Leonor Silvestri: “No hay que organizar partidos, sino alianzas de afinidad sexo afectivas”

Que calor hace hoy, pensaba mientras me dirigía hacia el hogar de Rita Lazo, la colectiva que está organizando las actividades de la activista argentina Leonor Silvestri en Santiago

Por Cristobal Cornejo

16/09/2011

Publicado en

Artes / Entrevistas / Literatura / Portada

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Que calor hace hoy, pensaba mientras me dirigía hacia el hogar de Rita Lazo, la colectiva que está organizando las actividades de la activista argentina Leonor Silvestri en Santiago. Pero también, que caliente está septiembre, me decía a mi mismo arriba de la bicicleta.

En la calle, me cruzo con una concentración despidiendo a Felipe Camiroaga, helicópteros suspendidos en el aire, mercadería callejera martirológica. En una casa del Barrio Bellavista me recibe Rita Lazo, que no es sino una perra, quiltra e hiperquinética. Bella. Tras un arbusto de ruda, veo aparecer la el cuerpo de Silvestri, camuflada en pantalones de milico desértico y una polerita negra.

La casa es de su amiga que la acoge, Julia Antivilo, compañera de Rita Lazo. Ella es espigada y de semblante distinguido. “El nombre del colectivo más que una joda es un homenaje a esta perra antisistémica”, me dice medio en broma. “Se come todas las cuentas que llegan, especialmente la del crédito universitario”.

Historiadora, dedicada hoy a los estudios culturales, también trabaja performance y actualmente desarrolla su tesis doctoral en estudios culturales latinoamericanos. Tiene, además, un “espacio de colaboración de arte” llamado Malignas Influencias; una red que desarrolla desde intervenciones en marchas hasta galerías-museo.

Me comenta que ha trabajado en colectivos por muchos años, pero sabe que nada es para siempre. “A mi me interesan las coyunturas. Si sigue bien, si no, no importa, ya haremos otro”.

Leonor Silvestri está en su casa desde el 1º de septiembre. “Mes de la puta Patria” es el conglomerado de conversatorios, talleres, orgías, lecturas, exhibiciones y performances que Rita Lazo ha facilitado para su estadía en Chile, donde además se moverá a Valparaíso y Concepción luego del 18.

-Leonor, ¿Qué te parece lo que se ha producido con el accidente de Juan Fernández? ¿Crees que la gente se pone a pensar un poco en la muerte?

-La gente no piensa en la muerte, eso no es pensar en la muerte. Yo creo que, por el contrario. Me parece que lo que le ocurre a toda esa gente que ahora está en procesión, es una manera de conjurar ese deseo capitalista de no morir nunca, de ser eternos. No se están sentando a pensar en la muerte, quieren ser buena gente, y el camino al infierno está plagado de buenas intenciones. No hay nada que me caiga peor que la gente buena, la gente que quiere hacer el bien. Porque las madres quieren hacer el bien: Por eso le pegan a sus hijos educándolos. El maestro de escuela quiere hacer el bien: Por eso te hace escribir con la mano derecha cuando escribes con la otra y te la amarra atrás. La gente buena es que la produce las más grandes aberraciones.

Leonor tiene 35 años y su centro de operaciones está en Buenos Aires. “Un lugar horrible, aunque ningún lugar me gusta”. Vive en el microcentro en un pequeño departamento. Nació y se crió en esa megalópolis, pero también vivió casi un año en Irlanda.

Sobre su relación con Chile cuenta riendo que a los 21 años tuvo un pololo chileno en Inglaterra. “Con la gente que estoy trabajando ahora acá, hace más o menos un año que tengo relación. Conocí a Claudia Rodríguez en un encuentro anti-militarista en Paraguay. Con ella organizamos un encuentro más acotado el año pasado. Luego conocí a Paulina Villacura, a Vivian Dran, a Julia, quien viajó a Buenos Aires ese año, paró en mi casa, y  nos hicimos amigas”.

-Me imagino estabas enterada de la agitación social que había en Chile. ¿Qué expectativas tenías cuando decidiste venir?

