Joao Pedro Stedile, dirigente del MST: el gobierno de Lula está en deuda con la Reforma Agraria

A lo largo de la pasada semana el Movimiento de los Sin Tierra (MST) realizó marchas, actos, ocupaciones -de propiedades rurales y de edificios públicos- en diversos estados para exigir al gobierno federal de Brasil medidas concretas para la realización de la reforma agraria

Por Wari

05/09/2009

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Entrevistas

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A lo largo de la pasada semana el Movimiento de los Sin Tierra (MST) realizó marchas, actos, ocupaciones -de propiedades rurales y de edificios públicos- en diversos estados para exigir al gobierno federal de Brasil medidas concretas para la realización de la reforma agraria.

Las principales reivindicaciones de los Sin Tierra son el asentamiento inmediato de 90.000 familias acampadas hace más de cuatro años en el país, la actualización de los índices de productividad de la tierra, que sirven de parámetro para clasificar las propiedades rurales improductivas, inalterados desde 1975; y el desbloqueo de 800 millones de reales retenidos del presupuesto del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA) a causa de la crisis económica.

Uno de los principales líderes del MST, el gaucho Joao Pedro Stedile, habló sobre la cuestión agraria en Brasil, las elecciones presidenciales de 2010, el gobierno de Lula, la crisis en el Senado, además de hacer un balance de los 25 años del movimiento.

Desde el punto de vista de los Sin Tierra, ¿la situación agraria en Brasil evolucionó o continúa prácticamente igual que en 1996, cuando se produjo la masacre de Eldorado dos Carajás y el movimiento ganó proyección?

Hay aspectos que mejoraron mucho, como, por ejemplo, la creación del programa Luz Para Todos, que prácticamente universalizó el acceso a la energía eléctrica. Hay otros aspectos que empeoraron, como las condiciones de trabajo, las relaciones laborales, la existencia de trabajo esclavo.

Mejoró el nivel de violencia en los conflictos. Anteriormente había muchos más asesinatos, los hacendados eran más prepotentes, querían resolver todo a tiros. Eso no significa que nosotros hayamos dejado de ser reprimidos, pero ahora la represión es judicial. Es más una persecución política al MST y a sus líderes.

Desde el punto de vista de la organización de la producción, yo considero que la situacion ha empeorado. Aún somos rehenes de 15 años de neoliberalismo, que consiguió imponer a Brasil ese modelo de agronegocio. Eso es un desastre para nuestros recursos naturales, para el medio ambiente, para la producción de alimentos.

Recientemente la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (ANVISA) divulgó una investigación que no recomendaba el consumo de 20 productos y no pasó nada. Si fuésemos una sociedad más organizada, el consumo de esos productos estaría prohibido. Pero es necesario crear condiciones para producir alimentos saludables. Y eso sólo es posible en otro modelo agrícola, basado en la agroecología, en el multicultivo.

Hoy, la pequeña agricultura ha perdido espacio y las empresas transnacionales han ocupado su lugar. En cada segmento de producción agrícola, la producción se ha concentrado de tal manera que nosotros tenemos cuatro o cinco empresas transnacionales controlando todo. Nos remitimos al punto de vista de la soberanía alimentaria y del control de nuestra agricultura.

En 25 años ¿en qué ha evolucionado, en qué ha retrocedido el MST? ¿qué es necesario cambiar, cuáles son las mayores dificultades que encontráis y cuáles los desafíos?

Hemos evolucionado en muchos aspectos internos. En convenio con el Programa Nacional de Educación en la Reforma Agraria (Pronera), ya hemos formado más de 3.000 hijos de campesinos en cursos superiores. Tenemos actualmente más de 3.500 frecuentando universidades y más de 300 compañeros haciendo posgrados, maestrazgos y doctorados. Eso es un avance para nuestra organización, porque nos hemos dado cuenta de que el conocimiento es fundamental para que se construya una sociedad democrática y, sobre todo, para resolver los problemas concretos. El MST invirtió mucho en la educación de su militancia y de su base. Lo que es una novedad. Porque no había esa tradición en los movimientos campesinos ni en Brasil, ni en el mundo.

Nosotros hemos avanzado mucho y digo eso con una autocrítica porque hace seis o diez años atrás nosotros no le dábamos importancia a la agroecología, considerábamos que era cosa de ambientalistas. Cuando comenzamos a percibir la gravedad de la producción agrícola, las consecuencias de los agrotóxicos, del monocultivo, es cuando hicimos una autocrítica y adoptamos la agroecología.

