Los ‘rebeldes’ de la Otan y lo que todos callaron sobre Libia

Los principales líderes de la Otan aplaudieron el linchamiento del dictador libio Muammar Gaddafi a manos de mercenarios

Los principales líderes de la Otan aplaudieron el linchamiento del dictador libio Muammar Gaddafi a manos de mercenarios. Esta artículo, publicado en agosto pasado, da cuenta de la manipulación de la información para justificar el bombardeo aceptado por la ONU en una lucha que tuvo a la CIA, las potencias europeas y Al Qaeda en el mismo bando. Más que una lucha contra una dictadura asistimos a una avanzada imperialista que no conoce de leyes ni fronteras.

Más de cuatro meses de bombardeos de la Organización del Atlántico Norte (Otan) sobre Libia, no fueron suficientes para exigir a Naciones Unidas el estricto cumplimiento de la Resolución del 17 de marzo del 2011, de por sí ilegal, estableciendo una zona de exclusión aérea para “proteger” al pueblo de Libia, utilizada por los “protectores” para ataques masivos sobre la población civil y todo el territorio.

“Es absurdo pensar que las razones para bombardear Trípoli o para tirar al pichón en las afueras de Benghazi están concebidas para proteger a la población civil. La utilización de argumentos está concebida para atraerse el apoyo de los ciudadanos euro-norteamericanos y de parte del mundo árabe” había advertido el pasado 4 de abril, Tariq Alí, (The Guardian y Sin Permiso) una de las voces más reconocidas en esta temática.

Tariq Alí dijo también que el “cinismo es tan patente, que quita el aliento. Se supone que debemos creer que unos dirigentes que se han manchado las manos de sangre en Afganistán y Pakistán están defendiendo ahora al pueblo libio”.

Con duros términos para los medios de comunicación británicos y franceses que “son capaces de tragarse cualquier cosa”, lamentó que “gentes decentes de izquierda caigan todavía en el estercolero lo que resulta deprimente”, para señalar un fenómeno que sucedió en estos meses con sectores y medios considerados “progresistas”.

Por su parte el analista y escritor Pepe Escobar, escribió en la red Rebelión (3 de abril de 2011) que esta es “la primera guerra africana de la Organización del Atlántico Norte (Otan), tal como Afganistán es la primera guerra de esta alianza en Asia central y del sur”.

«PROTECCIÓN AL PUEBLO»

Escobar analizó que la Otan como “brazo armado de la ONU” utilizó un nuevo concepto estratégico “humanitario imperialista” que “acaba con la soberanía nacional, en un hábil replanteamiento que desdibuja completamente el Artículo 2, de la Carta de la ONU sobre el principio de la igualdad soberana de los estados”, y desenmascaró la farsa de la “protección” al pueblo tal como se vendió esta guerra al mundo.

Ante esta situación la autora de esta nota consultó a diplomáticos libios del gobierno de Gadaffi solicitando la versión de su país ocultada por los medios hegemónicos.

De acuerdo a documentos de la cancillería libia los hechos comenzaron cuando en febrero pasado fueron “activadas células dormidas de Al Qaeda”, organización ligada a la CIA estadounidense desde sus principios, cuyos mercenarios “lograron infiltrarse en Libia, favorecidos por los sucesos en Túnez y Egipto creando el clima para ello”.

AL QAEDA ATACA CUARTELES

El gobierno libio comprobó que “se emitieron órdenes a estas células para atacar inmediatamente cuarteles en Albaida, Benghazi y otras ciudades, donde mataron a las guardias y se apoderaron de armas. Luego fueron a prisiones liberaron a criminales a quienes entregaron armas que fueron utilizadas para aterrorizar y atacar a ciudadanos”.

Asimismo destruyeron “estaciones policiales e instituciones de justicia, e incendiaron los edificios, incluyendo los archivos. Describe el informe que las ciudades fueron tomadas por asalto “matando indiscriminadamente a ciudadanos y mutilando sus cuerpos al quemarlos o despedazarlos”.

