Felipe Castro: El gobierno es la empresa más contaminante

Felipe Castro se pasea impaciente por el Centro Cultural Matucana 100

Por seba

02/10/2008

Publicado en

Artes / Entrevistas / Portada

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Felipe Castro se pasea impaciente por el Centro Cultural Matucana 100. Acaba de cancelar la función de  Pancho Villa, bajo su dirección, producto de la ausencia de uno de los actores principales de la obra. La situación, al parecer le suelta la lengua. Son 18 actores y 4 músicos en escena y la dramaturgia de Marco Antonio de la Parra, obra que corona los 5 años de la productora Fiebre. Es la segunda de una trilogía que partió con Fuente Ovejuna. Hijo de una cantante de ópera, cuya imagen recuerda quemando papeles comprometedores el día del golpe de Estado, Castro a sus 45 años experimenta el desencanto como muchos de su generación. Debutó en 1985 en la teleserie Marta a las 8 y aparecería en otras 5 teleseries, hasta que un día se aburrió y partió a Europa. En el metro de Madrid cantó Si vas para Chile y se subía a los barcos a tocar flauta traversa. Ahora, de vuelta en Chile, nos recuerda que el bicentenario no sólo será en esta tierra, sino que en muchos otros países de Latinoamérica. Para Castro, “México es la diferencia, ya que son 100 años de revolución y 200 de independencia. Es un doble aniversario y nos llamó la atención que al final lo único que encontramos como eje para toda esta búsqueda es la libertad, libertades políticas, religiosas, la  sensación latinoamericana de porfiadamente luchar por la libertad, una lucha muy rara porque nos sacamos la mierda, nos matamos, vienen las dictaduras y otras dictaduras. Es un péndulo que parece interminable”.

¿Cómo podemos relacionar esta obra con la sociedad actual chilena?

– Es complejo, en Chile se ha perdido algo vital que tenían estos personajes: la pasión. Hoy  aparece una sensación de que algo nos ocultan, en una desigualdad no superada,  estamos llenos de ollas de grillos. Lo más cercano es la revolución pingüína, aunque hoy hay que hacer los ajustes necesarios, no creo que nadie esté dispuesto a tomar las armas, nuestro país es una olla de presión, de una lucha que aún está soterrada porque pasa lo mismo que en México: el que domina es el que tiene la plata. Falta que alguien diga basta. Fue lo que hicieron los pingüinos, que se los cagaron calladitamente, hoy no los mandan a matar, pero frivolizaron su proceso, lo farandulizan.

¿Qué les recomendarías?

– Que no se inscriban en los registros electorales ni voten por ningún motivo hasta no tener sus  propios representantes, o que explote la zorra.  En algún momento llegará  la sangre al río, esa sangre real que nos mata. El problema que la rabia del chileno es muy contenida, mira el Transantiago, esa wea de tirarla de un día para otro, y cagarnos. Todo ello es muy peligroso. Se debiera haber incendiado el metro entero, eso en cualquier país del mundo sucede ante tal ignominia, pero no. Aquí nos contenemos, no hay revolución.

¿Ves algún Emiliano Zapata o Pancho Villa en nuestro país?

– Siento que ellos son los jóvenes en Chile, son los estudiantes secundarios y los universitarios. Yo soy hijo de la dictadura, tengo 45 años, viví un proceso revolucionario donde logramos sacar a un dictador aterrador mediante el voto. Pero fue peor todo lo que vino después tal como lo veo hoy. No es por lo que yo luché. Esto se transformó en una sociedad consumista y aspiracional. La clase media que le gustaba la cultura, desapareció, hoy todos  están preocupados de ser más.


ARRIBA EL TELON

¿Consideras importante llevar esta obra a otros espacios?