Avanzamos también en el sentido de valorar la cultura campesina. El MST hoy tiene varios puntos de cultura, estimulamos el teatro, hemos hecho convenios con el Teatro del Oprimido, de [Augusto] Boal, con el Ministerio de Cultura, proyectamos películas en el interior del país…

¿Y los desafíos?

Los desafíos todavía son enormes. Hoy ya no se trata de descubrir quién es el latifundista atrasado y ocupar su hacienda. El latifundio se modernizó porque se vinculó a las empresas multinacionales y adoptó el agronegocio.

Vamos a poner el ejemplo del banco Opportunity. Daniel Dantas compró 600.000 hectáreas en Pará, en 52 haciendas, donde cría más de 450.000 bueyes. ¿Para qué necesita tierra un banco? Cuando nosotros comenzamos a ocupar esas haciendas, nos enfrentamos a un banco que, según un informe de la Policía Federal, es testaferro de Citigroup. Entonces, cuando se ocupa una hacienda de Dantas, no es sólo de un hacendado atrasado de Pará. Nos enfrentamos al capital financiero instalado en la avenida Paulista (en Sao Paulo).

Y ellos tienen tentáculos en los medios de comunicación, como en Isto É, [que] es de Dantas, del banco Opportunity. Entonces, en Isto É, a la semana siguiente de la ocupación, en la contraportada, nos llama bandidos, terroristas, etc. (en 2007 se supo que el grupo de Dantas iba a adquirir el 51% del capital de la Editora Tres, propietaria de Isto É, pero la negociación no se concretó por desestimiento de la editora; UOL Notícias buscó a la empresa que, por medio de su secretaria jurídica, afirmó que el grupo de Dantas no posee ninguna participación en su capital y cuestionó por qué Stédile se refiere al banquero).

En Sao Paulo, antiguamente ocupábamos un área de ganadería extensiva, en Pontal [de Paranapanema]. Hoy, las mejores áreas productivas se transformaron en monocultivo de caña. ¿Y de quién es la mayor hacienda de caña aquí en Sao Paulo, con 100.000 hectáreas? De la fábrica comprada por la Cargill. Entonces, cuando vamos allí a manifestarnos contra el monocultivo de caña, estamos enfrentándonos con Cargill, que es el mayor grupo mundial de granos.

Ése es el cambio en la correlación de fuerzas que perjudicó mucho a los campesinos. Y de ahí viene la necesidad de hacer una reforma agraria no sólo ocupando la tierra, sino con el cambio de modelo económico.

Me gustaría que comentase la política agraria de los últimos gobiernos del estado Sao Paulo, de José Serra y Gerardo Alckmin (ambos del PSDB).

Mi actuación es más a nivel nacional. Aunque viva aquí en Sao Paulo, no sigo las cuestiones más relativas a los estados. Son otros compañeros quienes siguen eso. Pero, por lo que sé, los dos gobiernos dieron apoyo al proceso de expansión del agronegocio, sobre todo de expansión del monocultivo de caña, que es lamentable.

Esperamos que algún día se den cuenta de que tenemos que cambiar urgentemente el modelo agrícola, porque el modelo de monocultivo de caña incluso trae consecuencias graves al equilibrio climático y afecta a las poblaciones de las ciudades.

En la región de Ribeirao Preto, que hoy ya transformó el monopolio de la caña, hay investigaciones de la Universidad de Sao Paulo que [muestran que] en los últimos 20 años la temperatura aumentó 2ºC de media. El ayuntamiento de Ribeirao ya tiene problemas porque capta agua de la capa freática del acuífero Guarani para abastecer a la población. Cada año tienen que profundizar aún más la captación porque el monocultivo de la caña absorbe mucha agua.

Por lo tanto, falta abastecimiento de agua para la población debido al modelo agrícola. Eso es responsabilidad del gobierno estatal. Hago un llamamiento para que el gobierno de Sao Paulo esté más alerta sobre las consecuencias que el actual modelo agrícola trae para la población en general.

¿Y qué es lo que piensa de la crisis del Senado?

La crisis del Senado es el espejo más verdadero posible de la forma en la que la clase dominante trata los bienes públicos y la democracia. Ellos son el espejo de eso. Tratan las cosas públicas como si fuesen propiedad privada y tratan a la opinión pública con escarnio.

