Cristián Bofill: El periodista operador

Un periodismo a la diestra del poder económico es la gran huella para la profesión dejada por Cristián Bofill tras su paso por La Tercera, convertida bajo su dirección en cancerbera de la red negocios de Álvaro Saieh

Por Mauricio Becerra

21/08/2013

Publicado en

Medios / Portada

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Un periodismo a la diestra del poder económico es la gran huella para la profesión dejada por Cristián Bofill tras su paso por La Tercera, convertida bajo su dirección en cancerbera de la red negocios de Álvaro Saieh. Conocido por sus amplios vínculos, desde ex ministros concertacionistas a la inteligencia del Ejército durante los ’90, el periodista fue convocado  por Andrónico Luksic para ordenar Canal 13 como director de prensa y así poder enfrentar una época de incertidumbre para los grupos económicos.

Tras catorce años en el feudo de Álvaro Saieh, Cristian Bofill emigra a la corte del grupo Luksic como director general de prensa del Canal 13, cargo que asumirá el próximo 9 de septiembre. Bofill hizo fama en el periodismo tras convertir a La Tercera de un medio leído por jubilados y oficinistas a uno de incidencia en los sectores denominados en el arribista modelo neoliberal ‘ABC1’, disputando el control de la agenda de ese sector con El Mercurio.

La Tercera, con Bofill a la cabeza desde 1999, para diferenciarse del diario de Edwards  apostó por una línea liberal frente a temas como la pastilla del día después o los escándalos de pedofilia de la iglesia. El periodista de Clarín, Paul Walder, comenta que “La Tercera es un producto muy bien pensado y elaborado. Desde la llegada de Bofill a la dirección de diario, éste se ha abierto a temas demandados por la sociedad civil, aquellos derechos civiles, manteniendo una postura más liberal que El Mercurio. Esta apertura de La Tercera está sin embargo acotada a estas temáticas, las que son inofensivas para el poder económico y político. Si sigues un poco cuál es la postura de La Tercera frente al modelo económico o político, se constata una enorme coincidencia con El Mercurio”.

La decisión de Luksic de convocar a Bofill se comenta en la prensa tradicional motivada por el incierto futuro del departamento de prensa de Canal 13, cuyas últimas denuncias de programas como Contacto conllevaron millonarias demandas de Cencosud y Danone. Pero más allá de ir a poner orden a un periodismo de investigación cuya estrella es Emilio Sutherland denunciando al cojo que no es cojo, la movida de piezas en el canal, que tiene como director al ex ministro concertacionista, Nicolás Eyzaguirre, junto a un directorio de derecha, es tener un periodista que ha demostrado lealtad absoluta al patrón de turno.

CUIDANDO EL NEGOCIO

La Tercera desde que fuera comprada a la familia Pico Cañas en 2000, cumplió la función de guardián de la red negocios de Álvaro Saieh Bendeck, quien a través de  Corpbanca mueve los hilos de una red de empresas que integra las cadenas de supermercados Unimarc y SMU, Construmart, el Hotel Hyatt, el 20% de la propiedad de Ripley, seis Mall, ING Seguros de Vida y La Polar. Según el ranking  anual de la revista financiera Forbes, es el sexto empresario más rico de Chile.

La demanda No al Lucro de los estudiantes de 2011, va en picada contra el negocio de Saieh, construido a partir de préstamos bancarios, endeudamientos masivos y repactaciones que terminan desvalijando a sus clientes. La mayor cartera de deudores del CAE, el crédito a estudiantes regalado por los gobiernos de la Concertación a la banca, es con su banco, Corpbanca.

Si en la etapa de albañilería de instalación del neoliberalismo en Chile, los grandes grupos económicos necesitaron hacerse de bancos para el blanqueo de sus oscuras transacciones, en la etapa de consolidación y amenazas de resquebrajamientos del modelo por el empuje de la sociedad, los dueños de Chile precisan tener medios de comunicación. Ricardo Claro fue el pitoniso abriendo Mega a inicios de la transición y desde 2010 el grupo Luksic se hizo de Canal 13.