– Considero importante que circulen las obras en regiones. Estamos postulando a un Fondart para poder girar la trilogía completa, llegar a una comuna y presentar una un viernes, otra un sábado y otra un domingo. Aunque la Sala del Matucana es súper transversal, me interesa sacar el teatro a provincias, donde no hay. No podemos olvidarnos que las regiones son parte del país.
¿Ha aumentado el público del teatro?

– Hay un poco más de cultura al respecto, hoy la gente respeta más la diversidad,  aunque  antes la compañías tenían editoriales, como el Ictus o el Teatro Imagen. Ahora las compañías desaparecen y vuelven a reaparecer, con cabros más jóvenes como Alexis Moreno, como los que hacen Hans Pozo. Es el primer paso para volver a generar una industria.

¿No crees que será que el gobierno debe asumir algún rol al respecto?

– Será que el gobierno debe llevar gente al teatro…

¿Es educación?

– Sí. Aunque recuerda que estás hablando con un desencantado. A mí me gusta hablar de industria aunque el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes no quieran escuchar la palabra. Hoy el teatro es artesano, no hay contratos  para los artistas, las compañías no planifican por 3 años.  La televisión es una industria ¿por qué no el teatro?  Lo otro tiene que ver con la difusión y la capacidad que se tiene para dar a conocer la obra. Por ejemplo en el cine si una película vale 100 millones, 40 son para difusión.

De qué forma la tele ha perjudicado al teatro ¿Cuál es hoy la estrategia?

– La música casi despareció  y así hoy los cantantes no hacen discos sino giras.  El cine estuvo por ejemplo a punto de morir, y se salvó sólo hasta que se reinventó como un valor de consumo. Lo mismo debe hacer el teatro. En la década del 40 con García Piñeiro se hacía matiné, vermút, selecta y noche con 600 personas en cada función, o sea, más de 2 mil  personas por día, Tomas Vidiella en los ‘70 llenaba el Teatro Caupolicán con 2 funciones  por día.  Llegó la tele el 62, luego el ‘70 se consolida y hace cagar todas las salas chichas de cine y teatro.

¿Planteas al teatro como un bien de consumo?

– No exactamente, sólo se trata de entrar a jugar con las leyes del mercado  para masificar un bien, una obra de reingeniería que recoge partes del juego actual para aplicarlas a favor del teatro y los artistas. Yo creo que hay que subirse al sistema, no continuar en la marginalidad. No creo en el tallercito, hace un tiempo recibí plata de Arauco para hacerles unas funciones, yo no lo pedí, ellos llegaron  a mí por un circuito educacional;  hay que conseguir platas.  Teatro a Mil funciona porque las mineras le ponen 2 millones de dólares y nadie dice nada. Por ejemplo Php Billiton les pone 1 millón. Siempre que le pidas plata a un privado va  a estar la sensación de que está lavando su imagen y de que la wea existe,  es así. Hay otros que ponen plata no para lavar, según ellos, sino para fortalecer su marca. El tema importante es que haces tú con esa plata y que independencia mantienes con tu obra.

Entonces el trabajar con privados lo ves como que el fin justifica los medios.

– O sea, hay una serie de factores que tienen que producirse para levantar una industria cultural. Esa es mi visión, no la del gobierno, a quien le gusta un arte amateur, artesano, no profesionalizado. Mi amiga Paulina Urrutia se está manteniendo en esa postura, ella ha sufrido mucho, en el cargo porque no anda canibaliando como el resto de los políticos, la admiro. Podemos tener visiones distintas, pero estudiamos en la misma escuela, imagínate que  el gobierno tiene a su ministerio como el  mejor evaluado. Pucha que debe estar mal ese gobierno.

¿Cuál es a tu juicio la empresa más contaminante?

– El Gobierno lejos. Es una empresa contaminante de la peor calaña, nos contaminan la cabeza y el corazón. La más contaminante es el gobierno porque si hay otras que contaminan como las mineras del norte es por autorización de alguien. O sea,  podría despachar a muchas, es terrorífico lo que está pasando.

