¿Por qué tenemos que ser objeto de evaluación?

Suma vuelo campaña Alto al SIMCE

El SIMCE se ha convertido en un pilar fundamental de la concepción de mercado educativo chileno, pese a que ha desnaturalizado los objetivos fundamentales del aprender en la sala de clases, obligando a los niños a competir por un buen puntaje y no a aprender por placer o para descubrir y transformar el mundo en el que viven. Diversos actores educativos llaman a repensar el modelo educativo.

Por Mauricio Becerra

08/06/2014

Publicado en

Educación / Portada

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altosimce

El martes pasado se entregó una carta al ministro de Educación, firmada por varias personalidades del mundo educativo que adhieren a la campaña Alto al SIMCE 2014. Estudiantes, docentes, trabajadores de la educación, apoderados, académicos, premios nacionales de educación y humanidades, dirigentes sociales y políticos demandan incluir cambios radicales al sistema de evaluación escolar en la reforma educacional.

La campaña Alto al Simce tuvo un intenso eco durante el año 2013. Generó un amplio debate sobre las consecuencias negativas de esta prueba estandarizada en la calidad de los aprendizajes de nuestros niños y niñas; ayudó a tomar una nueva conciencia ciudadana respecto a las malas prácticas pedagógicas que promueve al interior de las escuelas de todo el país; y mostró con éxito que el Simce, en cuanto instrumento de mercado, promueve una cultura de segregación, de exclusión y de competición individualista indiscriminada, reduciendo toda la riqueza del saber y del descubrir el mundo que implica la experiencia escolar, a un simple responder unidimensional y repetitivo como el que obliga una prueba estadarizada como esta.

El éxito de la campaña Alto al Simce se debe, por lo tanto, a que conjugó el malestar de padres, madres, apoderados, profesores y estudiantes con la abundante evidencia científica nacional e internacional sobre las consecuencias negativas de las pruebas estandarizadas como el Simce: la educación pierde su sentido integral, humanizador y transformador.

Hemos crecido. A todos los que adhirieron el primer año de campaña, desde premios nacionales de educación a organizaciones estudiantiles, pasando por académicos, profesores, apoderados y trabajadores de la educación, se han sumado nuevos y más actores este año 2014. Por ello, al constatar esta convicción transversal, el compromiso y la responsabilidad es para nosotros aún mayor. Retomamos el trabajo de la Campaña Alto al Simce con mucha esperanza y con ánimo constructivo de aportar a la Reforma Educacional que se está viviendo en el país, porque una Reforma Educacional sin un nuevo sistema de evaluación escolar, NO es una reforma.

Para iniciar las actividades del año 2014 de la campaña Alto al Simce (www.alto-al-simce.cl), entregaremos una Carta al Ministerio de Educación, la que ha sido suscrita por alrededor de doscientos dirigentes sociales, docentes, estudiantiles y académicos, además de los diputados Gabriel Boric, Giorgio Jackson y Camila Vallejo.

La carta denuncia un conjunto de consecuencias negativas del Sistema de Medición de la Calidad Educativa (SIMCE) y plantea la necesidad de crear un Nuevo Sistema de Evaluación de la Educación Escolar, debatido democráticamente y consistente con la visión de la educación como derecho social.

Las críticas de las personas y organizaciones que adherimos a la campaña se concentran en gran medida en el SIMCE, aun cuando consideramos que es el modelo completo de evaluación de la educación el que debe ser repensado.

El SIMCE se ha convertido en un pilar fundamental de la concepción de mercado y ha sido articulado crecientemente, vía leyes y decretos, al quehacer de estudiantes, profesores, escuelas y sostenedores desnaturalizando su trabajo. Es por ello que nos parece fundamental hacer frente al SIMCE.

La apertura del actual gobierno a hacer modificaciones al SIMCE la valoramos, puesto que se ha hecho el reconocimiento de los problemas que hemos planteado en la campaña. Queremos colaborar para que estos anuncios no sean insuficientes, puesto que todavía evaden la pregunta sobre cuál debe ser el objetivo de la evaluación, cuál es el concepto de calidad educativa que está de fondo, quiénes deben ser sus responsables, y qué leyes habría que modificar: todos aspectos fundamentales de abordar si lo que realmente se busca es propiciar el abandono de la educación de mercado y la política de subsidiariedad.

En la Carta se hace un llamado a modificar las regulaciones que actualmente amarran el SIMCE al sistema educativo y a construir un Nuevo Sistema de Evaluación de la Educación Escolar que resguarde y promueva los avances hacia la educación que el país quiere para sí.

La Campaña Alto al SIMCE invita a todas las personas y organizaciones que se sientan parte de este llamado a sumarse a un proceso de discusión democrático y participativo que permita elaborar este año una propuesta conjunta.