Los objetivos fueron también compañías, campos petroleros y puertos, afectando a trabajadores “ciudadanos de países extranjeros, obligando a estos a evacuar a sus nacionales y a retirar a empleados de sus embajadas por temor a los ataques”.

Los ex diplomáticos libios denunciaron a los “medios masivos y canales de satélites árabes y occidentales” que aprovecharon estos eventos para lanzar una campaña de desinformación contra Libia, “difundiendo mentiras, distorsionando hechos e instigando a la opinión pública”, mediante noticias “redactadas fuera del país y lejos de la realidad del terreno”, logrando así influenciar y presionar a países y organizaciones regionales e internacionales que se plegaron y apoyaron las acciones dirigidas “contra la seguridad, la unidad de Libia, y la estabilidad de su pueblo”.

La propia Liga de los Estados Arabes suspendió la participación de la delegación libia en las reuniones del organismo, una decisión sin precedentes desde su establecimiento en 1945.

En una acción planificada estos medios “calificaron lo que sucedía en Libia de crímenes contra la humanidad” los que acusaron al gobierno, y sin ningún tipo de comprobación de los hechos, el país fue separado del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en “un acto sin precedentes, que carece de la mínima lógica, justicia y neutralidad”.

Lo mismo sucedió con la resolución 1973 de Naciones Unidas tomada “sin tener la información necesaria sobre los sucesos reales” y aduciendo proteger a la población (más de seis millones de habitantes) habilitó miles de incursiones aéreas y bombardeos con las consecuencias que se conocen.

En otro punto se analiza que mediante las noticias manipuladas, se propagó también la falsa idea de bombardeos libios contra civiles para desalentar rebeliones, “en una deliberada falsificación y distorsión de las verdaderas operaciones en tareas limitadas y muy precisas”.

Y en este aspecto aclaran que la defensa libia sólo actuó “como lo puede demostrar” para inutilizar depósitos de armas y municiones, “lejos de áreas habitadas, a fin de destruirlos e impedir que fueran tomados y utilizados para incrementar la violencia y expandir los crímenes que estaban cometiendo”.

Se protegió la vida de los que cuidaban esos sitios a los que se advirtió previamente.

Esto concuerda con las declaraciones de diplomáticos rusos, chinos y turcos y algunos medios de comunicación latinoamericanos presentes en el lugar, de que no se había comprobado ningún bombardeo libio sobre población civil.

Sostienen los informes que la “violenta campaña” de desinformación llevó a apoyar la resolución de la ONU “bajo la equivocada conclusión de que las autoridades libias habían perdido legitimidad”, lo que no sucedió y “todos pueden ver a un pueblo que resiste y rechaza las ofertas de los que bombardean para que Libia se rinda”.

Los funcionarios destacan que en una resolución anterior (la 1970) de este año el Consejo de Seguridad incluyó una serie de medidas coercitivas contra Libia en tiempo récord, lo que llevó a la cancillería a advertir que el Consejo de Seguridad tomó decisiones sobre Libia, violando los estatutos, “ya que debió hacerlo de acuerdo con los capítulos sexto y octavo, puesto que es un tema africano y debe ser manejado por la Unión Africana”.

INFORMES DE PRENSA

De la misma manera se preguntan “por qué el Consejo emitió su resolución bajo el capítulo séptimo en base a informes de prensa, ignorando deliberadamente que las autoridades libias habían aceptado el envío de una comisión investigadora al terreno, en respuesta a la resolución emitida por el consejo de Derechos Humanos el 25 de febrero de 2011, y a la resolución emitida por el Consejo de Paz y Seguridad de la Unión Africana el 23 de febrero de 2011”.

Entre otros interrogantes los diplomáticos libios también se preguntan sobre las razones por las cuáles el Consejo de Seguridad no tomó resoluciones contra la Otan en su lucha con las que llamaban ‘bandas armadas’ en Afganistán y Pakistán o por qué Estados Unidos y sus aliados no fueron castigados “cuando en sus planes de guerra” atacaron la ciudad iraquí de Fallujah matando a muchos de sus habitantes y destrozando edificios y mezquitas, con el argumento de que Al-Zarqawi se había atrincherado allí”.

