Nuevos giros en la historia mundial

América ya era conocida por los genoveses 150 años antes de la llegada de Colón

El análisis de un antiguo manuscrito sugiere que marinos genoveses suponían la existencia del continente un siglo y medio antes que Cristóbal Colón lo “descubriera” en 1492

Por Gerardo Sifuentes

12/10/2021

Publicado en

Historia / México / Puebla

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Mapa Piri reis

Han encontrado la primera referencia europea de la existencia de América en un manuscrito de 1345. Esto sugiere que marinos de Génova, hogar de Cristóbal Colón, ya especulaban de su existencia 150 años antes que el famoso marino lo “descubriera”.

El profesor Paolo Chiesa, experto en literatura latina medieval de la Universidad de Milán, Italia, tradujo un libro manuscrito con el título «Cronica Universalis», que se encontraba en manos de un coleccionista privado, quien lo adquirió en 2013. Este manuscrito es obra del fraile milanés Galvaneus Flamma, o de Flamma, el cual sugiere que los marinos genoveses sabían de una tierra que llamaban “Marckalada”. De acuerdo con la investigación de Chiesa, esta zona geográfica era también mencionada por fuentes islandesas, la cual ha sido identificada por expertos actuales como parte de las costas de América del Norte, que pudiera ser identificada como la isla de Labrador o Terranova, en el océano Atlántico.

En 2013, el traductor italiano Sante Ambrogio Céngarle Parisi identificó por primera vez la «Cronica universalis» de Galvaneus, obra en la que el monje milanés trazaba una historia de la humanidad desde la creación bíblica hasta su época. La obra, escrita en latín, se conserva en un solo manuscrito, cuyo propietario dio permiso para fotografiarla.

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Según datos del investigador, el texto fue escrito en Milán a finales del siglo XIV por un copista llamado Pietro Ghioldi, quien también fue responsable de transcribir otras obras del monje dominico Galvaneus. Al parecer el plan de Ghioldi era elaborar una edición completa de las crónicas de Flamma, distribuida en varias copias. Pero los manuscritos de las obras de Galvaneus proporcionados por Ghioldi tienen ciertos defectos, no tanto por su habilidad como copista, sino más bien porque tuvo que lidiar con información inconsistente, por lo que pudo tratarse de una obra que podría considerarse en borrador. Chiesa escribe al respecto:

“Hay evidencia de que usó algunos manuscritos incompletos e inacabados de Galvaneus, que fueron a veces difícil de leer, enriquecido con notas marginales. En esta situación, Ghioldi cometió muchos errores al transcribir palabras poco comunes (por ejemplo, nombres personales y geográficos), y dejó abiertos varios problemas en la estructura general del trabajo (duplicaciones de oraciones, falta de números de capítulo, referencias cruzadas internas incongruentes, etc.)”. La investigación fue publicada en la revista de revisión por pares «Terrae Incognitae«, dedicada a hallazgos históricos, bajo el título “Marckalada: la primera mención de América en el área mediterránea (c. 1340)”.

La mención de Marckalada se da en el tercer libro, que incluye la “tercera edad de la humanidad” de Abraham al rey David bíblico. La narración de «Crónica universalis» está estructurada de acuerdo con la cronología bíblica, que Galvaneus complementa con la historia secular y la mitología. “Además del relato cronológico, en el tercer libro el escritor inserta un largo recorrido geográfico, que trata principalmente de áreas exóticas: el Lejano Oriente, tierras árticas, islas oceánicas, África”, aclara Chiesa. Sus fuentes son tratados de eruditos, como Isidoro de Sevilla (556-663) y Solino (s.III), así como relatos de viajeros, como Marco Polo (1254-1324) y Odorico de Pordenone (1265-1331). A veces cita obras poco comunes, como la Epístola del franciscano Giovanni de Montecorvino (1247-1328), misionero en China, y tratados del sacerdote y cartógrafo genovés Giovanni de Carignano (1250-1329), un tratado que sobrevive parcialmente sólo gracias a los extractos de Galvaneus. “El escritor también es consciente de las nociones científicas medievales sobre las zonas climáticas y está interesado en discusiones teóricas sobre la habitabilidad de tierras templadas”, aclara Chiesa. Considera tanto las tierras del sur (sub equinoctiali) como las del norte (sub pollo, es decir, polo ártico), con el fin de demostrar que la gente también vive allí. En este contexto, menciona a Marckalada.

