Dos tercios: El debate reglamentario que va a encender la Convención Constitucional


Por Francisca Valencia

30/10/2020

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El quórum de dos tercios en el órgano constituyente se ha vuelto materia de debate y segundas intenciones desde que las autoridades empezaron a discutir la posibilidad de una nueva constitución, en respuesta a la revuelta social iniciada por los ciudadanos hace más de un año.

Ahora Chile Vamos busca imponer que los dos tercios no sólo sean utilizados en la discusión de cada artículo y apunta a extenderlos a una “votación final” de los convencionales ante la nueva constitución terminada, configurándose como la última posibilidad de veto que tendría la derecha sobre la nueva carta magna. ¿Manotazo de ahogado de la derecha o nueva treta de toda la clase política para eludir la soberanía popular? Ya se verá.

Francisca Valencia

Francisco Marín

El 25 de octubre fue un día de decisiones: Chile optó en las urnas poner la lápida a la “Constitución de Pinochet” y crear una nueva que deje atrás el legado de la dictadura y de la interminable transición a la democracia.

Decidió además hacerlo a través de una Convención Constitucional, es decir, una asamblea soberana compuesta por delegados especialmente electos para redactar una nueva constitución, sin que se cuente para ello con la participación del Poder Legislativo ni del Ejecutivo.

Una vez que se volvieron claros los resultados, los distintos medios de comunicación masivos empezaron a llenar los planteles de sus programas con representantes de la vieja y aborrecida clase política civil chilena, mientras a ciudadanía, a través de diversos canales, llamaba a los partidos tradicionales a abrir paso a independientes en sus listas o derechamente exigían a los partidos hacerse a un lado de este proceso impulsado en calles y asambleas por la ciudadanía.

Una de las figuras más consultadas fue Joaquín Lavín (UDI), alcalde de Las Condes, quien durante los últimos meses no ha dejado de aparecer en cuanto matinal y noticiero existe en la televisión chilena.

El 25 de octubre en la noche fue el turno de Tolerancia Cero. El alcalde de una de las cinco comunas en las que ganó el “Rechazo” hacía su aparición estelar junto a Daniel Jadue (PC), alcalde de Recoleta, otra de las figuras que suena relativamente fuerte de cara a las presidenciales del próximo año, según coinciden los sondeos de intención de voto.

Uno de los temas que mencionó el edil de Las Condes en el citado programa, tras el triunfo del apruebo, fue el quórum de dos tercios, que hace un año generó divisiones y discusiones entre los partidos firmantes del acuerdo que fijó las bases y posibilidades del proceso constituyente. “Qué es lo que yo veo, que personas que estamos en trincheras distintas, Daniel y yo, por ejemplo, vamos a tener que salir de nuestras trincheras y yo tratar de convencerlo para conseguir mis dos tercios y él tratar de convencerme para conseguir sus dos tercios. Por tanto, la constitución nueva nos exige un ejercicio de diálogo, de unidad y de moderación”, comentó Lavín al principio del programa, tema que pasó desapercibido.

Horas antes, el edil ya había comentado, también en Chilevisión, sobre los dos tercios. “El nuevo gobierno empieza en marzo de 2022, y la nueva constitución a mediados de ese año, pero el espíritu de la nueva constitución es que tenemos que juntarnos dos tercios para llegar a acuerdo y para que quede escrito ahí”, señaló.

Pese a que Lavín no deja ver ni especifica si los dos tercios del quórum de los que habla hacen referencia a la votación de las normas en particular que formarán parte de la nueva constitución, o sobre la votación total de la carta magna una vez finalizada las deliberaciones y previo a que esta pueda someterse a plebiscito ciudadano, la derecha se ha empeñado en defender la necesidad de esto último.

Al ser consultado sobre el tema, Jaime Bassa, abogado constitucionalista y profesor de Derecho en la Universidad de Valparaíso dio luces respecto de cómo funcionaría la ley 21.200 en estos casos:

“La derecha sabe que el poder de veto que le dan los dos tercios en la deliberación (del articulado) de la Convención Constitucional no es suficiente. Porque allí los dos tercios operan para todos lados por igual. Entonces, si queremos aprobar, por ejemplo, derechos de la naturaleza, vamos a necesitar eventualmente algunos votos de al frente, pero los de al frente van a necesitar nuestros votos cuando quieran aprobar el Banco Central, por decir algo”.

