Alicia Castilla, activista cannábica: “No es función del Estado cultivar marihuana”

Pasó 3 meses presa porque un vecino la denunció por tener 29 plantines y 24 gramos de marihuana

Pasó 3 meses presa porque un vecino la denunció por tener 29 plantines y 24 gramos de marihuana. Acababa de mudarse desde Buenos Aires a Salinas, Uruguay, en busca de una vida más tranquila y su pasión por el cannabis la colocó en medio del debate por la despenalización. Licenciadas en Ciencias de la Educación y con estudios en psicoanálisis, Alicia Castilla, publicó a fines de la década pasada ‘Cultura Cannabis’, el primer libro en abordar la cultura asociada a la marihuana en América Latina desde una perspectiva amplia. Lleva siete ediciones agotadas.

A principios de mayo Alicia quedó en libertad, justo cuando se anunció que el gobierno uruguayo iniciaría la tramitación para despenalizar el cannabis. Tras 95 días que estuvo detenida, Alicia vuelve con fuerza para hacer ver los bemoles del proyecto del presidente Mujica, el que tal como está crearía un registro de usuarios de cannabis, establecería un control estatal de la producción y distribución y no deja de ver el consumo de dicha planta como una patología.

Los fiscales le ofrecieron a Alicia aceptar la pena, que podría alcanzar a 24 meses de prisión, pero convalidarla con los tres meses que estuvo presa. “No voy a aceptar negociar la pena: quiero la inocencia”- responde Alicia furibunda.

Acá nos cuenta por qué:

¿Cómo surge la idea de publicar Cultura Cannabis?

– Quería publicar un libro interesante y que la gente quisiera leer. Cuando buscaba información sobre la marihuana no encontraba muchas cosas porque lo que había decía hasta que quema las neuronas. Por eso me propuse investigar aprovechado mi experiencia como educadora, lo pensé como una clase sobre cannabis sin hacer apología ni connotaciones: simplemente exponer información de la manera más amplia posible y con un lenguaje claro para que alcance todos los estratos sociales, desde un juez a la madre de un chico que le encuentra un porro.

Eso fue en 1997. Ya antes Alicia había escrito cosas sobre el cannabis en portugués y de vuelta en Argentina encontró al país cayéndose a pedazos por las políticas neoliberales ensayadas por el gobierno de Menem. “Pero por qué no lo publicas”- le decían sus amigos. Tras golpear puertas de editoriales decidió publicarlo por su propia cuenta.

“Calculé que necesitaba vender 100 libros por mes para pagar las cuentas”- cuenta hoy Alicia. Tras publicarlo vendió 30 mil ejemplares. “No lo vi como un mercado, sino en función de mi propia necesidad. Como yo debe haber tantos que precisan esa información”.

“Soy de la generación de los Rolling Stone –cuenta Alicia- A los 23 años oí hablar de la marihuana. Era época de dictadura en Argentina, la gente no se comunicaba. Ibas a una fiesta y alguien decía que estaban fumando marihuana atrás. ¿Quieres probar? Y bueno, así probé una vez y me gustó”.

¿Qué le hallaste?

– Tengo insomnio y me niego a tomar comprimidos. No me gustan y además sé que el sueño que provocan no es reparador. Puedo dormir 10 horas y me despierto tan cansada como cuando me fui a dormir. Fumando cannabis duermo muy bien. Así no podía entender que eso estuviera mal. Quizás sea porque nací y me crié en una farmacia. La palabra droga no tuvo en mi infancia la carga peyorativa que le pusieron después. Cuando almorzaba en mi casa de mis padres el centro de mesa era una canasta con remedios. El consumir algo, independientemente que fuera legal o no, para sentirte mejor fue algo que viví desde que nací. Nunca pude entender que estaba mal proporcionarte de una sustancia para sentirte mejor.

¿Han cambiado mucho los porros de esos primeros que te fumaste con los que se están fumando ahora?

– Todo esto que viene pasando hace algunos años hizo que la gente saliera del armario y que quienes fuman marihuana, quieran fumar de buena calidad. No sólo por la mala calidad de lo que ofrece el narcotráfico, creo que más bien por la circunstancia de violencia que representa ir a una boca a comprar o tener que envolverse con narcos para proveerte de algo que te mejora la calidad de vida. Entonces mucha gente empezó a admitir que fuma marihuana

Cambio el panorama del cannabis disponible entonces…

– Muchos narcos dejaron de vender marihuana y pasaron a otras cosas porque la gente se autoabastece y hay cultivos de marihuana de mejor calidad. En Buenos Aires se siente que cayó el consumo del prensado paraguayo.

