Entrevista a la actriz Andrea Lovera

Lucharás por lo que amas

Andrea Lovera siempre supo que quería ser artista. Lo que marcó la diferencia entre ella y tantos que aspiran a lo mismo fue que ella tuvo el coraje de proseguir sus sueños, y no solo conquistó su deseo, sino que consiguió la victoria más dura, que es la victoria sobre uno mismo.

Por Lucio V. Pinedo

26/07/2016

Publicado en

Argentina / Artes / Cultura / Entrevistas / Teatro

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«Quiero ser simultáneamente sombra y luz, raíz, hoja y fruto, y condensar inmensamente toda la vida en un minuto», dijo Pablo de Rokha, uno de los grandes de la poesía chilena. Ahora sucede que Andrea Lovera, la bisnieta del poeta, encarna, tal vez sin saberlo, estos versos de su abuelo. ¿Tienen las palabras el poder de marcar el futuro de lo que todavía no existe?

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Andrea Lovera es una actriz argentina con raíces chilenas. Empezó su carrera incursionando en el canto y la actuación, inspirada por el entorno familiar cuando era muy pequeña. El gran paso lo dio en Drácula, el musical (Dirs. Cibrian/Mahler) y continuó con Forever Young (Dir. Daniel Casablanca) y Frankestein (Dirs. Lovera/Golman). Hoy en día, actúa en otras dos obras de renombre: Doña Rosita la soltera (Dir. Hugo Urquijo) y Bare, una ópera pop (Dir. Pedro Velázquez). Vive el presente y aquí nos cuenta algunos detalles de su profesión.


—¿Qué te motivó a andar el camino del arte?

—Desde que tengo uso de razón, supe que quería ser actriz. El hecho de nacer en una familia con una mamá y una abuela artistas fue muy definitorio para mí. Crecí viendo ensayos de obras y yendo a ver ballet. Además, en mi casa nunca faltó alguien tocando la guitarra y cantando. No había forma de que me dedicara a otra cosa.

—A los diecinueve años tuviste tu papel como la Duquesa de Whitby e hiciste el cover de Mina en nada más y nada menos que Drácula, de Cibrian/Maheler, el equipo de directores de musicales tal vez más famoso de la Argentina. ¿Qué podés contarnos de esa experiencia?

—Para mí fue una experiencia increíble porque era un espectáculo que había visto hacía mucho tiempo, y estar haciéndolo y comenzar mi carrera ahí fue de lo más significativo. Fue una obra que me llevó de gira por todo el país y el Brasil. Y fue ahí donde conocí al que ahora es mi marido. ¿Qué más puedo pedir?

—¿Cómo sobrellevaste tu adolescencia y el inicio de la adultez mientras te abrías camino en el mundo artístico? ¿Tuviste que resignar algo por la profesión que elegiste?

—Le dediqué toda mi energía a lo artístico una vez que terminé la escuela secundaria. No tuve que resignar nada, todo se dio muy bien y, hasta el día de hoy, me dedico exclusivamente a esto. Amo lo que hago.

—¿Algún colega a quien admires?

Uff, hay muchos artistas con los que trabajé que admiro muchísimo. Ahora puedo decir que, dentro de lo que es el teatro musical, la número uno es Karina K.

—Trabajaste con muchísimos y grandes actores, ¿se aprende de ellos en el día a día?

—El otro día me puse a pensar sobre eso y, en este momento, estoy haciendo dos espectáculos, uno, Doña rosita la soltera, rodeada de actores consagrados y con gran trayectoria, y el otro, Bare, una ópera pop, con chicos mucho más jóvenes que yo, y la verdad es que se aprende de todos. Nunca dejás de aprender en esta profesión.

—¿Qué proyecto marcó un antes y un después en tu vida?

Drácula por haber sido el primero, Forever Young porque estuvimos más de tres años en cartel, pero Bare, una ópera pop, definitivamente, va a dejar una marca importante en mí. Ya lo está haciendo.

—En Forever Young, pudimos apreciarte en varios personajes, ¿te sentís cómoda con el multifacetismo?

—Fue un desafío inmenso y súper gratificante y enriquecedor. A partir del año y medio, ya quedé fija en el rol de La Enfermera, y debo decir que ese rol me trajo mucho más trabajo a futuro. Estaré siempre agradecida a Forever Young.

—Imaginemos que pudieras volver al pasado, ¿qué obra querrías volver a vivir?

Frankenstein, el musical de un alma perdida. Fue mi primer protagónico en un musical, allá por el 2003.

—Sabemos que, de manera independiente, hacés presentaciones musicales por Buenos Aires. Contanos sobre esta experiencia

—Creamos con una amiga, Flor Spinelli (en realidad nos hicimos amigas a partir de este proyecto), un dúo de canciones pop acústicas acompañadas por mi marido, Martín Sacco, en la guitarra, y nuestra mujer orquesta, Giselle Morgan, que toca piano, cajón, acordeón. Es un repertorio de canciones que teníamos ganas de hacer y armamos versiones de ellas. En estos shows es cuando soy realmente yo, sin estar en personaje.

—Ya hablamos bastante del pasado… Ahora nos gustaría preguntarte qué esperas para el futuro. ¿Existe, por ejemplo, algún papel que tengas pendiente o trabajar con algún director?

—Hoy me siento plena con lo que estoy haciendo y hace un par de años decidí vivir el presente sin pensar en qué vendrá. Esta profesión tiene momentos de muchísimo trabajo y otros de menos. Hoy disfruto de un gran año.

—Estás incursionando en el cine y en TV, ¿qué opinás de ese espacio laboral?

—Es diferente al teatro, definitivamente, pero ni mejor ni peor: diferente.

—Marcanos algunas diferencias receptivas que creas importantes entre el teatro y el detrás de una pantalla. ¿Qué disfrutas más?

—La televisión me parece un gran entrenamiento, porque hay que resolver las escenas en el momento de grabar. Uno cae con la letra estudiada de su casa, pero la posta es ahí, en el set, con el director, actores, cámaras, etc. El teatro, en cambio, tiene lo maravilloso de la repetición cada noche y del público ahí, con vos, reaccionando a cada cosa en el instante que sucede. Disfruto ambas cosas. De ambas aprendo.

—¿Cómo vez al artista argentino? ¿Creés que hay posibilidades para quienes recién se inician? ¿Qué cosas mejorarías o cambiarías?

—Creo que, hoy en día, hay muchas más escuelas para formarse que cuando yo empecé. Veo chicos muy bien formados y con muchísimas herramientas. Las posibilidades son relativas. A veces quedás de una en un casting y no parás de trabajar, o tenés la suerte de que alguien te vea en un espectáculo y te quiera para que trabajes con él. La realidad es que hoy la televisión es la que más te expone. Somos muchos los artistas en este país, ojalá hubiera más fuentes de trabajo.

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Andrea Lovera en Doña Rosita, la soltera

Andrea transmite toda su energía arriba y abajo de un escenario, tanto si encarna un personaje literario como si encarna ese otro personaje, ella misma. Apunta al crecimiento, al amor y a luchar por los sueños. Hace del día a día una forma de vida y homenajea así a quienes le transmitieron su encanto con el arte. Desde la primera actuación, no paró de perseguir lo que ama.

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