El cientista político Atilio Boron, describe que “en América Latina los monopolios mediáticos tienen un poder fundamental, vienen cumpliendo la función de sustituir a los partidos de derecha que cayeron en descrédito y no tienen la capacidad de llamar la atención ni la voluntad de los sectores conservadores de la sociedad”.

Saieh se metió en el negocio hace más de una década y hoy en todas las plataformas tecnológicas son distribuidos los contenidos por él pauteados. Es dueño del 83,3 % de Copesa, que integra a La Tercera, La Cuarta, Pulso, Diario Concepción; y las revistas Qué Pasa, Paula y Hola. A través del Grupo Dial, es dueño de seis radios: Carolina, Zero, Beethoven, Paula, Duna y Disney. Es junto a la Fundación Open Society, del magnate George Soros, uno de los dueños de CiperChile.

También incursiona en el llamado ‘mercado televisivo’ a través del  20% de la propiedad de VTR. No contento con eso, lanzará al aire en septiembre próximo su canal abierto, Canal 22.  Javiera Contador será uno de los rostros; Andrea Moletto su directora de programación y el departamento de prensa estará a cargo de Alberto Luengo.

Walder comenta que “tal como hallamos en las farmacias, aquí también hay características de cartel, que no sólo se expresa en el mercado, sino en la circulación de la información. Copesa y El Mercurio tienen el control de los mensajes en la prensa escrita. Al observar la actual estructura e los medios en Chile es necesario observar su trayectoria. No es lo mismo la situación de la prensa durante los primeros años de la transición que hoy en día. Esta se ha concentrado, del mismo modo que otras actividades en otros sectores de la economía. El control del duopolio en la circulación de diarios, con un 95 por ciento (si consideramos la prensa gratuita distribuida en el metro), éste es similar a lo que sucede con los supermercados o con las farmacias”.

FORMACIÓN EN BRASIL

La carrera periodística de Bofill comenzó en São Paulo tras titularse de periodista en la  Facultad de Comunicación Social Cáspero Líbero en 1981. Se cuenta que Bofill coqueteó tempranamente con sectores de izquierda, de los que siempre procuró tener algún tipo de información. Su ‘gran golpe periodístico’ fue haber informado de la aparición del coronel Carreño en Brasil, secuestrado por el FPMR. “Desde entonces se crea en torno a su figura el mito de un hombre con muchas fuentes y conexiones”- comentan las periodistas Marcela Ramos y Alejandra Matus en un perfil que hicieron de Bofill para la desaparecida revista Plan B. Lo cierto es que Carreño fue dejado en la puerta del diario donde trabajaba, el conservador O’ Estado de São Paulo, y como Bofill era chileno, lo mandaron a cubrir la nota.

Nadie sabe con precisión su acomodo con las ideas de derecha. Hay eventos en su vida que de a poco comienzan a mostrar su olfato para el acomodo. Cuando concluyó sus estudios fue becado para estudiar en la Universidad de Navarra, vinculada al Opus Dei. De vuelta en Brasil y tras salir de O’ Estado de Sao Paulo se fue a trabajar a la revista Véja de Roberto Civita, quien falleció hace pocos meses.

En Véja llegó a ser subdirector. La revista de amplio tiraje en Brasil es conocida por su campaña incesante contra los gobiernos de Lula y Dilma Rouseff, además de sus crónicas destempladas que acusan “el infierno de vivir en Cuba”, al ‘dictador Chávez que arruinó la economía venezolana” o “el pulpo en el poder”, en referencia a un escándalo de corrupción al finalizar el gobierno de Lula.

LA DENUNCIA DE CUADRA Y LA CACHETADA DEL TONY

Tras la salida pactada de la dictadura, Bofill acepta la invitación a hacerse cargo de la revista Qué Pasa del periodista Roberto Pulido. Eran los inciertos días de inicio de la transición y Bofill desarrolla en Chile oscuros vínculos con personal de inteligencia del Ejército, aún comandado por Pinochet. Poco a poco, Bofill va olfateando el ambiente y desarrollando redes.