-Trato de no cultivar expectativas en la vida, como una técnica que hay que tener siempre presente. Por ende no tenía más que las expectativas de venir y encontrarme con un grupo de amigas afines y hacer cosas, entregarse a las actividades del momento. Y la verdad es que se está superando cualquier deseo previo que pudiese haber tenido, en niveles de intensidad y de trabajo colectivo.

Claro, vine muy enterada del contexto. Yo quería venir y cuando todo explotó aceleramos los procesos. Me propusieron que en vez de los quince días que me iba a quedar, me quedase veinte. Al final me quedé un mes.

-¿Cuál es el objetivo de tu visita?

-Mi propuesta, tanto ahora como el año pasado es que me usaran de excusa para impulsar una serie de eventos, conversatorios, que, de otra manera es más dificil de hacer. Viste que, si bien ser argentina en Chile no es la mejor carta de presentación, si eres extranjera te escuchan con cierto respeto cosas que, quizás si las dijera una chilena no escucharían. Eso ocurre en todas partes: “Bueno, viene una persona extrajera, vamos a ver qué ocurre”. Vos mismo podrías dar el conversatorio de Tiqqun que doy yo, pero si lo das vos, quizás no van 20 personas como ayer (el lunes, en el Liceo Experimental Artístico de Quinta Normal). Entonces, antes que indignarme, eso hay que aprovecharlo.

Silvestri estudió Literatura Antigua en la Universidad. Ha escrito numerosos libros de poesía y hoy se dedica al activismo, mediante la propagación oral y sensual de una praxis que ha llamado Luddismo sexxxual, que podría caracterizarse una ética amatoria libertaria de afectaciones alegres, como un salirse del circuito de la semiótica amatoria romántica y devenir algo más, tornarse afines sexo-afectivos. De eso ha hablado en varios conversatorios, en diferentes contextos, desde tomas de colegios hasta jornadas con pobladoras. Varios días tiene más de una actividad en distintos lugares.

“Entre tanto activismo no me ha quedado tiempo para coger. Me gustaría coger más”, dice medio en broma.

“Yo hago magia. Yo creo que hago magia. Me re-apropio y reivindico la violencia. Odio a los pacifistas, con toda mi alma”, continúa.

LA NIÑA PROBLEMA

-¿Cómo llegaste a lo que hoy haces y eres?

-No sé muy bien. Creo que he sido muchas. Oscar Wilde tiene una frase hermosísima que dice: “Para quien ha vivido muchas vidas hay que morir muchas muertes”. Yo no siempre he sido la misma. No se si hay una trayectoria donde uno pueda rastrear y decir “Leonor viene de tal lado y termina acá”.

-¿Recuerdas algún momento de tu vida en que haya habido un punto de giro, algún momento clave?

-He querido muchas cosas a lo largo de mi vida, y las he ido haciendo. No creo que me vaya a quedar acá para siempre. Esto es una estación. Sería ridículo pensar que en 20 años voy a seguir propagando y divulgando lo mismo porque sería estúpido. Ha habido momentos: Como cuando me doy cuenta que en la Universidad no había nada y elijo no graduarme. Lo único que me falta para graduarme es entregar un paper, una monografía de ocho páginas. Pero nunca lo voy a hacer. En un momento dije “¿Para qué estoy haciendo esto?”. La que iba a ser mi directora de doctorado, que era mi directora de grupo de investigación, me da a elegir entre el activismo y la Universidad, porque había salido una nota en los medios donde yo hablaba de mis actividades académicas y de lo que hacía con un grupo GLTB. Me llamó para insultarme y me dijo “Tenés que elegir”. “Ya elegí”, le dije. Ese fue un momento como “¡Ya basta!”. Y no me arrepiento en lo más mínimo, porque me doy cuenta que a nivel académico -o lo que yo llamo nivel filosófico- progresé yéndome, retirándome, como un Goliardo. Ese es el momento en que me doy cuenta que tengo que hacer lo que hacen los Goliardos en el medioevo: Irse, irse de la Academia.

-¿Cómo fue tu vida universitaria?

