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Vuelco en caso de enfermera Bárbara Krumm, muerta en Talcahuano hace seis años: Informe Forense revela que no se ahorcó sino que fue estrangulada y denota increíbles errores y omisiones del SML

Los hechos poco claros sobre lo que pasó con Bárbara se tornaron más oscuros: algunas evidencias quedaron sueltas, surgieron muchas inconsistencias e imprecisiones, sobre todo en las declaraciones del marido, que evidenciaron las falencias de la primera y única autopsia e informe forense que se tenía de la trágica muerte de la mujer.

   

Bárbara Krumm, enfermera del Hospital Higueras, de Talcahuano, supuestamente se suicidó la madrugada del 16 de marzo de 2017. Según su viudo, Miguel Barrientos Cifuentes (quien rindió a la policía el único testimonio oficial que se tiene del caso) aquella noche ambos se fueron a dormir juntos, pero momentos después la mujer se levantó de la cama y no regresó. El hombre dijo que al despertarse -en medio de la noche- le extrañó su ausencia y se paró a buscarla. Bajó al primer piso de la vivienda y la encontró muerta colgando de la parte más alta del techo del estacionamiento de su casa. Sostiene que cortó con sus manos el cable del que ella colgaba y la bajo, para luego depositarla en el living del hogar (situado a varios metros de ese lugar), sin aplicar maniobras de reanimación o llamar a los servicios de urgencia. Luego, dio aviso a la policía y a un hermano de la recién fallecida vía telefónica.

La versión de Barrientos fue ratificada a los pocos días por el Servicio Médico Legal (SML) de Concepción, lugar donde Barrientos laboraba como auxiliar en tanatología. 

No obstante, con el transcurrir del tiempo, los hechos poco claros sobre lo que pasó aquella noche con Bárbara se tornaron más oscuros: algunas evidencias quedaron sueltas, surgieron muchas inconsistencias e imprecisiones, sobre todo en las declaraciones del marido, que evidenciaron las falencias de la primera y única autopsia e informe forense que se tenía de la trágica muerte de la mujer.

Todas esas inconsistencias llevaron a la familia de Bárbara a contactar al médico legista de prestigio internacional Luis Ravanal Zepeda, el mismo especialista forense que determinó que el exministro de Interior de Salvador Allende, José Tohá, no se había suicidado, sino que había sido estrangulado, siendo clave para aclarar este crimen, y muchos otros de gran connotación pública. 

En un extenso análisis, el doctor Ravanal -que actualmente es vicepresidente de la Asociación Mundial de Medicina Legal (WAML)- trazó distintos puntos que dan respuesta a las inconsistencias a ese primer informe de medicina legal sobre la muerte de Bárbara y pone luces en hechos contundentes que pueden esclarecer un caso que a todas luces parece mostrar rasgos de un  homicidio.

La muerte de Bárbara

Eran más de las 2:30 de la madrugada del 16 de marzo de 2017 en la población Los Cóndores de Talcahuano, cuando unos vecinos escucharon unos gritos desgarradores. Preocupados, levantaron el teléfono y llamaron a la casa de la que creían haber escuchado los quejidos. Ante la pregunta, quienes recibieron la llamada aseguraron a sus vecinos  que ellos también habían escuchado los gritos pero que estos no provenían de su hogar si no que provenían de la casa del frente.

Horas más tarde, a las 7 de la mañana, Miguel Barrientos Cifuentes, esposo de la reconocida enfermera y dirigente gremial -de la Fenasenf, Federación Nacional de Enfermeras (os)- Bárbara Krumm Novoa, dio la terrible noticia: su mujer se había suicidado por ahorcamiento. Esta provocó un impacto terrible en la familia de la fallecida. No lo podían creer. La situación era totalmente inesperada, sobre todo por tratarse de una persona sumamente estable y fuerte.

El hombre contó a un hermano de  Bárbara (que vivía en Rancagua) y a la policía, que había encontrado a su esposa, de 45 años, colgada del techo del estacionamiento de su casa. Según él, Bárbara había utilizado un cable para quitarse la vida, sin embargo, se desconocía el motivo de aquella terrible decisión.

