Consecuencias del cambio climático

Alteración de temperatura oceánica amenaza a las ballenas jorobadas

Los impactos biológicos en los sistemas marinos se generalizan a medida que los niveles de CO2 en la atmósfera global superan el umbral de 400 ppm

Por Pedro Pérez

01/04/2019

Publicado en

Animales / Medio Ambiente

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Un gran cúmulo de agua caliente en el Pacífico Norte está provocando una reducción en las crías de ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae), alertan investigadores del Proyecto Keiki Kohola y la Universidad Estatal de California, Estados Unidos.

Los científicos llevan estudiando este caso desde 2008 y ahora reportaron que las fluctuaciones de las tasas reproductivas en las ballenas jorobadas de Hawai reflejan las recientes anomalías climáticas en el Pacífico Norte.

En su última evaluación, advierten de los efectos en los cetáceos producidos por los cambios en las temperaturas oceánicas y la química marina, el cambio climático antropogénico, que están “afectando los procesos fundamentales que soportan los sistemas marinos”.

Según el estudio, las tasas de encuentros y desarrollo de las ballenas  aumentaron hasta 2013 y luego disminuyeron hasta 2018.

Durante el último año, “las tasas de encuentros madre-cría se redujeron en un 76,5 %, lo que sugiere una rápida reducción en la tasa reproductiva del recién designado Segmento de Población de Hawaii de ballenas jorobadas”.

Agregan que el desarrollo de la ola de calor marino del Pacífico y la evolución del fenómeno El Niño en 2016 podría ser otro ejemplo del impacto de esta potente afectación de eventos climáticos en la zona.

Y alertan que los impactos biológicos del cambio climático en los sistemas marinos se están generalizando cada vez más, a medida que los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera global superan el umbral de 400 partes por millón (ppm).

La creciente evidencia indica que los procesos fundamentales que soportan los sistemas marinos también se están impactando con una “improbable recuperación”.

En el caso de la fauna marina, el resultado final de estos cambios puede ser más difícil de predecir, pues en la última década las temperaturas medias de la superficie del mar (TSM) han aumentado constantemente.

Por ello, cualquier estabilidad potencial en la región del Pacífico Norte ha sido eclipsada por una “trifecta de otras anomalías climáticas”.

Hasta la fecha, una amplia gama de eventos de mortalidad masiva y otras alteraciones biológicas en el Pacífico Norte y el Golfo de Alaska se han relacionado causalmente con estas condiciones inusuales.

En medio de este entorno casi inhabitable, las víctimas asociadas con estas interrupciones incluyen la muerte masiva de Uria aalge en la costa norte del Golfo y la mortalidad generalizada en frailecillos (Fratercula cirrhata) en el Mar de Bering.

También, se ha producido un evento de mortalidad a gran escala para las auklets de Cassin (Ptychoramphus aleuticus) a lo largo de la costa del Pacífico Noroeste, atribuido a esta combinación de condiciones inusuales.

Para misticetos migratorios como la ballena jorobada, la aptitud y el éxito dependen totalmente de la disponibilidad de recursos de presa adecuados en zonas de alimentación de latitudes altas.

De acuerdo con los expertos, la especie depende completamente de las reservas de energía almacenadas para apoyar la migración estacional y las actividades de reproducción en el invierno en las regiones de bajas latitudes.

Para las hembras místicas, “la finalización exitosa de cada etapa de la reproducción depende de la disponibilidad adecuada de reservas de energía almacenada”, explican.

Múltiples estudios han demostrado conexiones claras entre las tasas reproductivas de misticetos, los recursos nutricionales y las condiciones oceánicas.

Por ejemplo, en las ballenas grises, las tasas de reproducción aumentaron después de las temporadas en las que las condiciones del hielo marino extendieron el acceso temporal a las zonas de alimentación preferidas en el mar de Bering.

De manera similar, en las ballenas francas del Atlántico Norte, los incrementos notables en las tasas reproductivas durante la década de los ’90 se ajustaron en gran medida a los incrementos en la disponibilidad de sus presas preferidas, Calanus finmarchicus.

Estos aumentos de presas fueron impulsados por condiciones oceánicas favorables en el Golfo de Maine, que a su vez se relacionaron con anomalías climáticas en el Ártico cercano.

Según los estudios presentados por los investigadores, la ballenas jorobadas componen el segmento poblacional de Hawai, el hábitat utilizado por aproximadamente el 85 % de las parejas de estos cetáceos.

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