‘En la Mira’ de Chilevisión: Prisioneros del rating o la ideología médica en salud mental y el estigma social

El reportaje de CHV En La Mira, emitido la semana pasada, mostró a las personas declaradas como “enfermos mentales” como seres violentos, extraños y peligrosos aportando, sin duda, a incrementar el daño y el estigma social de miles de personas que son diagnosticadas con problemas de salud mental en nuestro país

Por Mauricio Becerra

11/06/2013

Publicado en

Medios / Portada / Salud

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El reportaje de CHV En La Mira, emitido la semana pasada, mostró a las personas declaradas como “enfermos mentales” como seres violentos, extraños y peligrosos aportando, sin duda, a incrementar el daño y el estigma social de miles de personas que son diagnosticadas con problemas de salud mental en nuestro país.  Compartimos una reflexión hecha por el Centro de Acción Crítica en Salud Mental:

El miércoles 5 de junio Chilevisión transmitió “Prisioneros de su mente”, un reportaje del programa “En La mira” [i]que hace espectáculo de la locura como enfermedad y promueve la ideología psiquiátrica en el campo de la salud mental; una expresión más de los medios de comunicación oficiales al servicio de intereses privados y corporativos, manipulando la información y sesgando la realidad.

EL SENSACIONALISMO DE “ENLA MIRA” Y EL MITO LOCURA-VIOLENCIA

En enero de este año, uno de los miembros de nuestro colectivo, en su rol de coordinador de un proyecto de radiodifusión para personas diagnosticadas con esquizofrenia en un Consultorio de Salud Mental (COSAM) de la zona oriente de Santiago, fue contactado por el equipo de “EnLa Mira” de Chilevisión (CHV) quienes mostraron interés por esta iniciativa, en el marco de las grabaciones de un futuro programa sobre salud mental en nuestro país. El equipo asociado al COSAM les mencionó a los periodistas del canal de televisión que las personas diagnosticadas con esquizofrenia no son violentas, y recomendó evitar el uso de estereotipos negativos para reducir los prejuicios que sustentan diversas formas de discriminación hacia estas personas en nuestra sociedad. Los profesionales del programa se mostraron de acuerdo. Sin embargo, luego de haberse emitido el respectivo programa el pasado miércoles 5 de junio, nos damos cuenta, una vez más, de la dificultad de encontrar un trabajo periodístico ético y responsable dentro de la producción de los canales de televisión chilenos, que parecen responder únicamente a intereses empresariales y corporativos.

El programa “EnLa Mira” ha amplificado las características más morbosas asociadas al sufrimiento subjetivo de las personas, mostrando -hasta la náusea- casos de personas que gritan y violentan a otras personas en la calle, que han atentado contra la integridad suya o de sus familias. El reportaje de CHV muestra a “los enfermos mentales” como seres violentos, extraños y peligrosos aportando, sin duda, a incrementar el daño y el estigma social de miles de personas que son diagnosticadas con problemas de salud mental en nuestro país. Con el fin de conmocionar a la teleaudiencia, CHV pone al aire escenas de “desquiciados” que representan un peligro para su entorno o para ellos mismos bajo la caricatura de personas que no tienen control alguno sobre lo que les pasa y lo que pueden hacer, distorsionando gravemente la realidad, lo que ayuda a generar un miedo irracional hacia las personas que están viviendo una alteración subjetiva o conductual.

Frente a tal espectáculo, cabe preguntarse: ¿realmente la mayoría de las personas con presumible diagnóstico psiquiátrico se comportan o sufren de esta manera tan notable? Afirmar una relación tan directa entre personas con diagnósticos psiquiátricos y actitudes violentas no es sólo un desacierto periodístico, sino también una muestra de ignorancia desde el punto de vista de la discusión científica actual. La inmensa mayoría de las personas con diagnóstico de esquizofrenia no son violentas. Se ha constatado que las personas diagnosticadas con esquizofrenia tienen diez veces más posibilidades de ser víctimas de un crimen violento que de cometerlo[ii]. Sin embargo, el programa se esmera en mostrar la violencia como la consecuencia de una supuesta “enfermedad mental” con un origen biológico/genético (no demostrado y sumamente cuestionado hasta hoy por los sectores científicos especializados), tratada en términos individuales (“el problema es suyo y no de su entorno social”) y ajena de cualquier contexto inmediato que podría hacerla más comprensible.

