Cordinadora Nacional de la Red por los Derechos Educativos y Lingüísticos de los Pueblos Indígenas de Chile, Elisa Loncon, reconoce la validez de la iniciativa de crear la Academia Nacional de la Lengua Mapuche (ANLM), impulsada por la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi). Pero cuestiona diversos aspectos del proceso, entre ellos, la ausencia de consulta y participación del movimiento mapuche.
Elisa Loncon Antileo es una destacada defensora del mapuzugun, lengua nacional del pueblo mapuche. Licenciada en pedagogía del inglés y maestría en lingüística en México, ha trabajado en diversos proyectos de revitalización lingüística, así como en la docencia de la lengua mapuche. Colaboró en el establecimiento de las tesis de la asignatura de lengua y culturas originarias del modelo pedagógico para la secundaria en América Latina de la UNAM (México), así como en la elaboración de materiales didácticos.
Loncon estima que el proceso de creación de la academia ha sido poco transparente, que el movimiento social mapuche ha estado ausente de él y que no es positivo para el mapuzugun que la nueva academia sea una «corporación de derecho privado».
Se acaba de anunciar la fundación de la Academia Nacional de la Lengua Mapuche (ANLM). ¿Cuál es su opinión?
Es una iniciativa importante para el pueblo mapuche. Es bueno que el gobierno avance en el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas. Sin embargo, el procedimiento de creación no ha estado a la altura de las demandas indígenas de participación y del reconocimiento de los derechos lingüísticos educativos que son de los pueblos. El gobierno necesita actualizar la política pública a los derechos indígenas y aplicar la legislación internacional, y esto no ha ocurrido hasta la fecha en el proceso. A mi juicio, es necesario reforzar la iniciativa con la aplicación del convenio 169 de la OIT.
El tema de la lengua es profundamente sensible porque parte de la memoria mapuche ha sido dañada con la imposición del castellano; no se pueden seguir imponiendo las cosas, hay que abrir espacios para que la gente hable y diga lo que quiere de esta academia. Por otro lado, es cierto que las organizaciones indígenas están debilitadas y que el Estado está tomando las iniciativas en materia de política indígena, pero éstas necesitan legitimidad social para que se sustenten en el largo plazo. Como sea, es necesaria la participación de la gente y las organizaciones.
En el contexto actual del mapuzugun, ¿ve necesaria la creación de una academia?
La Academia de la Lengua Mapuche es más que necesaria y la iniciativa no es nueva en el movimiento mapuche, se gestó hace ya dos décadas, al inicio de la discusión sobre el alfabeto del mapuzugun, en los años 80. En ese entonces se confrontaron posiciones diferentes respecto al alfabeto y como una manera de potenciar la reflexión autónoma sobre la lengua mapuche, se planteó la creación de una academia. Entre las personas que compartieron esta idea se encontraba Anselmo Rangileo, entre otros. Pero también, mucho antes, Martín Alonqueo vislumbró la necesidad de normar la lengua mapuche, ideal que también inspiró la escritura de sus libros, del cual hoy podemos disfrutar. Los mapuche actuales deben saber que hermanos estudiosos de la lengua de generaciones anteriores no estuvieron ajenos a esta demanda, hay una labor, una reflexión anterior a la actual coyuntura que debemos recuperar para orientar y entender lo que hoy está ocurriendo. La iniciativa de la academia no prosperó por falta de recursos, de conciencia colectiva en torno a la lengua, por debilidades del propio movimiento social mapuche, entre otras razones.
La Red por los Derechos Educativos y Lingüísticos también ha cuestionado la poca participación del proceso.
La participación no ha sido abierta en ningún caso, tampoco ha existido una debida información, pero hay que reconocer que hay responsabilidades compartidas; no todas las organizaciones sociales pidieron ser informadas sobre el proyecto y las que solicitaron más antecedentes no fueron atendidas. Lo cierto es que desde un comienzo se sostuvo que la discusión sobre la academia era un tema de las comisiones lingüísticas creadas por la CONADI. Pero al parecer estas comisiones tampoco debatieron el tema en profundidad; así lo han señalado sus propios integrantes. Por otro lado, la conformación de dichas comisiones tampoco tuvo una convocatoria abierta, los integrantes fueron nombrados entre las personas de confianza de la CONADI.
¿Usted fue invitada? ¿Fueron convocados los académicos, lingüistas y pedagogos mapuche que han desarrollado un largo trabajo en la materia?
No, no hubo convocatoria abierta a los técnicos indígenas, estudiosos y lingüistas que, por lo demás, son contados con los dedos y el mundo mapuche sabe quienes son. La constitución de las comisiones lingüísticas se impuso sin más, como un hecho consumado, sin participación. Pero la exclusión en el tema de la lengua indígena viene de mucho antes, no hay que olvidar la dura exclusión que sufrió Raguileo por proponer un planteamiento lingüístico autónomo con la propuesta de grafemario mapuche. Hoy ocurre algo similar, los lingüistas mapuche más importantes no fueron convocados para decidir sobre el alfabeto mapuche, no participaron de la discusión del azümchefe, por ejemplo.
