A propósito de la Teletón:

Hipnopedia y Solidaridad

¿Es Chile un país solidario? No sólo es poco original, sino que es una mala pregunta, pues busca veredictos acerca de un concepto que no es fijo, sino que se construye a partir de ciertas elecciones políticas, éticas y culturales. Por eso, en este texto, nos preguntaremos: ya que los chilenos/as estamos tan convencidos del carácter inherentemente solidario… ¿de dónde viene ese convencimiento?

Por Mauricio Becerra

30/11/2014

Publicado en

Medios

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corazon teleton

Desde 1990, diferentes investigaciones señalan categóricamente que la solidaridad es parte de nuestros repertorios culturales (1), que los chilenos (as) están convencidos de que son solidarios, que “eso es lo bueno de la ‘raza’ chilena”, o, en términos del slogan de la campaña “Chile ayuda a Chile” del 2010, seríamos los “campeones mundiales de la solidaridad” (2).

¿A qué se deberá tan vigorosa convicción, esa que asegura que los chilenos son “quijotes para sus cosas”? (3) ¿Es la solidaridad algo que un chileno(a) lleva en sus “genes” o, más complejo aún, sería parte de una suerte de “alma nacional”? ¿De dónde viene tal convencimiento? ¿De qué formas se promueve? Utilizaremos la figura literaria de la “hipnopedia” (Un Mundo Feliz, Aldous Huxley), para describir lo que sugiero es el mecanismo mediante el cual hemos construido una autoimagen nacional en relación a la idea de solidaridad.

EL FRASCO INVISIBLE

“Vamos chilenos, no despertemos nunca de este sueño”, rezaba la publicidad del Banco de Chile para la campaña de la Teletón en 2006. En la clásica novela de Huxley, todos los niños, creados genéticamente, eran divididos en 5 “castas” posibles de seres humanos: alfas, betas, gamas, deltas y épsilones. Todos eran sometidos a la ‘hipnopedia’, método que –en la novela– se basaba en que durante determinadas fases del sueño, el cerebro y el tipo de ondas en ese momento activadas son particularmente sensibles a la recepción de estímulos auditivos. De esta forma a los niños mientras dormían se les practicaban rutinas en las que debían escuchar la repetición constante y por extensas horas de una frase determinada, mediante las cuales se esperaba formar su campo de saberes, su desarrollo, sus gustos y verdades. Funcionaba así:

Al extremo de la sala un altavoz sobresalía de la pared. El director se acercó al mismo y pulsó un interruptor (…) .todos visten de color verde –dijo una voz suave pero muy clara, empezando en mitad de una frase–, y los niños Delta visten todos de caqui. ¡Oh, no, yo no quiero jugar con niños Delta! Y los Epsilones todavía son peores. Son demasiado tontos para poder leer o escribir. Además, visten de negro, que es un color asqueroso. Me alegro mucho de ser un Beta…”.
Se produjo una pausa; después la voz continuó:

Los niños Alfa visten de color gris… trabajan mucho más duramente que nosotros, porque son terriblemente inteligentes. De verdad, me alegro muchísimo de ser Beta, porque no trabajo tanto. Y, además, nosotros somos mucho mejores que los Gammas y los Deltas. Los Gammas son tontos. Todos visten de color verde, y los niños Delta visten todos de caqui. ¡Oh, no, yo no quiero jugar con niños Delta! Y los Epsilones todavía son peores. Son demasiado tontos para...”

El director volvió a cerrar el interruptor. La voz enmudeció. Sólo su desvaído fantasma siguió susurrando desde debajo de las ochenta almohadas. Todavía se los repetirán cuarenta o cincuenta veces antes de que despierten, y lo mismo en la sesión del jueves, y otra vez el sábado. Ciento veinte veces, tres veces por semana, durante treinta meses.

Bernard Marx, protagonista de la novela aquí citada, advertía con vehemencia: «Cien repeticiones, tres noches por semana, durante cuatro años. ¡Sesenta y dos mil cuatrocientas repeticiones crean una verdad!«.

La hipnopedia aplicada a los niños beta tenía por misión crearles en su cerebro una certera verdad: no hay nada mejor en la vida que les haya podido ocurrir que ser niños betas. La particularidad radica en que en ese mundo feliz, todos vivían conformes con lo que tenían que hacer, producto justamente de un proceso hipnopédico que se encargaba de recordarles que ser de la casta que eran (cualquiera que ésta sea) fue lo mejor que les pudo haber pasado, aceptando su realidad y agradeciéndola de manera cotidiana.

