Reciclaje de base en tiempos de pandemia: la experiencia de Elisa Millanao

Elisa Millanao Ñancupe es una experimentada recicladora de base de Temuco

Elisa Millanao Ñancupe es una experimentada recicladora de base de Temuco. Sus inicios en el rubro se remontan a la instalación del vertedero municipal de Temuco en el sector Boyeko (o Agua de foye, uno de los árboles sagrados del pueblo mapuche). Su trabajo ha cambiado enormemente con el correr de los tiempos, pasando desde ser recicladora en el vertedero, a ser recicladora certificada con convenios en la ciudad de Temuco. Sin embargo su futuro como recicladora es incierto, y la promesa incumplida de la “Ley REP” (Ley Marco para la Gestión de Residuos, la Responsabilidad Extendida del Productor y Fomento al Reciclaje) tiene mucho que ver en ello. Sumando la pandemia del COVID-19, la vida de la recicladora, siempre cuesta arriba por razones estructurales del país, se hace casi insostenible. Esta es parte de su historia lejana y reciente, contada por ella misma.  

Por Alejandra Parra Muñoz, Red de Acción por los Derechos Ambientales RADA

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Elisa comenzó a reciclar el año 1996, cuatro años después de que comenzara a funcionar el vertedero municipal de Temuco, instalado el año 1992, sin ley indígena, sin ley de bases de medio ambiente, en el corazón de más de 30 comunidades mapuche, a 11km de la ciudad de Temuco camino hacia Chol Chol.

¿Por qué empezaste a reciclar desde el vertedero?

-Empecé porque mi mamá estaba trabajando en esto y ella me invitó a conocer el rubro, y me gustó y me quedé. Mi mamá trabajaba en verduras y pequeña agricultura con mi papá, y cuando llegó el vertedero todo eso se echó a perder, y no hubo más alternativa que ir a meterse al vertedero a ver qué podían hacer y encontraron que se podía vender el aluminio, el cartón, las latas de bebida, y el ingreso era igual al de las verduras hasta un poquito mejor. Era más trabajo eso sí, pero igual entraban ingresos mensuales.

El vertedero municipal de Temuco se instaló al lado de la casa de Elisa y su familia, trayendo con él enormes impactos sociales, ambientales y económicos que las familias y comunidades del sector debieron asumir usando las herramientas que tenían a su alcance sin que la Municipalidad de Temuco asumiera ninguna responsabilidad. 

¿Cómo era trabajar en el vertedero?

-Trabajábamos en abundancia de materiales, pero sí tenía sus riesgos. Estábamos en medio de la basura con todo lo que eso conlleva, toda la mugre, la cochinada, todos los perros, lo que había ahí adentro. Pero igual nos mantuvimos ahí trabajando por más de 20 años.

¿Cuánta gente trabajaba ahí?

-Partieron poquitos. Cuando mi mamá me llevó había como 10 personas. Eran puros campesinos, y después empezaron a llegar familias de Temuco de los campamentos y después llegaron en masa, llegaron como 50 y después 100 más. Cada día llegaba gente nueva, no terminaba nunca de llegar gente.  Cuando hicimos el comité partimos con 120 personas y después llegaron 80 más. Sin contar los que no se inscribieron porque no les interesó. El año 2000 lo formamos. Se llamaba comité de recicladores y recolectores del vertedero Boyeko. 


Los impactos colaterales del vertedero

Elisa cuenta que la gente campesina de su comunidad y las comunidades aledañas se dedicaron al reciclaje en parte por la estigmatización que había. 

Había gente que decía que los animales estaban contaminados, que el agua estaba contaminada, por ende no compraban las verduras, no compraban las arvejas que se producían acá. Entonces la gente dejó de sembrar, y la mayoría tenía que mentir, decía que venía de Labranza o de Lautaro para que les compraran en la feria. Además, solamente por observaciones nos dimos cuenta de que el agua se estaba contaminando. Porque nosotros consumíamos el agua del estero y las piedras se empezaron a poner como con baba, asquerosas, el agua hedionda, y se empezaron a morir los peces, si había peces en el estero Cuzaco. Todos muertos los pececitos y se secó el estero también. Como en el 2000 se secó el estero. Y en el invierno empezó a correr lleno de ropa, de plástico y un sinfín de porquerías que empezó a traer. Perros muertos, cosas que arrastraba de allá. Porque el vertedero está instalado donde nace el estero Cuzaco. Ahora nos traen agua en camión aljibe, 50lts de agua por persona y cada 7 días nos viene a dejar. Yo tengo 3 niños y me dejan 900lts para la semana. No me alcanzan a dejar los 50.

