad simplemente debe ser libre?

-Nosotros creemos en la libertad humana como un elemento esencial del desarrollo, de la consolidación y potenciación de la persona. Pero evidentemente que esa libertad a medida que se desarrolla puede invadir otras libertades de otras personas. Y aquí hay un tema ético, donde la libertad debe tener límites muy definidos en términos de una libertad que no agreda la libertad de otro. Aquí el tema está en cuál es más preponderante, el que empuja la libertad de otro o el cual es empujado. Esto ha sido resuelto en nuestra sociedad por el poder. El que tiene el poder económico, por ejemplo, que ve acechada su libertad por demandas ciudadanas, ha impuesto su protección por sobre los derechos de otros. Nosotros creemos que la libertad tiene que ser un concepto amplio, y habrá un sistema democrático que acompañará estos criterios libertarios, dónde y cómo se resuelven estas confrontaciones libertarias.

-Y hablando de lo libertario, ¿libertad del colectivo o del individuo?

-Libertad del individuo primero que nada por cierto, y como parte de eso y función de ello, la libertad del colectivo.

-La posición de la Logia frente a la administración de los recursos naturales por parte del Estado.

-No hay una posición institucional definitiva. Frente a la educación pública sí tenemos que un 99,9 de los masones piensa que debe tener atención preferente del Estado, que debe ser un instrumento igualador, que debe ser gratuita, laica, etc. En otros temas hay visiones distintas porque los masones somos distintos. Pero hay también cierto consenso en la masonería en el tema de los recursos naturales en que nuestro país ha hecho una explotación y uso cortoplacista de éstos, sacrificando el futuro por el ingreso presente, con sistemas de concesión altamente inconvenientes para el desarrollo del país en un sentido más integral. Es cierto que han llegado los capitales, nos han producido empleo, crecimiento del producto interno bruto, pero es cierto que eso lo estamos pagando con desarrollo futuro. Falta un desarrollo sustentable que no comprometa las generaciones futuras para incrementar el bienestar de las generaciones presentes. El sistema distributivo de la explotación de estos recursos también debe ser revisado pues es injusto, pues ni si quiera el Estado ha sido capaz de obtener los recursos necesarios para mejorar las condiciones de equidad que se requieren para el desarrollo del país.

Lo otro es el impacto negativo sobre el medioambiente. Las logias de regiones nos hacen ver el sufrimiento de algunas zonas del país. Mientras en Santiago se está contento, en otras no. Crece el PIB pero eso no necesariamente se ve en regiones. Tampoco se trata de dejar sin explotar los recursos, hay que hacerlo pero de manera eficiente y equitativa para todos. Avanzar hacia una explotación de recursos naturales que sea más digna porque hoy es preocupante.

-Usted dijo que “existió una política premeditada para el lucro en la educación”, ¿lo sigue sosteniendo?

-Sí, lo sigo sosteniendo, pues se creó un diseño del hacer educacional, donde la ganancia se convertía en el incentivo para que se desarrollara el sistema y eso al mismo tiempo tenía como resultado que algunos veían como extremadamente plausible que el Estado se retirara del sistema. Un modelo que optaba por poner a la educación como un bien que se transa en el mercado, donde quienes tienen pueden pagarlo y a quienes no, se les da un subsidio y entonces surgen cosas como la educación privada subsidiada, el crédito para los estudiantes y la absoluta liberalidad en la creación de instituciones educacionales. Y creo que esto se hizo como un diseño para que esta educación compita con la educación del Estado. Fue un sistema para promover educación privada para que la educación pública se redujera en su tamaño, afectando, por ejemplo, a la Universidad de Chile, las Escuelas Normales. Se hizo una política que no solo ha perjudicado al sector más laico, sino que beneficia al sector privado más confesional.

-¿Y cuál sería el modelo de educación que le gustaría para Chile?

