Daniel Alcaíno: “El poder todavía está en el pueblo”

Farándula, política, actuación y orígenes del actor tras el personaje Daniel Alcaíno es un tipo lenguaraz, que no vacila en decir y hacer lo que piensa

Farándula, política, actuación y orígenes del actor tras el personaje

Daniel Alcaíno es un tipo lenguaraz, que no vacila en decir y hacer lo que piensa. Además, eso lo alimenta con su rápido y atractivo hablar coloquial, sin pomposidades innecesarias y lleno de inflexiones corporales y vocales, afiladas en sus años de carrera actoral. El Lorens Golborn de Cerro Navia, da por cerrado el conflicto farandulero en que se vio involucrado y apuesta por la Asamblea Constituyente como mecanismo para cambiar las cosas en Chile. De esto y más es posible conversar con Alcaíno, en una entrevista que los órganos censores estarían felices de vetar.

Tras varias llamadas anteriores y citas que no concretamos, por fin acordamos una entrevista con el actor tras el personaje de Yerko Puchento y Peter Veneno. “Ya estoy chato de hablar del tema”, dijo al otro lado del auricular en cuanto le mencioné que lo queríamos entrevistar. Tuve que explicar que no era sólo sobre el problema con Andrés Caniulef y acordamos evitar el sobreexplotado tema del show de Yerko Puchento en que subió al columpio al periodista de farándula y provocó revuelo por un supuesto humor de carácter racista y homofóbico.

-Ya, démosle. Pregúntame lo que quieras y yo te respondo cualquier weá– dijo Alcaíno mientras nos largamos a conversar sin parar durante una hora, hasta que tuvo que volver corriendo al ensayo de la obra que estrenarán luego en el Teatro Nacional “El rucio de los cuchillos”, del dramaturgo, librero y escritor chileno, Luis Rivano, conocido como el “Paco” Rivano.

-Costó harto que hiciéramos la entrevista…

-De hecho, ahora estamos en los ensayos de esta obra que se va a Punta Arenas. Es una tragedia, un cuento, tiene muchos modismos chilenos. Para uno como actor es muy rico de interpretar, me recuerda la escuela de teatro en que siempre hacíamos mucho realismo chileno, de Sieveking, de Heiremans, de Radrigán.

Entonces, me invitaron a hacer esta obra el 2008 y la quiero mucho, no sé por qué. Encuentro que está muy bien armadita. A Rivano siendo paco, le tocó ver mucha noche, tomar presos, cachar las putas, en todas las calles del centro. La tenía muy clarita y eso trasunta en su obra.

-¿Sólo estás en teatro?

-Hice una película que se llama “El árbol magnético” de una directora española, Isabel Aiguavives, con quien estuvimos filmando un mes. Después hicimos la película “Videoclub” de Pablo Illanes, sobre zombies. En diciembre hicimos la película del Tila, de un cabro que se llama Alejandro Torres. También estaba terminando Los ’80, Vértigo, las responsabilidades con mi hijo y estaba en una lectura dramatizada de la última obra de Radrigán, que se llama “Lectura para nadie”, dirigida por Fernando González.

En general me cuesta decir que no cuando es teatro, cuando es lectura. Leo todas las obras de teatro chileno y me encanta, me gustaría sabérmelas de memoria todas. También leo en voz alta, como me decía mi abuelita, para ayudarme a entender el personaje.

-¿Y eso cómo lo haces? ¿Observando?

-No es de levantarse un día a observar. No digo: hoy iré al mercado a ver cómo son los trabajadores del mercado. Eso ocurría más que nada en primer año, donde tenía muchos compañeros cuicos que no salían de sus casas, que no conocen ni al vecino.

En mi caso yo creo que inconscientemente la mejor escuela fue en Cerro Navia donde vivía, en calle Lo Amor con Pasaje Antártica, a dos cuadras del cerro Navia, atendiendo la botillería de mi mamá donde llegaba de todo. Estoy seguro que hablo más mapuche que Caniulef.

Putuyu pulco…-

-¿Ah?

Pulco…ah vino. Ya listo-

Pichar

Cullín, tení cullín, plata-

Ñalei cullín

-Ah ya, batuca, batuca, sale, sale no más- Y le ibas metiendo más frases…-

Entonces, todas esas cosas de la calle no eran nuevas para mí. “Manyar la estofa”, “tenís que estar ascurriíto”, “suelta el bacayo”, “chaucha”, “de güelo”… Y tenías que estar atento al chiste, pura oreja.

