Nuestro Derecho a un medioambiente limpio de basura y malas políticas

  Con profunda preocupación celebramos el día mundial del medio ambiente desde Coyhaique, que inmersa en la Patagonia, reserva de vida, es sin embargo reconocida como una de las ciudades más contaminadas del mundo… me pregunto entonces si ¿hay algo que celebrar? Prefiero tomar esta fecha como un espacio de reflexión, uno más entre el […]

 

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Con profunda preocupación celebramos el día mundial del medio ambiente desde Coyhaique, que inmersa en la Patagonia, reserva de vida, es sin embargo reconocida como una de las ciudades más contaminadas del mundo… me pregunto entonces si ¿hay algo que celebrar?

Prefiero tomar esta fecha como un espacio de reflexión, uno más entre el clamor de los chilenos que saturan las redes sociales cuando los medios parecen sufrir de un silencio casi autista.

Si entendemos los Derechos Humanos como aquellas garantías fundamentales para nuestro bienestar y libertad, y al medioambiente como uno de estos derechos, y por supuesto al Estado como garante de ese bienestar… pues, mi preocupación es entonces una bandera.

Esta preocupación radica fundamentalmente en la responsabilidad de ese Estado, ausente, distante, representado y guiado por el gobierno de turno, que en repetidas ocasiones y vistiendo distintos colores, ha mostrado una falta de decisión y voluntad política, priorizando la mantención de las buenas relaciones con los grandes intereses económicos por sobre los Derechos Humanos de sus gobernados.

 

Durante este año en la Patagonia y en Chile hemos vivido un sin número de “eventos” que vulneran gravemente nuestro derecho humano a vivir en un medio ambiente libre de contaminación y ¿por qué no decirlo? vulneración. Ya en Quintero, el vaciamiento de material tóxico proveniente de las Mineras en los ríos Alto Mañihuales y río Blanco, causó estragos en su comunidad; las innumerables emergencias ambientales que ha sufrido Coyhaique producto del humo que emiten los sistemas de calefacción domiciliaria, sin aún una política, una solución real que refleje la accesibilidad regional; y por cierto, la crisis que vive Chiloé, a propósito de que la industria salmonera se acostumbró y se le permitió utilizar nuestro mar como un verdadero vertedero.

Todos estos “eventos” coinciden en que las autoridades de estos gobiernos, que representan a nuestro Estado, aparecen en los medios de comunicación, jugando el rol casi de voceros de estas empresas, anunciando sanciones que luego de terminado el boom, quedan en el más absoluto olvido y que de ocurrir no significan un cambio en las prácticas, políticas o incluso en un vacío en bolsillo empresarial, que compra la multa barata y sigue funcionando… win win .

Creemos firmemente que un compromiso real, una respuesta efectiva a nuestros problemas medioambientales, que sin duda constituye una violación a nuestros derechos humanos, es un cambio radical en nuestra constitución política, a través de una Asamblea Constituyente, donde seamos nosotros, los mismos ciudadanos en regiones quienes, por ejemplo, definamos el destino y la utilización de nuestros recursos naturales; asumiendo además un rol fiscalizador respecto a las empresas que no respetan este derecho fundamental.

Nos resulta altamente necesario participar en el proceso constituyente que hoy se lleva adelante, ya que –más allá de las evidentes debilidades que posee- es un espacio cierto de reflexión en torno a nuestros derechos fundamentales, entre ellos a vivir en un medio ambiente libre de contaminación y a contar con un Estado garante.

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