“Todos van a necesitar dos tercios. Pero, si esos dos tercios se trasladan a una votación final en la Convención Constitucional, el poder de veto es recuperado por la derecha. ¿Por qué? Porque basta que haya algo que a la derecha no le guste para que en esa votación final vote en contra… y si el proceso constituyente fracasa sigue vigente la Constitución del 80”, termina de explicar Bassa.

Las presiones y discusiones sobre el asunto del quórum no nacen hoy. El debate se remonta a casi un año atrás, luego de que las principales fuerzas políticas del país firmaran el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, el 15 de noviembre de 2019.

A los pocos días de firmado el pacto aparecieron distintos personajes de la derecha chilena, entre ellos el senador Andrés Allamand (RN), en radios, diarios y televisión, impulsando la regla de esta “votación final”, en que al menos dos tercios de los constituyentes ratifiquen la nueva constitución para que esta pueda ser plebiscitada.

“Es evidente que una nueva Constitución requiere necesariamente de una votación en general, de una aprobación en forma global por 2/3. Una Constitución debe ser un todo coherente y armónico y ello debe ser cautelado en el proceso de votación”, aseguraba hace un año Allamand a El Mercurio.

Bassa recordó el episodio y apuntó a lo que, para él, son las verdaderas intenciones de la derecha. “La lógica de los 2/3 como votación final no busca darle coherencia al texto, eso no es verdad. Lo que busca es recuperar para la derecha el poder del veto en el seno de la Convención Constitucional. Si llevamos esos dos tercios a la votación final la derecha sabe que, si en esa votación final se cae el proceso constituyente, lo que sigue vigente es la Constitución del 80… ese es su poder de veto”, señaló.

Gran parte de Chile Vamos defiende estos dos tercios de salida. Allamand incluso aseguró que de no lograrse este “quórum final” de los constituyentes, la constitución que prevalecería sería la del 80. “Todos están obligados a alcanzar un acuerdo, pero qué ocurre si, como estamos planteando, no hay un acuerdo y no se alcanzan los dos tercios. En los hecho la convención fracasa, y en consecuencia en ese evento obviamente que rige la constitución que está vigente”, aseveró el senador a TVN, hace un año .

Sin embargo, ni el acuerdo ni la ley establecen lo planteado por el senador. Por el contrario, parlamentarios de oposición explicitaron que esta idea fue planteada por la derecha mientras se discutía el acuerdo, pero fue rechazada. Fue tanto el revuelo que el senador tuvo que dar marcha atrás a sus aseveraciones, que hasta entonces no tenían sustento. 

«Lo que decía era inaceptable y tuvo que recular, ¿por qué?, porque eso no estaba en el acuerdo, eso fue expresamente descartado. Lo que quieren hacer ahora es aprovecharse de alguna debilidad de interpretación y tratar de forzar una votación final de dos tercios en la convención constitucional, pero eso no corresponde. Es como si nosotros dijéramos: “¿saben qué?: eliminemos los dos tercios (de la discusión del articulado) y que la Convención vote por mayoría absoluta”. Eso sería inaceptable de parte nuestra, en el sentido en que ya se llegó a un acuerdo. De la misma forma, es inaceptable de parte de ellos que quieran subir las exigencias que ellos mismos pusieron para participar de este proceso constituyente”, explicó el abogado constitucionalista.

Tanto el acuerdo, como la Ley 21.200, que definen el proceso constituyente institucional, hablan de los dos tercios solo una vez, y es para explicar el quórum de votación particular de cada iniciativa que quiera formar parte de la nueva carta magna, y para definir la orgánica interna de la convención. “El órgano constituyente deberá aprobar las normas y el reglamento de votación de las mismas por un quórum de dos tercios de sus miembros en ejercicio”, señala el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, texto que se repite en la ley.

Sin embargo, el tema de los dos tercios en una votación final aún no se ha descartado en su totalidad. Bassa explica que la ley 21.200, en rigor, no zanja el tema de un quórum final, no lo termina de desechar. “Dice que el quórum de funcionamiento tendrá que ser de dos tercios, el quórum para la aprobación de las normas. Pero no dice a qué votación de aprobación de la norma se refiere”, explica.

Los convencionales del órgano constituyente deberán zanjar en la discusión del reglamento la implementación o no de una votación final de la nueva carta magna, que la ratifique o deseche en su totalidad, antes que pueda ser evaluada por la ciudadanía a través del plebiscito de salida.

La ciudadanía deberá estar muy atenta a que en este debate reglamentario, la “oposición” no respalde bajo cuerda la pretensión de la derecha de contar con una carta bajo la manga (poder de veto) que arruine los sueños de la ciudadanía de dar forma a una constitución realmente democrática.

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