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Más al norte está el Océano, un mar con muchas islas donde vive una gran cantidad de halcones peregrinos y gerifaltes. Estas islas están ubicadas tan al norte que la Estrella Polar permanece detrás de ti, hacia el sur. Los marineros que frecuentan los mares de Dinamarca y Noruega dicen que al norte, más allá de Noruega, está Islandia; más adelante hay una isla llamada Grolandia, donde la Estrella Polar se queda detrás de ti, hacia el sur. El gobernador de esta isla es un obispo. En esta tierra no hay trigo, ni vino, ni frutos; la gente vive de la leche, la carne y el pescado. Habitan en casas subterráneas y no se atreven a hablar en voz alta ni a hacer ruido, por temor a que los animales salvajes los escuchen y los devoren. Allí viven enormes osos blancos, que nadan en el mar y llevan a la orilla a los náufragos. Allí viven halcones blancos capaces de realizar grandes vuelos, que son enviados al emperador de Katai. Más al oeste hay otra tierra, llamada Marckalada, donde viven gigantes; en esta tierra hay edificios con losas de piedra tan enormes que nadie podría construir con ellas, excepto enormes gigantes. También hay árboles verdes, animales y una gran cantidad de aves. Sin embargo, ningún marinero pudo saber nada con certeza sobre esta tierra o sobre sus características.

Galvanus hace una clara distinción entre Groenlandia y Marckalada. Los conocimientos que tiene de la primera son notables, si se toma en cuenta que el autor no era un navegante, lo cual indica que, tal como anota en sus fuentes bibliográficas, tuvo una gran variedad de referencias, tanto escritas como orales, todas ellas bastante precisas. “Los rumores de Marckalada sin embargo eran demasiado vagos para encontrar consistencia en representaciones cartográficas o académicas”, afirma el profesor Chiesa, lo que explica por qué esta tierra no estaba clasificada como “nueva” en ese momento. «Los genoveses podrían haber traído a su ciudad noticias dispersas sobre estas tierras, algunas reales y otras fantasiosas, que escucharon en los puertos del norte de los marineros escoceses, británicos, daneses y noruegos con quienes estaban comerciando», afirma Chiesa.

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Esto indica que el continente americano, colonizado y explotado a sangre y fuego por los europeos en el siglo XVI, ya era un rumor persistente entre los marinos y geógrafos mediterráneos de aquella época. Por su posición comercial, el puerto Génova era también un centro de intercambio de novedades y noticias del mundo conocido, por lo que Marckalada se mantuvo de boca en boca hasta que más de un siglo después Colón finalmente tuvo la fortuna de encontrarla con financiamiento español.

Galvano de Flamma contaba con la protección de la familia Visconti, que a mediados del siglo XIV ostentaba el señorío de Milán. Escribió varias obras literarias en latín, principalmente sobre temas históricos. Recopiló información de diferentes fuentes, y aunque es escrupuloso, Chiesa apunta que las reúne sin juicio crítico. Se cree que la «Cronica universalis» es una de sus últimas obras, quizás la última en su vida, la cual quedó sin terminar y sin perfeccionar; la fecha aproximada es 1339-1345. El plan original, expuesto en el prólogo de la misma, contemplaba incluir la historia del mundo conocido por entonces en 15 libros, desde la Creación hasta la época de Galvaneus. El trabajo que se ha encontrado de este autor es significativamente más corto de lo que se creía: la narración se detiene en el medio del cuarto libro, terminando con Joás, rey de Israel. No hay evidencia de que alguna vez se hayan escrito más secciones.

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