[En ese momento lo interrumpe un señor de edad para saludarlo]

-¿Usted es Yerko Puchento?-

-A veces- le responde Alcaíno.

-Es que pucha que se ve distinto cuando no está actuando-

-Es la idea, para que no me peguen en la calle-

LA ESQUIZOFRENIA DE PELEAR CONTRA UN ACTOR

-Aquel señor me dio el mejor pase para poder tocar el tema de Caniulef y conversar sinceramente sobre el conflicto en que, en el último programa de Vértigo de Canal 13, el personaje Yerko Puchento lee diarios de vida de Luksic, de Nicolás Eyzaguirre, de Mauricio Israel y del periodista de farándula, Andrés Caniulef, entre otros. En aquel mismo episodio, Yerko haría un guiño a la lucha mapuche al preguntar por qué no metían preso al asesino de Matías Catrileo.

-¿Te han increpado por el último problema con lo de Caniulef?

-“Dele compadre”, me dicen. Si la gente sabe que es show, estos creen que la gente es hueona, pero tienen un show montado: desinformar, desinformar, desinformar.

Si fuera de verdad, los panelistas serían sociólogos, serían profesionales, pero son pura gente cesante que no haya qué weá hacer. Es un tongo, es un cometa Halley. Que la gente mire al cielo en vez de mirar la cagá que está acá.

Ellos no lo entienden, es el que está arriba, el del negocio. Ellos creen que su opinión es súper válida, pero hay actores que no están actuando, hay periodistas que no hacen periodismo, hay músicos que no hacen música, están ahí rellenando. Es un “llame ya” de estupideces.

-Si es un tongo ¿Cuál fue el problema entonces?

-Es que se están metiendo en una cuestión muy estúpida, porque discutir con un actor es una tontería, que viene del tiempo de los griegos, porque antiguamente se les llamaba “hipócritas”: El que finge sentir lo que no siente y el que finge ser lo que no es.

Me dan risa todos los análisis, porque hablan de actuación, de temas sociológicos, sobre la homosexualidad, los mapuches, los límites del humor, qué es humor y qué no. Han filosofado puros hueones sobre esto.

-Pero tú eres responsable de Yerko Puchento…

-No encuentro que fue algo que diseñamos premeditadamente para ofender o denigrar a una persona. Nunca fue planificado así. Es chiste. Es una tontera, no merece ni análisis, creo yo.

-¿Cómo llegaste a la farándula?

-A mí me dicen que yo empecé en la farándula, pero para mí es sólo un soporte para hablar de otras cosas, para darle una vuelta al cuento.

Por ejemplo, acaba de sacar un libro la doctora Cordero –y comienza a hablar en tono de Yerko Puchento- “Tiembla Gabriela Mistral, ésta es escritora. ¡Qué son esas weás de Tala, Desolación!” y los quemas ahí mismo. Eso es una herejía, pero pones al mismo nivel una estupidez, de algo increíble.

Si alguien cree que eso es farándula, es no tener sentido del humor o no entender nada.

-¿Tienes un espacio ganado en televisión?

-Hay mucha gente que dice que trabajo en Canal 13, pero yo hago lo que quiero, voy con mi polera del Che, con la del subcomandante Marcos, con una polera de los Fiskales Ad Hoc, como la tuya, con lo que quiera. Para webiar o no, porque confío en mí y en mi talento.

Algunos dicen “qué fácil es tirar mierda por televisión”. No sé si sea tan fácil, porque primero tienes que dar la Prueba de Aptitud Académica como fue mi caso, quedar en teatro en la Univesidad de Chile entre más de 300 seleccionados y 16 vacantes, seguir estudiando y estudiando. Tener más de 40 montajes y cerca de 10 obras al año. Entonces, a mí no me tiemblan las manos ni el cuerpo ni la garganta, no me tiembla nada cuando me paro en un escenario. Voy. Y no me olvido de mi origen.

Una vez me dijeron lo del Festival de Viña y habían unos gerentes que dijeron: “Sobre mi cadáver Yerko Puchento”, porque yo les generaba desconfianza para tenerme en Viña y ese es el mejor piropo que me han dicho para el personaje, porque si yo les generara confianza, significaría que estoy alienado.

-¿Estás dispuesto a asumir esos costos?

-Es que han abusado durante mucho tiempo, son muy pocos los que tienen mucho y muchos los que tienen muy poco. Ya está bueno, dejen de abusar. Mientras eso pase, van a seguir existiendo Yerko Puchentos.

-¿Crees que canalizas lo que muchas personas quisieran hacer o decir?