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-Un modelo de educación con una educación pública fuerte. Yo he visto experiencias en muchos países, como Estados Unidos, Japón, etc., donde la educación pública es fuerte, es bien financiada, es el referente para la educación privada que se quiera desarrollar. O sea, un buen Liceo Fiscal no tiene competencia. Por el contrario, si dejamos que se muera, cualquier cosa pasa a ser competencia. Creo en un modelo con organización distinta, donde se desmunicipalice la educación, donde se eleve el gasto público en Educación como se hizo a comienzo de los 70, es decir se eleve al menos un 6% del PIB, pues ese es el estándar de los países de la OCDE. Necesitamos poner nuestra educación al mismo nivel que la mejor educación del mundo.

-¿Y los privados que quieran existir?

-Los privados que quieran existir tendrán que hacerlo. Yo no tengo problema con el lucro, el problema que tengo es que el Estado subsidie eso. Si hay una educación pública fuerte como alternativa, me parece posible que exista. Es tan difícil definir lucro, es lo que queda del hacer de un negocio, pero lo importante es que se hace con aquello que queda. Se reparte entre los directores, o se lo reparten las directivas en mejores sueldos, o se hace inversión. Nosotros no queremos una educación 100% estatal, debe existir la diversidad pero que se haga con recursos propios.

-¿Y cómo el Estado recupera esa competencia para potenciar realmente la educación pública cuando vemos que las corporaciones nacionales y trasnacionales, financian las campañas de los políticos?

-Hay un dilema que tenemos que enfrentar como país. Creo que hemos perdido el tiempo durante los años de gobierno de la Concertación de hacer cosas fundamentales en esta materia, francamente. Y creo que cada año que ha pasado se ha hecho más difícil volver a reinstalar una agenda para estas materias. Debemos entender que no se puede hacer todo de un día para otro. Nuestros políticos, sin embargo, tienen una visión muy a corto plazo, por lo que todo lo que tiene un efecto de largo plazo, se pospone y se hacen cosas más bien para el lucimiento.

Se construyen establecimientos educacionales, bien. Se ha incrementado la inversión en planta física, bien. Pero, por ejemplo, en materia de formación de nuestros profesores poco se ha hecho para dar un salto al desarrollo. Es imposible seguir estando dentro de los 20 países del mundo en materia macroeconómica, y a su vez en el lugar 70 respecto a educación. Eso no es sostenible. Más recursos a la educación pública especialmente a las universidades del Estado de Chile que hoy no son del Estado de Chile.

-Insisto, ¿cómo logramos que el estado retome ese rol?

-Ahí es donde veo la importancia del compromiso político. Yo por menos las lecturas que he hecho de la actual Presidenta es que sigue una orientación hacia la educación pública. Todavía no conozco los puntos específicos de su visión hacia una gran reforma educacional, pero veo que está en esa línea. Para lograrlo se requiere un compromiso político, y hoy día las mayorías están dadas en el Congreso.

-La presidenta de las Federaciones de Estudiantes de la PUC salió a decir que debiese cortarse el financiamiento del Estado a la Universidad Católica. ¿Qué opina?

-El subsidio de las universidades privadas se creó en la década de los 60, cuando se discutió el uso de la Ley del Cobre. Y se decidió darle a la Universidad de Chile y también a estas universidades privadas. Pero se les dio bajo el criterio de que se les estaba entregando a las universidades privadas para que cumplieran algunas tareas para el Estado. Supongo que eso tendrá que ver con programas de investigación y formaciones prioritarias para el Estado, pero eso se perdió. Y hoy día es un cheque para las universidades privadas para que después sus alumnos se vayan al sector privado y para que después probablemente los ciudadanos tengamos que pagar más por sus servicios. Eso tiene que corregirse.

-¿Cómo repartir la torta entonces?