-Fue un momento de mucha normalización para mi. Yo nací friki, nunca me pude insertar: Problemas escolares, problemas con los compañeros, problemas con la sexualidad, con la familia: La niña problema. Pese a eso hubo momentos de mucha normalización: La universidad fue el momento de mayor normalización. Hasta que dije “Ya está, acá no hay nada”. Eso debe haber sido el 2003. Ahí le pegué el tiro de gracia.

-¿Venías del punk, del anarquismo, de la poesía…?

-La música…  no sólo el punk. Ciertas bandas de la escena post punk inglesa, sus letras, a mi me han salvado la vida. Encontrar a The Smiths me salvó la vida. Los adoro con locura, son mi banda favorita. Sin Morrisey no hubiese podido sobrevivir en un mundo tan siniestro. Y si, también cierta escena underground propia de mi ciudad, pero no diría que es sólo eso. Te podría decir lo mismo de la literatura.

-¿Qué me podrías decir?

-También la amé con locura…

-¿Ya no?

-Ya no tanto. No. La poesía hoy no me produce lo que me producía a los 25 años. Pero me parece bien: A los 35 no te pueden producir lo mismo las cosas. ¿Has visto esa gente que está aferrada a sus identidades?… Yo no. Pero quizás vuelva.

-¿Sigues escribiendo?

-Escribo muchísimo menos, pero escribo. El año pasado escribí un libro en cuatro partes. He escrito con locura, con voracidad, prefería quedarme leyendo y escribiendo que hacer cualquier otra cosa. Hoy no. Hoy prefiero entrenar, por ejemplo, o hacer conversatorios, o escribir ensayo.

-¿Y en ese sentido, el lenguaje poético, ya no te ofrece otras maneras de expresarte?

-La lengua poética, en términos del primer formalismo ruso -que me encanta- habla del lenguaje poético como el lenguaje con la capacidad de desautomatizar. Yo sigo apelando a eso, haga lo que haga. Cuando hablo, escribo un poema o un ensayo, o haciendo esta entrevista, lo tengo muy presente. Ahora, no me pasa con la literatura lo que me pasaba a los 25, como a los 25 no me pasaba lo mismo con el cine que a los 19, cuando iba a ver películas todos los días, prácticamente.

Silvestri me comenta que en Argentina hace lo mismo que acá, pero más esporádicamente. Sobrevive dando clases de inglés, talleres de género y feminismo, de literatura antigua. A veces vende servicios sexuales, sobretodo sadomasoquistas, “aunque soy bastante vaga con eso”; otras veces vende una nota a un diario o vende una traducción.

“No tengo la capacidad de trabajar en una oficina. Una vez lo intente: Trabajé 5 meses como secretaria, pero termino mal. ¡Yo traté de estar normal!”, explica con nuevas carcajadas.

Hoy vive sola. Con dos gatas, aunque confiesa que le gustaría vivir con más gente. Sus amigas felinas se llaman Anita y Bianquita, por Anita Pallenberg y Bianca Jagger. “¡Todas drogadictas!”.

ENFERMARSE DE ENAMORAMIENTO

-Parte de tu discurso se emparienta con lo que se conoce como teoría queer. Siendo un discurso nacido en Europa y Estados Unidos, ¿cómo crees que ser aplica y desarrolla a nivel latinoamericano?

-Yo tengo un texto que se llama “El fin del queer” (risas). Como dice una chica vasca en un video que tengo, “Marimachas”, la teoría queer vino a poner en palabras cosas que a la gente abyecta, como yo, le pasaba. Vino a darle armas a la gente que la señalaban en la escuela y una no sabía bien por qué. Sin embargo, yo no creo en su categoría, sino en su capacidad de hacer.

El nombre “queer” me tiene sin cuidado. Por eso en ese texto planteo que si el queer es algo, es un hacer, y ese hacer sigue vigente. Y ese hacer tiene que ver con la reconstrucción, con lo que podríamos llamar la iconoclasia, con la desestructuración de ciertas formas. Hoy queer es una excusa y una coartada para ganar un subsidio en algún lado, como lo es también el feminismo, en algún punto. Y como no tengo nostalgia de ninguna identidad, no me cuesta en lo más mínimo tirarlo por la borda y quedarme sólo con lo que el concepto tenga de filoso en cuanto a su capacidad de resonar…

-¿Ya está recuperado, en sentido situacionista, lo queer?