Por eso creo que la mejor solución para el Senado es aquella que la Orden de los Abogados de Brasil ya está defendiendo, que en la próxima Constituyente eliminemos al Senado de la sociedad brasileña. Nuestra sociedad no necesita al Senado.

Basta una Cámara de los Diputados. Y aún más representativa, con, en vez de 500 diputados, mil. En la cámara también tiene que haber una proporcionalidad [de diputados] más adecuada. El voto de aquél que vive en Acre o en Amazonas vale 20 veces más de lo que vale el voto de quien lo hace en Sao Paulo. Eso es una distorsión de la democracia, en la que cada persona representa un voto.

Y esas cuestiones que afecten a la federación de los estados podrían ser resueltas en un consejo de la República, que no necesitase tanto dinero. ¿Quién puede imaginar que el Senado gaste hoy dos billones de reales al año? No hay necesidad alguna de ello. Pero, más que eso, es necesario fortalecer otros mecanismos de la democracia brasileña, que ciertamente no pasan por el Senado.

¿Es posible pensar en un proyecto de izquierda para Brasil o vislumbrar una sociedad más justa e igualitaria por medio de las instituciones democráticas que tenemos hoy?

Claro. Hay un debate en la sociedad que se aglutina en cuatro campos: algunos sectores de las élites, de las clases dominantes, defienden la subordinación total de Brasil al capital internacional. Ahí están los 5% más ricos, las empresas transnacionales, los bancos, que son los que defienden políticas neoliberales y que, en los partidos, tienen su expresión, sobre todo, entre los tucanos y entre el DEM.

Tenemos un sector nacionalista, que está presente en todos los partidos, que defiende un proyecto «neo-keynesiano» para Brasil, con algunas políticas de distribución de renta, reducción del tipo de interés y fortalecimiento del mercado interno.

Hay otros sectores de la izquierda brasileña, más radicales, como corrientes del PSOL y del PSTU, que defienden el «socialismo ya». Ellos consideran que el capitalismo ya llegó a su mayoría de edad aquí en Brasil y que no hay otra salida que el socialismo. Sólo que la palabra socialismo es muy fuerte. Significa socialización de la propiedad de los medios de producción. No es solamente que seas socialista en el sentido humanista, ser socialista por querer una sociedad más justa.

Nosotros, desde los movimientos sociales, defendemos un cuarto proyecto, que llamamos proyecto popular, que es, en los marcos de nuestra sociedad, fortalecer de hecho al Estado para que adopte una política económica que lleve al desarrollo del país en beneficio del pueblo.

¿Cuáles son los problemas fundamentales del pueblo en Brasil? Desempleo alto, falta de vivienda, necesidad de Reforma Agraria y ausencia de educación. Entonces, [nosotros defendemos] un programa para la sociedad que coloque el dinero público como prioridad para resolver los problemas del pueblo. Pero no basta colocar en el papel «ese proyecto nuestro». Es necesario construir, acumular fuerzas populares que presionen para la implementación de ese proyecto.

¿Ese proyecto popular es una vía para una sociedad socialista?

Eso es fundamental. Sería una especie de transición para que construyamos una sociedad más igualitaria. Primero vamos a resolver los problemas fundamentales de la población. Que son comida, trabajo, vivienda y educación. Después, podemos avanzar hacia la socialización de otros medios de producción de nuestra sociedad.

¿Cuál es el modelo de reforma agraria defendido hoy por el MST?

En la historia de las reformas agrarias, hay dos tipos clásicos. Primero, la reforma agraria capitalista, que todos los países del hemisferio norte hicieron entre la mitad del siglo XIX y a lo largo del siglo XX hasta la Segunda Guerra Mundial. Y ellos hicieron las reformas agrarias clásicas capitalistas, distribuyendo la propiedad de la tierra para fortalecer el mercado interno y desarrollar la industria nacional.

Después hubo otra reforma agraria clásica, que aconteció en el interior de revoluciones socialistas, o de revoluciones populares, como en Vietnam, China, Rusia, Nicaragua y Cuba.

¿Cuál es la realidad hoy en Brasil? Nosotros intentamos desde el inicio del movimiento defender una reforma agraria clásica capitalista, pero no hay fuerzas acumuladas burguesas que quieran esa reforma. Por eso el Gobierno no hace reforma agraria.

¿Quién hizo las reformas agrarias capitalistas? Fueron las burguesías industriales, que querían desarrollar el mercado interno y la industria.