Al verla colgada, dijo Miguel Barrientos, procedió a cortar ¡con las manos! el cable coaxial que la mantenía atada. Luego trasladó el cuerpo a un mueble ubicado en la sala de la casa, a varios metros del lugar donde Bárbara supuestamente se había colgado. Fue él mismo quien llamó a la policía para avisar lo ocurrido sólo que casi 4 horas después de que se escucharan los gritos que determinaron su deceso. Cuando relató todo esto, el hombre, de 50 años, se encontraba duchado, vestido, bien peinado, impecable, nos relató la madre de Bárbara, Rebeca Novoa, quien vive a menos de dos cuadras y fue -con su esposo y su hijo Carlos- la primera en llegar al sitio del suceso, la casa de su recién fallecida hija… Su otro hijo -al que Barrientos había llamado- le dio aviso y ella partió inmediatamente a verla.

“Estaba sentada. Yo le destapé el rostro (que el hombre había tapado con un cobertor) y le toco la cara: estaba helada como una piedra”.

Después de eso, llega Carabineros y al poco tiempo se la lleva un vehículo del SML para “hacerle una autopsia express”, dice Rebeca. 

Poco después de avisar a la familia y a la policía, Barrientos “llamó a un colega del hospital Higueras, desde el celular de mi hija para avisar que ella se había matado, ahorcándose”, indica la madre. 

Poco después, muchos consternados compañeros de trabajo de la enfermera llegaron hasta su domicilio para acompañarla a ella y a su familia. 

El cuerpo fue llevado a la misma morgue donde trabajaba Miguel. Ahí realizaron la autopsia al cadáver y determinaron que la causa de la muerte había sido ‘asfixia por ahorcamiento’, estableciendo en el Punto 3 de las Conclusiones: “Tiene características de suicidio”, como se observa en Informe de Autopsia N°VIII-CONCE-152-2017, suscrito por el Dr Juan Andrés Cartes Jorquera.

Según este informe no se habían encontrado “signos de intervención de terceros” aduciendo que unas “lesiones externas” que tenía el cadáver de Bárbara en las piernas, “son explicables por acción de elemento contundente” y “no tienen relación directa con la causa de muerte”. 

Las conclusiones, en pocas palabras, apuntaban a dar un cierre al expediente y ponían toda la responsabilidad del hecho en los hombros de Bárbara. 

Oscuridad, dudas y sospechas

En torno al fatídico evento había un manto de oscuridad, irregularidades y situaciones poco claras que no terminaban de encajar con la versión suicida que dictaminó esa primera evaluación forense. Bárbara tenía el brazo derecho lesionado (había sido operada de ese brazo hace menos de un mes), por lo que se le dificultaba alzarlo y más aún, atar cables en la barra donde supuestamente se colgó a casi 2,5 metros de altura, todo esto, sin utilizar una escalera o mesa (como evidencian las fotos del sitio del suceso). 

Cabe consignar que la noche previa a su muerte, una hermana de Bárbara (Carolina) la llamó por teléfono y ella le comentó que había echado a su marido de la casa, luego de descubrir que él le estaba sacando plata de su cuenta bancaria.

La madre añade que -pocas horas antes de eso- ella fue a ver a Bárbara a su casa. “Estaba acostada pero no me habló nada. Tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Lo único que le dijo fue: ‘quiero dormir, dormir, dormir’. Esas fueron las últimas palabras que le escuché a mi hija”.

Rebeca sostiene  que “el hombre la mató porque él quería quedarse con todas las propiedades de mi hija, y con los vehículos también”. Informa que Bárbara tenía dos casas (la de Talcahuano y una en San Pedro), además de un campo en Santa Juana. “Él se quedó con todo y cumplió su anhelo de retirarse del trabajo y quedarse con la pensión de viudez. Él lo tenía todo programado. Eso es lo que yo percibo como mamá”. 