-Está re-territorializado, completamente cooptado por la Academia, fuertemente. Si vos pensás que en Chile hay una coordinadora universitaria de disidencia sexual donde son todos gays emparejados con hombres grandes que los mantienen… (risas) O sea… Yo no pertenezco a ese mundo, a mí no me mantiene ningún hombre grande y desde ya no soy gay. Nunca fui, de hecho.

-¿Es decir no sirve para mucho hoy acá?

-Respecto a los conceptos, yo creo que se aplican localmente y ahí hay que ver como funcionan y operan. Pero yo no tengo esos pruritos, que si es de Europa o si es de acá, porque si no, no leería a Foucalt ni escucharía a los Smiths. Me resulta una estupidez, ¿qué estaría escuchando? ¡Música toba y leyendo a Mariátegui! (risas). No creo que iría muy lejos. ¡Ya me gané un par de enemigos con lo que acabo de decir! (más risas).

-Algunos trans acusan un autoritarismo de lo queer, al negarles la posibilidad de asumir una cierta identidad.

-Yo no soy la defensora de lo queer. No levantaré el guante. Respecto a las identidades, yo tengo una postura tomada, sean identidades trans u otra. O sea, es un debate filosófico muy antiguo, lo que las esencias hacen, y los universales. Yo me siento una persona trans, si por trans entendemos no el pasaje de un sexo a otro sino una persona que transiciona y vive en diferentes géneros. Lo elegí, no lo elegí, me ocurrió. No es que nací así, en el sentido más ontológico del término. Como dice Judith Butler, citando a Foucalt y Nietzsche: El poder no controla sus efectos. El poder produce y cuando produce intenta producir mujeres heterosexuales, pero hay fisuras, donde hay otros tipos de corporalidades.

-¿Qué te parece la lucha por una ley de identidad de género?

-Yo no voy a poner el palo en la rueda, de la misma manera en que no lo hago con las mujeres feministas que trabajan por la legalización del aborto haciendo lobby frente al Estado. Me parece, sinceramente, una pérdida de tiempo.

-¿Qué es lo que te interesa?

-Frente a eso, cuál va a ser la nueva educación sentimental, cómo vamos a afectarnos, cuáles van a ser las nuevas formas de afectación de los cuerpos que no territorialicen la propiedad privada, las pasiones tristes. Yo trabajó ahí. A mi interesa cómo producir esas formas de vidas, como relacionarte sexo-afectivamente con otras personas, atentando contra este mundo dentro de este mundo

-¿Te consideras una persona alegre?

-Intento. Soy una persona vital, por decirlo de alguna manera. Eso no quiere decir que no me encuentres nunca triste. Cuando me viene la oscuridad me viene heavy. Pero trato de cultivar al máximo mi capacidad de alegría, de risa y de cinismo. Cuando me enfermo de “enamoramiento” –que cada cierto tiempo me pasa- me entristezco bastante.

-¿Te enfermas de enamoramiento?

-Idealizar alguna persona que ande por ahí, cathexizarla, como diría Freud. Es decir, introducir la fuerza libidinal dentro de un objeto, puro narcisismo. Por supuesto es una fuerza muy depresiva, en el sentido de que deprime tus potencias.

-Y de ti, ¿se enamoran?

-No se, supongo. Pero el enamoramiento no tiene que ver con las afectaciones profundas, ni con las afinidades ni amistades profundas, políticas, con las formas de vida que yo cultivo. No tiene que ver con eso. La gente que yo se que más me quiere, la que haría las cosas más alegres, y la que estaría por mi en los momentos más difíciles, no está enamorada de mi. No me necesita para vivir, lo que es muy bueno porque no me demanda que esté ahí permanentemente. Esa es la gente que más me quiere, muy fuertemente.