En enero de 1995, ya como director de Qué Pasa, publica en portada y sin chequeo previo, una entrevista al ex ministro de la dictadura, Francisco Javier Cuadra, en la que se denunciaba el consumo de drogas en el Congreso. Según cuenta Ascanio Cavallo en Historia Oculta de la Transición, la entrevista iba a ser en un principio un balance del año, pero fue negociada durante meses entre Bofill y Cuadra. Según Cavallo, Bofill “opta por otros temas y le propone a Cuadra centrarse en uno de los aspectos de su análisis prospectivo: droga y clase dirigente”. La publicación fue una bomba para la reciente institucionalidad democrática y contribuyó a deteriorar más la imagen de los políticos de la transición fijada por Pinochet.

A pocos días días de la denuncia La Tercera organiza un examen antidrogas en el Parlamento. La imagen del día, o de la década, fue una fila de diputados y senadores esperando hacerse el test de orina para no ser vinculados ante la opinión pública con el ‘flagelo de la droga’, como era conocida la cruzada en aquella época.

El episodio le permite a Bofill constatar como una entrevista a un torcido ex ministro de la dictadura, sin comprobación o investigación alguna, genera un evento noticioso que dura meses en las portadas de los diarios y en los noticiarios de TV. En 1999, Bofill sería designado como director de La Tercera.

En su nuevo cargo, de a poco va desarrollando un estilo de periodismo como un juego de espejos, destinados a cautivas audiencias, conducir opinión y sacar a enemigos del camino. Tras los espejos está el objetivo de desligar por confusión la conexión entre los problemas de las personas con el modelo económico. Un salón de espejos donde por varios años la causa de la crisis de las universidades fue que los egresados morosos no pagaran; o que el conflicto chileno-mapuche era por un un pueblo que se negaba al progreso y porfiaba en su atávica miseria. Un bien montado salón de reflejos, que –gran paradoja- su objetivo ha sido mantener desinformada a las multitudes con la misma herramienta que el periodismo tradicional, blando y positivista, argumenta como esenciales para la democracia y transparencia.

La era de Bofill en La Tercera se caracterizó por una gestión de los hechos noticiosos en la medida que no afectaran el modelo económico de Pinochet. Las páginas de Economía no dejaban de bendecir el modelo exportador de materias primas (en el portal web el concepto abarcador del tema es ‘Negocios’) a la par que las de Política reducían lo político, ya no entendido como un espacio de discusión de ideas, sino como una carrera profesional. Un relato de la política hecho a partir de conversaciones de pasillo en el amarre de una ley o las disputas a codazos de los políticos  por ser nominados candidatos en alguna circunscripción electoral, una sal y pimienta de la política vuelta intrascendente en las cocinas del consenso.

Walder comenta que “en general, la línea editorial es muy simple. Por un lado crear la sensación de una verdadera discusión política en un escenario binominal en el que no pueden estar más de acuerdo. Es la cachetada del tony. Por otro lado, cerrarse al resto de las demandas, minimizarlas, farandulizarlas o buscarles aristas para desprestigiarlas. En esto, no hay nada nuevo, pero al no haber verdadera competencia, esta estrategia ha dado resultado. Es un diario tan conservador y derechista como lo es el diario de Agustín. Diría que tal vez es peor, al intentar encubrir con una parente liberalidad su extremado conservadurismo en lo económico y político”.

Bajo la era de Bofill, La Tercera inició una agresiva campaña para posicionarse en el mercado de la prensa chilena. Era la única alternativa al rancio El Mercurio y sus reportajes a base de fotos de niños mostrando condones de las Jocas y las entrevistas a los viejos de siempre. Bofill renueva y le da nuevos trotes al periodismo conservador. Así la sección Cultura es una galería de eventos cuya entrada se compra a través de ticket master o se editan suplementos como Tendencias, destinados a la promoción de subjetividades en un paraíso tecno-neoliberal para convencernos de que somos empresarios de nosotros mismos.

El empresario como modelo de éxito fue coronado cuando La Tercera llevó en portada la imagen de Andrónico Luksic celebrando su cumpleaños número 50 en la cima del Everest.  La foto fue portada de La Tercera.

UN PERIÓDIDO VINCULADO A LA UDI

Una sutil llamada de Cristian Bofill convidando a tomar un café era la invitación a sumarse al Consejo Editorial del diario La Tercera. A través de dicho espacio Bofill se encargó de ir tejiendo redes en el establishment neoliberal Alianza-Concertación, para generar un feed back entre la clase política y el medio de Saieh. Era la invitación a participar de una orden secreta que se reúne cada viernes en la mañana en el Hotel Hyatt.