¿Cuánto material sacabas del vertedero al mes?

-Yo tenía un hijo en la universidad el año 2005 y ahí yo ganaba como $300.000 mensuales en el vertedero porque me acuerdo de que vendía 1ton de papel blanco y sacaba como $120.000 mensual, más la chatarra sacaba $70.000 más, más el cartón sacaba como $60.000 más. Sacaba como unos 2.5ton mensual en total entre todas las cosas. Porque yo pagaba $145.000 en universidad y el resto quedaba para comprar las cosas de mi casa. Ganaba como $350.000 ó $400.000. Había meses mejores y meses más malos.

El insuficiente plan de cierre del vertedero

Tras más de veinte años de lucha de las comunidades mapuche de Boyeko por el cierre del vertedero, incluyendo una denuncia el año 2007 contra el Estado de Chile por racismo ambiental interpuesta en la ONU por comunidades mapuche afectadas por racismo ambiental en la región y miembros de la RADA, el año 2011 se inicia el plan de cierre del vertedero. Éste tuvo una duración de cinco años, plazo en el que la Municipalidad no desarrolló ningún programa de apoyo a las más de 200 personas que trabajaban en el vertedero, ni tampoco planificó un sistema sustentable de manejo de residuos. El apoyo municipal se redujo a unos cursos de oficio con cupos limitados, y la apertura de una licitación pública en año 2015 para un nuevo sistema de disposición final de residuos, licitación adjudicada a WTE Araucanía con un proyecto de incineradora que ha sido fuertemente resistido por comunidades y organizaciones de Lautaro y Temuco. Este proyecto se encuentra en evaluación ambiental con más de 16.000 observaciones ciudadanas en contra, con los plazos suspendidos hasta diciembre del 2020 para continuar con su evaluación ambiental. 

¿Qué pasó cuando cerró el vertedero?

Cuando cerró el vertedero yo como dos años antes me dediqué a juntar todo el material metálico y sobreviví con eso unos 6 meses, y decidí salir a trabajar a Temuco. El resto de los recicladores algunos están trabajando en Temuco cachureando en los tachos. Yo me fui a un proyecto con la RADA a Campos Deportivos. También seguí cachureando en los tachos de basura buscando vidrio.

El proyecto Basura Cero en Campos Deportivos fue una bonita experiencia, sacamos harto material y le enseñamos a la gente a valorizar sus basuras porque todo lo miraban como basura, y seguimos con Campos Deportivos, no hemos terminado. 

Mantenerse en el rubro del reciclaje luego del cierre del vertedero fue un gran desafío para Elisa, pero toda crisis trae oportunidades, y Elisa las aprovechó. Junto con su esfuerzo personal parecieron abrirse otras ventanas a través de la Ley REP y el proceso de capacitación y certificación de los recicladores impulsado a través de dicha Ley. Sin embargo estos pasos que estaban orientados a mejorar la forma de trabajo de los recicladores han sido profundamente insuficientes a juicio de Elisa. “No nos perjudica ni nos ayuda”, señala, al referirse a un programa en el que organizaciones y recicladores pusieron una enorme cantidad de tiempo y energía.

Por su parte, Elisa, gracias a un cerro inmenso de ollas de aluminio, sartenes ralladores, calefón, cobre, bronce, latas de bebidas que fue capaz de acumular junto con su hijo, su pareja de entonces y su mamá, logró reunir una suma de dinero bastante considerable. Eso, más la solidaridad de personas anónimas y organizaciones le permitió comprar un camión para juntar más materiales.

 Al mismo tiempo seguí sacando materiales de la basura y luego me empezaron a ver y a decir sáqueme esto, sáquelo de acá para qué va a meter las manos a la basura yo se lo junto. Empecé a dejar tachos en los restoranes, una amiga me ayudó con unas cartas de presentación y empecé a repartir mis cartas de presentación, y así me conseguí varios restoranes y condominios para sacar.

¿Cuál ha sido tu experiencia con la ley REP? 

