El destape de más información sobre la persecución política en contra de las voces disidentes en Colombia a cargo del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) vuelve a agitar las aguas en Colombia ante las crecientes denuncias de persecución política bajo el alero de la «Seguridad Democrática».
A raíz de esto, hemos entablado la siguiente conversación con una de las miles de personas que la ha sufrido en carne propia, el periodista Hollman Morris, quien desde su trinchera en su programa Contravía, desde hace años realiza una labor francamente titánica por dar a conocer la realidad del conflicto colombiano. Esta labor es la causa de constantes ataques, señalamientos y hostigamiento, con agresiones verbales televisadas por parte del propio presidente.
Pero acá no estamos ante los desvaríos autoritarios de un presidente que vocifera más de la cuenta: a Hollman Morris, como a muchos otros críticos del gobierno, se le montó una verdadera campaña para destruirlo, tanto en lo personal como en lo profesional, desde los aparatos de inteligencia del Estado. Una campaña metódica y cuidadosamente planificada.
Esto ha quedado en evidencia con los documentos del DAS leídos por Juan Gossaín en su editorial de RCN del 16 de Abril, 2010. Dejamos a continuación que el propio Hollman Morris nos comente cómo le ha impactado esta cacería criminal, como él mismo la ha llamado.
Usted Hollman ha sido una de las personas que ha estado constantemente en la mira del gobierno y del DAS ¿Cómo afectó esta persecución a su vida personal?
Lo primero que hay que decir es que esto ha afectado la vida personal de unas 300 personas de oposición, de magistrados, periodistas independientes y defensores de derechos humanos. Lo primero, es claro que la intención de desacreditar y desestabilizar psicológicamente se cumplió a cabalidad; hubo campañas de desprestigio públicas, que fueron minando en círculos muy específicos la credibilidad de Contravía y de Hollman Morris. La desestabilización psicológica fue una práctica sistemática contra nosotros.
Durante el embarazo de mi mujer, en el 2004, mi esposa fue objeto de llamadas intimidatorias, de burlas, porque sabían y conocían el estado físico en que se encontraba y la determinaron como un blanco para desestabilizarnos. Las mujeres fueron blancos predilectos para el terrorismo telefónico y la desestabilización picológica. La vida en familia se ve afectada, claro, si tenemos que emplear escoltas, cuando hay niños de por medio que desde temprana edad todas sus actividades van acompañadas de hombres armados… todo esto afecta nuestra rutina, por eso es que en este caso, he tomado la determinación de salir del país…
¿Se va de Colombia entonces?
Nos vamos, pero por la puerta de adelante, pues hemos sido beneficiarios de la beca Nieman de Harvard. Salimos a estudiar, y yo quiero hacer énfasis en esta beca porque es un reconocimiento, es un premio al tesón y la resistencia, y es un mensaje que nosotros hemos tenido la razón todo este tiempo, que la lucha por la verdad ha tenido recompensas. Eso es un mensaje para todos los que luchan por la verdad de lo que ocurre en Colombia; lo anecdótico, y te comento esto, es que la beca llega a un año y un día después de que el presidente Uribe y quien entonces era su ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, pedía a viva voz que se me investigara y encarcelara.
La Fiscalía ha tenido un comportamiento, por decir lo menos, complaciente con la parapolítica… ¿a qué se debe que ahora esté destapando la olla podrida del DAS?
La olla podrida es tan grande que ya es difícil ocultarla, nosotros desde el 2005 advertimos que había intervenciones, interceptaciones, persecuciones en contra de nosotros, pero no sólo de nosotros, sino que de muchos otros colegas que también estaban sufirendo esto y hoy, con estas investigaciones y procesos, nos dan la razón.
Tristemente esto es mucho más grande de lo que pensábamos, esto fue una cacería criminal en contra de toda la oposición, de todo quien pensara diferente en Colombia, una operación de envergadura nacional e internacional, pues esto afectó también a organismos internacionales como la ONU, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el Parlamente Europeo… esto que sucedió es un atentado grave a la libertad de expresión, mucho más grave que cualquier otra situación de esta naturaleza que esté ocurriendo en el continente.
Me parece, en lo personal, bastante preocupante que la reacción de la opinión pública no sea proporcional a la gravedad de lo que se está destapando…
Esto ha ido escalado, y cada día hemos subido un escalón más en esa escalera para que la sociedad colombiana tome posición, se asombre y se indigne. Desde que aparecieron las denuncias de la revista Semana en febrero de 2009, algo más ha ido pasando, más voces se han alzado, y hoy la Fiscalía señala que desde la Casa de Nariño se han dado órdenes de interceptaciones y de persecución.