Los encuentros también le permitieron ir midiendo la temperatura del ambiente político de la democracia de los acuerdos. Según la periodista Claudia Rivas Arenas, de El Mostrador,  dicho espacio fue “un verdadero mito, ya que poco se sabe públicamente de sus integrantes, lugar de reunión o cuál es su objetivo. Parte de la fábula es que es allí donde se toman las decisiones editoriales que podrían definir el rumbo del país”.

Por la Concertación pasaron por allí Jorge Schaulsohn, el empresario Óscar Guillermo Garretón (PS); los ex ministros Juan Gabriel Valdés (PS) y Alejandro Foxley (DC), los diputados Jorge Burgos (DC) y Felipe Harboe (PPD), los senadores Ricardo Lagos Weber (PPD) y Carlos Ominami (PRO); y, como no, el eterno lobbista Enrique Correa.

La derecha se vio representada en el Consejo Editorial por Rodrigo Hinzpeter durante el periodo previo a la campaña de Piñera para llegar a la Moneda; los parlamentarios UDI, Víctor PérezRodrigo Álvarez, Juan Antonio Coloma y Patricio Melero quien hoy es presidente del partido; y el RN Alberto Cardemil. Una figura de peso fue Jovino Novoa, quien aprovechó ese espacio para alinear al diario de Saieh en las acusaciones por el caso Spiniak que lo salpicaban.

También tomaron café con Bofill el ex presidente de la CPC y adicto a Andrés Velasco, Rafael Guilisasti; el jefe del departamento de estudios de CorpBanca, Álvaro Donoso; y el abogado Darío Calderón.

PAUTAS EN ECONOMÍA DICTADAS POR EL DIRECTOR DE UN BANCO

En mayo pasado La Tercera mostró sus dientes tras una resolución de la Corte Suprema que respaldaba las demandas de organizaciones de consumidores contra el alza unilateral de las comisiones de las tarjetas de crédito. A través de su editorial, el periódico de Saieh salió a criticar el fallo diciendo que “está basado en argumentos muy cuestionables, cuyo alcance podría terminar dañando a los consumidores”.

El edicto hecha a perder las proyecciones del negocio de la banca y el retail en Chile, cuyo patrón de acumulación en las últimas décadas han sido los jugosos intereses  aplicados a quienes compran a crédito. Cuando hay amenazas de sanciones al negocio de Corpbanca o Unimarc, el diario tiene que salir como cancerbero en defensa del boliche.

En esta función, es clave Álvaro Donoso Barros, ingeniero comercial de la Universidad Católica que compartió pupitre junto a Saieh en las clases de Milton Friedman en la Universidad de Chicago. Nombrado por Saieh, Donoso Barros luce en su curriculum haber sido director de Odeplan, agencia clave de la dictadura en la planificación neoliberal en el Chile de los ‘80. Hoy compatibiliza sus cargos como director de Corp Research, unidad de estudios económicos de Corpbanca, y editor en las sombras del cuerpo de Economia de La Tercera. Según cuenta Iván Weissman, editor de El Mostrador Mercados, “cada lunes Donoso dirige la reunión de pauta de la sección Negocios del domingo”. O sea, el suplemento económico de unos de los principales diarios en Chile es definido por un director de un banco de la plaza.

Una denuncia de El Mostrador sobre la insolvencia de supermercados Unimarc, publicada mientras Bofill aún era director del diario de Saieh,, ha sido censurada en las páginas del medio. Una noticia del área económica que en cualquier país del mundo hubiese sido de cobertura obligada de cualquier suplemento de Economía, aún no ha sido cubierta por ninguno de los medios del grupo mediático.

ALINEADO CON EL GOBIERNO DE PIÑERA

Tras vapulear por todos los costados posibles la candidatura de Eduardo Frei, La Tercera se abocó a la tarea de blindar al gobierno del magnate, Sebastián Piñera. Entrevistas exclusivas al mandatario en sus suplementos de reportajes y titulares aplaudiendo logros económicos del gobierno han sido la tónica. El trato es diametralmente opuesto al dado a la Concertación gobernante y da pistas de como serán en un eventual gobierno de Bachelet.

Andrés Benítez, rector de la Universidad Adolfo Ibáñez, es quien hace de abogado del diablo en las páginas de casa sábado del cuerpo de Reportajes. Entrevistas salameras a los ministros de Piñera en su red de medios, completan el panorama.

La cobertura de La Tercera en el caso del pakistaní acusado de entrar con trazas de bombas a la Embajada norteamericana en Chile o el Caso Bombas fue alineada con probar las tesis del gobierno que veía terroristas en todos lados.

LAS ESTRATEGIAS DE BOFILL

Las huella de Bofill en el periodismo chileno quedarán por un buen tiempo. Construyó una manera de hacer periodismo recurriendo a fuentes en off, aseveraciones de ‘fuentes cercanas’ o tinterillos en las sombras cuyas declaraciones cosen un reportaje para que calce con el enfoque decidido en la pauta por Bofill. “Con un olfato político envidiable, Cristián Bofill formula tesis y se las arregla para probarlas. Si los datos no sirven de prueba, bueno, peor para los datos. En esos casos se aplica otra de sus máximas: ‘No dejes que la verdad te arruine una buena historia’”- comentan las periodistas Marcela Ramos y Alejandra Matus.

Adicto a las conversaciones de pasillo y teatralizar un escenario del poder con vericuetos que no conducen a nada sustantivo, Bofill tuvo que enfrentar la dosis de verdad de las movilizaciones estudiantiles de 2011. Y allí La Tercera superó a El Mercurio en la defensa del modelo.

Para referirse a los movimientos sociales La Tercera recurrió a diversas operaciones en la construcción de hechos noticiosos. La más elemental es la invisibilización inicial a toda demanda ciudadana, como el caso de las críticas al sistema de AFP, las andanzas de Miguel Piñera o, como ocurriría en cualquier país del mundo con prensa decente, dar cuenta de lo que hay tras la depresión de Pablo Longueira.

Pero cuando no pueden tapar el sol con un dedo, se abre espacio a la segunda estrategia aplicada por Bofill: la criminalización. Walder comenta que “lo que está fuera del binominal, La tercera se ha encargado de demonizarlo, lo que no se diferencia en nada al Mercurio. El conflicto mapuche, los encapuchados, el mismo trato a las demandas sociales y de los estudiantes se inscriben en esta mirada. No sólo es lo que está fuera, sino lo que pone en peligro la institucionalidad”.

Otra operación es trastocar las atribuciones de responsabilidad, como en el enfoque que se dio a las protestas en Aysén a comienzos de 2012 con titulares como “Dirigentes de Aysén endurecen petitorio y crece violencia en la zona del conflicto”, fueron la tónica.

Ya cuando es imposible negar las demandas, ya sea por la fuerza de los hechos o la necesidad de blindarse a críticas futuras sobre la no cobertura de acontecimientos, una táctica muy usada es enfatizar efectos colaterales de las movilizaciones por sobre el eje del conflicto. Así se evidencia en la cobertura reciente a las protestas contra el proyecto hidroeléctrico Alto Maipo, cuando el titular del periódico de Saieh fue “Multitudinaria protesta contra Alto Maipo genera gran congestión vehicular” para describir una protesta de los habitantes del Cajón del Maipo contra el proyecto de Aes Gener.

Muchos lectores además han denunciado que La Tercera borra los comentarios críticos del modelo neoliberal o al gobierno de Piñera colocados en sus noticias del portal web.

BOFILL V/S ESTUDIANTES

La operación más compleja y más recurrida en la época de Bofill fue llegar a producir los hechos mismos, pese a no tener un correlato con la realidad. La táctica fue muy utilizada en los guiones de palacio que armaron sus páginas durante los gobiernos concertacionistas y tuvo un inesperado hito en las acusaciones de Pablo Longueira (UDI), cuando para desmentir una noticia que hacia alusión a su persona acusó a La Tercera de incurrir “una vez más, en afirmaciones equivocadas, falsas o inexistentes”.

