Los corales de profundidad producen su propia «luz solar» para vivir

Considerando que las luz solar solo llega a unos 200 metros bajo la superficie del mar, es raro que una especie fotosintética como el coral elija vivir cerca de estas profundidades. Investigadores observaron que estos corales han aprendido la fluorescencia provocada por la fuerte radiación, como una ventaja en condiciones menos favorables para la fotosíntesis, produciendo su propia "luz solar".

‘Lobophyllia hemprichii’, una de las especies observadas en el estudio. 

Para los corales que viven en aguas superficiales (decenas de metros), un exceso de luz solar puede ser fatal, porque la radiación ultravioleta puede dañar a las algas que tienen una relación simbiótica con ellos y que les proveen de gran parte de su sustento.

Es por esto que mucho corales son fluorescentes a la luz del sol, produciendo proteínas que cumplen el rol de bloqueador solar para las algas que viven en ellos. Este fenómeno ha hecho a los biólogos preguntarse por qué las especies de coral que habitan en las profundidades también tienen esta luminiscencia, si no necesitan protegerse de los rayos ultravioleta.

Investigadores de la Universidad de Southampton en Reino Unido, han descubierto que los corales de las profundidades tienen esta incandescencia exactamente por las razones opuestas que sus pares de aguas superficiales, pero que estas razones tienen en común la protección de sus algas, informa Science Alert.

La mayoría de los corales son organismo simbióticos (albergan microalgas del género Symbiodinium, también llamadas  zooxantelas). Las algas tienen en el coral un lugar seguro para existir y se alimentan de sus desechos, en forma de dióxido de carbono y nitrógeno. A cambio, fotosintetizan más de un 90% de los nutrientes del coral.

Esto tiene mucho sentido cuando el coral está expuesto a una gran cantidad de radiación solar, pero estos corales simbióticos también se han encontrado a 165 metros de profundidad.

Considerando que las luz solar solo llega a unos 200 metros, es raro que una especie fotosintética elija estas profundidades como su hogar.

Oxypora sp., otro de los corales estudiados. Imagen: Golden Marindo

Como observaron los investigadores, liderados por Jörg Wiedenmann, estos corales han aprendido la fluorescencia provocada por la fuerte radiación como una ventaja en condiciones menos favorables para la fotosíntesis, produciendo su propia «luz solar».

Los científicos tomaron muestran de varias especies de profundidad y las observaron en condiciones de laboratorio. Ahí encontraron que los corales que brillan en tonos rojos tienden a sobrevivir mejor en el largo plazo. Lo que hacen estas especies es convertir la luz azul del agua profunda en una luz roja anaranjada, que las algas pueden absorber para hacer la fotosíntesis.

Además, las longitudes de onda de esta luz rojiza cubren el tejido del coral y son reflejadas por su estructura de calcio, ayudando a las algas a obtener el máximo beneficio del proceso.

El trabajo, publicado en Proceedings of the Royal Society B, coincide con lo que los biólogos han visto previamente en el hábitat real de los corales. Por ejemplo, en el mar Rojo solamente las especies profundas irradian una luz roja anaranjada, lo que ahora cobra más sentido, a la luz de los nuevos conocimientos.

Estos descubrimientos resultan ser buenas noticias en vista de los trágicos eventos de blanqueamiento de coral en lugares como Japón y Australia (entre otros), puesto que las colonias de profundidad podrían ser una salvación para las especies que peligran en la superficie.

«Se ha discutido sobre los hábitats de aguas profundas como potenciales refugios para los corales de los bancos de superficie, que están creciente desmedro», señala Wiedenmann.

Pero como no todo el coral tiene la habilidad de aprovechar la tenue luz azul de manera tan eficiente, es importante seguir trabajando por superar la crisis que afecta a las especies de más arriba. «Es de la mayor importancia que hagamos nuestro mejor esfuerzo por mantener su hogar habitable en las aguas superficiales», agrega el investigador.

El Ciudadano

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones