Demolición del muro de Pelambres: Técnica y finanzas en una cuestión subliminal

Ahora resulta que, primero, cumplir con el resultado de un largo juicio – años a lo largo de los cuales se pudieron plantear todos los argumentos y exponer las pruebas de una y la otra parte-, juicio que termina en la Corte Suprema en octubre del 2014, con un fallo de última instancia, inapelable, que […]

Por CVN

13/03/2015

0 0


Celebración en Caimanes tras fallo del Tribunal de Los Vilos

Celebración en Caimanes tras fallo del Tribunal de Los Vilos

Ahora resulta que, primero, cumplir con el resultado de un largo juicio – años a lo largo de los cuales se pudieron plantear todos los argumentos y exponer las pruebas de una y la otra parte-, juicio que termina en la Corte Suprema en octubre del 2014, con un fallo de última instancia, inapelable, que ordena a minera Los Pelambres restituir al pueblo de Caimanes el libre escurrimiento de las aguas del estero Pupío, que no pueden hacerlo porque el muro del tranque de depósito de relaves se levantó exactamente en el lugar de una rinconada de cerros por donde pasan los flujos superficiales y subterráneos de las aguas del estero hacia el valle del Pupío (el lugar más barato para levantar un muro desde el punto de vista del negocio, al precio sí de destruir la naciente de la cuenca), y, segundo, que cumplir con el rechazo al “plan de obras” decretado por el Tribunal de Letras de Los Vilos –dictamen encomendado por la Corte Suprema cuando en su fallo todavía consideró dar una opción más a la empresa minera para que propusiera una alternativa a la demolición del muro-, resulta que ahora, con todos esos fallos desfavorables encima, esa demolición aparece, a los tres días de conocida, y para dos ministros del actual gobierno, sin disponer por supuesto de los estudios pertinentes, un grave “problema técnico”.

Si usted ha sentido como pesado, denso, el párrafo anterior, es intencional: he intentado poner en la construcción de la frase el larguísimo y complejo proceso –con adverbios y complementos- que finalmente, y saliendo de una invisibilización de años, ha puesto a esta obra minera en la primera plana de la agenda política nacional. Revisemos otras “aristas”.

El Tribunal de Los Vilos ha decretado hace 3 días que el “plan” que presentó Pelambres como posibilidad para una alternativa a la demolición es absolutamente insuficiente. No era muy difícil advertirlo: este plan es un esquema genérico de 5 páginas, que repite argumentos ya escuchados en otras audiencias del juicio. La minera no presenta ningún examen técnico, de ingeniería, que lo fundamente. Esta “desprolijidad” en el argumento refleja una actitud como si Pelambres supusiera que el poder judicial es finalmente un trámite a bypasear.

Como si el lugar de las verdaderas decisiones estuviera en otra parte. En el fondo no importaba qué decidiera la Suprema. De hecho, la derrota en la corte no provocó mayores reacciones empresariales. En el fondo, la empresa parece tener un concepto del estado de derecho y del principio de igualdad ante la ley, muy sui generis. Muy conveniente.

Un estado de derecho que parece no incluirla porque, en los hechos, se puede poner por encima. Un principio de igualdad donde, como dijo Orwell, ellos en la propiedad de la empresa “son más iguales” que nosotros los habitantes de la República. ¿Podemos imaginar qué hubiera sucedido si los “controladores” de Penta se hubieran negado a someterse a la formalización de cargos y se hubiesen declarado por encima del estado de derecho?

Ahora bien,¿cómo debemos entender que desde el poder ejecutivo, dos ministros del gobierno que no han sido desmentidos, salgan a decir a toda la sociedad chilena por los medios de comunicación, que lo que el poder judicial ordena que se debe hacer, no se puede hacer? Que, según ellos, la técnica, o sea las capacidades del humano hacer, no lo permiten. ¿A quién responde esta precipitación?