Ante la posibilidad de hacer un periodismo informado y con sentido, que se haga cargo del estigma que existe sobre “la locura”, la lógica mediática de un programa como “EnLa Mira” delira: un loco humano, un loco inofensivo, no da para un titular, no es una buena historia. El programa de CHV parece incapaz de dar una mirada que privilegie un enfoque humano por sobre uno sensacionalista. Los profesionales de “EnLa Mira” parecen ser prisioneros del rating y el sentido de espectáculo. Pero, también, son presas de una lógica que subyace a todo su discurso, y que se desarrolla en las voces de periodistas, psiquiatras y supuestos expertos. Son cautivos de la ideología médica en salud mental y, con ello, de todos los estigmas que ella acarrea.

¿ESTAMOS TODOS LOCOS? EL DIAGNÓSTICO Y LA MEDICACIÓN PSIQUIÁTRICA COMO LA SOLUCIÓN A NUESTROS PROBLEMAS

Un poco más allá del morbo, el punto de vista del reportaje de CHV es que en Chile existiría una epidemia (y pandemia) de enfermedades y trastornos mentales, afecciones entre las cuales estarían la esquizofrenia, la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo y el trastorno bipolar. Estas no serían atendidas adecuadamente por el sistema de salud, en tanto faltaría presupuesto público para lograr la cantidad y calidad de atenciones psiquiátricas necesarias para dar abasto a tal demanda. El AUGE estaría sobrepasado, y los psiquiatras en Chile serían insuficientes. Esta realidad provocaría problemas familiares e individuales (como en los casos que se presentaron de diagnosticados por depresión, trastorno bipolar o trastorno obsesivo compulsivo), de convivencia comunitaria o vecinal o, lo que más se citó  en el programa, problemas sociales graves como son homicidios individuales o seriales/masivos (psicópata de Lolol, caso Rodrigo Orias, por ejemplo). Las causas de estos trastornos sería biopsicosocial (factores principalmente genéticos y biológicos, asociados a variables ambientales), siendo, a su vez, su tratamiento correspondiente principalmente de tipo farmacológico.

Lo que “En la mira” impone a los espectadores, como problema y su correspondiente solución, es lo que se ha conocido como modelo médico en salud mental, que lleva aparejado el modelo hegemónico de tratamiento psiquiátrico. El modelo médico en salud mental, y su enfoque biológico de enfermedad, patrocinado con entusiasmo por la lucrativa industria farmacéutica, intentan hacer creer al público que las personas con dificultades emocionales o psicológicas están “enfermas mentalmente”. Las opiniones “serias” vertidas en el reportaje de CHV, en tanto que son coincidentes con el modelo médico, proponen como solución para el panorama chileno la búsqueda del diagnóstico correcto, con la mayor antelación posible, un aumento significativo en prestaciones psiquiátricas y, sobretodo, una medicación farmacológica que mantenga “compensados” a las personas que sufren con lo que les sucede (o que podrían ser,  eventualmente, un peligro social).

Sin embargo, ¿cuán válidos son los diagnósticos de los psiquiatras y cuán seguros son sus fármacos? Pese a que este encuentro entre el discurso de “En la mira” y la práctica psiquiátrica parece gozar de coherencia, no existe ningún tipo de consenso científico que indique el origen biológico de ninguna enfermedad o trastorno mental e, incluso, las mismas etiquetas diagnósticas utilizadas hoy en día en psiquiatría están siendo fuertemente cuestionadas a nivel internacional, críticas que vienen, incluso, de ciertos sectores del gremio psiquiátrico[iii]. La psiquiatría no puede cumplir con aquello a lo que aspira la medicina en general, lo cual es prevenir, curar o, lo que sería lo mínimo, meramente disminuir síntomas de manera específica. Se ha mostrado, ilustrando el argumento anterior, que tanto para el trastorno de déficit atencional, como la esquizofrenia y la depresión, el tratamiento farmacológico, que es visto en el programa como el ideal, tiene consecuencias más negativas que beneficiosas en relación al bienestar global del paciente y de su entorno[iv]. Es más, se ha mostrado, contra el sentido común, que son precisamente los medicamentos psiquiátricos, ya sea como efecto secundario o, a su vez, por los efectos de la retirada abrupta del mismo (efecto resaca), los que tienen una correlación positiva con asesinatos, suicidios y otros actos graves de violencia[v].