Doña Rebeca dice que informó de esta percepción suya a la fiscalía a poco de la muerte de su hija, pero que estos le respondieron que tenía que tomar abogado porque ellos no podían hacer nada ante sus denuncias porque estas sólo corresponderían hacerlas al marido. “Perdón, y si fuera él el que la mató porque él era el único que estaba en la casa…”, recuerda que dijo. Y le respondieron: “tiene que tomar abogado”. Dice que fue una mujer en el mesón de la Fiscalía de Talcahuano la que le dijo esto. 

“Esa noche él la mató, la estranguló”

La madre de Bárbara y su familia comentaron a El Ciudadano que la relación sentimental entre su hija y Miguel, aunque seguían viviendo juntos y casados, estaba rota desde año y medio antes de su muerte. Sostienen que “el hombre” (Barrientos) maltrató en varias ocasiones a la enfermera, al punto de causarle moretones que llegaron a observar algunos de sus amigos y compañeros de trabajo en el Hospital Higueras. 

“Esa noche él la mató, la estranguló”, afirma su madre. 

Un elemento que respalda esta certeza lo da el relato de una vecina vertido la mañana posterior al trágico suceso. La mujer -de apellido Rivas- le dijo “¡que terrible los gritos desgarradores de Bárbara!”. Estos habrían ocurrido entre 2 y 2.30 de la madrugada. La vecina dijo que un médico vecino llamó a otra vecina preguntando qué pasaba y que el mismo galeno habría comentado, “debe ser en la casa de la enfermera”. 

La familia asegura que en el vecindario ya no tomaban mucha atención a lo que ocurría en casa de su hija dado que el marido frecuentemente hacía escándalos tras lo cual llegaba la policía y nada pasaba. 

La familia de Bárbara describe a Miguel como un hombre poco fiable y al que nunca quisieron. Aseguran que él era un tipo de poca cultura, muy grosero al hablar, que no tenía temas de conversación, conflictivo, con problemas de alcoholismo y de consumo de drogas, al que le gustaba usar armas de fuego para cazar animales. 

Cuentan que ella lo conoció en el hospital Higueras, donde él trabajaba como  junior y gasfíter. Por lo mismo, cuando ella compró casa, le pidió que la ayudará con las instalaciones y así se fueron conociendo más y terminaron casados. 

La familia de Bárbara asegura que ella le consiguió el puesto de trabajo en la morgue de Concepción. Y que, al tiempo, él comenzó a evidenciar actitudes extrañas en relación con esto. Se sacaba fotos con los muertos y en una ocasión dijo que le gustaría sacar el tímpano a un cadáver porque estos replicaban sonidos a distancia. 

En relación con la muerte de Bárbara, en su velorio ocurrió una situación que hizo aumentar las dudas de su familia respecto de la presunta naturaleza suicida de este fallecimiento. El hombre, en su afán de retratar cómo había encontrado el cuerpo colgando en el estacionamiento de su casa, aseguró que su esposa había atado los cables en un trozo de madera que atravesaba una viga del techo.

Sobreactuando, apuntó al travesaño donde su esposa supuestamente se había ahorcado y dijo: ‘en este palo culiao se colgó…’  tras lo cual se aferró a ese madero y antes de que terminara el relato el palo se quebró. “Eso lo vio y escuchó mi nuera”, dice Rebeca. Todos quedaron atónitos. Si se fracturó de un solo agarrón, ¿pudo este débil madero soportar durante minutos u horas los 75 kilos de peso de Bárbara?. Esto, considerando que, para ahorcarse, hay que lanzarse hacia abajo para poder tensar el cable sobre el cuello. 

No hay crimen perfecto y este detalle abrió más las dudas de la familia. 

Como sea, la versión de Barrientos se vio favorecida por el SML y por el nulo accionar de los diversos fiscales que han intervenido por seis años en este caso y poco y nada han hecho para aclararlo. 

El primer fiscal fue Paulo Pucheu Bancalari, quien según la familia de Bárbara, obstaculizó la investigación e hizo todo lo posible para evitar que se hiciera una segunda autopsia, que corrigiera los enormes defectos y omisiones de la primera.  Con el entonces abogado de la familia John Camus Salazar consiguieron sacar a este fiscal del caso.