También sería una ilusión creer que la solución sería una reforma agraria socialista, porque esa reforma sólo sucede después de una revolución. Está ligada con un proceso revolucionario, que no es lo que tenemos hoy en Brasil.

Lo que nosotros proponemos es una reforma agraria que llamamos popular, que se diferencia de las dos. En esa reforma no basta con distribuir la tierra, como en la reforma capitalista. Es necesario también desarrollar agroindustrias en la forma cooperativa, crear pequeñas agroindustrias en los asentamientos. Así, el agricultor sale más rápido de la pobreza, porque ahí él no sólo va a producir materia prima, sino que también se va a apropiar del valor agregado de los productos y a generar empleo en el medio rural.

El 12 de agosto hubo una reunión entre representantes de los sin tierra y de los ministerios, en la cual el gobierno afirmó desconocer la lista de reivindicaciones del MST, muchas de las cuales fueron ya presentadas al presidente Lula en 2005. ¿Considera que el gobierno de Lula es realmente mejor para los sin tierra, o no es más que una apariencia?

En la audiencia había cinco ministerios. Evidentemente que ni el Palacio de la Meseta, ni mucho menos el Ministro de Reforma Agraria (Guilherme Cassel, ministro de Desarrollo Agrario), dijeron que desconocían la lista. Quienes dijeron desconocerla fueron el Ministerio de Hacienda y el de Planificación, porque no era de su área.

Ahora bien, ése no fue el punto más negativo de la conversación, sino que el Ministerio de Hacienda dijera a las claras que la crisis es grave, que el arrendamiento disminuyó entre el 30 y el 50 % en el primer semestre y que el gobierno tiene dificultades para recomponer el presupuesto del INCRA.

Yo oí personalmente al ministro Paulo Bernardo (Planificación) comprometerse a que no habría cortes en los presupuestos relativos a la pequeña agricultura. Por tanto, tenemos un compromiso verbal de él, así como del presidente Lula, de que no habría costes sociales. Por eso insistimos en que el presidente ordene al Ministerio de Hacienda reponer el presupuesto de INCRA, incluso también porque está en la ley presupuestaria aprobada en el Congreso.

No estamos pidiendo nada más que cumplir la ley, y acreditamos que no tenemos dinero del Ministerio de Hacienda. Porque para otros sectores sociales, como la industria automovilística, no gravan el IPI –que representa un costo de 20 billones-, no gravan el depósito para los bancos, que representa 80 billones de los depósitos bancarios. Por eso nosotros no pensamos que el gobierno no tenga dinero. O que no lo tenga para la reforma agraria y la pequeña agricultura.

¿Cuál es el balance que usted hace de los dos mandatos de Lula en relación a cuestiones sociales y agrarias?

El gobierno Lula, como a él mismo le gusta compararse, es muy parecido al de Getúlio Vargas. Es un gobierno de conciliación de clases. A lo largo de estos siete años ha adoptado una política que ha agradado a tirios y troyanos. Es decir, con su política económica ha beneficiado a los banqueros y grandes grupos transnacionales y, al mismo tiempo, ha impulsado políticas de asistencia social, como la Bolsa Familia, PROUNI, el aumento del salario mínimo, ha incrementado los recursos para el PRONAF, todo lo cual ha atendido al sector más pobre de la sociedad brasileña.

Ahora bien, en relación a la Reforma Agraria y a la pequeña agricultura, el gobierno Lula está en deuda. Porque en lo relativo a la Reforma Agraria no tienes manera de hacer llegar a acuerdos al latifundista y al sin tierra. Uno de los dos tiene que perder. Y, desgraciadamente, el número de expropiaciones de haciendas, en especial en la región Nordeste y en las regiones Sureste y Sur, que son las regiones más agrícolas, han sido menores que con el gobierno de Fernando Henrique Cardoso.

El actual gobierno ha repetido la táctica que Jungmann (Raul Jungmann, ministro de la Reforma Agraria en el gobierno Cardoso) empleaba: para mantener las estadísticas, hicieron proyectos de colonización en la Amazonía. Cogieron tierras públicas y las distribuyeron, y con eso mantuvieron las estadísticas.