NO SENTIR DOLOR NI UN POR UN SEGUNDO. POR ESO LA GENTE SE MEDICALIZA

-¿Tomas medicamentos?

-Yo tomo drogas, esos son medicamentos, lo que pasa es que me lo administro diferente. Si me preguntas si voy a los médicos yo te contestaría: ¿Qué problema puede resolver un médico? Claro que no voy, es como si me robaran algo y fuese a la policía. Trato de resolverlo yo. No voy a médicos. Si me preguntas si experimento con sustancias, claro que si. Experimento con sustancias que son propias de la era fármaco-pornográfica.

-¿Cuál es esa era?

-Es una cosa que se inventó Beatriz Preciado, y que yo la interpreto como la idea de una sociedad disciplinar, con la metáfora del panóptico de Foucalt, y cómo ese panóptico crea una subjetividad donde ya no hace falta que nadie te controle, voz te controlás solo, porque pensás que te están mirando. Tras las cámaras del supermercado no hay nadie, pero igual no robas. De hecho hay un ideal regulatorio previo, te diría Nietzsche, que dice que “está mal robar”.

Preciado toma eso, lo pasa por las sociedades de control de Deleuze y la revolución molecular de Guattari. Entonces el control y producción de la subjetividad ya no está dado por una presión exterior y la creación de subjetividad mediante estos aparatos propios de los espacios de encierro, sino mediante sustancias que vos ingresás al cuerpo. Por ejemplo, una subjetividad Prozac, una subjetividad Viagra, una cocaína, hasta la pornografía.

-¿Qué piensas de la pornografía?

-La pornografía no representa las distintas maneras en que la gente tiene sexo, sino que las produce. Frente a eso, lo que yo creo que Preciado plantea, y con lo que yo estoy de acuerdo, es que hay que re-apropiarse de esas armas, producir nuestra propia experimentación con algunas sustancias, aunque yo no tengo tanta onda con las sustancias industriales, pero no tengo pruritos morales con eso. No hay un lugar donde escondernos: El agua que cae del cielo ya está ácida.

-¿De esa re-apropiación viene el post-porno?

-Sí. O así podrías entenderlo, porque no se de donde viene. Unos dicen de Annie Sprinkle, que dijo esa famosa frase. Yo lo entiendo como la re-apropiación de un dispositivo de creación de nuevas subjetividades, que tienda a presentar cuerpos abyectos y prácticas abyectas como deseables. Entonces, en vez de reprimir la producción de pornografía, generar una contra-producción. Como es un subgénero dentro de la pornografía, no vas a encontrar que la gente que trabaje en salud reproductiva o en el feminismo, aborde este tema. Y, sin embargo, el porno si.

Pero creo que no hay una definición estándar y yo celebro cuando no hay definiciones estándar, cuando no hay una definición dogmática.

-¿Qué te parece cuando te clasifican como pornoterrorista?

-A mí no me molesta, le molesta a Diana (Diana J. Torres), la pornoterrorista en Barcelona que lo registró en creative commons y me prohibió usar el término. Dijo que yo estaba haciendo dinero, como hace ella. No me molesta que me digan así porque, por un lado, pienso que ella se va a agarrar una crisis hepática, y me alegra mucho porque se la merece, por egoísta, por no ver que lo mejor que le puede pasar a un concepto es que resuene.

Yo sería feliz si alguien en Dinamarca está usando el luddismo sexxxual. Por otro, me encantaría que me llegue la denuncia penal que dijo que me iba a hacer. Ahí hay una cuestión de celos…. El artista: El dispositivo por donde emerge la re-territorialización de la propiedad privada, de los egos, del yo…

Ella no cree en la monogamia pero tampoco cree en las afectaciones libres. Es como un hombre heterosexual: Cree que la libertad es “me cojo a todo lo que quiero, pero tengo una novia”.

-¿Podrías explicarme la crítica que haces al amor?

-Yo no estoy por el amor. Estoy por las afectaciones y, dentro de las afectaciones, creo que hay que afectarse alegremente. Por supuesto, como la alegría no es la felicidad, la afectación alegre debe ser intensa. Hay palabras que yo no ocupo. La manera en que yo me afecto con mis afines sexo-afectivos no tiene nada que ver con el amor, realmente. Yo lo veo más filoso, lo veo más intenso, lo veo mejor. La idea de amor hay que tirarla.