-El otro día, antes del último programa, fui a ver una obra al Sidarte y pasó un niño afuera. -¿Le puedo pedir un favor?- me dijo – Perdone, pero mi familia es mapuche y usted tiene espacio, tiene el tiempo para decir algo, en algún recoveco podría decir algo sobre los mapuche?-

Nos despedimos pero no le prometí nada, porque tengo que presentar un libreto y todo el cuento. El último día, del alma dije “¿Por qué no meten preso a Pablo Alcalde, que se cagó a todo Chile? ¿Por qué no meten preso al hueón que se cagó a todos los cabros de la Universidad del Mar? ¿Por qué no meten preso al paco que mató a Matías Catrileo? ¡Marichiweu!”

Yo tenía en la cabeza a ese cabro, porque era el último programa. Eso para mí fue la raja.

-Te metiste en las patas de los caballos.

-No me exijan tanto tampoco, si yo soy un actor, un simple payaso. Porque me dicen que debería hacer un análisis más acabado ¡No! Eso exígeselo a Villegas, a los de Tolerancia Cero, que hagan el análisis de la semana, y en serio. Yo, soy un payaso y hago lo que me da la cabeza desde Cerro Navia, nunca fui al Grange o La Maisonnette.

Siempre me acostumbré a leer el diario al revés, porque siempre fueron ellos. “Exterminados como ratas”, lo leo al revés: fueron ellos. “Pusieron una bomba”: lo leo al revés: fueron ellos.

AHORA ESTÁN EN LA MONEDA

-El otro día resumiste toda la transición concertacionista en un programa de TV ¿Por qué pasan estas cosas, a pesar de los 20 años de democracia?

-Porque sigue la dictadura. Sacaron a Pinochet solamente: Vino una grúa, sacó a Pinochet y ¡pum! siguió todo igual.

Ganó el sí. Cuando sucedió el golpe de Estado, llegó la DC y el señor Patricio Aylwin y dijo “Hagamos el golpe” y después que los milicos hicieron el golpe, Aylwin quiso que le pasaran la banda, pero le dijeron “No pues, espérate un ratito”. Por ahí en el 78 reunieron gente en el Caupolicán para alegar contra la Dictadura. Después, obviamente Pinochet no iba a salir ¿quién presionaba a Pinochet para que saliera? Nadie. Si los habían exterminado a todos.

Entonces, llegaron todos estos socialistas que venían de vuelta desde París con sus trajes de lino. Se juntaron, armaron la Asamblea de la Civilidad con Edgardo Boeninger y llegaron a un acuerdo. “Si vuelve a haber otro cuento, yo voy a mover los sables” les dice Pinochet, pero entonces mataron a Guzmán y Aylwin le dice, “no se preocupe, disparo yo, no dispare usted” y armaron la ANI. Fue todo un arreglín, que ya todos saben cómo fue.

A ojos de la opinión pública mundial era feo seguir teniendo un dictador, pero el modelo económico que se instaló a sangre y fuego siguió. Sacaron al dictador, pero siguió todo igual, la constitución, todo.

-Y ahora están en La Moneda.

-El ministro Chadwick dice que no sabe, que no entendía. Él tenía, por lo menos 20 años cuando yo tenía ocho y yo ya sabía que habían allanamientos, me familiaricé con palabras como degollados, quemados vivos, sabía que no se podía poner el disco de Víctor Jara fuerte. Sabía muchas cosas, me daba cuenta, y ¿él no sabía? Entonces no sabía o era hueón. Y una persona desinformada, no puede ser ministro del Interior.

¿Qué seguridad me da una persona así de desinformada en el Ministerio del Interior? Tiene que congeniar con espionajes, con inteligencia, tiene que ser alguien vivaracho. Si no sabía, no podría ejercer. Si él vivió en la mierda y no sabía, qué seguridad me da a mí ahora en el puesto que está. No sé, es rarísimo.

-¿Esa incredulidad tuya se aplica para todo: izquierda y derecha?

-Es que hay gente y gente. Hay izquierdas e izquierdas. O sea, yo no voy a la Fiesta de los Abrazos, no soy del Partido Comunista. Soy un descreído diferente a la gente que milita y participa, por ejemplo, de Karol Cariola o Camila Vallejo, que buscan la diputación de alguna parte. Yo no quiero ser diputado, ni siquiera voto. Pero sí me siento de izquierda, por una cuestión circunstancial, porque creo que la cosa es muy injusta y se nota mucho.

-¿Y Camila Vallejo y Ballesteros?

