La fotografía de Maximiliano Magnano

Permitir que la poesía te guíe

Ninguna parte. Como si este fuera un principio. Porque incluso aquí, donde la tierra escapa a todo testigo, emergerá un paisaje. Vale decir: un bosque. Y en el interior del bosque, un árbol. Y sobre ese árbol, una hoja. Una sola hoja meciéndose al viento. Esta hoja y nada más. El objeto que ha de verse.

Por Lucio V. Pinedo

28/04/2016

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«¿Por qué un fotógrafo toma una foto?», se pregunta Maximiliano Magnano. «¿Por qué lo hace en ese momento y no más tarde?». «El fotógrafo toma la foto en un momento y no en otro, porque ese el único momento en que existe una determinada configuración de la realidad. Cuando vuelva al día siguiente al mismo lugar, este habrá cambiado; cuando vea a la misma persona, esta se verá distinta», responde.

Sin embargo, como él sabe, la fotografía no es un mero registro de la realidad. Es el resultado de la dialéctica entre el fotógrafo y las cosas, entre un yo y un otro, un otro que cambia y un yo igualmente volátil. «La inquietud que lleva a tomar una fotografía —dice Magnano— surge tanto del hecho de que cada instante se disuelve para dar lugar al siguiente, como de la propia conciencia de la finitud del yo, del fotógrafo. La conciencia de que el yo es fluctuante y tiene un fin, una muerte, lo inquieta, y lo lleva a moverse, a expresarse».

Pero las generalizaciones encierran peligros, entonces Magnano aclara: «Tal vez no sea necesariamente así en todos los casos, pero uno de los catalizadores de la obra de arte es la toma de conciencia de que uno es mortal, uno se termina y es necesario actuar al respecto».

Este artista pasó por distintas escuelas y talleres, pero pronto los agotó o se agotó, lo mismo da. El caso es que se define a sí mismo como autodidacta.

Cuando le preguntamos quién es, nos respondió, consecuente con sus propias palabras, que es difícil decir quién es. Él tiene 27 años, es argentino, nació en Pilar, Buenos Aires. En términos prácticos, ahora es alguien que saca muchas fotos y hace algunas otras cosas, no mucho más ni mucho menos que eso. Su manera de hacer arte, asimismo, es más una compulsión que una búsqueda, y él preferiría que fuera al revés, pero, por ahora, «se parece más a una adicción que a un movimiento racional».

Empecé tomando cursos básicos de fotografía. Ese fue mi primer acercamiento, cuando tenía 24, o 23, no me acuerdo bien. Después comencé la carrera de fotografía en una escuela, pero me di cuenta rápidamente de que la carrera no tenía mucho que ver con lo que yo estaba haciendo o con mi idea sobre la fotografía como canal artístico. De todos modos, eso es algo que puedo ver con claridad ahora que ya pasó tiempo desde que dejé las escuelas. Resulta que soy una especie de autodidacta, porque la fotografía para mí no tiene tanto que ver con cuestiones técnicas, sino que es otra forma a través de la cual puede surgir la poesía. Las cuestiones técnicas surgen en función de lo que uno quiera hacer, decir, mostrar o expresar. Y las escuelas en general no abordan la cuestión de esta manera.

Según él mismo dijo, acaso el punto de inflexión en su formación artística es haber asistido al taller de fotografía de Mata Matayoshi. Allí aprendió cosas fundamentales sobre el arte en general y la fotografía en particular.

Ahora bien, todavía podemos preguntarnos quién es Maximiliano Magnano. La pregunta hecha directamente puede ser un poco cruel, sobre todo para quien es conciente de los efectos que implica el paso del tiempo.

No obstante, también es cierto que todo habla sobre nosotros. Y en el caso de un artista, habla con elocuencia saber quiénes son sus referentes. Vendría a ser algo así como una sinécdoque, tomar la parte por el todo. Al respecto, Magnano dijo esto:

Mis referentes van cambiando. Es como cuando te preguntan cuál es tu banda preferida. A veces es una y a veces es otra. En general, mi gran referente es William Eggleston, pero cada vez que miro un libro de Rinko Kawauchi quedo fascinado e intento parecerme, aunque sea en algo a ella (nunca estuve ni cerca). También las obras de Todd Hido, DiCorcia y demás fotógrafos crepusculares suelen estar dando vueltas por mi cabeza. Tengo muy en cuenta también a Daido Moriyama: desde que vi su trabajo por primera vez, cambió mucho mi manera de entender el proceso entero, que va desde sacar una foto a tener un trabajo terminado.

De todos modos, no siempre pienso en fotógrafos cuando salgo con la cámara. A veces creo que mi verdadero referente es Nick Cave, especialmente Let Love In, o la obra de Jack Kerouac. La música y la literatura son fuentes enormes de inspiración. Igual no estoy seguro de qué tan bueno será tener tantos artistas y obras en la cabeza. A veces me gustaría intentar despojarme de todo eso y obrar solamente a partir de lo que haya originalmente adentro mío.

Además, una persona podría definirse por aquellos a quienes elige como compañía. Para un artista, esto equivaldría a quién define como su público ideal. Sobre este punto, el fotógrafo dijo lo siguiente:

Me gusta cuando la gente no espera impresionarse por lo que hago, sino que muestra un interés genuino en lo que está pasando en mis fotos (que es algo que no pasa prácticamente nunca). En general, la gente espera que las fotos les resulten lindas y en función de eso les gustan o no. No digo que esté mal, pero me da la impresión de que hay mucho más que eso. Pero bueno, esto puede tener que ver con la naturaleza de la fotografía. Es una forma de arte que se sirve de la realidad, de algo tan concreto e intersubjetivo que termina siendo algo críptico, aparte de que la fotografía en gran medida es «prelingüística», porque (creo que) la visión ocurre antes de la categorización de los objetos que vemos.

Finalmente, como se dice con la metáfora del horizonte, acaso uno es aquello que permanente persigue sin alcanzarlo. Por lo demás, dicen que no hay testimonio más fiel sobre alguien que el que da uno mismo sobre sí mismo. Y cuando le preguntamos a Magnano qué busca, nos respondió con simpleza no excenta de profundidad:

No pienso mucho en qué estoy buscando artísticamente. Busco hacer algo que me deje tranquilo, algo que me guste. Tal vez no parece difícil pero al menos para mí es bastante complicado, nunca estoy totalmente convencido. Y también busco entender lo que hago. Por suerte, llegué a entender la fotografía como mi manera de relacionarme con el mundo. Es mi manera de decir algo.

En resumen, lo que podemos sacar en claro es que Magnano encontró una forma de ser fotógrafo como si de una manera de estar en el mundo se tratara, como si cada foto fuera una estrategia radical de decir estoy aquí.


El objeto que ha de verse (alrededor Buenos Aires) / Fotogalería

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