El otro día estábamos con Fernando (Davis, quien también estuvo en Chile acompañándola en algunas actividades) en el (Persa) Bio Bio y escuchamos una canción que decía “yo haría todo lo que me pidieras, todo lo que me ordenaras, por tu amor”. Y Fernando me decía: “No hay ni que poner la ‘R’ ahí” (risas). Eso es el amor.

-¿El enamoramiento afecta más a las mujeres?

-Eso te quería decir: Como yo estoy bio-políticamente asignada a esta violencia llamada mujer, las mujeres hemos sido –yo también me enfermo de estas cosas- hecha presas de esta cuestión de enamorarse y de amar y de querer formar pareja, de no estar sola. Estamos muy a merced identitariamente de esto, que es una estrategia del poder. Y las mujeres, como identidad fija, estamos más expuestas a esto, al sentimentalismo. Yo, después de muchos años de padecer, de estar deprimida en mis potencias, de sufrimientos, me puse a hacer algo. Cada tanto me pego un trompazo, no vayas a creer que estoy curada. Si lo estuviera, no me dedicaría a esto, porque yo me dedico a las cosas que estoy implicada, con lo que no estoy tranquilo. Por ejemplo, yo no trabajo anti-especismo, si bien siempre lo rozo. Porque ya lo tengo resuelto, estoy en paz con eso.

NO CREO EN LA LOCURA. CREO EN LOS DEMONIOS Y TRATO DE APROPIÁRMELOS A MI FAVOR

-¿Cómo ves el deseo, los deseos?

-No lo veo como lo ve el paradigma del psicoanálisis, como falta o carencia, sino como fuerza productiva, una máquina que empuja para la producción de cosas, un motor creador. Yo hablo el deseo desde una etimología muy rara: La palabra ‘sidus’, que es estrella. ¿Qué es lo que hace una estrella? Es una guía. Para quien navega. ¿Y quién navega? El que se lanza a la aventura. En la época del latín y el griego, cuando te lanzabas al mar, quizás no volvías. El deseo no es lo que te falta sino lo que te guía.

Ahora, creo que hay que generar contra deseos. El deseo no es pre-discursivo, ni natural, espontáneo o pre-conciente: Es una producción del heterocapitalismo. Pero la buena noticia es que frente a que nuestro gusto no nos pertenece, podemos operar. Abrir el código y operar, producir otro deseo.

-¿Cómo producir otros deseos?

-Desde ciertos puntos epistemológicos que atentan contra el mundo. Cuando mis deseos no atentan contra el mundo, los tiro. Tener una pareja monogámica, romántica, idealizada, no atenta contra el mundo, porque eso es lo que el mundo quiere: Que la gente se case y se reproduzca. Lo quiere tanto que ahora la está dando la posibilidad a todo su estamento abyecto. Y aquí sigo a Tiqqun: Como no voy a poder sola, hay que establecer las alianzas.

-A propósito, te quiero leer una cita de Tiqqun, que a mí me parece muy bella: “La sensibilidad ha sido durante mucho tiempo –demasiado- una disposición pasiva al sufrimiento. Ella debe transformarse ahora en la herramienta misma del combate. Arte de reconvertir el sufrimiento en fuerza”.

-Sí. Yo no creo que para nada en el sufrimiento. El sufrimiento no es el dolor. El dolor puede ser reconducido hacia el placer, pero el sufrimiento, el pathos, no es lo mío. Calculo que ellos lo están tomando de Nietzsche, como las fuerzas reactivas, que son las propias del pathos, pueden ser convertidos en fuerza activa.

-¿Qué te gusta de Tiqqun? ¿Hablan de  género? Yo los veo ligados a otra cosa.

-Yo no diría eso. “Cómo hacer”, que es uno de los textos que más me gusta, está todo imbuido de género. De hecho, reivindican a las feministas radicales italianas. “La joven niña”, que no fue traducido al español (y yo ahí tengo mis ideas conspiranoicas), es puro género. Yo diría que les convendría mucho conocerme a mí y a mis afines, pero eso probablemente nunca ocurra, por muchos factores.