El fiscal José Orella asumió esta causa hace aproximadamente unos tres años. No obstante, salvo autorizar la segunda autopsia  -en 2021- poco ha hecho (dice la familia) para resolver el caso. Esto, pese a que el informe del Dr Ravanal (de 2018) es concluyente en apuntar al homicidio por estrangulamiento como causa de la muerte. 

La familia también se queja de su exabogado defensor Waldo Ortega -quien tuvo en 2021 este caso- al que acusa de cobrar 5 millones al contado por asumir la causa y hacer casi nada en la misma. 

Análisis del doctor Ravanal: “Asfixia por estrangulación a lazo”

Al fin, la familia decide que el caso de Bárbara debe ser revisado con un nuevo análisis forense para determinar la verdad sobre la muerte de la enfermera. A partir de ahí entra en juego el internacionalmente prestigiado médico cirujano Luis Orlando Ravanal Zepeda: experto en Medicina Legal y Forense, acreditado como perito en la Defensoría Penal Pública ante la Corte de Apelaciones de Santiago, miembro fundador de la Sociedad Chilena de Medicina Legal y Criminalística (Socimel), además de Secretario General de la Academia de Valoración del Daño Corporal del Mercosur. 

Ravanal fue contactado por la familia de Bárbara para analizar y realizar una valoración técnica del informe de su autopsia, así como los expedientes periciales asociados al hecho, con el propósito de determinar la objetividad de los estudios y si estos se ajustaron a los estándares normativos y técnicos vigentes que permiten determinar las causas de la muerte de la enfermera.

Los informes que tuvo a la vista este forense, además del de autopsia, fueron:

-Informe Científico Técnico del Sitio del Suceso. Suicidio por Ahorcamiento de Barbara Deborah Krumm Novoa. Servicio de turno del día 16 al 17.MAR.017, de la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones de Chile. 

-Informe Pericial Planimétrico N°169/2017, del Laboratorio de Criminalística Regional Concepción, Sección Dibujo y Planimetría, Policía de Investigaciones de Chile. 

-Declaración policial voluntaria por delegación del Fiscal de Miguel Eduardo Barrientos Cifuentes, 50 años de edad, viudo, técnico Tanatólogo, efectuada el día 17 de mayo de 2017. 

-Declaración policial voluntaria por delegación del Fiscal, de Luis Eduardo Vicentela Iturrieta, 36 años de edad, traumatólogo, efectuada el día 29 de mayo de 2017. 

En su informe Pericial Analítico -de 32 páginas-, fechado el 18 de marzo de 2018, al que tuvo acceso El Ciudadano, el Dr. Ravanal analiza las descripciones gráficas del sitio del suceso, el contexto de los hechos, los testimonios del único testigo y del traumatólogo que la examinó, las fotos del cadáver, y especialmente los análisis y descripciones realizados por los profesionales del SML. 

La principal conclusión: la muerte de Bárbara no fue causada por un ahorcamiento relacionado con un hecho suicida, sino por una ‘estrangulación a lazo’, que es la constricción o compresión externa del cuello mediante la aplicación de una fuerza activa ajena al peso del cuerpo, posiblemente ejercida por otra persona, y que se ejecuta por intermedio de un lazo.

La diferencia más notable entre la ahorcadura de naturaleza suicida y la estrangulación a lazo es que, en el primer caso, el surco de ahorcadura tiene una dirección ascendente, mientras que cuando se trata de una estrangulación, la marca es generalmente horizontal y cubre todo el cuello, incluyendo la nuca, no se interrumpe como en el ahorcamiento, como ocurrió con Bárbara, señala Ravanal en su informe.

Fotografía de Bárbara Krumm. Vista posterior de la región cervical que muestra el surco horizontal completo, característico de la estrangulación a lazo, muy diferente al surco incompleto del ahorcamiento suicida. Esta fotografía está contenida en Informe Pericial Analítico, del Dr Luis Ravanal, y fue tomada por peritos de la PDI en el sitio del suceso.. Esta fotografía se reproduce con la autorización de la familia de Bárbara Krumm y con la intención de mostrar la verdad científica que, por tanto tiempo, ha mantenido esta investigación en las penumbras.