No se puede cumplir con la ley. Es insólito. Aunque se quisiera cumplir con la ley –se supone, ¿no?: todos queremos y debemos cumplir la ley-, la técnica disponible no lo permite. De pasada, anotemos que esta posición confirmaría que existen procesos irreversibles. Procesos que ninguna técnica podría  solucionar. De la irreversibilidad está lleno el pensamiento ambiental y la físico-química contemporánea.

Y no lo afirma Pelambres. Que es una aberración lo dice el directivo del gremio mayor de los empresarios chilenos un día después. Por fin estamos hablando con las mismas palabras: es una aberración. Sí. La Corte Suprema, en un fallo fundado, estableció hace 5 meses cuál es la aberración y quiénes la produjeron. Pero al día siguiente se suman los ministros de Minería y ¡de Medio Ambiente! ¿No se supone que la misión del Ministerio de Medio Ambiente es cuidarlo para el bien común? Se trataría de una imposibilidad superior; tal vez el daño producido por el muro y el tranque El Mauro es definitivamente irreversible; tal vez intentar mejorar esta situación solamente puede conducir a empeorarla más.

Entonces, ¿cómo la institucionalidad ambiental chilena habría permitido que un proceso industrial produzca un nivel de daño ambiental que devenga imposible de solucionar?

Por “problemas técnicos”. De pronto, se hace aparecer a los ingenieros como un conjunto de profesionales impotentes. Los empresarios y los políticos del gobierno dicen que ingenieros de minas, hidráulicos, civiles, químicos, no sabrían qué procedimiento encontrar para que el fallo de tribunales se cumple. A la pasada, agregan a los geólogos –se habla de Sernageomin-.

Y, sin embargo, en otro proyecto de Luksic, que no es Pelambres sino Alto Maipo, los ingenieros prometen construir un túnel de 70 kilómetros que pasaría justo debajo del glaciar El Morado, sin producir vibración alguna capaz de generar alteraciones en la estabilidad del glaciar. ¡Sorprendentes capacidades! En todo caso una promesa que habrá que ver si se cumple (si acaso la comunidad organizada lo permite). Además, una cosa es lo que diseñan los ingenieros; otra cosa es lo que buscan los negocios disminuyendo costos y maximizando utilidades.

El “problema” no es técnico sino financiero. Pelambres ha tenido por años utilidades asombrosas, entre otros factores, porque se ocupó de ubicar los botaderos del desecho de la montaña molida ya sin mineral (y cargada con metales pesados provenientes del proceso de ese mineral), en los lugares que implicaran los menores costos. Operar a costo mínimo: como si fuera la consigna, dijésemos (aunque nos tilden de anacrónicos), la consigna “de clase” que comparte lamentablemente tantos empresarios operando en Chile –especialmente en el rubro minero-.

Todo iba bien. Caimanes era un pueblo de 1600 almas –tal cual: almas; es decir, gente de vivir campesino, allá al fondo del valle, por donde no pasa ningún camino que trae gente de las ciudades modernas-. Caimanes era otro elemento en el cálculo de operaciones a costo mínimo.

No resultó. Será alguna reflexión mucho más que histórico-antropológica (más bien filosófica, por su no evidencia y la profundidad de sus preguntas), la que nos dé algún entendimiento respecto a cómo esta pequeña comunidad ha volteado al Goliat egoísta chileno, versión siglo XXI.

Se puede. Señores ingenieros: se puede. Ustedes lo saben y el Colegio de Ingenieros, las Facultades de Ingeniería de las Universidades prestigiosas, deberían manifestarlo. Es asunto de reversión de los costos y de gastar ahora lo que nunca se gastó como resguardo para “hacer bien las cosas”.

¿Qué se debe hacer para cumplir el fallo? Sigamos un esquema:

1—Es necesario sacar de donde están las millones de toneladas de bellas montañas molidas, mezcladas con químicos venenosos, que fueron depositadas en El Mauro. Por allí por donde llegaron –un túnel bastante estrecho que posee un canal por donde corre el relave-, por ahí mismo pueden extraerse. El “problema” no es técnico sino de cuánto cuesta esta operación.