Pero, en la realidad, lo que viene sucediendo en Brasil en los últimos 10 años es que hay un violento proceso de concentración de la propiedad de la tierra. O sea, es un movimiento contra la Reforma Agraria. En lugar de estar democratizando la propiedad de la tierra, dando acceso a más gente y creando más oportunidades de trabajo para que las personas no vengan a la ciudad, en estos últimos años hemos sufrido un proceso de concentración, precisamente por esa ineficacia del gobierno Lula para expropiar haciendas en las regiones Nordeste, Sureste y Sur.

El MST es criticado por sectores de la izquierda y de la opinión pública por un supuesto ablandamiento de las acciones y de los puntos de vista durante el gobierno Lula. ¿Qué es lo que usted piensa de eso?

Eso es una manipulación ideológica. Tanto por parte de la derecha, como de la izquierda. Porque si miras las estadísticas, nosotros nunca hemos hecho tantas ocupaciones como ahora. Sectores de la izquierda, tipo Conlutas (Coordinación Nacional de Luchas) y el PSTU (Partido Socialista de los Trabajadores Unificado), dicen que nos hemos apoltronado y la prensa burguesa dice que a causa del gobierno Lula nos hemos convertido en unos fuera de la ley…

Entonces claro, cada uno interpreta a su manera, pero nosotros estamos con la conciencia tranquila, nuestro papel es ser un movimiento que hace lucha social, y esa lucha social la hemos aumentado, y al mismo tiempo nosotros mantenemos nuestra autonomía respecto al gobierno. Desafío a cualquiera a que demuestre que el MST sigue los dictados del PT, PCdoB, o de cualquier otro partido, como el PSOL, desafío a cualquiera a probar que el MST es rehén de las medidas del gobierno.

Tanto que acabamos de ocupar el Ministerio de Hacienda y en este momento estamos con manifestaciones en 12 Estados, varios INCRAs ocupados, porque nosotros queremos que se resuelvan los problemas concretos del pueblo. Si nuestro objetivo fuese solamente tener índices de popularidad entre la opinión pública habríamos fundado una banda de rock.

Recientemente usted ha afirmado que Dilma Rousseff -Jefa de Gabinete de Brasil- es una ignorante en cuestiones rurales, ¿por qué?

Su formación técnica se corresponde al área de energía. Ella es una economista típicamente urbana. Yo considero que ella está preparada para esas cuestiones más amplias. Y cuando yo hice referencia a eso, fue en un debate en el INCRA justamente el día en que el gobierno redujo en un 48% el presupuesto para la reforma agraria. Y yo dije, como reacción natural, que un gobierno, en una crisis como ésa, que toma una decisión que reduce en un 48% la cuantía para la reforma agraria, es un gobierno ignorante, que no sabe que la reforma agraria podría ser uno de los principales instrumentos, y más baratos, para contener la crisis en el medio rural.

Esa crisis que ha afectado a la producción de soja, algodón y maíz, ha disminuido el precio de las materias primas y ha reducido el margen de beneficios de los propietarios de las haciendas, y han sido los trabajadores asalariados rurales quienes lo han pagado. Cerca de 300.000 trabajadores han perdido su trabajo.

¿A dónde han ido? A la ciudad. Algunos ya vivían en la periferia de las ciudades. Y fueron para poder sobrevivir. Ahora bien, si el gobierno quisiera atenuar las consecuencias de la crisis en el medio rural, podría acelerar inmediatamente y aumentar el presupuesto de la reforma agraria para dar tierra a esos 300.000 trabajadores que quedaron sin empleo en el campo.

Al mismo tiempo, según noticias aparecidas en la prensa, la Casa Civil y el Planalto estarían buscando la aproximación a los movimientos sociales en aras de una posible candidatura de Dilma. ¿Se ha producido ese acercamiento?

Nosotros hemos oído que el Partido de los Trabajadores (PT), al cual ella está afiliada, ha multiplicado las reuniones de consulta con los movimientos, como partido, no como candidatura. Así como otros [partidos].

Nosotros, MST, como somos un movimiento social que vela por la autonomía en relación con el gobierno, con el Estado, con sus partidos y con la religión, estamos bastante a gusto, porque conversamos con todos los partidos.

Conversamos con el PDT -yo mismo soy muy amigo del senador Cristovam Buarque (PDT-DF) -, con el PCB, PCdoB, y PMDB. Nosotros tenemos óptimas relaciones con el gobernador [Roberto] Requião en Paraná. Conversar y practicar el diálogo forma parte de la democracia. No significa subordinar. Y ésa es la política del MST y que los movimientos sociales en general van a adoptar. Diálogo sin subordinación.