“Se constató a través del estudio del informe de autopsia, registros fotográficos e informes periciales policiales del sitio del suceso, que el cadáver de Bárbara Deborah Krumm Novoa, presenta signos típicos concordantes con una asfixia por estrangulación a lazo, por cuanto presenta un surco cervical completo de trayecto predominantemente horizontal, con acentuada congestión, cianosis y múltiples petequias por encima del límite del surco, además de los signos inespecíficos de asfixia comunes en distintos tipos de asfixia mecánica”, dice el informe emitido por el doctor Ravanal.

Además, en los casos de estrangulación también suelen observarse rasguños a nivel de cuello, como se observa en fotos del cadáver de Bárbara, lo que sugiere el intento de la víctima para zafarse de la atadura forzada.

Vista anterolateral izquierda de la región cervical, se aprecian dos surcos, uno submandibular (flecha amarilla) y otro cervical medio completo (flecha blanca).

“El diagnóstico de ‘asfixia por ahorcamiento’ consignado en el informe de autopsia que lo vincula con una naturaleza ‘suicida’, constituye un dictamen de autoridad, pero no de contenido dado que no encuentra confirmación de prueba objetiva a la luz de los antecedentes y evidencias, por cuanto las descripciones y exploraciones autópsicas son notoriamente incompletas, con significativas omisiones descriptivas de las estructuras de mayor importancia anatómica en el análisis de este tipo de muertes, donde destaca la ausencia total referente a la exploración de los vasos sanguíneos del cuello (arterias carótidas y venas yugulares), que son las estructuras que con mayor frecuencia se afectan durante la asfixia mecánica por compresión a lazo, y que en el caso no fueron exploradas”, agrega el nuevo informe forense de Ravanal.

Inconsistencias del primer informe

El especialista consignó diversas irregularidades en la primera evaluación forense que no permiten ayudar a la investigación. Por ejemplo, se descartó la presencia de heridas a nivel de piernas en el cuerpo de Bárbara, que podrían sugerir que ella intentó defenderse o batalló durante una posible agresión.

“En el caso analizado, los resultados recogidos en el sitio del suceso y durante autopsia podrían en principio a ojos inexpertos ser concordantes con la presunción de un ahorcamiento de naturaleza suicida, sin embargo, a través del estudio detallado de los informes periciales y registros fotográficos, es posible señalar con alto margen de certeza que los signos de asfixia y el patrón que exhibe el surco cervical completo con un trayecto esencialmente horizontal, concuerdan con un mecanismo por estrangulación a lazo, considerando además, de que se ha incurrido en un error analítico al asumir en forma sesgada desde el principio de la investigación que se trataba de un cadáver que fue encontrado ahorcado (presuntamente suspendido desde el cuello por cable eléctrico), en circunstancias en que el sitio del suceso se encontraba alterado, ya que el cadáver nunca fue visto por los investigadores en su condición original (supuestamente colgando ahorcado). Sólo se presume en base a la información testimonial entregada por un único testigo, quien declara haber encontrado el cuerpo suspendido, procediendo a liberarlo y posteriormente trasladarlo a otra dependencia dentro de la casa habitación donde habrían sucedido los hechos”, detalla Ravanal en sus conclusiones.

El experto agrega que “en general en el proceso de investigación se advierte que no se realizaron estudios que permitiesen establecer cómo ocurrieron los hechos, sin analizar cómo podría haber podido la víctima ejecutar las diversas maniobras para alcanzar la viga (2,4 metros de altura) donde se encontró un segmento de cable eléctrico que se asocia con la construcción de una soga de ahorcamiento, en condiciones de oscuridad y con limitaciones físicas dado el estado de afectación física por lesión en tratamiento de la extremidad superior derecha (tratada quirúrgicamente) y presumiblemente bajo los efectos de clonazepam”.