¿Cómo formas un elenco de estas características?
– Es difícil, vengo 5 años trabajando en esto. Se han ido reuniendo personas de a poco con las tres obras que funcionan actualmente: el Mercader de Venecia, Pancho, Villa y Fuente Ovejuna que never stop and  never die.

¿Quien más está haciendo teatro como tu defendiendo la postura de industria cultural?

– Nadie como estos espectáculos grandotes, que yo sepa nadie.  Hay, eso sí, colectivos a toda raja como la Patogallina, Alfredo Castro hace otras cosas, también las universidades. Te pueden decir que haces un teatro más cuico, pero no importa, estás haciendo Teatro para  miles de personas y llegando con contenidos de importancia, también no son muchos los que se atreven con los grandes clásicos.

¿Por que musical?

– Por que la conexión es más directa, una trampa maravillosa, yo amo la música. Jugamos con canciones.

¿Para qué ocupas el dinero que juntas?

– Para levantar algo entretenido, con harto contenido y dar  trabajo a harta gente del mundo del arte como se merecen. Generar pega para mí y mis colegas. Yo no leo diarios, no veo tele, hago mi pega me gusta estar acá, la gente se entretiene, aplaude. A mi lo que me interesa ahora es mi familia, mis hijos, yo no voy a cambiar el mundo, pero si con el teatro estoy contento de expresar y provocar una reflexión en la persona.

De los partidos políticos ¿hay alguno que represente a la gente trabajadora a los jóvenes, los artistas?

– ¿Cómo me preguntas eso? si está claro que no representan a nadie.  Ni siquiera los comunistas, trasnochados  pasados de moda. ¿Qué es eso de Chile Primero? ese asco. A Schaulsohn con ese guatón patético les falta escribir libros de autoayuda y  este otro Colorín  chupándoselo a Larraín, al weón se lo cagan,  lo sacan de la DC pero lo chupa y ahora es presidente del senado. ¿Oye este diario sale en todas partes?

Sí para todo Chile

– ¡Chucha, weón!

Pero dale tranquilo, lo dicho,  dicho está, lo peor es autocensurarse.

– Bueno, te digo que sinceramente yo no creo en ellos, cuando va a pasar algo es cuando Cristián Cuevas sea presidente, o  Rosita Nicolet y Rodrigo Bastías sean presidentes del Fondart. Digo personas sin vinculos, porque estamos en un  país diverso. Ahora llamo al nulo, porque los candidatos de hoy son un faranduleo, sonrisas, rostros, repetidas de plato. Nuevos referentes no existen ahora, aunque traten de maquillar. Igualmente dentro de esa cagá  hay gente que supongo que es decente. Pero por lo menos perdieron mi voto.

¿Qué opinas de la represión al pueblo mapuche?

Hasta cuando webean al pueblo mapuche, devuélvanle de una vez por todas las tierras que les robaron de la manera más asquerosa. Yo tengo un hermano que es cura en Tirúa  y amigo del mapuche. Al pueblo mapuche le robaron con testaferros y mentiras, todo esto está escrito. Es el colmo como en el parlamento se negaron a reconocer la originalidad de ellos como los primeros en el territorio. Los idiotas de los derecha creen que sólo se trata de tierra, pero no se dan cuenta que atrás hay un tema de religión y creencias. Yo les devolvería todo, si quieren patria o nación que sea así. Pero resulta que los siguen tratando de poner como flojos y curados, es realmente una insolencia.

Al matar a Pancho Villa le robaron su cabeza para que no aparezca a cobrar en otra vida. Sin embargo se dice que aún cabalga, pero sin cabeza ¿Crees en ello?

– Sí, totalmente. Villa cabalga junto a muchos otros jinetes hace tiempo, lo que pasa es  que aún no nos hemos dado cuenta de ello, pero están muy cerca.

Por Bruno Sommer y Sebastián Larraín

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