En este sentido, al contrario de lo que recomienda constantemente el reportaje de “En la mira”, el uso de psicofármacos para nuevos diagnosticados debería restringirse fuertemente o, mejor aún, eliminarse como posibilidad terapéutica. Cabe aclarar que, por lo que expresamos anteriormente, ya habiendo empezado el “tratamiento” farmacológico, lo que se recomienda es una disminución paulatina del uso del mismo, siempre acompañado y con supervisión médica adecuada, para así reducir los complejos efectos adversos de la resaca por la retirada del uso de estas drogas.

LA IDEOLOGÍA PSIQUIÁTRICA: DEL ETIQUETAMIENTO ALA EXCLUSIÓN

Diversas investigaciones muestran que usar la metáfora de “enfermedad” en salud mental tiende a aumentar el rechazo hacia la persona diagnosticada, catalogándola como peligrosa e impredecible, relegándola a un “rol infantil y de no persona”. Para usos legales, un ejemplo particularmente significativo se encuentra en la ley 18.600 que establece normas sobre deficientes mentales en Chile. En su artículo 16, esta ley promulgada en 1987 y vigente hasta hoy, señala: «En el contrato de trabajo que celebre la persona con discapacidad mental, podrá estipularse una remuneración libremente convenida entre las partes, no aplicándose a este respecto las normas sobre ingreso mínimo». Es decir, una persona diagnosticada con un “trastorno mental” no tiene garantizado por derecho ni siquiera el sueldo mínimo. Lo anterior si es que tiene la fortuna de conseguir un trabajo serio y estable, opción altamente improbable, en gran parte, debido al estigma social que el reportaje de “En la mira” viene a sostener y profundizar[vi].

Del mismo modo, se ha documentado que el carácter de cronicidad y de inmutabilidad atribuido al diagnóstico psiquiátrico promueve una visión pesimista sobre la recuperación, incrementa la percepción de defectos y dificultades, además de conducir al aislamiento social de las personas etiquetadas de esta manera. Creer en una esencia biológica del trastorno fomenta la representación de una naturaleza impredecible e incontrolable junto a una visión que las personas diagnosticadas son radicalmente diferentes. Es decir, todas estas creencias esencialistas y naturalizantes forman un entramado nocivo que favorece el miedo, el distanciamiento y el rechazo, así como diversas formas de discriminación hacia las personas con diagnósticos psiquiátricos, en la medida que la explicación biologicista anula las posibilidades de comprender la humanidad en común[vii]. Se ha constatado que los factores que están relacionados con actitudes más positivas hacia las personas con diagnósticos psiquiátricos es establecer contacto (directo o a través de los medios de comunicación) con los usuarios de servicios de salud mental y al hacerlo, describir sus dificultades en cuanto a los sucesos adversos de la vida, en vez de describirlos como personas que padecen enfermedades[viii].

En países de Europa y Norteamérica, diversas organizaciones de usuarios llevan tiempo denunciando los efectos negativos de la ideología psiquiátrica, acusándola de ignorar la complejidad y multiplicidad de sus experiencias, provocando que su autoestima disminuya, ignorando la importancia de los sucesos de la vida, aumentando el estigma y minimizando su capacidad de recuperación[ix]. A nadie le gusta que se reduzca su ser a una hipotética enfermedad. Las personas caricaturizadas en el reportaje pueden ser padres o madres, trabajadores, estudiantes, amigos, y no parece justo que se le reduzca a su supuesta condición de enfermedad crónica (se escucha en varias ocasiones durante el programa la frase: “deben ser medicados de por vida”). De esta manera, la estigmatización psiquiátrica es más dañina para la integración de la persona a la sociedad, al generar un etiquetamiento que impide un adecuado reconocimiento en sus diversas actividades y roles sociales, siendo necesario generar acciones concretas que vayan en contra de esta tendencia[x].

UNA BREVE REFLEXIÓN FINAL

Por alguna razón, intencionada o no, la visión entregada por el programa “En la mira” favorece los intereses del enfoque hegemónico en psiquiatría mencionado que, como dijimos, posee intereses inmediatos con la industria farmacéutica. De una u otra forma, todo termina siempre en el mismo puerto: el lucro privado. En este caso, ya sea por los auspiciadores que financian el programa, por los intereses creados directos entre quienes dirigen CHV y quienes lucran con la salud, por los intereses sistemáticamente activos de la industria farmacéutica y por los mismos intereses económicos del gremio médico, que se ven favorecidos con alarmas ficticias como las que exhibe el programa, todo el reportaje parece decantar en una salvación meramente económica, donde lo que se exige es más dinero para lo mismo (dinero que, por lo demás, según como está estructurada la salud en Chile, termina mayoritariamente en manos de privados), sin preguntarse en ningún momento si “lo mismo” es lo que está en directa relación con los intereses y necesidades de las personas afectadas, que son los que debieran importar en todo esto y guiar las políticas respectivas.