-¿Por eso haces la conexión entre las ideas de “huelga de género” de Beatriz Preciado, “huelga humana”, de Tiqqun, y “huelga de vientres”, de las feministas radicales?

-Sí, para poner a danzar esos conceptos. Es lo que me gusta de Beatriz Preciado, pone a danzar cosas que no danzaban juntas. Deleuze y Guattari con el feminismo radical, Wittig, Teresa de Laurentis, Butler. Arma una constelación u órbita, que es lo que propone Nietzsche: Orbitar, armar un sistema. Eso es armar un sistema, no la pelotudez que cree Marx o Hegel, eso es un delirio autoritario, una máquina despótica. Eso es lo que a mí me interesa con los conceptos: Ponerlos a danzar. No es que a ellos no se les ocurriera, sino que lo hacen de otra manera. Es como enojarse con Nietzshe porque es misógino: ¡El es misántropo! ¡odia a todos!

Creo que hay ciertas cosas que hay que abandonar, sin nostalgia. La gente que divide el mundo en polos, a mi no me interesa para nada.

Prefiero leer a los Tiqqun, que hacen lo que dijo Nietzsche: Escriben con sangre. El marxismo –y te tiro otra de titular, para que más gente me odie- y sus vertientes filo- socialistas son aparatos de captura para todo el estamento disidente, para toda aquella juventud que quiere hacer algo, no sabe cómo, y se pone a organizar partidos, pintar carteles; en vez de organizar alianzas de afinidad.

-¿Hablas de revolución?

-No la niego. Si hay que hablar, hablo, pero prefiero otras palabras. Pero, repito, si hay que hablar hablo. (…) El problema no es qué cosa hacer, sino cómo hacerlas. Yo tengo mis intuiciones, mis deseos (…) al ser la guerra (o la revolución) molecular, las barricadas están en todos lados y es de neurótico, de la ilustración, querer dominar los efectos.

NO HAY QUE BUSCAR. HAY QUE CONSTRUIR, PORQUE NO HAY

-¿Qué potencias ves en la orgía? ¿Por qué quisiste organizar ese taller acá?

-En principio, porque es placentero. Segundo, por todo lo que circula. Yo cojo mucho y soy muy atorranta (puta), pero tengo muy desarrollada la percepción de con quien sí y quien no, como las trabajadoras sexuales, que saben a cual auto subirse y a cual no, para no ser degolladas. Eso es un talento que se desarrolla en la práctica.

Cuando las orgías están bien organizadas, vuelven a ese momento ritual, vos no podés decir que cogiste con tal o cual sino que cogiste con la orgía y lo que hiciste es des-territorializar y des-genitalizar, porque quizás recibiste placer en una rodilla. Yo suelo aclarar que esto es la teoría y en la práctica no siempre es así; bajo las expectativas, pero igual salen cosas muy buenas y realmente creo en ese poder des-estructurante y deconstructivo de la orgía. Y desde ya debo confesarte que lo que más me gusta es el sexo grupal. No he encontrado un sexo más abyectamente hermoso.

-¿Fuiste desarrollando eso con el tiempo?, me imagino. Necesita un esfuerzo….

-Sí, claro. Esforzarse es una linda palabra. A ver: La primera vez que le di un beso a alguien ¡me dieron ganas de vomitar! (risas). De ahí para adelante fue todo esfuerzo. Un gusto adquirido. Por ejemplo, hoy mayormente me gustan las mujeres, no todas, pero ahora prefiero una corporalidad de mujer que una de varón… de bio-varón. Los varones straight también me gustan mucho porque me gusta mucho la masculinidad. Entonces cuando logro meter masculinidad y chocho…. ¡Adelante! Pero tuve que esforzarme en ello. Esta cultura quería que yo fuese heterosexual.