Nos capacitaron, vino una persona que supuestamente estudió cómo reciclar supongo yo, porque nos parecía inaudito que alguien nos viniera a enseñar cómo reciclar porque nosotros sabíamos que se reciclaba y que no. El hecho es que el joven resultó ser simpático y salimos a reciclar con él, de hecho, lo llevé a campos deportivos, fue a ver el trabajo que hacíamos con los vecinos, y nos capacitamos varios, llevé yo a varios recicladores de base que querían en se momento valorizar su trabajo. Como decían que después de la valorización iba a venir el pago por servicio, y ahí nos iban a valorizar más, que las autoridades nos iban a pagar por el trabajo que hacemos. Pero yo siento que esa ley no sirvió de nada. Si me preguntan en qué me sirvió la ley REP, hasta el día de hoy en nada. Porque de hecho la misma municipalidad me dijo que esa capacitación no me servía de nada, que yo no podía cobrar por mis servicios, entonces no sé de qué sirvió, el hecho es que lo hicimos, como era una normativa, la hicimos, cumplimos. Pero no nos ha servido de nada a nadie de los que nos capacitamos. Porque el otro día nos juntamos el grupito de recicladores de base que nos capacitamos y llegamos a la conclusión de que no nos sirvió de nada porque seguimos iguales. Ni nos perjudica ni nos ayuda.

Los puntos verdes: “al principio era como trabajar en el vertedero pero solo que estaba dentro de un contenedor”

El año 2018 la Municipalidad de Temuco instaló cuatro puntos verdes móviles con itinerancia diaria dentro de la ciudad. Dada la notoriedad de Elisa como recicladora de base de la comuna, la llaman para que se haga cargo de los materiales recolectados con este sistema.

¿Cómo fue tu experiencia con los puntos verdes móviles de la Municipalidad de Temuco?

Estuvo bien, costó harto porque como no hubo concientización en la población echaban harta mugre, cosas que no servían. Era como trabajar en el vertedero pero solo que estaba dentro de un contenedor. Estuve más de un año. Estuvo bien hasta que empezó la revuelta social en octubre, después yo les dije ya, ahora yo voy a empezar a cobrar por mi servicio. A mi me exigían estar todos los días allá, pero resulta que después llegamos al acuerdo de estar lunes miércoles y viernes, y tenía que estar de las 8 de la mañana hasta las 5 de la tarde, y a veces no alcanzaba a limpiarlos todos porque iban muy sucios los materiales. A veces sacaba 30k de papel blanco. Otras veces sacaba 5k. Cartones sacaba 100k, era por ahí nomás. Ganaba como 8 mil pesos en promedio diarios por estar todo el día ahí, en venta de materiales. Y eso es lo que la municipalidad consideraba que era mi paga. Porque cuando yo quise cobrar me dijeron que no porque yo me pagaba con los materiales que yo sacaba de los puntos verdes móviles.

Los puntos móviles tienen una entrada que es para papeles de revista y diarios, eso yo lo echaba a la basura porque no lo compran. Me dejaban una batea para echar la basura, de primera me estaban exigiendo que me los trajera y yo les dije que no porque no me servían. Lo mismo pasaba con otro tipo de materiales, los nylon, plumavit, ropa. De lo que traía un punto verde me servía un 15% más menos, porque salía una cantidad enorme de basura y el resto era reciclable. 

La municipalidad compró una compactadora para el punto verde, y al final yo nunca la pude ocupar, aunque cuando me entregaron los puntos verdes, la llave y toda la parafernalia que armaron en la plaza de armas, el alcalde me entregó la llave, me dijo le vamos a comprar una compactadora, se va a dignificar su trabajo. Después cuando llegó la compactadora, me llamaron y me dijeron señora Elisa la necesitamos el jueves a las 10 de la mañana porque le vamos a hacer entrega de la compactadora. Yo me fui contenta con mi equipo de trabajo, llegamos allá y me encontré con don Eduardo Araneda (jefe de Medio Ambiente de la Municipalidad de Temuco) y me dice: señora Elisa usted no toque nada porque no va a manipular la compactadora porque no es funcionaria municipal. La va a ocupar un trabajador municipal, no usted, porque usted se puede accidentar y no tiene contrato con nosotros. ¿Y en qué estamos que no hacemos contrato? Le dije yo, eso lo estamos viendo, me dijo. Me fui enojada, pensando porqué me hacen perder mi tiempo en vez de estar trabajando, hice una publicación en Facebook y me llamaron por teléfono para retarme por mi publicación.

