Brasil supera los 15.000 fallecidos y es el cuarto país con más casos de COVID-19

Brasil superó los 15.000 muertos por el nuevo coronavirus y los 230.000 contagiados, según cifras oficiales, que lo convierten en el cuarto país con el mayor número de casos de COVID-19.

Con 15.633 muertos y 233.142 casos confirmados, Brasil es la nación latinoamericana más afectada por el virus, que ya se ha cobrado casi 310.000 vidas en todo el planeta.

El número de casos, sin embargo, podría ser hasta 15 veces superior, por la falta de aplicación de pruebas de descarte, según expertos.

Este sábado, un día después de que Nelson Teich renunciara como ministro de Salud, Brasil registró 816 decesos y 14-919 nuevos casos en las últimas 24 horas.

El oncólogo estuvo menos de un mes en el cargo. Había asumido el 17 de abril, después de que el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro destituyera a Luiz Henrique Mandetta, quien era favorable a las medidas de cuarentena y defendía que los protocolos de tratamiento estuviesen basados en criterios científicos.

Teich renunció por «incompatibilidades» con el presidente, informó a AFP una fuente del Ministerio de la Salud.

Con la salida del segundo ministro en menos de un mes, el general Eduardo Pazuello, asumió ese despacho de forma interina.

Bolsonaro contra el confinamiento

A pesar de las alarmantes cifras, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, volvió a atacar las medidas de confinamiento.

El ultraderechista aboga por la «vuelta a la normalidad» con argumentos económicos, y promueve el uso de cloroquina e hidroxicloroquina en el tratamiento de la enfermedad.

«El desempleo, el hambre y la miseria será (sic) el futuro de aquellos que apoyan la tiranía del aislamiento total», tuiteó el mandatario.

Asimismo, publicó un video de casi cuatro minutos, junto al cual escribió: «Cómo conseguir la soñada inmunidad«.

En las imágenes, un hombre que se identifica como médico afirma que «lo que determina si una persona va a vivir o morir frente a la contaminación por coronavirus es su inmunidad«. Además, señala que «no es el poder de agresión [del virus] lo que prevalece, sino la fragilidad de las personas».

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