CRITÍCAS AL SIMCE

El SIMCE no ayuda a promover lo esencial que toda educación debiese ofrecer a los niños y niñas de nuestro país. El SIMCE ha desnaturalizado los objetivos fundamentales del aprender en la sala de clases; obliga a los niños a competir por un buen puntaje y no a aprender por placer o para descubrir y transformar el mundo en el que viven; obliga a las escuelas a ubicarse en los primeros puestos de un ranking para conseguir más financiamiento o más mercado; el SIMCE es ciego a lo esencial del aprender y a lo esencial del convivir y compartir en la escuela.

Entre los firmantes destacan: Beatrice Ávalos, Premio Nacional de Educación 2013, Académica, CIAE – U. de Chile; Mario Leyton Soto, Premio Nacional de Ciencias de la Educación 2009; Viola Soto Guzmán, Premio Nacional de Educación 1991; Humberto Giannini, Premio Nacional de Humanidades; José Andrés Murillo, Presidente, Fundación para la Confianza, Melissa Sepúlveda Alvarado, Presidenta, Fed. de Estudiantes de la U. de Chile; Takuri Tapia, Presidente, Fed. de Estudiantes de la U. de Santiago de Chile; Tomás Leighton Bunster, Coordinador Nacional, Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios; Naira Martínez Salgado, Presidenta, Fed. de Estudiantes U. Arturo Prat; Francia Pantoja González, Secretaria General, Fed. de Estudiantes U. de Valparaíso-Aconcagua; Jorge Maldonado Soto, Presidente, Fed. de Estudiantes U. Técnica Federico Sta. María Casa Central; Pablo Esteban, Hidalgo Gálvez, Secretario General, Fed. de Estudiantes U. de Valparaíso-Santiago; Manuel Inostroza, Presidente, Fed. de Estudiantes U. Adolfo Ibañez; Pablo Herrera Monardes, Presidente, Fed. de Estudiantes U. de Antofagasta; Gabriel Boric Font, Diputado Izquierda Autónoma, ; Giorgio Jackson, Diputado Revolución Democrática; Camila Vallejo Downling, Diputada Partido Comunista de Chile; Yasna Provoste, Diputada Democracia Cristiana; Daniel Melo, Diputado Partido Socialista; Carlos Montes, Senador Partido Socialista; Dafne Concha, Presidenta, Corporación de Padres y Apoderados CORPADE; Juan Rodríguez Layana, Secretario General, Asociación Metropolitana de Padres, Madres y Apoderados AMDEPA; Magally Ávila Salinas, Presidenta, Centro Cultural y Social Padres y Apoderados Movilizados del Instituto Nacional; Jaime Espinoza, Rector, U. Metropolitana de Ciencias de la Educación; Juan Manuel Zolezzi, Rector, U. de Santiago de Chile; Luis Ossandón, Decano de Educación, U. Academia de Humanismo Cristiano; Jorge Radic, Decano de Educación, U. Alberto Hurtado; Augusto Samaniego, Decano Facultad de Humanidades, U. de Santiago de Chile; Gustavo Labbé Morales, Decano Facultad de Ciencias, U. de La Serena; Guido Reyes Barra, Vicepresidente, Colegio de Profesores A.G.; Darío Vásquez Salazar, Secretario General, Colegio de Profesores A.G.; Stephanie Candia Parra, Profesora – Coordinadora Nacional MUD, Movimiento por la Unidad Docente; Luis Yáñez Saavedra, Presidente SUTE Chile; Cristián Infante Gaete, Secretario Ejecutivo, Vicaría para la Educación; Felipe Berríos Sacerdote Jesuíta; René Varas, Secretario Ejecutivo, Foro por el Derecho a la Educación.

LA CARTA ENTREGADA AL MINISTRO DE EDUCACIÓN:
Reforma Educacional sin Nuevo Sistema de Evaluación de la Educación Escolar, No es Reforma
Sr. Nicolás Eyzaguirre Guzmán, Ministro de Educación
Sra. Valentina Quiroga Canahuate, Subsecretaria de Educación

Al actual gobierno se le ha confiado la importante tarea de conducir la reforma educacional que busca reemplazar el actual sistema mercantil de educación. Las personas y organizaciones sociales que firmamos esta carta nos hacemos parte de dicho movimiento y compartimos la necesidad de superar las prácticas y políticas que han permitido tratar a la educación como un bien de consumo para construir un nuevo sistema que entienda la educación como un derecho social.

Sin duda uno de los elementos claves para avanzar en este camino es superar el actual concepto de calidad educativa. Este concepto hoy está estrechamente vinculado a un conjunto de políticas y marcos legales vinculantes (Ley General de Educación o Ley de Aseguramiento de la Calidad) que utilizan el Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (SIMCE) como instrumento central para garantizar la calidad de la educación, lo que refleja una reducción del significado de calidad en términos de una medición.