Entre Dima y Lula, ¿quién busca maś el diálogo con los movimientos y cuál de los dos está más alineado con el agronegocio?

Eso son cuestiones más personales. Evidentemente que el presidente Lula tiene una historia más vinculada. Ello es fruto del reascenso del movimiento de masas que hubo desde 1978 hasta 1990. Y es por ello que se ha construido todo ese carisma en torno a su persona, cosa que Dilma no tiene. Está claro que él tiene más proyección entre los movimientos sociales y entre los pobres del campo.

Ahora bien, la relación del gobierno con el agronegocio va a depender de cómo evolucione la lucha de clases en Brasil. Yo creo que en los próximos años nosotros necesitamos y tendremos un gran debate en la sociedad brasileña en torno a un nuevo modelo de producción de alimentos y de agricultura. Porque el modelo de agronegocio ha fracasado. Es un modelo que sólo interesa a empresas transnacionales y a exportaciones. Y que cobra como factura al pueblo brasileño una degradación del medio ambiente.

No por casualidad Brasil se ha vuelto el mayor consumidor mundial de agrotóxicos. En la cosecha pasada, vertimos 713 millones de toneladas de veneno sobre nuestro suelo, nuestra agua y nuestros alimentos.

El agronegocio es el modelo de producción que expulsa mano de obra porque adopta la mecanización intensiva. Entonces no hay lugar para los campesinos y para los pobres en ese modelo. El resultado de todo ello es que puede que aumenten las exportaciones, pero para el mercado interno aumenta cada vez más la producción de alimentos contaminados.

Entonces, yo considero que la población de la ciudad, que es quien está comiendo esos alimentos contaminados, quien está asistiendo a un aumento del cáncer y está sintiendo en su piel la consecuencia de ese proceso, así como los ambientalistas, serán los aliados del MST para cambiar el modelo agrícola y fortalecer otro basado en la Reforma Agraria y en la agricultura familiar.

Ya que usted habla de los ecologistas, la senadora Marina Silva puede que se desafilie del PT y concurra a la presidencia por el Partido Verde. ¿Qué piensa usted de eso?

Yo voy a darte una opinión personal porque el hecho es muy reciente y todavía no hemos conversado sobre él en nuestros colectivos del MST. Personalmente, yo lo veo con muy buenos ojos y mucha simpatía, porque nosotros vivimos en una sociedad democrática y cuantos más candidatos a la presidencia haya, mejor. Porque eso genera debate en la sociedad, y uno de los problemas que tenemos de aquí a 2010 es la necesidad de debatir proyectos para la sociedad. No basta sólo con debatir sobre candidaturas y partidos. Y el peor de los escenarios que podemos tener para la democracia brasileña y para el proyecto de sociedad que queremos es llegar a una coyuntura electoral en el que la decisión sólo se dilucide entre Dilma y Serra en la primera vuelta.

Por eso, personalmente, incluso siendo afiliado al PT veo con mucho agrado que haya otras candidaturas, porque eso oxigenará la política brasileña y obligará a hacer un debate de proyectos, no de nombres. Entonces la candidatura de Marina supondrá someter a debate el proyecto que ella defiende, con un enfoque mucho mayor en la sostenibilidad del medio ambiente, la producción de alimentos saludables, la conservación de la Amazonia, que es su región. Eso es lo importante, debatir. El número de votos es lo de menos.

Existe la posibilidad de que haya tres mujeres concurriendo a las elecciones con posibilidades de alcanzar un gran número de votos: Heloísa Helena por el PSOL, Dilma por el PT y posiblemente Marina Silva por el PV. Considerando el pasado de cada una, ¿a quién estaría usted más inclinado de apoyar?

Yo creo que la cuestión no es a quién votar. Considero que nosotros, como movimiento social y como militantes, debemos estimular siempre el debate político. El debate de proyectos. Entonces vamos a esperar.

No se trata sólo de juzgar a las personas y sus biografías. Si nos fijáramos en la biografía de los parlamentarios, el 70 % de ellos no debería estar en el Congreso. No entiendo al pueblo que les vota. Por eso prefiero defender la idea de que haya más candidatas y candidatos y que aprovechemos bien esa pluralidad para que de aquí a octubre de 2010 dediquemos el máximo de tiempo a debatir proyectos.

Traducida al castellano en el foro de traducción de alasbarricadas.org

Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST)

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