Los épsilones, por ejemplo, no tenían ningún problema en hacer trabajos domésticos, como limpiar vidrios de edificios: habían sido desde su gestación acostumbrados a estar en altura e invertidos, de manera tal que la posición necesaria para hacer dicho trabajo les resultara totalmente cómoda, incluso placentera. Y así con todas los roles que cada casta debía ejercer:

“Un hombre decantado como Alfa, condicionado como Alfa, se volvería loco si tuviera que hacer el trabajo de un semienano Epsilon; o se volvería loco o empezaría a destrozarlo todo. Los Alfas pueden ser socializados totalmente, pero sólo a condición de que se les confíe un trabajo propio de los Alfas. Sólo de un Epsilon puede esperarse que haga sacrificios Epsilon, por la sencilla razón de que para él no son sacrificios…

…se hallan en la línea de menor resistencia. Su condicionamiento ha tendido unos raíles por los cuales debe correr. No puede evitarlo; está condenado a ello de antemano. Aún después de su decantación permanece dentro de un frasco: un frasco invisible, de fijaciones infantiles y embrionarias”.

¿Cuáles son hoy nuestros frascos de fijaciones infantiles, embrionarias e invisibles en los cuales se ha anidado, durante décadas, el convencimiento de que la chilena sería una sociedad solidaria por naturaleza? ¿Cuáles son los raíles por los cuales debe correr dicha solidaridad? ¿Estamos como sociedad bajo la línea de menor resistencia?

TELETÓN Y REPETICIÓN, REPETICIÓN, REPETICIÓN…

Primero, es precisa una distinción: existe la Fundación Teletón, organización que tiene a su cargo la realización la campaña de recaudación de fondos (show mediático); de otro, el Instituto Teletón, entidad que atiende con cientos de profesionales y costosas infraestructuras a niños y niñas a lo largo de todo el país. El análisis que aquí desarrollamos referirá exclusivamente a la campaña de la Fundación y sus alcances en la conformación de un discurso nacional de solidaridad, no del Instituto.

Se trata de una campaña que involucra a la gran mayoría de los personajes de la televisión, los más queridos y admirados por la gente (alto rating), destacados deportistas nacionales, artistas famosos, comunicadores radiales y televisivos, miembros de diferentes partidos políticos y del poder ejecutivo. Y a pesar de que este año se han levantado voces críticas hacia la campaña, es tanto el poder que tiene detrás que resulta altamente impopular levantar alguna voz disidente. ¿Qué es lo que interesa dejar intocado, incuestionado? ¿Qué tipo de solidaridad es la que celosamente cuida y reproducen los organizadores de la Teletón?

Se trata de la solidaridad que han conquistado discursivamente los grandes grupos económicos dueños del país, el poder del capital que privilegia los intereses del mercado (grandes empresas) en la campaña, la exención para éstas de pagar los impuestos, el blanqueo moral de sus altos “buenos samaritanos” ejecutivos. Solidaridad que legitima a la salud como un bien de consumo adquirible en las tiendas (Isapres) en cómodas cuotas (planes), todo en un show donde las personas con capacidades distintas son expuestas sólo como objetos de lástima y caridad, nunca como sujetos de derechos.

En un contexto de solidaridad promovida por los intereses autodestructivos del capital se la reduce a una donación de dinero, a un acto de consumo individual (compre “solidaridad”) y se la hace crecer junto al egoísmo y la agresividad (4); una solidaridad que levanta rejas para pobres (cárceles) y ricos (condominios paranoicamente cerrados), que segrega nuestras ciudades y escuelas. Es esta la solidaridad que escuchamos por los “altavoces hipnopédicos” chilenos y chilenas (que no despertamos nunca de este sueño)… no una, ni dos, sino que miles de veces y en cientos de diferentes formas, colores y extensiones, en anuncios en las calles, sitios web, insertos en los diarios, una agresiva publicidad en la televisión (a toda hora, en todos los canales, todos los programas)… ¡durante todos los días, por más de 50 días por año, año tras año, durante 30 años! Las repeticiones crean una verdad (que urge cuestionar).

Sólo la Teletón convierte en solidaria a la familia Luksic.

Víctor Orellana Bravo*
El Ciudadano
*Magíster en Trabajo Social
NOTAS:

(1) Román, José Antonio; Tomicic, Alemka; Avendaño, Cecilia, Cecilia. “Solidaridad como problema” REVISTA MAD, (2):151-183, 2007.

(2) Dockendorff, Cecilia. “Solidaridad: la construcción social de un anhelo”. Unicef, FOSIS. 1993; Encuesta FLACSO, 1995; Informe PNUD, 1998; ICCOM Investigación de Mercados. “Estudios de Solidaridad y Discapacidad” (2007); CIS-UTPCH. “Participación social y voluntariado en la educación superior chilena. Informe de resultados”. Santiago de Chile, 2007; Fundación Trascender; Collect GFK. “¿Es Chile un país de voluntarios? Estudio Nacional de Voluntariado 2006”; González, R., Cortés, F., Manzi, J., Lay, S., Herrada, M. “Radiografía de la Solidaridad en Chile e Índice de Solidaridad”. Centro de Medición MIDE UC, 2012.

(3) Dockendorff, 1990

(4) FLACSO, 1995

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