El martes 7 de mayo, la Asamblea Nacional en desacato decidió iniciar el proceso de reincorporación -de forma ilegal- del país caribeño al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR)
Pareciera que se tratara de una «patada de ahogado» o como reza un refrán popular venezolano: «el muerto se estira pa’ morise». Así es la más reciente artimaña de un leguleyo Juan Guaidó, el autoproclamado supuesto «presidente interino» de Venezuela, luego de su fracaso intento de alzamiento militar el pasado 30 de abril, el cual se gestó entre engaños y una masiva difusión mediática.
Precisamente, es esa mediática internacional la que poco o nada informa sobre la nulidad de las funciones de todo lo que realiza, decide o ejecuta la Asamblea Nacional -a la que pertenece Guaidó- desde enero de 2016, cuando la institución entró en desacato al orden constitucional venezolano y perdió así el control del Poder Legislativo.
En 2016, la directiva del parlamento -de mayoría opositora- decidió no ejecutar una orden del Poder Judicial que instaba a desincorporar a dos diputados electos por el estado Amazonas (sur), quienes habían obligado a parte de los electores a que votaran por ellos en condiciones de amenaza y soborno, un hecho que fue corroborado por el Poder Electoral, que decidió la nulidad del proceso en esa región limítrofe con Brasil.
Desde entonces, cualquier decisión y acción que ejecute la Asamblea Nacional no tiene carácter legal ni jurídico. Sin embargo para los medios, el Gobierno de Estados Unidos y los países que actúan como sus cómplices en los planes contra Venezuela, sí.
Esa misma «cámara», como la suelen llamar Guaidó y los distintos voceros de oposición que hacen shows mediáticos en ese parlamento «autoilegalizado» y del cual «el interino» de Washington es también el supuesto «presidente», aunque en lo legal no lo es; tuvo como su último jefe parlamentario a Henry Ramos Allup (2016), hoy también buscado por la justicia venezolana por la comisión de distintos delitos vinculados a la intentona golpista del pasado 30 de abril.
Bajo ese contexto, el pasado martes 7 de mayo el referido Parlamento en desacato decidió iniciar el proceso de reincorporación de Venezuela al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), un pacto del siglo pasado del cual el país bolivariano se retiró en 2013.
También llamado Tratado de Río, por la ciudad brasileña donde fue originalmente firmado el 2 de septiembre de 1947, tras la Segunda Guerra Mundial, el TIAR vendría a suponer para el supuesto gobierno que ejerce Guaidó -según Estados Unidos y los gobiernos que integran el autollamado Grupo de Lima (Argentina, Perú, Chile, Ecuador, Guatemala, Canadá, Colombia, Paraguay, Brasil, Panamá, Guyana, entre otros)- el medio «legal» que les abriría las puertas para argumentar y justificar la invasión militar contra Venezuela.
¿Cómo utilizaría Washington la leguleyada en torno al TIAR?
El TIAR es un pacto interamericano de defensa mutua firmado hace más de 70 años y que nunca se ha ejecutado formalmente, aunque en una ocasión Argentina lo intentó activar cuando el Reino Unido realizó la invasión de las Islas Malvinas.
En aquel momento, 1982, Argentina invocó el tratado durante la guerra por las Malvinas, pero EE. UU. argumentó que las condiciones establecidas no aplicaban por el pacto y optó por apoyar al reino europeo, del que es socio en otra alianza de defensa, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y desde donde ha logrado aumentar los ingresos de su industria armamentista de forma exponencial con la imposición de guerras en Oriente Medio, África, Centroamérica y antiguos países de la Unión Soviética.
En la actualidad, 15 Estados miembros de la Organización de los Estados Americanos (OEA) -organismo que Venezuela decidió dejar por el continuado injerencismo contra el país y las reiteradas violaciones al derecho internacional desde su seno- están adheridas al TIAR; Estados Unidos y el Grupo de Lima son parte de ellos.
Según indica el tratado, los países firmantes condenan formalmente la guerra y se comprometen a buscar soluciones pacíficas a sus conflictos mutuos; pero el pacto también establece que «un ataque armado por parte de cualquier Estado contra un Estado americano será considerado como un ataque contra todos los Estados americanos«.
«En consecuencia, cada una de dichas partes contratantes se compromete a ayudar a hacer frente el ataque, en ejercicio del derecho inmanente de legítima defensa individual o colectiva que reconoce el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas», explica el tratado.
Ese «ataque armado» al que se refiere el TIAR y que «compromete» a los países firmantes a tomar parte amparados en el «ejercicio del derecho inmanente de legítima defensa individual o colectiva que reconoce el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas», sería la excusa perfecta para que Guaidó y su falso gobierno invoque ese tratado y se permita una invasión militar «legal» contra el pueblo venezolano.
El escenario para que Guaidó llame a los países firmantes del TIAR a «ayudar» a Venezuela, podría ser cualquier protesta inducida por la extrema derecha que sea contenida por los grupos antimotines y cuerpos de seguridad venezolanos.
Guaidó y sus secuaces podrían decir que las «acciones brutales de las fuerzas represivas de Maduro», es decir, una persona que según los países firmantes del TIAR no ejerce el poder legítimo en Venezuela, sería «el cabecilla» de «un ataque armado» y que como son «usurpadores del Estado», «defensores de la dictadura», «del gobierno ilegítimo» y «del usurpador Maduro», es conveniente pasar al definitivo «cese de la usurpación».
Esta sería la vía que abriría las puertas a una posible invasión militar en Venezuela. Pero lo que frenaría la leguleyada de Guaidó, o mejor dicho de Washington, serían la falta de apoyo popular y el rechazo de la Fuerza Armada al golpe de Estado que pretenden ejecutar desde enero de 2019, cuando el entonces diputado por el estado Vargas (norte) se decidió autoproclamar «presidente» en una plaza pública.
Entonces, no sería una sorpresa que en los próximos días o quizás semanas, se vuelva a ver a un campante Guaidó firmando la reincorporación de Venezuela al TIAR y sea visto este gesto como el nuevo paso de la «fase final» de la «Operación Libertad» para que en definitiva y ahora sí, «cese la usurpación» de Nicolás Maduro.
Más mentiras para recrudecer el bloqueo a Venezuela
Contra las amenazas e intenciones del Gobierno de Donald Trump, un régimen que fundamenta su accionar en las mentiras, el presidente legítimo de Venezuela y electo democráticamente en 2018 -Nicolás Maduro- cuenta con el apoyo de potencias nucleares y armamentistas como China, Rusia, India, Irán, Turquía, sólo por mencionar algunas naciones fuera del continente, además con el apoyo diplomático de la Comunidad de Estados del Caribe, Bolivia, Nicaragua, Cuba, Uruguay, México y otros que comienzan a alejarse de la diplomacia visceral que intenta imponer Washington en la región.
La amenaza de una intervención militar contra Venezuela para derrocar a Maduro está en el aire y es alentada por Trump y sus voceros desde que oficializaron en 2018 que esa opción está sobre la mesa.
Pareciera entonces que el posible falso reintegro de Venezuela al TIAR es la vía o la patada de ahogado que podría levantar la ya desmembrada imágen de Guaidó, pero sobre todo los planes de la Casa Blanca contra Venezuela.
Para ell,o los pasos a seguir es que la Asamblea en desacato apruebe la reincorporación, luego la firme el pseudo «presidente» y sea llevada a la OEA -instancia de la que Venezuela ya no es Estado miembro pero que cuenta con un actor de Guaidó como supuesto «embajador», lugar donde con la promoción de Luis Almagro, secretario general de ese organismo, y la «aprobación» de los países que la integran y forman parte del Grupo de Lima, terminaría por comenzar la invasión.
Al respecto, Almagro ya mostró nuevamente la intención de invadir a Venezuela al argumentar que el país está lleno de «violencia» producto de la «represión» de «la dictadura»; y en ese sentido agregó que la OEA está en «la necesidad» de «llevar gente» al país para acabar con «los usurpadores».
De hecho, el pasado domingo, el periodista de derecha Andrés Oppenheimer indicó en el periódico El Nuevo Herald de Miami, Florida, que funcionarios estadounidenses y latinoamericanos están explorando invocar el pacto TIAR para invadir a Venezuela.
En ese sentido, Oppenheimer dijo que el representante del Gobierno de Trump para Venezuela, Elliott Abrams, dijo que «el TIAR es mucho más amplio» que un tratado militar, porque permite también tomar acciones en común relacionadas a profundizar el bloque diplomático y económico contra Venezuela a través de sanciones coercitivas que le impondrían los países aliados a la Casa Blanca.
En este compendio de medidas se pueden aplicar la ruptura definitiva de las relaciones diplomáticas y consulares con el gobierno de Venezuela ,recrudecer las sanciones unilaterales en lo financiero y económico,así como el bloqueo marítimo que ya comenzó a ejercer Estados Unidos contra Venezuela.
Este cerco se dio luego de sanciones a varias navieras mexicanas que transportaban alimentos al país sudamericano para el programa de atención social CLAP, que lleva cajas de comida de forma directa a más de seis millones de familias mensualmente y que pretendía ejecutarse cada 15 días, pero que ahora está en peligro producto de ese bloqueo.
En todo caso, el TIAR, de ser impuesto por los gobiernos aliados a Washington contra Venezuela, con la complicidad de la derecha venezolana, vendría a agravar la crisis económica y social en el país caribeño.
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