-Cada uno lucha desde donde cree que pueda luchar. Así como me critican a mí porque estoy en Canal 13, hay algunos que quieren como Lautaro, hacerla desde dentro.

Yo creo que todo sirve. No tenemos que pelearnos entre nosotros, ni por las formas de lucha. Si caigo en el juego de pelar a Camila Vallejo, caigo en el juego de ellos. Ella es muy valiosa, despertó muchas conciencias. Al igual que el comandante Conejo, María José Sanhueza en 2006, es gente que es muy valiosa, que han hecho aportes muy importantes. Salir con Bachelet en una foto, o caminando por la feria con Velasco, algunos dirán que es una traición, pero creo que en el fondo, todos apuntamos a lo mismo y vamos en el mismo camino.

-Ellos se hicieron conocidos en la lucha por una mejor educación.

-La educación que están dando es para tener cajeros en el Líder, con pañales, sin sindicato, sin seguridad. Aquí hubo un exterminio enorme, durante 20 años de dictadura, en que mataron, quemaron, delataron, los fueron a buscar a Argentina, a Washington, a Italia, les pegaron a todos ¿Te queda alguna duda de que están dispuestos a todo?

Hay gente que quiere hacer torres de cárceles para meterlos a todos ahí. Al cabro chico que vende cds pirateados, lo meten a la galería cinco y después se quema con 80 más, pero los hueones de La Polar están en sus casas tomando whisky.

ME MORIRÉ Y NO ME DARÉ

-¿Y, entonces, hay forma de salirse?

-Los estudiantes lograron tener 88% de aprobación, pero el Gobierno tiene un tapón gigante, no escucha en Aysén, no escucha estudiantes, no escucha nada. Lo van tapando con noticias, con Yerko Puchento, con la Luli, con Mundos Opuestos…

-Pero vendrá la Concertación ofreciendo las soluciones…

-No, pero es que eso ya está muerto.

-¿No gana Bachelet? ¿Orrego, Rincón, Velasco, ME-O?

-No, yo ya los vi jugar. No me van a decir ahora que están para la selección.

Para mí el diagnóstico es claro. Son las reglas del juego las que hay que cambiar. Porque hasta ahora, si sale sello, te lo pongo y si sale cara, te lo pongo. Si sale sello, pierdes y si sale cara, gano.

Entonces, qué hay que hacer: Asamblea Constituyente. Cambiar la Constitución y que sea más representativa. A lo mejor nunca va a ser totalmente representativa, pero tiene que ser mucho más representativa, porque esto no sirve. Es como el libro de Saramago, el “Ensayo sobre la lucidez”: no los pescamos, improvisaremos, porque el ser humano intrínsicamente se ayuda. En cambio, esto está diseñado para que ellos roben.

Hay que hacer un Asamblea Constituyente como dice Salazar en su último libro, donde explica que le han hecho creer a la gente que la soberanía no está en ellos, pero el poder todavía está en el pueblo. La historia es nuestra, como dijo Allende, y la hacen los pueblos. Pero para ser pueblo, hay que sentirse pueblo y la Concertación traicionó y le puso “gente”. Como dijo Nicanor Parra, “creemos ser país y la verdad es que apenas somos paisaje”.

En el mismo Ciudadano, tengo la entrevista de Salazar enmarcada cuando dice “La Concertación nos traicionó”. Si me preguntas cuál es mi pensamiento, ese caballero lo explica mejor porque ha leído mucho más y ha hecho los análisis. Yo intuía eso, algo me decía que por ahí va la cosa. Sugiero que la gente lea “Hacia una Asamblea Constituyente” que es el último libro.

Y no ir más a votar.

-Como Eloísa González…

-Y no pescarlos, ignorarlos. Creo que ese es el camino por ahora. Hago el mismo llamado de los secundarios, de Eloísa González. Es maravillosa, un gran aporte. Le quisieron sacar todo, hasta el lesbianismo, pero da lo mismo. Es joven y pará.

Mi abuelo es de origen mapuche y nunca le gustaron mucho. Era panadero y tenía todos los rasgos. Nunca le creyó a nadie, murió de seis balazos y siempre decía esa frase. Me moriré y nunca me daré. Ese es el chiste. Me pueden vestir de su corte, poner su apellido, servirles, y todo, pero cuando me esté muriendo les gritaré ¡Piojento conchetumare! ¡Marichiweu!

Por Leonel Retamal Muñoz 

Contacto: leoretamal[a]elciudadano.cl

El Ciudadano Nº139, enero-febrero 2013

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