En definitiva, creemos necesario instalar el debate y cuestionar el modelo médico en salud mental y sus implicancias negativas como la estigmatización diagnóstica y el tratamiento psicofarmacológico, en la medida que constituye una ideología tóxica más perjudicial que beneficiosa. Hacernos partícipe de las futuras prácticas en torno a nuestro bienestar con nosotros mismos y con el entorno que nos rodea, en donde la alternativa al malestar subjetivo y la conducta diferente sea la contención de pares, el auto-cuidado, intervenciones dirigidas por agrupaciones de usuarios, la aceptación de la diferencia y el combate a los estigmas sociales, cualquiera este sea.

Es cierto que hay locos, lo que no es cierto es que son enfermos y, por sobre todo, no es cierto que sean un peligro.

 Centro de Acción Crítica en Salud Mental[xi]

PARA CONTACTO:

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 NOTAS:

[i]          El programa se puede ver online aquí
[ii]              Así lo describe la investigación de Brekke, J. et al. (2001). Risks for individuals with schizophrenia who are living the community. Psychiatric Services 52: 1358-66. Sobre la inexistencia de pruebas de la relación entre ser paciente psiquiátrico y ser violento ver: Monahan, J. (1992). Mental disorder and violent behaviour: perceptions and evidence. American Psychologyst 47: 511-21 y Mullen, P. (1997). A reassessment of the link between mental disorder an violent behaviour, and its implications for the clinical practice. Australian and New Zealand Journal of Psychiatry 31: 3-11.
[iii]              En el contexto de la próxima publicación de la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM), psicólogos y psiquiatras del Reino Unido han mostrando su férrea oposición a la aplicación del modelo biomédico para la comprensión de los trastornos mentales, expresados también en el Manual CIE (Clasificación Internacional de Enfermedades). El pasado 13 de mayo, la División de Psicología Clínica de la Asociación Británica de Psicología (British Psychological Society -BPS) publicó el documento “Position Statement  on the Classification of Behaviour and Experience in relation to Functional Psychiatric Diagnosis: Time for a Paradigm Shift” señalando que “es oportuno y apropiado afirmar públicamente que el actual sistema de clasificación diagnóstica, en el que se basan el DSM y el CIE, con respecto a los diagnósticos psiquiátricos funcionales, presenta limitaciones conceptuales y empíricas significativas. Por consiguiente, es necesario realizar un cambio de paradigma en relación con las experiencias a las que se refieren dichos diagnósticos, hacia un sistema conceptual que no esté basado en un modelo de enfermedad”. En la misma línea, el día 21 del mismo mes, un amplio grupo de psiquiatras, liderados por el doctor S. Timimi, enviaron una petición formal al Colegio de Psiquiatras de Reino Unido en la que solicitan la abolición de los sistemas de clasificación diagnóstica, CIE  y DSM. En el comunicado, titulado “No more psychiatric labels” señalan: “El proyecto del DSM no se puede justificar, ni en sus principios teóricos ni en la práctica. Tiene que ser abandonado para que podamos encontrar formas más humanas y eficaces de responder a la angustia mental”. (Fuente: http://www.infocoponline.es).
[iv]              Sobre el cuestionamiento de los tratamientos farmacológicos en Salud mental, en torno a la depresión ver Moncrieff, J. (2002). The antedepressant debate. British Journal of Psychiatry, 180: 193-194, en relación a la esquizofrenia ver Whitaker, R. (2004). The case against antipsychotic drugs: a 50-year record og doing more harm than good. Medical Hypotheses, 62, pp. 5-13 y respecto al déficit atencional revisar Breggin, P. (2000). The NIMH Multimodal Study of Treatment for Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder: A Critical Analysis. International Journal of Risk and Safety in Medicine, 13:15-22.
[v]              Muchos testimonios relacionados a esto se pueden encontrar en los documentales “Psiquiatría: una industria de la muerte” y “El marketing de la locura” dela CCHR (disponibles en Youtube). Por otra parte, se puede revisar el artículo de Moore, T; Glenmullen, J. & Furberg, C. (2010) “Prescription Drugs Associated with Reports of Violence Towards Others”. Disponible en www.ploseone.org. Una investigación donde se establecen correlaciones positivas entre 31 medicamentos y conductas violentas. Entre los primeros 10 lugares nos encontramos con antidepresivos y antipsicóticos, unos sumamente famosos como Prozac (posicionado como el segundo medicamento con mayor correlación con violencia), que muestra 10.9 veces más propensión a ser ligado con violencia, en comparación a otros.