Se cuestiona la figura jurídica de una «corporación privada». ¿Cuál es el peligro?
El problema radica en la privatización de la lengua. La corporación privada no resguarda los derechos lingüísticos colectivos de las comunidades y hablantes; deja la decisión al grupo que constituye la corporación. Lo peligroso será que para la institucionalidad del Estado serán válidas las decisiones lingüísticas que emanen de esta corporación. El tema es cómo resguardamos que estas decisiones no vayan en desmedro de la propia lengua y los hablantes, si no hay instancias de participación social.
¿Qué rol asigna usted a un dirigente social en una academia de este tipo? ¿No debiera tender más bien a componerse de académicos, formados en el conocimiento tradicional u occidental de las lenguas?
Un dirigente social junto a otros similares pueden integrar y conformar un consejo comunitario de la academia. Se puede crear una figura social de acompañamiento a las decisiones de ésta y aquí juegan un rol importante los líderes organizacionales, quienes además pueden llevar la voz de la academia a sus respectivas organizaciones.
Una academia de una lengua indígena debe asumir la gran tarea del desarrollo lingüístico de la lengua, la estandarización, el desarrollo del léxico, de estilos formales; pero también medidas para subir el estatus social de las lenguas, y aquí tendrán que jugar roles importantes las organizaciones sociales, sobre todo para que la lengua recupere funciones sociales hasta ahora solo asignadas al castellano; para que sea funcional en nuevos espacios, como en los medios de comunicación, la radio, la televisión, la prensa, etc.
Estos espacios podrán ser conquistados por la sociedad civil organizada del pueblo mapuche. Por esta razón, la academia debe tener un nexo con la organización social; además de contar con los técnicos, lingüistas y estudiosos de la lengua.
Sin embargo, hay quienes vislumbran que abrir la participación al «movimiento social» puede desembocar en disputas de poder y de representación que dejen en segundo plano el verdadero rol de la academia.
Hay que dejar de ver la participación social como una amenaza para la política pública. La lengua está en el corazón de la gente mapuche, es parte de su identidad y derechos colectivos, la gente quiere ver reflejados estos derechos en las decisiones que se tomen respecto a la lengua, por eso es necesario ampliar la participación y porque tienen todo el derecho de soñar y compartir esos sueños sobre el futuro de la lengua y la academia es parte de este futuro. Por otro lado, hay que considerar que aún existe represión y autorepresión lingüística. A la gente se le ha prohibido hablar su lengua; otros hablan mapuzugun y no tienen con quien hacerlo y también hay los que han optado por ocultar la lengua por temor a las represalias sociales. Que hoy no se abra el debate sobre la academia, me parece más que grave.
Es necesaria la consulta. El escuchar a las comunidades los hará partícipes del proceso y le dará legitimidad a las acciones que se desarrollen en políticas públicas. También es necesario reconocer que actualmente hay una evidente disputa de poder respecto a la academia. Lo que debiera ser una decisión de un pueblo organizado está en manos de un grupo. Por lo mismo, la mejor manera de sancionar esta disputa es ampliando la participación y que las decisiones se tomen por consenso o en forma democrática.
Al respecto, ¿quién define «cuál» o «quiénes son» el movimiento social? Porque existen más de tres mil comunidades, sobre 500 asociaciones comunales, un centenar de organizaciones, etc.
El movimiento social no es un fantasma, las organizaciones tienen nombres y personas. El movimiento social lo constituyen todas la organizaciones habidas y por haber. La pregunta aquí no es quiénes son, sino cómo organizar la consulta en esta diversidad, qué criterios establecer para la participación y estos se pueden definir entre los miembros más activos del movimiento. Una sugerencia puede ser hacer consultas territoriales según la identidad, así podríamos tener una consulta pewenche, otra lafkenche, williche, wenteche, nagche y una de los wariache, por ejemplo. Convocamos y que allí lleguen y decidan los que escuchen el llamado. También podemos aprender de la experiencia de otros pueblos indígenas. Hay pueblos avanzados en esta materia. Personalmente trabajé en algunos talleres de consulta con pueblos indígenas en México, los años 2004 y 2005. La experiencia nos ayudará a enriquecer el proceso, nos demoraremos un poco más, pero haremos algo mejor.
¿Diría usted que existe miedo a la participación social?
Absolutamente. Se mal entiende la participación como cuoteo político partidario, y no como un derecho, ni una contribución. La participación social es la sabia que nutre un movimiento y es lo que le permite su desarrollo, aun cuando existan diferencias, no hay que temer a las diferencias, posiciones que se confrontan permiten avanzar, porque ello exige acuerdos, consensos, cambios.