-Son las universidades del Estado las que tienen que tener el financiamiento integral del Estado y las otras tendrán un financiamiento de acuerdo a proyectos específicos. Estas son las universidades privadas del Consejo de Rectores. No son universidades que hagan lucro, son universidades que tradicionalmente han estado orientadas al desarrollo del país. Y a la vez, cada una de estas tiene que estar abierta a dar cuenta del uso de los recursos. Del 100 % que yo pongo en materia de investigación un 70 o un 80% a las universidades del Estado y el resto a los procesos de concurso abierto a las demás universidades.

-Hay una familia que casi no aparece en los medios, se trata de la familia Edwards ¿Qué rol te atribuye en la construcción de lo que conocemos como Chile hoy?

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-Ellos han sido personajes decisivos en lo que es Chile. Para nadie es un misterio que han estado detrás de las grandes trasformaciones políticas y económicas del país y para nadie es un misterio de la arquitectura que dejaron después del 73, no solo en el ámbito de lo político y social, también en lo económico. Y deberían hacerse responsables por esto para enfrentar el futuro que el país necesita. Ellos muchas veces reconocen en sus páginas editoriales que hay problemas de desigualdad, un problema de inequidad no abordado, pero estas tensiones sociales no aparecen por casualidad. No obstante no se hacen responsables de aquello que generaron como un empuje ideológico. Es cierto que en Chile había insatisfacciones con el anterior modelo y muchos participaron de este cambio que se fue orientando cada vez más hacia la derecha y que han sido el predictor de la inestabilidad que viene y va a seguir sino hay cambios.

-Respecto a la Universidad de Chile ¿Qué espera de ella?

-Soy un convencido de que es una institución fundamental de la República, porque siempre lo fue y así lo expresó don Andrés Bello, es “el cerebro de la nación”. Se debe pensar transversalmente con visión de largo plazo. Es lo que intentan hacer los académicos de la Universidad de Chile. Pero aquello se ha ido desconfigurando por las reglas de financiamiento que truncan a la Universidad, que en vez de pensar en solucionar los problemas del país, se está solucionando problemas de empresas A, B o C, porque en definitiva, de eso depende hoy su sobrevivencia.

Debemos recuperar nuestra Universidad para pensar el país. Yo escribí hace poco en la Revista Occidente, sobre expresiones del rector de la Universidad Católica en que hacía una defensa de la educación pública, pero donde su concepto de lo público no lo comparto.

Lo público tiene que ver con diversidad, tiene que ver con integración, con traslapar las distintas capas sociales en los objetivos de país; pero no puede ser pública una universidad que declara que su misión es difundir el pensamiento de la Iglesia. Yo respeto su misión pero pongámonos de acuerdo en lo que es público y qué no lo es.

Debemos volver a potenciar y privilegiar nuestras artes, nuestras humanidades, que deben ser protegidas centralmente en la Universidad de Chile, pues no es una tarea de mercado. Siento una gran preocupación al ver la casa central de la universidad cerrada por meses y eso simboliza el abandono del país sobre su universidad. Soy un convencido de que Chile no puede concebirse sin la Universidad de Chile.

-¿Qué le parecen las ideas de Melissa Sepúlveda como presidenta de la Fech?

-Me parecen innovadoras pero a veces un tanto desordenadas. Me parecen bien las ideas innovadoras frente a la política tradicional, pero me preocupan las ideas sin una estructura bien definida, y que más allá de presentar insatisfacción no contribuyen a formular un modelo, una visión o una alternativa a lo que ocurre en tantos ámbitos y que requieren un participación activa de nuestra juventud.

Creo que tiene que haber una evolución. No estoy diciendo que los movimientos anarquistas tienen que convertirse en movimientos orgánicos y con ideología, pero tal como ocurrió en los años 20 esto tiene que encausarse, para que los jóvenes sean un aporte constructivo no solo basado en la sola protesta, sino participen de la construcción del país que queremos con propuestas. En esto la política y los partidos políticos tienen una gran responsabilidad.

Por Bruno Sommer Catalán

El Ciudadano Nº151, marzo 2014

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