Enumeran una serie de casos y situaciones donde se produjeron ataques criminales guerras ilegales, violaciones al derecho internacional y humanitario y masacres contra los pueblos, sin que la ONU haya hecho nada.

Contrastando con esas posiciones reclaman que no se haya reconocido a Libia “el legítimo derecho a la defensa ante tan duros ataques y ante la injerencia externa que era por todos conocida”.

También se aclara que en el país no hubo manifestaciones pacíficas sino que se trató desde el primer momento de “una conspiración externa, diseñada por adelantado y ejecutada por bandas armadas latentes o ‘dormidas’ con la complicidad de ciertos países” afectando la soberanía, la independencia, la unidad del territorio libio y buscando apoderarse de sus riquezas petroleras y otras.

Los informes destacan las presiones sobre las misiones libias en el exterior, “para que los diplomáticos renuncien”, todo lo cuál conforma “una flagrante intervención en los asuntos internos” y pone como ejemplo el hecho de que los gobiernos extranjeros que participan en los ataques a Libia, “establecieron contactos con los líderes de bandas, sin conocer quienes eran, y los consideraron sus interlocutores, incluso aterrizaron en zonas libias bajo control extranjero, desconociendo la soberanía del país, sin permiso del gobierno competente.

Estas acciones ilegales, “mostraron que nunca hubo interés en una solución que resguardara la vida del pueblo libio”, sino que “vinieron a derrocar el gobierno, a dividir el país y a volver a los tiempos coloniales, matando a centenares de civiles y destruyendo lo que el esfuerzo del pueblo construyó desde que el país dejó de ser una colonia en los años 69”.

LOS “REBELDES” DE LA OTAN

El gobierno libio reclama el derecho a defender a su pueblo y su territorio, y lamenta que las denuncias sobre la presencia extranjera en las supuestas rebeliones “no hayan sido tomadas seriamente por otros estados y organizaciones, que hubieran podido comprobarlo en el terreno e impedir esta tragedia”. Documentan cómo el gobierno cumplió con todas las resoluciones de la ONU constituyendo el 7 de marzo de 2011 “un tribunal de apelación y un tribunal independiente, integrado por jueces experimentados para investigar los casos criminales ocurridos en Libia desde el 15 de febrero de 2011”.

También acató lo acordado en la reunión sostenida con Abdulelah Alkhatib, enviado del secretario general de la ONU a Libia, disponiendo detener todas las operaciones militares, pero el país fue atacado de inmediato. “En respuesta al Comunicado del Consejo del 23 de febrero de 2011 se preparó la recepción de una misión del consejo de Paz y Seguridad de la Unión Africana para comprobar la situación en el terreno y se ofreció recibir un comité investigador internacional bajo el liderazgo de la ONU ante las demandas del Consejo de Derechos Humanos”, señala el informe libio.

La cancillería informó asimismo a los miembros del Consejo de Seguridad sobre las disposiciones tomadas por Libia ante la primera resolución asumiendo el compromiso de proteger a los civiles, proveer ayuda humanitaria, respetar los derechos humanos y proteger a ciudadanos extranjeros, la no utilización de mercenarios por parte de Libia, la apertura de canales para la discusión “con vista a preservar la soberanía nacional en todo el territorio de la patria” y pidió a organismos y autoridades internacionales que investigaran en el terreno, “en lugar de apoyarse en falsas alegaciones”.

Nada de lo hecho por Libia fue reconocido y la respuesta fue el bombardeo permanente hasta no sólo la caída del gobierno de Gadaffi sino que su exterminio físico. “Esta agresión es la ejecución de una conspiración premeditada, como había sido advertido desde el inicio” y por eso no hubo ninguna respuesta ante la disposición del ejecutivo libio a cumplir todos sus compromisos, incluso aceptando el mapa de ruta propuesto por el comité africano de alto nivel el 19 de marzo que estipulaba en su primera fase, el alto a todas las hostilidades”. Se demuestra así que los atacantes “no querían ni la paz, ni la protección del pueblo. Quieren a Libia y sus riquezas no importa cuantos deban morir”.

Por Stella Calloni

El Ciudadano

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