Hoy eso está ocurriendo, y se empieza a mirar como posibles responsables a quienes desde la presidencia estaban al mando. La sociedad se ha ido poco a poco permenado de esta situación tan grave… todos estos temas de alguna manera se están viendo reflejados en que el candidato del oficialismo, Juan Manuel Santos vaya perdiendo votos todos los días. Esto ha sido una cacería criminal en contra de la oposición…
Usted dice que esto es una cacería criminal, Juan Gossaín dice que esto no es ni más ni menos que un plan para destruir al país…
Todos esos calificativos son ciertos, pero si vemos los detalles de las órdenes que se impartieron, el blanco es todo lo que pensara diferente en este país y generaron toda una estrategia para criminalizar, para desacreditar cualquier voz crítica. Este no fue un plan contra todo el país: el partido de la U, por ejemplo, no fue tocado. Plinio Puleyo Mendoza no sufrió ninguna persecución, ni tampoco Ernesto Yamhure, ni los directores de los grandes medios de comunicación tampoco fueron víctimas.
Sólo los que observamos un comportamiento crítico y democrático frente a las políticas de este gobierno fueron perseguidos, espiados y atacados, es decir, fueron profesores, miembros del Polo Democrático, magistrados, defensores de derechos humanos… es más, creemos que por cada una de estas 300 personas que aparecen en las listas del DAS como objetos de seguimientos ilegales, al menos 4 amigos de cada uno de ellos fueron también objeto de esta cacería, la novia, la amiga ocasional, los amigos con que jugaban fútbol, los vecinos, y esas personas no lo saben.
Todo aquel que expresó alguna opinión contraria a este gobierno fue objeto de una persecución criminal, esos son miles sino millones de personas. Esto es una práctica propia de las más terribles dictaduras del mundo.
Déjame contarte un caso muy concreto. Una niña de un colegio de esos que acá decimos de estrato seis llega un día con un libro del sociólogo Alfredo Molano a su casa, Los Años del Tropel. Inmediatamente, la profesora que le coloca a leer ese libro es objeto de la más miserable cacería criminal, hasta el punto de llegar casi a sacarla del país, esto es una muestra de la paranoia enfermiza que se respira con estas políticas.
Usted es una persona que conoce como muy pocas la realidad del conflicto colombiano habiendo estado más de una vez en el terreno mismo donde este conflicto tiene lugar… hay quiénes intentan disociar la conducta criminal del DAS de la política de profundización de la guerra…
Es clarísimo que la estrategia utilizada para acabar con la oposición política, con las voces críticas y para acabar con la esencia de la democracia, no se puede desligar de una estrategia de guerra. La pregunta que nos hacemos y el Presidente debe dar la cara al país en este asunto, es que la estrategia del DAS es parte clave de la estrategia de Seguridad Democrática del presidente Uribe.
El 8 de septiembre de 2003, el presidente lanza un discuso diciendo que los defensores de derechos humanos son defensores del terrorismo, frente a generales y gente de inteligencia… lógicamente esto lo asumen como orden, pues quien dice estas cosas es comandante en jefe de las fuerzas armadas colombianas. Su estrategia no contempla el respeto por el derecho internacional humanitario, su estrategia no tiene límites, ¿por qué se desborda, contrariamente a la normativa del derecho internacional, y se bombardea Ecuador? ¿por qué los falsos postivos?
Porque es una política sin límites, de atajos, que viola derechos humanos y que busca acabar con las personas que en este país defendían los derechos y que denunciarían esos delitos. Afortunadamente esto no ha sido del todo posible y sigue habiendo voces que denuncian las violaciones de este gobierno. Hoy el país debe rendir un homenaje al movimiento de derechos humanos que ha sido tan agredido… el país no se puede concebir como una democracia sin una política de derechos humanos.
¿Alguna última palabra?
Termino diciendo lo siguiente: este lunes 3 de mayo se celebra el día de la libertad de expresión. Quienes hemos sido víctimas de esta cacería y de violaciones a los derechos humanos, gente humilde, campesinos, magistrados, periodistas, vamos a levantarnos, para pedir no más criminalización al pensamiento diferente en Colombia.
Ojalá que este caso llegue a sus últimas consecuencias, ya que en un país que dice ser una democracia, es un hecho sumamente grave, mucho más grave que lo que ocurre en Cuba, como lo dice la relatora para la libertad de expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos Carolina Botero ante la OEA.
El Presidente Uribe tiene que dar explicaciones a la sociedad colombiana, no a nosotros las víctimas. No puede ser que las agencias de inteligencia crean que pensar diferente, que ser oposición, es un delito. El presidente Uribe debe dar expliaciones, debe dar la cara al país, porque su policía secreta intimidó, amenazó, en una operación de envergadura nacional y es inconcebible que él pretenda que no se dio cuenta de eso, que no sabía nada.
Por José Antonio Gutiérrez D.
28 de Abril, 2010
Fotografía: elespectador.com
El Ciudadano