Teólogo Álvaro Ramis sobre visita de Francisco: Si (la Iglesia Católica) quiere tener futuro, debe buscar acuerdos básicos con el mundo progresista

El teólogo sostiene que "la Iglesia católica no tiene nada que ganar al mantener su alianza histórica con los conservadores de derecha, salvo seguir hundiéndose en el fango del desprestigio".

Por Javier Paredes

15/01/2018

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Álvaro Ramis, teólogo y ex presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica en 1998, valoró lo que significa para oficialismo y oposición la venida de la cabeza del Vaticano, el papa Francisco I, pero comparando también las iglesias católicas  que encabeza y la que encabezó Juan Pablo II cuando también pisó suelo chileno en 1986.

Destaca que el actor político que celebra es Michelle Bachelet, no así ni la derecha ni la izquierda chilena.

VISITA PAPAL 1987

Ramis señala que en varios niveles fue más gravitante la anterior visita papal, la de 1986. No porque hubiese resuelto el escenario político, sino por la pugna en que se realizó: «En ese instante, con una dictadura militar aislada internacionalmente, y en pleno proceso de negociación entre bastidores del pacto transicional, la visita papal sólo vino a bendecir el llamado ‘acuerdo nacional’ firmado en 1986 entre el sector más moderado de la oposición y los grupos más tradicionales de la derecha». De este proceso también había participado activamente la Iglesia chilena.

La complacencia de la política en general con la visita papal se reflejaba en las consignas que se levantaron desde los distintos sectores: «El régimen lanzó en ese momento el eslogan ‘Mensajero de la paz’ con una doble razón: destacar como logro el acuerdo de paz con Argentina, bajo la mediación pontificia. Y en segundo lugar, hacer del Papa un factor de pacificación nacional, es decir, como un motivo para aplacar las protestas que desde 1983 habían puesto a la dictadura contra las cuerdas. La visita papal era un motivo para deslegitimar la movilización popular».

En cambio, para la oposición democrática y para la Iglesia, el eslogan versaba: “Mensajero de la vida”. Cabe recordar el rolque, entonces, desempeñaba la Vicaría de la Solidaridad como activo agente en favor de la defensa de los Derechos Humanos. De este modo, la Iglesia Católica se habría consagrado «como un actor fundamental en la vida nacional, capaz de legitimar y deslegitimar las políticas claves que se debatían en el país, rol que siguió jugando hasta muy entrados los años noventa», destaca el teólogo.

VISITA PAPAL 2018

No es la misma Iglesia la que recibe en Chile a Francisco. Deslegitimada y desprestigiada, Ramis considera que «si el Episcopado habla hoy, muy pocos escuchan, ya que perdió el poder del convencimiento y la credibilidad». En cambio, le queda algo que denomina «poder duro» en la sociedad chilena: «La Iglesia habla porque es un empleador importante, porque tiene redes en el empresariado, porque es una institución que invierte en ciertas áreas, tiene roles en la especulación inmobiliaria, es dueña de muchas universidades y colegios poderosos», destaca.

Reconoce, sin embargo, que la visita convocará a un público masivo: «seguramente va a sacar a la calle a una masa importante. Pero de esa movilización no quedará nada en sí, porque no representa un movimiento auténtico, sino apuntalado por su peso institucional y económico», sostiene.

OFICIALISMO Y OPOSICIÓN, IZQUIERDAS Y DERECHAS

Ramis destaca que si bien ha habido silencio de aprte de la derecha chilena en torno al arribo de Francisco I, sería el pintoresco y joven economista Áxel Káiser el portavoz del sentimiento profundo que le gobierna. Y lo apuntan como un izquierdista extraviado. Káiser afirmó en El Mercurio: “Según un artículo del medio alemán Der Spiegel, Francisco ‘es el Papa más de izquierda de la historia’. Del mismo modo, luego de una entrevista en que Francisco se refirió al capitalismo global, The Economist afirmaba que ‘al establecer un link entre el capitalismo y la guerra, (el Papa) parece estar tomando una línea ultra radical: una que consciente o inconscientemente sigue a Vladimir Lenin y su diagnóstico del capitalismo y el imperialismo de por qué la guerra se desató un siglo atrás’. The Guardian, en tanto, publicaba un artículo afirmando que después de la partida de Obama, el Papa era “el nuevo héroe de la izquierda mundial”. En el mismo tenor, el Wall Street Journal publicaba un artículo bajo el título ‘Cómo el Papa Francisco se convirtió en el nuevo líder de la izquierda mundial’”, rescata Ramis.

Por el otro lado tampoco caería bien. La izquierda chilena ha sostenido severas críticas al rol que ha desempeñado Francisco I los últimas años de su papado: «A pesar de sus enormes aportes en la crítica anticapitalista, para la Izquierda pesa más la idea del Papa como el legitimador del orden moral heterónomo, patriarcal, conservador y tradicional», pero acaso más graves son las omisiones en materia de abusos sexuales: «Desconfían de él por no haber revertido procesos como la designación del obispo Juan Barros en Osorno, y en general, por no haber combatido con mayor claridad a los abusadores sexuales en el clero».

¿QUIEN SE MOTIVA?

«El único actor político que parece motivado por la visita es el gobierno de la presidenta Bachelet», sostiene Ramis. El hecho de que la visita se conrete previo al cambio de mando sería indicativo de una sola cuestión: le interesa dialogar con una líder como la presidenta de Chile.

Se trataría, en su impresión, de desahuciar a las derechas como marco de alianza para el futuro y «mostrar que son mayores sus entendimientos y coincidencias con el campo político que representa Bachelet, como parte de una Izquierda democrática en América Latina». Agrega Ramis que «la Iglesia católica no tiene nada que ganar al mantener su alianza histórica con los conservadores de derecha, salvo seguir hundiéndose en el fango del desprestigio. Si quiere tener futuro, debe buscar acuerdos básicos con el mundo progresista».

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