Por otro lado, me parece que la orgía tiene mucho potencial para ser explorado, experimentar. ¿Vos siempre supiste drogar bien? Cúando, cuánto, cómo. Yo no. Yo hoy lo sé. Con el ejercicio de la sexualidad es lo mismo. En todo caso, no creo que sea LO que hay que hacer, porque no creo en los programas; que eso signifique que nunca más sexo de a dos, pero si me parece que forma parte de la desprogramación, como las plantas sagradas, como no comer animales. Yo no como animales por coherencia: Todo tiene vestigio animal. La coherencia, el purismo, te lleva a ser filo-nazi. Yo no como animales por la desubjetivación que conlleva, porque es un dispositivo que te permite subjetivarte de otra manera. La sexualidad orgiástica tiene esa capacidad.

Y una vez enfrentados a esa sexualidad orgiástica, des-genitalizar requiere aun más esfuerzo…

-Claro, si tienes placer por tu rodilla, o te gusta que te chupen los pies, te dicen que estás enfermo, que es una perversión. También te dicen que si quieres mucho a una persona, ¿por qué vas a querer coger con otra? Y a mí me pasa que se me multiplica la riqueza. Lo veo más como lo veía Bakunin, que mi libertad se incrementa con la de los demás. Y a mí me pasa que cuando realmente me gusta una persona o quiero mucho a una persona, estoy muy afectada, quiero que se la coja todo el mundo, y quiero verlo. ¡Me pasa eso! (risas). Yo me he esforzado en eso y ha sido muy bueno contra mis celos. En general, lo primero que hago con las personas que me gustan es ponerlas a coger juntas.

-¿Fuiste celosa?

-No es que fui, sino que tengo celos. Trabajo sobre ello, me esfuerzo. Claro, no soy un ente que superé esa etapa, y por eso vengo a predicarle a la gente porque soy un apóstol. ¡De ninguna manera! Tengo celos y los veo como lo que son: Una enfermedad, algo sobre lo que trabajar, una producción que me quiere aislada, diezmada, neurótica, obsesiva… no quiere que todas nos afectemos en alegría. Frente a eso hay problemas: Los humanos son un problema, y está lleno de humanos.

HUELGA DE HAMBRE

-Con Rita Lazo han estado amadrinando al Liceo Experimental Artístico de Quinta Normal desde antes de tu llegada. ¿Cómo te tomas la decisión de las chicas y los chicos de hacer la huelga de hambre?

-Hay que apoyar la huelga de hambre, último bastión de los que no tienen nada para pelear más que su propio cuerpo. Lo que no puedo entender es por qué hasta cierta edad nos parece que hay que luchar por derechos que sólo son una trampa del capitalismo. A mi me gustaría saber cómo uno puede darse cuenta a los 20 de algo que se da cuenta ya mayor. Por qué la chica de ayer en el taller está preocupada por cómo va a hacer para pagar el gas, en un mundo que cuando quizás ella sea mayor, no va haber gas. Eso es lo que inquieta.

-¿Y qué le dijiste a los jóvenes en toma?

-Yo le dije a Karla (en huelga de hambre hace 28 días) y a los chicos del Liceo que yo apoyaba totalmente el movimiento, que me parecía muy bien que gente tan joven pusiera un palo a la rueda del sistema, siendo que a los 15 años hay tanto boludo suelto. Pero que si yo tenía que decirles la verdad, ser sincera conmigo y con ellos, autoformarse, la autodidaxis, es otra cosa y no depende de una institución, que son siempre macabras. Pero eso tendrán que descubrirlo ellos mismos.

Por Cristóbal Cornejo

El Ciudadano

Fotos: Luis Piñango, Diego Stickar, Leo Balistrieri,  Diario de Silvestri

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Leonor Silvestri y la Colectiva Rita Lazo continúan sus actividades en la región chilena hoy viernes con la Fonda Warra: música en vivo, comida y bebida, performance;  mañana sábado 17 con un almuerzo y conversatorio en Cueto con Andes y más tarde otro . Para el 18 hay una besatón lésbica en una iglesia y el 19 es La Marcha de las putas desde Metro Santa Lucía. La próxima semana siguen otras actividades. Todos los detalles aquí.

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