2—Hay que determinar un lugar alternativo donde ir a depositarlas, con el cuidado de que no se vuelvan a producir los hechos del Pupío. En la IV región hay rumores que, entre sus programaciones, Pelambres ya tenía vistos esos lugares –simplemente porque El Mauro se estaba repletando a un ritmo mucho más rápido que lo declarado para la RCA-. Uno de esos lugares sería un descampado desértico en la comuna de Canela.

3—Una vez vaciado el valle del Mauro del material de relaves, se puede proceder a demoler lenta y cuidadosamente el muro. Se puede derivar el material arenoso del muro por el mismo túnel por donde va a salir el relave. ¡Qué tremendo tener que reconocer que en Chile también se levantan muros de la vergüenza!

4—Habrá que realizar obras complementarias como demoler el suelo artificial sobre el cual descansaba el muro –suelo construido con miles de toneladas de concreto a presión, inyectadas en el subsuelo porque la roca no era geológicamente adecuada para soportar el muro-. Por ello, en otro proceso judicial, este muro ya había sido declarado, en primera instancia, “obra ruinosa”.

5—Entonces, con la paciencia de la naturaleza y el favor de los mortales, el agua volverá a renacer de laderas y vertientes –por que han de saber ustedes que dentro del Mauro crecía el bosque de canelos sureños más nortino del país-. Un canelo solo vive donde hay mucha agua. Cuando se libere al Mauro de la carga gigantesca generada por la ambición humana moderna, quizás vuelvan los canelos.

El “problema”, me replicarán algunos airados, es que, en un momento, es posible que sea necesario (o imprescindible) detener, al menos temporalmente, la producción de Pelambres.

Porque parece necesario prever un momento de transición. Cuando se detenga la continuación del botadero de relaves en El Mauro; mientras se determina un lugar alternativo. Paralizar Pelambres temporalmente tiene costos sociales, políticos, productivos. ¿Cuál debería ser entonces la posición del poder ejecutivo respecto de los costos financieros de una empresa minera que debe reacondicionar su proceso industrial? ¿Tendremos todos los ciudadan@s chilenos, nuevamente, que subsidiar a un grupo económico que “ha hecho mal las cosas”, y entregar parte de nuestros impuestos a Luksic para que no pague los costos que son de su responsabilidad?

Estos costos hacen la diferencia entre una minería responsable y una minería irresponsable. Una cuya arrogancia la llevó a creer que podía manipular fácticamente todos los poderes institucionales de la República. Que la minería irresponsable responda por todos esos costos –en todo caso, serán altos solamente en la transición-.

El “problema”, en verdad, se localiza en el bolsillo. El “problema” con el fallo de la Corte Suprema y el tribunal de Los Vilos, no es que no existan soluciones técnicas. Es que implican altos costos para el empresario.

Ahora bien, este incremento de costos y (leve o temporal) disminución de las utilidades, no implica, en ningún caso, que Luksic deba inscribirse para la encuesta CASEN de 2015.

Tampoco se trata de la manida “incerteza jurídica” para los proyectos mineros. ¿Es que acaso también es “incerteza” la medición de la contaminación por metales pesados del centro de la ciudad de Antofagasta, a causa de otra empresa del sector minero de propiedad de Luksic ubicada en los galpones del puerto?

La incerteza jurídica consistiría en permitir que estas situaciones se dieran al arbitrio de empresarios sin ética. La incerteza es la ley del más fuerte y la negación del derecho como procedimiento ordenado donde se puede ir a plantear posiciones e intereses. Orden ante el cual el pueblo de Caimanes fue a litigar por sus derechos de ciudadanos y ciudadanas, tan iguales ante la ley como el patrón de Pelambres.

La demolición del muro del tranque El Mauro puede mostrarnos, con un hecho objetivo rotundo, la elevación de los estándares de justicia ambiental que deben cumplir todos quienes lleven adelante emprendimientos en Chile. Debemos felicitarnos por ello. Como país podemos hablar y mostrarnos con más dignidad.

 

Fernando Viveros es Filósofo, magister Universidad de Chile, Miembro fundador del ObservatorioAguas (Chile) y Miembro del Movimiento por la Recuperación de las Aguas.

 

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones