Advierten que deshielo del permafrost podría liberar peligrosos virus antiguos

Científicos afirman que algunos de los microbios que habitaron el suelo hace cientos y miles de años que podrían, en teoría, resurgir a medida que el hielo se derrite.

Por Pedro Pérez

08/02/2020

Publicado en

Medio Ambiente / Salud

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Científicos advierten que el deshielo del permafrost podría liberar virus antiguos que permanecieron encerrados durante cientos de miles de años, provocando el resurgimiento de patógenos desconocidos para la ciencia.

A principios de este año, los expertos analizaron dos muestras de núcleos de hielo de la capa de hielo de Guliya, Tibet, identificando cuatro de un total de 32 virus.

Al publicar su estudios, aseguran que los datos proporciona evidencia de un método «ultra limpio» de muestreo microbiano y viral, lo suficientemente limpio como para extraer el virus del glaciar ileso y no contaminado.

De hecho, una de las muestras de núcleo obtenidas por los científicos databa de 520 años, mientras que la otra contenía sedimentos encerrados hace 15.000 años.

A partir de esto, afirman que algunos de los microbios que habitaron el suelo hace cientos y miles de años que podrían, en teoría, resurgir a medida que el hielo se derrite.

“El deshielo «liberará microbios y virus glaciales que han sido atrapados y preservados durante decenas a cientos de miles de años», sostienen.

Aseguran que los datos proporcionan evidencia de un método «ultra limpio» de muestreo microbiano y viral, lo suficientemente limpio como para extraer el virus del glaciar ileso y no contaminado.

Revivir el pasado

El que los virus antiguos puedan representar un riesgo para la salud pública es una incógnita que está por resolverse, mientras los expertos publican y verifican sus resultados con un panel de investigadores.

«Podrían ser virus antiguos que ya conocemos, como el virus de la viruela, que creemos erróneamente que fueron erradicados», explica Jean-Michel Claverie, profesor de genómica y bioinformática de la Universidad Aix-Marseille en Francia, que no participó en el estudio del glaciar tibetano.

«También podría haber virus que causaron extinciones de animales o humanos en el pasado, y que la medicina moderna no conoce. Lo mismo ocurre con las bacterias patógenas, como las que causan ántrax», agrega.

Investigaciones anteriores han demostrado que los virus pueden «sobrevivir» decenas de miles de años, «desde la era de los neandertales», sin perturbar.

En 2014,  un artículo que describió un «virus gigante» de 30.000 años de antigüedad, el Pithovirus sibericum, extraído del permafrost siberiano. Fuera del permafrost y en el laboratorio, revivió, convirtiéndose en infecciosa después de un milenio que permaneció inactivo.

Los virus gigantes como estos son tan grandes que se pueden ver fácilmente con un microscopio óptico. Mientras que un virus promedio puede ser tan pequeño como 20 nanómetros, un virus gigante no puede pasar por un agujero de 200 nanómetros o menos.

Ese mismo año, otro equipo descubrió al menos otro virus antiguo, Mollivirus sibericum, que se encuentra en la misma muestra de hielo de 30.000 años de antigüedad.

Afortunadamente, ambos atacan a las amebas, organismos unicelulares con la capacidad de cambiar de forma, y ​​no a los animales ni a los humanos.

Los expertos consideran que en sus hallazgos podría haber virus que causaron extinciones de animales o humanos en el pasado, y que la medicina moderna no conoce. Lo mismo ocurre con las bacterias patógenas, como las que causan ántrax.

Un riesgo relativo

Los científicos se muestran impresionados por la  longevidad del virus, algo que se debe al hecho de que técnicamente no son seres vivos. Para activarse y reproducirse, éstos deben penetrar en la célula de un organismo vivo. Fuera de una célula, son partículas metabólicamente inertes llamadas viriones, que se pueden imaginar como semillas del virus activado.

Esto significa que no pueden morir en el sentido típico. Los viriones pueden ser infecciosos y estar listos para «germinar» o inactivarse, demasiado dañados para infectar o germinar.

Sin embargo, si las condiciones son propicias para su «supervivencia», pueden permanecer infecciosas por períodos prolongados de tiempo.

Como se sabe, el Ártico se está calentando dos veces más rápido que el resto del mundo, mientras que las capas de hielo en todo el planeta han mostrado un adelgazamiento constante relacionado con el cambio climático y los patrones climáticos cambiantes.

Los últimos dos meses se ha visto a la Antártida romper su récord de derretimiento de hielo (se informó que el 15 por ciento de la superficie del continente se derritió en Nochebuena) y registró agua tibia debajo de su glaciar más precario, el glaciar Thwaites.

El permafrost cubre el 24 por ciento del hemisferio norte, un área equivalente a 9 millones de millas cuadradas, según el Instituto de la Tierra de Columbia. Los científicos predicen que incluso si limitáramos el calentamiento a 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, eventualmente perderíamos el 40 por ciento de eso.

Este calentamiento también podría desbloquear virus actualmente ocultos en el hielo y el permafrost. Aunque la probabilidad de reactivación de estos virus antiguos o históricos sigue siendo relativamente desconocida.

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