Canal 13 y TVN: chiste repetido

En TVN se respiran algunos cambios y se anuncian también otros despidos. Pero, ¿será suficiente para salvar el canal o es sólo una pildorita? Canal 13 en tanto entra en crisis editorial, de contenidos, de manejo económico y de identidad. Su flanco más débil hoy es el área de prensa.

Por mauriciomorales

29/07/2015

Publicado en

Chile / Columnas / Medios / Portada

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En su período reciente como asesor de TVN Eugenio García fue muy cuestionado por tratar de vender publicitariamente la Expo Milán al canal cuando al mismo tiempo él estaba a cargo de ese evento. Es decir, se vendía a sí mismo sus productos para ser publicitados y ganar mejores auspicios.

Además fue cuestionado en sus años en programación por despidos como el de Ivette Vergara que en ese momento era un rostro importante del canal en el programa “Día a Día” y también cesó de sus funciones a Víctor Gutiérrez, a quien sacó de pantalla por insinuar que el artista Luizo Vega (quien peleó a combos con Sabat en El Termómetro), era amigo de la hija de Heraldo Muñoz. Muñoz, molesto, le pidió que lo despidiera y él o hizo.

Más grave es en todo caso, más allá de los créditos que posea el hombrón, el hecho de que la directora ejecutiva del canal no entienda que más que buscar un hombre de televisión está buscando un lavador de imagen, con un talento innegable para hacer lo suyo pero que no tiene idea de levantar un canal porque no es lo que hace y como asesor francamente dio bote en este tiempo.

Eso es mirar con retrovisor, hacia atrás como un cangrejo y sin ser capaz de evidenciar que lo que se necesita no es un director de televisión sino más bien alguien que sepa programar, alguien que sepa elegir el momento exacto, la serie correcta, la teleserie cercana, el programa cultural que no se transmita a las cuatro de la mañana, la investigación periodística con trascendencia.

Censuras en prensa de Teletrece

Mención aparte la compra de Luksic y la nueva línea editorial dirigida por Cristian Bofill, un periodista que antes fue muy sagaz pero que hace tiempo se vendió al poder y que además sabe de tele lo que yo de rugby, una mezcla que terminó con importantes costos para una marca que mantenía una identidad de seriedad sesgada en lo moral, pero que hasta se agradecía pues luego de la llegada de Bofill se volvió además evidentemente derechista.

Porque para qué andamos con medias tintas, cuando el 13 era de la iglesia, había censura, no se hablaba de aborto, de diversidad, ni de familias uniparentales, faltaban contenidos que representaran a esa mayoría que no se casaba con el discurso religioso per se, pero pucha que había periodismo. Contacto nos develó la red Paidos, habló de Zacarach, de Spiniak, de los abusos de los supermercados con sus trabajadores, de Eurolatina y a su manera nos mostró un Chile que muchos se negaban a aceptar.

Pero, ¿qué queda de todo eso con una administración que a medias tintas habla del caso Caval?

Por eso quiero detenerme en Teletrece, el mismo que a vista y paciencia de una silenciosa minoría de profesionales censura entre cuatro paredes contenidos que “no son convenientes”, con total hermetismo. Y está bien, podríamos concederle a un medio de propiedad de un empresario la posibilidad de pensar como un hijo único, “si la pelota es mía, juego como quiero”. Pero la verdad no es el rol de un informativo el de desinformar, menos el de uno con la trascendencia y trayectoria que tiene Tele 13.

Pero no quiero pecar de majadera, no sólo es Teletrece, es la televisión casi en su conjunto. Amanecí el miércoles viendo Ahora Noticias con un amigo y durante quince minutos en el informativo nos mostraron una pelea por una reja en Providencia. Vecinos alegando si era o no correcto tener la reja en ese lugar, como si fuera un móvil ochentero de Pepe Gixe. Al final nos quedamos mirando sólo porque queríamos ver hasta dónde podía llegar esa genial pauta informativa. Y duró quince minutos. ¡¡¡Quince minutos!!! Y claro, Mega dice: “Si te afecta, nos importa”, un slogan inteligente para decir: En vez de darte lo que necesitas, te damos lo que parece efectivo pero no hace más que desinformarte.

Y es que con tanto político metido en escándalos de corrupción, con la álgida situación en Puerto Montt y Valparaíso con las redes de prostitución infantil, con la iglesia colocando a un seguidor de Karadima al que acusan las víctimas del cura pedófilo de haber sido cómplice y encubridor como flamante obispo de Osorno, con la lista interminable de beneficiados por Penta, SQM y sus miles de empresas asociadas que ya ni puedo recordar; con los problemas de tráfico de drogas en San Pedro de Atacama, la basura en Estación Central, Maipú y Recoleta y la enorme desinformación acerca de qué hizo explotar los ríos del norte, si fue solo barro o también sedimentos mineros. Con la teoría vigente de que China Muerta en Conguillío se quemó no sólo por inoperancia sino además obedeciendo a intereses de tranques de paso de hidroeléctricas, los problemas diarios en hospitales por falta de médicos especialistas, los fondos culturales entregados a empresas que lo que menos necesitan son fondos y los atropellos que día a día ocurren en la Araucanía impunemente, hablar 15 minutos de lo que comemos los chilenos, del perfil de Sampaoli, de la inseguridad en las calles y los caceroleos ABC1 o de la reja de Providencia, francamente no tiene nombre. Denigra una profesión que cientos estudiamos por convicción, esperando aportar algo.

Es por eso quizás que un periodista de Teletrece renunció en enero, justo antes de que sacaran a sus compañeros del bloque “Reporteros” del canal de Luksic. Lo hizo luego de que le censuraran un reportaje sobre el Centro de tortura de Tejas Verdes. Porque se cansó de luchar contra una estación cuyo directorio, director ejecutivo y director de prensa han convertido el espacio en una vitrina intrascendente de información superficial y carente de contenido –valga la consciente redundancia-.

Y se lo critico a Teletrece porque tiene periodistas excepcionales. Editores muy buenos y un director que no tuvo miedo en enfrentar a los poderosos por allá por fines de los 90 abriendo espacio a los derechos humanos en la revista más derechista del país. Por eso, porque uno no le pide peras al olmo sino al peral.

Y no hablo con el romanticismo izquierdista de alguien que quiere ver hundido a los del otro bando. Hablo como profesional. En el 2014 no fue uno sino seis los reportajes censurados por Teletrece (aunque seguramente fueron más y no lo sabemos). Todos pasaron colados, nadie se enteró pero ya esta última intervención por el de Tejas Verdes y el acallamiento de información trascendente en el caso Dávalos, hace necesario que se sepa, para todos esos ilusos que pensamos que la censura en democracia no existe. Pues bien, sólo una lista.

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