Por ejemplo, el pueblo vasco comprendió la importancia de la participación social en revitalizar su lengua y reguló esa participación. En los años 90 tuve la dicha de pasar por allí, y vi como en cada barrio existían cuadrillas de promotores de la lengua, jóvenes voluntarios que trabajaban en la revitalización del euskera. Esta es otra forma de participación en un movimiento social.
El gobierno ha decretado el azümchefe como el grafemario «oficial» a usar en las funciones de los organismos públicos y que asumiría además la ANLM. ¿Qué opinión le merece?
El azümchefe presenta errores de fondo que se deben mejorar. Para la institucionalidad del Estado es un debate cerrado, pero nosotros debemos impulsar su apertura, no para destruir lo avanzado, sino para perfeccionar lo que ya existe, y ojalá escucharan nuestras demandas. El alfabeto dejó de lado sonidos que forman parte del sistema de la lengua. Para comprender su importancia, un ejemplo. Por un lado, el sonido /d/ no aparece en el azümchefe , ha sido homologado, como alófono del sonido /z/; pero éste no es un alófono, no es lo mismo decir diwmen ‘abeja’ que ziwmen ‘alcance’, o decir dücho chupalla’ que zücho ‘apuntar’. Al suprimir la /d/ se confunden los significados de las palabras y esto es una pérdida para la lengua. Al defender un sonido se defiende el sistema de la lengua, porque los fonemas forman parte del sistema mas profundo, es allí donde empieza la distinción y diferenciación entre una lengua y otra y desde el cual se genera la norma de la lengua, lo que se traduce en la sintaxis. Fonética y sintaxis son determinantes de la gramática interna de la lengua. El léxico es algo más externo, es el contacto con el mundo, la realidad, por eso es que las palabras cambian según sea el medio social en donde se desempeñen los hablantes. Un campesino emplea palabras diferentes a los que usa un urbano, pero los sonidos y la sintaxis no cambian.
Por otro lado, el sonido /b/ de la variante pewenche y lafkenche también quedó fuera del azümchefe . Este sonido es alófono de /f/, podemos decir bewla o fewla y no nos va a costar entender que decimos ‘ahora’. Su presencia o ausencia no causa ininteligibilidad lingüística. Pero su incorporación es beneficiosa para la lengua, porque es una forma de resguardar la diversidad del mapuzugun; además, permitirá el reconocimiento de una variante y tener un alfabeto mucho más representativo.
Mencionaba recién a los vascos. Por medio del batua, ellos lograron «unificar» un grafemario para el euskera, proceso que no estuvo exento de polémicas. Sin embargo, es hoy el grafemario utilizado en el gobierno vasco, la prensa, el comercio. ¿Debieran avanzar los mapuches hacia un escenario de este tipo?
Es bueno clarificar que los reparos al azümchefe no se deben a cuestiones de purismo lingüístico, sino de defensa del sistema de la lengua, y para tener un alfabeto más representativo. No conozco la figura legal de la Academía de la Lengua Vasca, sin embargo, la autonomía política de la lengua vasca es incomparable con lo que pretende ser la Academia de la Lengua Mapuche en los términos planteados hoy en Chile. Los vascos gozan de autonomía política y económica del Estado español, independientemente de que la academia sea privada, si es que lo es. Es vasca y no del gobierno español. Son los vascos los que toman las decisiones sobre su lengua y no los funcionarios del estado.
¿Qué perfil debiera tener a su juicio una ANLM? ¿técnico? ¿político?
Un perfil mixto, académico-técnico y político. El perfil dependerá de quienes conformen la academia y del vínculo que el organismo establezca con las comunidades y las organizaciones sociales. Para los propósitos de revitalización del mapuzugun, la academia tiene que contar con un consejo de organizaciones comunitarias o sociales, el cual será el puente con la organización social.
¿Quiénes deberían integrarla?
Esto debe ser consultado con los interesados en la lengua. En mi opinión, se deben establecer diferentes niveles de participación, en uno deben estar representados los técnicos académicos y especialistas de la lengua; en otro los sabios tradicionales; otro nivel compuesto por escritores, cultores de la lengua y uno integrado por un consejo de organizaciones sociales de diferentes índoles: tradicionales, no tradicionales, incluyendo organizaciones de jóvenes, mujeres, urbanos, entre otros.
¿Qué áreas de trabajo o departamentos vislumbra como ineludibles?
Las áreas que tienen todas las academias: lexicografía, gramática, literatura, pero además deben incluir áreas específicas, estratégicas para los efectos de la revitalización del mapuzugun y para responder a demandas históricas mapuche, como lo es la reescritura de los apellidos, de la toponimia y antroponimia; otra área estratégica es la que tiene que ver con el desarrollo del lenguaje y estilos para los medios de comunicación y el internet.
por Pedro Cayuqueo
El Ciudadano