En los puntos móviles trabajábamos cuatro personas, yo les pagaba a las 3 personas 10 mil pesos diarios por ir a ayudarme. Entonces yo gastaba $30.000 en pagarle a los trabajadores y ganaba $8.000 a cambio en materiales. Ellos me ayudaban a trabajar en la calle y en el campo y además me ayudaban en el punto verde móvil porque sola no alcanzaba a terminar en un día. Y además les compraba colación. Entonces estaba gastando plata en el punto verde móvil, no ganaba nada. Yo le dije a Eduardo Araneda que tenían que pasarnos guantes, darnos la colación, tenernos un lugar para comer porque comíamos ahí mismo donde se almacenaban las cosas. Pero se portó bien pesado al final conmigo.

El castigo por cobrar por un servicio

Cuando Elisa decidió que era momento de cobrar por sus servicios a la municipalidad, la echaron. 

Ahora Morcas se hace cargo del punto verde. De ahí en adelante mi trabajo sigue igual. Mermó el PET porque últimamente estaban saliendo como 100k de PET ahí cada tres días. En eso me bajó un poco, pero a cambio de eso me puse a reciclar en los tachos de basura. Tampoco iba a permitir que me bajoneara por eso, he salido de cosas peores.

Los puntos verdes de Temuco, ya sean móviles o estáticos, terminan siendo una competencia desleal para las y los recicladores de base. Frente a esto, el reconocimiento de los recicladores en la Ley REP no se traduce en ninguna protección de su trabajo. A esto se suma el cierre de valorizadoras como SOREPA debido a la emergencia sanitaria del COVID-19. Al respecto, Elisa comenta que nadie está comprando el material. 

Tengo 30 quizás 37ton de vidrio en mi casa en el campo que no se han podido retirar, porque el que compra los vidrios me dijo que le iban dar prioridad a las cosas de la ciudad en vez de los míos porque las cosas de la ciudad a él se las regalan, las campanas y todo eso. Y a mí me las paga. Y ese es Morcas. Desde diciembre que no puedo vender el vidrio. Han venido a buscar dos camiones que me hicieron en total 200mil pesos que tengo que pagar en una deuda, y ahí estoy, trabajo casi todos los días, pero no estoy vendiendo, sino que estoy acumulando. Morcas compra vidrio, PET y plástico 2 a los recicladores. El papel y el cartón lo compraba SOREPA pero cerró. Cerraron por el coronavirus. El cartón lo estaban pagando a $7 el kilo, una camionada son 1500k a 7 pesos no vale la pena ir de aquí a la planta de SOREPA a dejar 1000 kilos para ganar 10mil pesos. 

Y cómo te ha afectado la emergencia sanitaria del COVID-19?

-La semana cuando partió esto, yo trabajé. Después cuando se enfermaron mis hijos me quedé en la casa porque como yo estoy a cargo de otros niños igual entonces no quise arriesgarme, pero igual se me resfriaron todos al final. Entonces no estoy saliendo a trabajar para cuidar a los niños, preferí quedarme aquí con ellos y medicinarnos con hojas de eucalipto, boldo y todo lo que da la ñuke mapu (madre tierra en Mapuzungun).

¿Cómo ves el futuro de las recicladoras de base en Chile?

-El futuro como recicladora, le digo la verdad, yo estoy tan bajoneada que no quiero seguir más reciclando. Quiero vender todo lo que tenga cuando pueda y dedicarme a trabajar en otra cosa, tengo muchas cuentas que pagar, yo entiendo que Morcas prefiera sacar lo que está en la calle que es gratis que sacar lo mío que tiene que pagármelo. 

Los recicladores de base en Chile no tenemos futuro, la ley no nos respalda.  A la gente le importa un comino que seas recicladora de base.

En países como Colombia, los recicladores de base están ampliamente reconocidos por el Estado y reciben un pago por su servicio, además de los materiales que recolectan para el reciclaje. En Chile, el pago por las horas de trabajo que las recicladoras y recicladores ponen al servicio de la sociedad, todavía es un sueño por el que luchar. Esperemos que el sueño se cumpla antes que recicladoras como Elisa desaparezcan. Para ello, todas y todos debemos asumir una cuota de responsabilidad y movilizarnos para un real reconocimiento de la noble labor de las recicladoras y recicladores de base en Chile.

Por Alejandra Parra Muñoz, Red de Acción por los Derechos Ambientales RADA


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