¿La mejor forma de enfrentar el narcotráfico es el autocultivo?

– Sin duda.

Viviste en Brasil durante 30 años ¿cómo era el cannabis que pillabas allá?

– En la Pipa, en Salvador se conseguía marihuana casera. Llamada ‘o camarão’, lo que aquí llamamos cogollo. Algo bien natural. El problema de Brasil es que es un país muy liberal en muchos aspectos, pero a la vez tremendamente troglodita y feudal en otros. Hay un poder evangélico que se refiere a la marihuana como algo diabólico y callan respecto de la cocaína.

¿Y qué fama tiene el cannabis de Chile?

– Chile tiene hace años la fama de que se cultiva mucho porque la policía en las fronteras hace tan imposible el tráfico, que la gente desea producirlo. Pero es un proceso que también se da en otros lados. Como las semillas son europeas en su mayoría, hay tanta distribución de semillas en varios lados, como por ejemplo la Haze, que la pillo en Uruguay, Argentina y Chile. Como se empieza a cruzar con variedades locales, está pasando algo muy interesante.

En todos estos países que mejoran la situación legal puedes elegir una Sativa en la mañana, al ser un despegue más para arriba o una Indica en la noche para relajar el cuerpo. Entre medio puedes tener otra variedad. Es como los vinos: Cabernet, Merlot, Malbec. Esa cultura está en crecimiento.

¿Han cambiado muchos los prejuicios respecto del tema?

– Sin duda la gente está mucho más abierta. Cuando estaba presa en Uruguay era un aluvión de gente que me llamaba a la cárcel, pese a lo difícil que era, para manifestarme apoyo. La gente ya cambió el paradigma prohibicionista. Quedan algunos, eso sí, pero son los pocos.

¿Qué te parece el proyecto de despenalización del presidente Mujica en Uruguay?

– Despenalizar es quitarle la pena. Es dejar el cannabis como la albahaca. Te gusta el pesto y tienes tu plantita de albahaca. Creo que esa es la despenalización de la sustancia. Pero el presidente Mujica entiende por legalización que el Estado tenga el monopolio del cultivo, la distribución, del acopio y del transporte para proporcionar el cannabis a la ciudadanía a un precio más bajo que el del mercado negro, pero a partir de un registro.

¿Y qué te parece eso?

– No es función del Estado cultivar marihuana, tampoco determinar cuanta marihuana se puede fumar y menos registrar a los ciudadanos. Crear así nichos de ciudadanos, que es algo muy peligroso.

¿Cómo va a funcionar el sistema?

– Va a haber una Sativa, una Indica y 2 variedades más. O sea, van a haber 4 variedades, las que costarán 700 pesos uruguayos los 40 gramos, vas a tener que estar registrado. No me gusta eso.

¿Qué argumentos están tras esta despenalización?

– Se argumentan en la falacia de que la marihuana permite disminuir el consumo de pasta base. Es algo disparatado que no tiene mayor lógica. Los usuarios de pasta están enganchados. Cuando estuve en la cárcel frente a ella hay una boca de pasta base. Cuando salen la primera noche es gratis y consumen pese a todos los tratamientos de rehabilitación.

¿Y qué pasa si tienes más gramos de los permitidos?

Mujica dijo que 40 gramos y basta. Si fumas más que eso te internamos compulsoriamente. Un artículo de la ley establece esto. Es un disparate que no tiene por donde agarrarse. Los cultivadores van a tener que registrarse y no podrán cultivar más de 480 grs. por año. El registro lo hará el Ministerio del Interior. Y se permitirían clubes de consumidores con no más de 15 socios.

¿Y qué crees que pasará al final?

– Vamos a tener que despenalizar todas las drogas. Yo sé de marihuana y entiendo que la salida es el autocultivo. Respecto de la cocaína creo que tendría que ser como antes: las cocinas debieran transformarse en laboratorios, como las destilerías. Hay una realidad. La gente consume cocaína y es un poder económico descomunal. Empecemos a asumirlo. No somos enfermos ni drogadictos ni ciudadanos de segunda. A los representantes necesitamos explicarles como resolver la situación.

¿Eso cómo se expresa hoy?

– En la práctica. La semana pasada una familia cayó presa por tener 5 plantas y pasaron la noche en prisión. La fiscal se negó a formular acusación. Hace 15 días cayó un matrimonio con 80 plantas y la fiscal se negó a presentar acusación.

Mauricio Becerra Rebolledo

@kalidoscop

El Ciudadano

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