 Frente a los estudiantes movilizados el 2011 la campaña para bajar el conflicto fue total. En plenas movilizaciones de 2011, la entonces presidenta de la Fech, Camila Vallejo, llegó a decir que “La Tercera está totalmente invalidada frente el movimiento estudiantil. Es una vergüenza que todas las noticias que salgan en La Tercera respecto de nosotros sean para mostrar supuestas divisiones, tergiversaciones, hablan de cuestiones que no fueron. Dicen que yo estoy siendo instrumentalizada por el Partido Comunista y al otro día que me manejan los compañeros que les llaman ‘ultras’, que es como llaman a los cabros independientes.. cosas absurdas que pierden total seriedad”.

La Tercera creó el concepto ‘ultras’ para estigmatizar a los dirigentes universitarios que no militaban en los partidos políticos tradicionales. Al igual que el personaje de los ‘encapuchados’ para la televisión, los ‘ultras’ sirvieron al diario para argumentar que el conflicto era mantenido por la “intransigencia” de un sector a negociar con el gobierno.

Pero fue el incidente con Giorgio Jackson durante una de las jornadas de movilización de 2011 el más bullado de su campaña en contra del movimiento: La portada de La Tercera del 9 de agosto, día en que estaba programado una marcha, una noticia en portada de La Tercera decía “Renuncia de Jackson a mesa de la Confech revela diferencias”.

La petición de quien fuera presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (Feuc), en la reunión de la Confech el fin de semana previo a la marcha, de más capacidad resolutiva a la mesa ejecutiva, fue transcrita en el particular estilo de Bofill, por quien pasaban todas las noticias sobre los estudiantes en ese inquieto año,  como un quiebre entre los moderados y los sectores más ‘ultras’.

El propio Jackson se apresuró a responder a través de Twitter que “lo q hizo @latercera es una CANALLADA!! periodismo especulativo”.

QUE PASE EL QUE SIGUE

El sucesor de Bofill en la dirección de La Tercera es Guillermo Turner. Ahora ya no se trata de un pasado izquierdista convencido en la bondad del mercado libre de Milton  Friedman, sino en uno formado bajo su imperio ideológico. Turner es periodista de la Universidad Gabriela Mistral y su carrera la hizo en la transnacional Telefónica, como director del Diario Financiero y de la revista Capital del Grupo Claro. Una formación en  periodismo económico de evidente cuño neoliberal. Al momento de ser llamado por Saieh era Director de Pulso y fue presidente de la Asociación Nacional de la Prensa (ANP).

La ficción más blanda del periodismo que se dice objetivo, es ocultar que al fin del día responde a un dueño y, en el caso chileno, a dueños cuyas fortunas son efecto de un quiebre violento de la historia, la triada golpe de estado-dictadura-neoliberalismo. Esa fue la condición de posibilidad que auspicio gentilmente el monopolio de la prensa. Cristian Bofill terminó adaptándose para ser un gran operador y Guillermo Turner nació en pleno orgasmo de las recetas de Friedman. Hoy Bofill está a la diestra de Andrónico Luksic y Turner a la siniestra de Álvaro Saieh, dos de los dueños de Chile.

El talento de este periodismo de empresa quizás fue demostrado con la participación del mismo Bofill en Tolerancia Cero. Colocado allí para representar al discurso conservador, compartió las mismas críticas en la audiencia y en las redes sociales hechas a sus antecesores como voceros del sector: Sergio Melnick y Juan Carlos Eichholz. Los tres en los últimos años han dado cuenta de una evidente incapacidad argumentativa para defender el orden económico dejado por Pinochet. Si al principio se esperaba que el oscuro Bofill llegara con fuerza a representar las ideas del capitalismo del desastre, al sucederse las ediciones del programa el país asistió a un Bofill cabizbajo ante las argumentaciones de Gabriel Salazar o teniendo que comerse las respuestas de Marcel Claude.

Los años y el poder convirtieron a Bofill más que en un periodista, en un operador. Su instinto lo aplicó para irse acomodando en un periodismo arrojado a las leyes de un mercado altamente monopolizado. El olfato periodístico de las viejas escuelas periodísticas Bofill lo transformó es saber husmear para encontrar un buen amo. Ahora la tarea será blindar los negocios del grupo Luksic ante un futuro complejo empujado por movimiento sociales.

Mauricio Becerra R.

@kalidoscop

El Ciudadano

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