28 años de la muerte de Lester Bangs: el rock reflexionando sobre el rock

Surgido de las huestes del Nuevo Periodismo de los ‘60, (Tom Wolfe y Hunter Thompson a la cabeza), Leslie Conway Bangs (California, 1948-Nueva York, 1982) comenzó en 1969 su carrera como escritor para Rolling Stone (RS), de la que será despedido en 1973 por su trato «despectivo con los artistas», a propósito de un artículo […]

Por Wari

04/05/2010

Publicado en

Artes / Literatura / Medios

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Surgido de las huestes del Nuevo Periodismo de los ‘60, (Tom Wolfe y Hunter Thompson a la cabeza), Leslie Conway Bangs (California, 1948-Nueva York, 1982) comenzó en 1969 su carrera como escritor para Rolling Stone (RS), de la que será despedido en 1973 por su trato «despectivo con los artistas», a propósito de un artículo sobre el grupo Canned Heat. Posteriormente, desarrollará su carrera como redactor de Creem, aparte de colaborar con varias otras revistas.

Su primera columna fue para hablar de la banda de Detroit MC5 –brazo musical del White Panther Party– a los que destrozó después de escuchar Kick Out the Jams. Se había comprado el disco después de haber leído una crónica en RS y se sintió tan defraudado con la relación crítica-disco que les envió un artículo lapidario.

Su estilo reconoce, según él mismo, a William S. Burroughs como principal influencia, y fusiona la confrontación impulsiva a punta de insultos y bipolaridades, con los recursos clásicos de la literatura beatnick.

Podría decirse que es el Thompson de la crítica musical, por la manera en que posiciona su sensibilidad –sus prejuicios y juicios- como protagonista de sus artículos y reseñas musicales. Sin embargo, su reputación –más allá de su anecdótica relación con toda clase de drogas y costumbres- se proyecta como la de una figura a la altura de su época y circunstancias, logrando llevar hasta la trascendencia lo que algunos han llamado «metarock». O sea, el rock tomándose a sí mismo como objeto de reflexión.

Su amistad y fijación por Lou Reed generó numerosos textos desde mediados de los ‘60. Sus gustos musicales siempre estuvieron cercanos al rock primitivo y a la música negra, es decir, amaba el ruido, la libertad y la expresión emocional pura. De ahí su entusiasmo, por ejemplo, frente a la oleada punk rock de fines de los ’70, la que conectaba directamente con las bandas de garage tipo Count Five o The Seeds, que a mediados de los ’60 habían sido la contraparte a la dulzura hippie. Su erudición y mordacidad dotaron a la crítica musical de una conciencia histórica y una influencia hasta ese momento inédita.

Sin embargo, no era un modelo de crítico, ordenado y serio. Gustaba más bien de la fiesta y el desenfreno. Como muestra, una anécdota: Curiosamente, Lester Bangs y sus compañeros intentan montar una asociación de periodistas musicales, “Rock Writers of the World”. Consiguen que la compañía Stax – más exactamente, su sello Ardent- les pague en 1973 un viaje a Memphis, donde montan la primera convención anual de la Asociación Nacional de Escritores de Rock. Lo cierto, es que Bangs y sus amigos no asisten a las actividades programadas y se dedican a la juerga. Un día deciden ir hasta la mansión de Graceland, pidiendo ser recibidos por Elvis Presley. El Rey los ignora y Lester orina en la entrada de la mansión. La asociación no se concretó en los años posteriores.

Hasta hace algún tiempo, Lester Bangs gozaba de reconocimiento sólo entre los aficionados musicales más estudiosos, pero fue la película “Casi Famosos” de Cameron Crowe –discípulo y amigo de Bangs- lo que lo elevó a la categoría de celebridad (hoy se puede encontrar hasta ropa estampada con su imagen).

Crowe a los quince años era un promisorio reportero de Creem, que salía de gira con grupos de entretenida vida (Led Zeppelin, Eagles y Allman Brothers, por ejemplo). Lo que no sabían los editores, era que estaban mandando a un menor de edad a orgías, drogatones y otras aventuras. De eso, más o menos, trata la película.

Sin embargo, más allá de la representación que hacen de Bangs en el film –como padrino artístico del pequeño William Miller, alter ego de Crowe- cabe rescatar ciertos momentos, diálogos, que teniendo en cuenta la estrecha relación del director con el aludido, resultan ciertamente estremecedores. Una noche, el periodista adolescente lo llamó angustiado desde una habitación de hotel, diciéndole que no podía escribir sobre los músicos, que le caían demasiado bien, que estaba enamorado de las chicas, que eran sus amigos. Que estaba confundido. “Tienes que dejar eso de lado –le propuso nuestro querido Lester-. Ellos te hacen sentir que eres “cool” (bacán). Yo te conozco, y no eres “bacán”. Y no te estoy insultando. Solamente la gente que no es “cool”, con sus deseos y su soledad, puede crear arte. Y llámame cuando quieras, yo siempre estoy en mi casa. Yo no soy “cool”.

Lester Bangs presumía de sus contradicciones. Un día decía que el rock era arte y al siguiente todo lo contrario, que los músicos eran unos trogloditas. Se daba el lujo de inventar y arreglar entrevistas a bandas que consideraba muy aburridas o que no tenían nada que decir. A veces hablaba como un incondicional de ciertos artistas, con una admiración que rayaba el ridículo, otras veces escribía con frontales escupitajos corrosivos. “El estilo es originalidad; la moda fascismo. Las dos serán eternamente opuestas”, dijo en alguna ocasión.

Lester Bangs murió a los 33 años, el 30 de abril de 1982 por combinar Valium y Darvon. No se sabe si para combatir un resfrío o para ponerse un toque. Tampoco se sabe si habrá terminado de escuchar “Dare” de The Human League, disco que estaba en su equipo. Bangs murió siendo considerado una leyenda viviente. Ni Greil Marcus puede arrogarse tal título.

Sus textos se encuentran recopilados en Psychotic reactions and carburetor dung, editada por Greil Marcus en 1987, y Mainlines, blood feasts, and bad taste. A Lester Bangs Reader, editada por John Morthland en el 2003 (ambas sin traducción al español).

A pesar de que la industria cultural lo ha llamado “el más grande crítico de rock de todos los tiempos”, todavía se mantiene relegado a un grupo pequeño de lectores. Quienes en cambio lo han valorado, publicado y subido a la web han sido los anarquistas “prositus” de la revista Not Bored!

El último en entrevistarlo, semanas antes de su muerte, fue un estudiante de periodismo de 17 años, llamado Jim de Rogatis (fan de la música, pero sobretodo fan de Bangs). Esa entrevista derivó años después en el libro Let It Blurt: The Life and Times of Lester Bangs, America’s Greatest Rock Critic.

La entrevista puede leerse (en inglés) aquí.

Por Cristóbal Cornejo

El Ciudadano

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