Efectos nocivos en humedales y hasta en cetáceos

Luz verde a parque eólico en Ancud mantiene en alerta a la comunidad chilota

El geógrafo Álvaro Montaña del Centro de Estudio y Conservación del Patrimonio Natural explica que un proyecto de esta envergadura podría afectar a las especies que habitan el sector de Mar Brava e incluso a las comunidades aledañas.

Por Felipe Menares

05/10/2017

Publicado en

Chile / Medio Ambiente / Portada / Regiones

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El pasado 21 de septiembre, el Tercer Tribunal Ambiental dio luz verde al proyecto Parque Eólico de Chiloé, luego de rechazar una reclamación presentada en contra de la decisión del Comité de Ministros, instancia que había ratificado la Resolución de Calificación Ambiental (RCA) de la iniciativa que la empresa Ecopower pretende instalar en el sector de Mar Brava, comuna de Ancud, Isla Grande de Chiloé.

El proyecto contempla una inversión de US$ 250 millones, la operación de 42 aerogeneradores de 2,4 MW de potencia cada uno y la instalación de línea de transmisión de 28,1 kilómetros que lo conectaría al Sistema Interconectado Central (SIC) en la Subestación Choroihue. Según describe su Estudio de Impacto Ambiental, el Parque Eólico permitirá generar 100,8 MW de energía eléctrica.

Sin embargo, organizaciones de la sociedad civil insisten en sus reparos al proyecto, como el Centro de Estudio y Conservación del Patrimonio Natural (Cecpan), una de las recurrentes ante el Tribunal Ambiental con sede en Valdivia.

Mar Brava está en el sector noroeste de la Isla Grande de Chiloé

Para Álvaro Montaña, geógrafo de Cecpan, la decisión del tribunal “en el fondo, significa la destrucción de un lugar de alto valor patrimonial, de otras vocaciones de uso preferente, que tienen que ver con la conservación y puesta en valor del patrimonio natural y cultural y el desarrollo de economías campesinas vinculadas a actividades de extracción de recursos bentónicos, algas, ecoturismo y ganadería”.

Agrega que “la industrialización energética de este territorio es discordante y genera una amenaza y una destrucción de los proyectos de desarrollo económico local y del patrimonio local y cultural que está en esa zona”.

Especies afectadas

Ante el Tribunal Ambiental, los actores que reclamaron contra el proyecto de Ecopower (de capitales chilenos y suecos) alegaban que sus observaciones presentadas en el proceso de Participación Ciudadana no habían sido debidamente ponderadas, principalmente, en relación a dos aspectos: falta de información y afectación del humedal del Quilo e impactos no evaluados sobre los cetáceos, debido al potencial perjuicio producido por el ruido de los aerogeneradores y por los derrames de hidrocarburos que podrían ocurrir durante la construcción del proyecto.

Flamencos en el humedal de Quilo

Además, los reclamantes argumentaron que no se consideró en la evaluación ambiental el impacto producido en la actividad turística, el que se originaría la afectación a distintas especies y paisajes atractivos de la isla, vinculados al turismo sustentable.

El geógrafo Álvaro Montaña explica que “esa zona es un mosaico heterogéneo de ecosistemas. Es un área que tiene ecosistema de bosque, de pradera, de dunas, el humedal interior y de playa oceánica. O sea, tenemos cinco ecosistemas ahí”.

Respecto de las especies afectadas, el investigador del Cecpan destaca que el humedal de Quilo “es un área de tránsito y de concentración de aves, tanto residentes como migratorias, como por ejemplo, el flamenco chileno, el zarapito común y el de pico recto”.

Por su emplazamiento en la costa del Pacífico, Montaña detecta una “afectación eventual” sobre las ballenas azules que llegan hasta las aguas de Mar Brava. “Efectivamente, hay ocho lugares en el mundo que tienen ballena azul y éste es uno de ellos. En ninguno de los otros siete lugares se ha puesto un parque eólico al lado de donde están las ballenas azules”, reflexiona.

Ballena azul apenas se deja ver en sector de Puñihuil

En diciembre de 2011, un grupo de investigadores de mamíferos marinos envió una carta al entonces Presidente Sebastián Piñera. En la misiva exponían los potenciales daños que sufrirían las ballenas de la zona oceánica noroeste de la Isla Grande a raíz del Parque Eólico. Detectaban problemas con el ruido producido por la construcción y algunas actividades de mantención del parque, cambios de hábitat y contaminación por fugas y probabilidad de colisiones de grandes buques con las ballenas.

“La Ley de Medio Ambiente tiene lo que se conoce como principio precautorio, que significa ‘no hagas que no sabes qué puede ocurrir’. Ante no saber cómo va a reaccionar el medio ambiente a un determinado proyecto, abstén de hacerlo, porque no sabes cómo va a responder el medio ambiente. Entonces, no sabemos cuál va a ser la respuesta de los cetáceos ante la construcción de un parque eólico en las dunas costeras”, detalló Montaña.

Impacto económico

El eventual deterioro del patrimonio natural también generaría consecuencias para las comunidades que habitan el territorio próximo a Mar Brava. De acuerdo a Álvaro Montaña, “uno de los principales impactos es económico y tiene que ver, principalmente, con la pérdida del valor paisajístico de la zona, que constituye un corredor turístico, que cuenta con un centro, que es la ciudad de Ancud y con un atractivo turístico, que son los Islotes de Puñihuil”.

“Esta playa Mar Brava también es un atractivo turístico, por lo tanto, habrá una pérdida de valor turístico y paisajístico. Estamos hablando de una ocupación visual de 7 km de playa, con aerogeneradores de 150 m, por lo tanto, habrá una industrialización y una pérdida de naturalidad del sector”, complementa.

Simulación de las turbinas en el área, vistas de diferentes orientaciones

El investigador también detecta una eventual disminución del valor de la tierra. “Una empresa, el fisco y trece propietarios arriendan predios, que van a estar recibiendo un ingreso por eso. ¿Pero qué va a pasar con todos los predios adyacentes, respecto del valor de la tierra? La literatura científica señala que hay una pérdida del valor de la tierra ante la instalación de parques eólicos, entonces, ahí va a haber una afectación directa”, apunta.

En sus críticas, el geógrafo también dirige su mirada al modelo económico chileno, que –según plantea– “se basa en un extractivismo de recursos naturales, principalmente, minerales, salmones, celulosa y para que funcione necesita energía. La necesidad energética tiene que ver con que en muchos casos no se están considerando las vocaciones preferentes del territorio, no se están eligiendo los lugares que tengan potencial de generación energética y menor impacto ambiental, cultural y turístico”.

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