¿Cómo saben los científicos cuando una especie realmente se extinguió?

Uno de los animales más curiosos sobre la Tierra, el almiquí de Cuba (Solenodo cubanus), es un mamífero inusualmente venenoso que durante décadas se creyó extinto

Por Sofia Olea

22/01/2016

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almiquin

Almiquín de Cuba

Uno de los animales más curiosos sobre la Tierra, el almiquí de Cuba (Solenodo cubanus), es un mamífero inusualmente venenoso que durante décadas se creyó extinto. Parecido a una musaraña, recuerda a especies casi tan antiguas como los dinosaurios.

Entre 1890 y 1970 no se halló ningún espécimen pero, inesperadamente, unos pocos años después, tres fueron atrapados. Y en 2003 uno, al que se le dio el apodo de «Alejandrito», fue identificado positivamente. Fue apenas el número 37 de la historia en ser atrapado y quedar registrado. La especie «extinta» seguía viva.

El mito popular dice que hay una regla de los cincuenta años: si los conservacionistas no han avistado una especie por medio siglo o más, se considera desaparecida. «Es algo que se ha ido perpetuado, que hay una regla de los cincuenta años», apunta Craig Hilton-Taylor, jefe de la Unidad de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

En realidad, los biólogos hacen estudios mucho más profundos y todo el proceso comienza con una cuidadosa observación de la especie, mientras aún se sabe de su existencia. La Lista Roja de la UICN desempeña un papel clave. Durante más de 50 años ha registrado el estatus de conservación de las especies, recogiendo información de una enorme variedad de fuentes, que incluye biólogos, conservacionistas y estadísticos.

Una especie abundante puede tener una categoría de «menor preocupación». Otra, en riesgo, puede considerarse como «vulnerable» o «amenazada». Si se observó una reducción de la población de un 70% o más en los últimos diez años, se considera que está «en peligro». Si es de más del 90% pasa a estar «en peligro crítico».

hipopotamo pigmeo

Hipopótamo pigmeo, una de las únicas dos especies de hipopótamos que aún sobreviven

Para calcular el tamaño de una población de un animal y ver en qué categoría de riesgo está, los biólogos utilizan diversas técnicas. Pueden buscar señales de la actividad del animal -sus huellas y excrementos por ejemplo- algo particularmente útil si se trata de un animal difícil de avistar.

Y luego, al saber de su presencia en un área determinada, pueden hacer un estudio más exhaustivo, quizás recorriendo el hábitat que transita. Pero a veces eso no es suficiente, por ejemplo en el caso de los animales nocturnos que viven en zonas de densos boques.

En esos casos las cámaras-trampa pueden ser de ayuda. Son dispositivos que toman imágenes cuando sus sensores detectan movimientos. Los drones aéreos con cámaras también son útiles.

Fuentes contrastadas

Sin embargo, la información sobre las especies no siempre proviene de los biólogos y sus equipos, resalta Hilton-Taylor. Incluido como especie en «peligro crítico», corre el rumor de que el delfín del río Yangtzé aún sobrevive en su hábitat original en China.

delfin del rio yangtse

El delfín rosado del río Yangtzé

«Seguimos recibiendo informes extraños de distintas personas. Nos llegan fotografías borrosas al estilo del monstruo del Lago Ness», dice Hilton-Taylor. Son informaciones que deben ser consideradas cuidadosamente, como también las provenientes de quienes atrapan o cazan animales.

En otras palabras, muchas veces es necesaria una amplia red de investigadores, profesionales e incluso aficionados para determinar el estatus de conservación del animal. Incluso cuando tienes al frente al último individuo de una especie, es posible que no siempre puedas garantizar un registro preciso de su extinción.

Las consecuencias de declarar la extinción de una especie son serias. Decir que un animal desapareció significa abandonar su protección, por eso los científicos se toman todo el tiempo necesario para asegurarse de que no quedan ejemplares, antes de informar su extinción.

Descubrir que una especie ha desaparecido, hasta el punto de saberlo con certeza, es siempre algo desafortunado. Sin embargo, hacer el esfuerzo por saberlo ofrece una esperanza de que el animal en cuestión, sin importar lo raro o vulnerable que sea, aún exista. Al saber eso, entonces sabemos que los humanos tenemos la oportunidad de salvarlo.

Fuente, BBC/Chris Baraniuk, vía ID.

Imagen portada: Dodo, ave extinta a fines del Siglo XVII.

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