[vi]              Respecto a la discriminación laboral de personas con diagnósticos psiquiátricos en Chile, cabe señalar dos antecedentes empíricos relevantes. En una investigación realizada por Jorge Chuaqui publicada en su libro “Sociedad, psiquiatría y esquizofrenia (interrelaciones)” (2002) se entrevistó a 150 empresarios con el objetivo de conocer sus percepciones respecto a problemas que pueden tener para desempeñarse en el trabajo personas con esquizofrenia, la principal dificultad vista por ellos, con un 23,3 %, esta referida a la creencia que son agresivos, peligrosos y violentos. En el informe “Evaluación dela Ley18.600”, realizado porla Cámara de Diputados (marzo, 2013), se presentan algunos resultados de los diálogos participativos desarrollados por Senadis (Servicio Nacional de Discapacidad) en las 15 regiones del país durante los años 2011 y 2012, en relación a las áreas desde las cuales se pueden comprender las temáticas y obstáculos con que se encuentran las personas con discapacidad mental en nuestro país. En el área de capacitación e inserción laboral se señala la siguiente problemática: “Baja inserción laboral de las personas con discapacidad psiquiátrica, debido al estigma de ‘personas peligrosas’ que han recibido por parte de los medios de comunicación”. ¿Es un aporte para contrarrestar esta realidad el programa de CHV? La respuesta es claramente negativa.
[vii]             Diversos estudios muestran que las creencias de causas biológicas y genéticas de los trastornos mentales no están relacionadas a actitudes positivas, sino todo lo contrario. Al respecto, se puede revisar Sarbin, T y Mancuso J. (1970). Faliure of moral enterprise. Journal of Consulting and Clinical Psychology 35: 159-73; Read, J. y Harre, N. (2001). The role of biological and genetic causal beliefs in the stigmatisation of  “mental patients”. Journal of mental Health 10 223-35 y Haslam, N. Et al (2002). Are esencialist beliefs associated prejudice?. British Journal of Social Psychology 41: 87-100.
[viii]            Aquí la referencia académica es el interesante estudio publicado por Schulze, B. et al. (2003) Crazy? So what! Effects of a school Project on studentes attitudes towards people with eschiizophrenia. Acta Psychiatrica Scandinavica 107: 142-50. Sin embargo, en esta línea han venido trabajando proyectos de comunicación social alternativos, como LT 22 Radio “La Colifata”, la radio de los internos y ex internos del Hospital Borda de Buenos Aires, la primera radio en el mundo en transmitir desde un hospital psiquiátrico. En Santiago, existió una experiencia similar en el Psiquiátrico El Peral, la radio “Estación del Paraíso”, para conocer los inicios de este proyecto se puede ver el excelente documental “La furia de los caballos sin patas” de Francisco Schultz y Carolina Ojalvo en www.activaclavecerebro.org
[ix]              Es la visión principal de las agrupaciones de “sobrevivientes de la psiquiatría”, por ejemplo, ver Campbell, P. (1992). A survivor’s view of commnnity psychiatry. Journal of Mental Health 1: 117-22. Otras organizaciones que rechazan la ideología psiquiátrica son Hearing Voices (Los que escuchan voces), Mind Freedom International e Icarus Project. Un excelente artículo en castellano para conocer las experiencias alternativas más importantes a nivel internacional de movimientos de usuarios es Lehmann, P. (2013) “Alternativas a la psiquiatría”. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 2013; 33 (117), 137-150. En este tema la referencia fundamental es Stastny P y Lehmann P. (2007). “Alternatives Beyond Psychiatry”. Berlín: Peter Lehmann Publishing.
[x]              Así lo señala la guía diseñada por la “Confederación Española de Familiares y Enfermos Mentales”, de simple acceso al buscar en Internet, mencionando, entre otras cosas, que no se debe usar la palabra esquizofrénico, que es mejor “persona con esquizofrenia”; que se deben evitar titulares alarmantes o el morbo; que es preferible no reforzar el miedo de la ciudadanía haciendo alusiones de violencia, y que se debe apuntar a generar una imagen positiva de las dificultades psíquicas.

[xi]              Agradecemos al Departamento de Contrapsicología UC y al Grupo de Terapia Ocupacional crítica por sus aportes y comentarios al presente artículo.

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