El único testimonio y las heridas en las piernas de Bárbara

También advierte que no se investigó el testimonio de la única persona que vio a la víctima colgando ni tampoco se verificó cómo el hombre pudo bajar a la mujer y cortar los cables con sus propias manos a una altura que no resulta fácil acceder sin el uso de escaleras. Entre otras opacidades, el experto forense también critica que no se hayan tomado en cuenta otros factores de muerte, por lo que sugiere realizar la exhumación de cadáver para realizar una nueva autopsia. 

“No consta a su vez que se hubiese investigado con detenimiento y cautela el relato del único testigo respecto a su intervención, considerando que resulta complejo poder explicar cómo podría haber logrado liberar a la víctima suspendida en altura, cortando el cable eléctrico grueso a través del cual presuntamente se suspendía la victima de 75 kg, sólo empleando las manos, y luego descenderla sin que se golpeara contra el piso, en circunstancias en que los segmentos de cable exhiben en sus extremos cortes netos, además, llama la atención, que no hubiese desplegado maniobras de reanimación, no obstante la sensación térmica que pudiese haber interpretado tenía el cuerpo de la víctima (frio – como apreciación subjetiva), en circunstancias en que se trataría de un individuo con formación sanitaria, quien en tales condiciones no podría estar seguro que la víctima se encontrase en condición de paro cardiorrespiratorio irreversible o con diagnóstico de muerte segura”, señala el especialista forense.

Además de las omisiones descriptivas y exploratorias observadas en el informe de autopsia, Ravanal resalta que pudo constatar que el primer estudio pericial “no se ajustó a las normas técnicas vigentes del Servicio Médico Legal, al no recolectar las muestras suficientes y adecuadas para llevar a cabo un estudio toxicológico e histológico adecuados, omisiones que afectan el resultado de la investigación, y que sólo pueden ser enmendadas a través de un segundo análisis autópsico”.

“Se constata a su vez la presencia de múltiples lesiones contusas, algunas de ellas concordantes con un mecanismo de presión (en cara anterior de pierna izquierda), que no pueden ser explicadas con el mecanismo de ahorcamiento con suspensión completa, los cuales puede corresponder a lesiones contusas dentro de un contexto de agresión, que se suman a los signos concordantes con estrangulación, es decir, existen lesiones contusas que permiten considerar la intervención de terceros dentro del contexto diagnóstico de una muerte violeta por estrangulación a lazo”.

Esta conclusión de Ravanal contradice la autopsia realizada por el Servicio Médico Legal y pone en duda el procedimiento en su totalidad. Por tal motivo, el experto sugiere ampliar las investigaciones relativas a los hechos y circunstancias en que habría acontecido la muerte de Bárbara, “siendo imprescindible la realización de un segundo  análisis autópsico en virtud de las notorias omisiones constatadas en los estudios realizados por el Servicio Médico Legal, aunado, como se ha señalado, a la falta de sustento técnico respecto al diagnóstico de causa y mecanismo de muerte, sin que existan pruebas indubitadas y objetivas que permitan excluir con certeza una asfixia por estrangulación”.

Tras años de insistencia por parte de la madre de Barbara, la Fiscalía en forma tardía autorizó la realización de una segunda autopsia, la cual se efectuó en el Servicio Médico Legal de Concepción a partir del 12 de octubre de 2021, con limitadas posibilidades de aportar nuevas evidencias que permitan clarificar los hechos, ya que según informaciones preliminares, el cadáver se encontraba esqueletizado, habiéndose perdido la evidencia material de las lesiones en el cuello, con estudios antropológicos pendientes por parte del Servicio Médico Legal, a pesar de los años transcurridos. 

Es importante mencionar que el hueso hioide fue enviado al SML de Santiago para ser periciado pero nunca se ha informado de los resultados de esta pericia clave sobre el mismo, lo mismo que ha ocurrido con una muestra de uñas de Bárbara. 

La doctora que participó por parte del SML en la segunda autopsia fue la forense Vivian Bustos. 

Este es un caso en donde las respuestas yacen en el expediente y en la correcta interpretación de las lesiones en el cuello de la víctima, como lo ha expuesto el Dr. Ravanal. 

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