Paridad en la Constitución: Nivelar la cancha y habilitar condiciones para garantizar participación de las mujeres en la esfera pública

Las demandas de las personas, y en especial de los grupos históricamente excluidos, no serán solucionadas con la agenda clasista, racista y patriarcal de la ultraderecha, por esta razón el fomentar la unión de las organizaciones feministas y de mujeres y por consiguiente la unidad transversal de los partidos de izquierda para impedir el retroceso en derechos sociales y estándares democráticos.

Por El Ciudadano

15/05/2023

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Por Libertad Vidal 

La paridad es una de las bases del acuerdo transversal alcanzado por distintas fuerzas políticas para este nuevo proceso. Hemos escuchado las críticas que han puesto en duda la paridad, pero no son nuevas, y carecen de fondo si lo que nos preocupa es profundizar efectivamente nuestra democracia que acepta que la participación política de nosotras sea una mera contingencia.

Recordemos que esta es una demanda que no se acota a las fuerzas de izquierdas. Tal como sucedió con la lucha de la paridad francesa, en Chile ha sido clave la articulación política transversal para empujar la paridad en el Congreso, luego de un diagnóstico consensuado de lo insuficientes que resultaron las cuotas de género. Lo que fue un estándar democrático para el debate constituyente, no puede no serlo para la institucionalidad en su conjunto. 

Prueba irrefutable de lo anterior, es que no se hubiese podido aprobar la reforma constitucional que incorporó la paridad en el primer proceso constituyente sin la autoría y votos de una parte de las mujeres de Chile Vamos. Más aún, se firmó un compromiso explícito con la paridad, abierto a las chilenas y chilenos, liderado por Evelyn Matthei. “No hay vuelta atrás. La igualdad, la no discriminación y la equidad de género forman parte de los desafíos del Chile que viene, del que estamos escribiendo. Sin vaguedades, sin omisiones”, decía.

La discusión sobre paridad debe ser un principio para incentivar el diálogo  y garantizar mecanismos que no se limiten al acceso, sino a una participación efectiva de más de la mitad de la población en las distintas esferas de la sociedad. Las mujeres feministas no estamos dispuestas a retroceder, pues nuestra inmersión y participación debe ser la regla general y no una excepción; y la responsabilidad de todos los sectores promoverla en cualquier escenario.

Este principio no solo implica la participación de la mujer en política, sino que implica una disputa de dicho espacio mediante la participación y bajo la lectura permanente y prioritaria de la superación de las desigualdades. Es por esto que, en la nueva Constitución, no solo la paridad como regla de integración en distintos órganos es fundamental, sino también como un mandato al Estado a tomar todas las acciones necesarias para nivelar la cancha y habilitar las condiciones de participación de las mujeres en la esfera pública. Muestra de ello es que sin reconocimiento y redistribución de los cuidados no hay verdadera paridad. 

Ahora bien, el escenario político es totalmente alarmante, pues nos encontramos con una ultraderecha que nos ataca constantemente por ser mujeres y feministas, negando nuestros derechos como ciudadanas  e instalando la desinformación sobre un movimiento que aspira a una sociedad más justa y equitativa, relativizando cualquier expresión del patriarcado y acusando de sobreacción cualquier demanda por la igualdad. Esa ultraderecha que afirma que avanzar en derechos de los hijos e hijas de víctimas de femicidios es crear privilegios. 

Otra muestra de aquello es el silencio cómplice frente a las acusaciones de abuso sexual de Aldo Sanhueza, consejero electo por el Bío Bío,  puesto que el partido de la ultra derecha, se lava las manos frente a las solicitudes de renuncia, pero dicen defender la seguridad, familia y patria, mientras  las mujeres nos sentimos aún más desprotegidas y aun no vemos respuestas claras a su posición. 

¿Qué garantías tenemos las mujeres y disidencias ante este escenario? Nuestras demandas están en toda la esfera nacional  y a pesar de que sabemos que existe un agotamiento político importante, las demandas de las personas, y en especial de los grupos históricamente excluidos, no serán solucionadas con la agenda clasista, racista y patriarcal de la ultraderecha, por esta razón el fomentar la unión de las organizaciones feministas y de mujeres y por consiguiente la unidad transversal de los partidos de izquierda para impedir el retroceso en derechos sociales y estándares democráticos.

Libertad Vidal 

Encargada Nacional

Frente Feminista Convergencia Social

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