Para gran parte de los políticos y funcionarios, un establecimiento escolar provee una buena o mala calidad cuando arroja un resultado positivo o negativo en las pruebas SIMCE. Esta medición, a la que nos hemos acostumbrado y se ha vuelto natural en la educación chilena, es una herramienta central de la comprensión de la educación como un bien de consumo. Es gracias al SIMCE, y así fue pensado en sus orígenes, que el mercado educacional se dinamiza, pues busca emplazar a padres y apoderados a escoger escuelas utilizando como criterio principal un mejor puntaje SIMCE, favoreciendo así la competencia entre las escuelas.

Entendemos que el SIMCE no es la única herramienta con que se promueve la lógica de mercado en la educación, pero queremos subrayar que es central en la organización de la educación como mercado. De a poco el país ha empezado a levantar evidencia sobre las consecuencias lamentables que un concepto estrecho de calidad, y su particular forma de medir, han tenido para el conjunto del sistema escolar. Estas evidencias tienen un correlato con numerosas investigaciones a nivel nacional e internacional, donde se ha observado procesos de estandarización con pruebas de altas consecuencias similares al SIMCE. Entre las principales consecuencias se pueden destacar:

1) La selección de alumnos que puedan rendir mejor en las pruebas, profundizando la segregación y exclusión escolar.

2) El empobrecimiento del trabajo profesional docente, incluyendo estrechez curricular y re-orientación de los proyectos educativos hacia el entrenamiento para pruebas estandarizadas.

3) La contribución a la estigmatización de la educación pública mediante la publicación de los resultados SIMCE y la facilitación de datos para la elaboración de rankings sensacionalistas.

4) El malestar y el agobio de las comunidades escolares frente a los valores y principios que promueve el SIMCE, como el éxito o fracaso educativo en función del resultado de una prueba.

Por lo anterior es que consideramos que frenar el actual Sistema de Medición de la Calidad de la Educación es completamente necesario para avanzar en una reforma educacional que termine de una vez con la lógica de mercado como la rectora del sistema escolar. Proponemos la creación de un Nuevo Sistema de Evaluación de la Educación Escolar, considerando los siguientes aspectos:

1) Una revisión y modificación de la actual legislación e instrumentos normativos, especialmente la LGE y la Ley de Aseguramiento de la Calidad, que entienden e implican al SIMCE como el principal parámetro de medición de la calidad de la educación y como distribuidor de recursos públicos.

2) Generar un debate nacional sobre qué es la calidad de la educación y cómo evaluaremos la educación que queremos, enmarcado tal debate en la necesidad de un nuevo sistema que entienda la educación como un derecho social y humano.

3) Reconocer el importante rol que tienen las comunidades escolares en el proceso de la evaluación, y dentro de ellas, especialmente el profesorado, a quienes deben entregárseles condiciones adecuadas para que pasen a ser partícipes y responsables activos en el trabajo de evaluar la calidad de la educación.

4) Que este nuevo sistema sea capaz de retroalimentar el proceso de enseñanza y aprendizaje que tiene lugar en los establecimientos educacionales, considerando especialmente su pertinencia y contribución a la justicia social.

5) Que este nuevo sistema tenga un fuerte anclaje en las comunidades locales, considerando para ello las condiciones estructurales necesarias para facilitar este proceso y articulando en la nueva institucionalidad pública un vínculo entre lo local y lo nacional.

6) Si se llega a consensuar la importancia de un nuevo sistema de medición de la cobertura curricular mínima para informar a la política pública, este sistema debe tener el carácter muestral y no censal. Esto para asegurar que dicha prueba no pueda ser utilizada como forma de crear u orientar la educación como mercado.

7) Mientras lo anterior no ocurra, se debe frenar de forma inmediata la aplicación de las pruebas SIMCE. Esto significa no publicar los resultados de estas pruebas, ni elaborar rankings u ordenación de escuelas, desanclando todas las consecuencias que tiene hoy el SIMCE: i) definición de sueldos de docentes; ii) grados de autonomía de las escuelas; iii) clasificación y ordenamiento de establecimientos; y iv) cierre de escuelas, por nombrar las principales.

Esperamos que las ideas aquí planteadas contribuyan al proceso de construcción democrática y a la mejora de la calidad educacional en nuestro país, aportando a la creación de un sistema de evaluación que sea consistente con una concepción de educación como bien público. Esta es una tarea que consideramos central para el nuevo ciclo político y social que vive Chile, en especial después de la emergencia del movimiento social del 2011.

+ INFO: Alto al SIMCE

El Ciudadano

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