Satanismo

Anton Szandor LaVey y el satanismo

Bien y mal, luz y oscuridad, Dios y Satán… conceptos que intentan abarcar un inmenso número de significados y que, sin embargo, resultan poco claros al momento de intentar unificarlos en un único concepto dado el subjetivismo al que están sujetos pero que, al final, resultan ser dos lados de la misma moneda, contrapartes que […]

Bien y mal, luz y oscuridad, Dios y Satán… conceptos que intentan abarcar un inmenso número de significados y que, sin embargo, resultan poco claros al momento de intentar unificarlos en un único concepto dado el subjetivismo al que están sujetos pero que, al final, resultan ser dos lados de la misma moneda, contrapartes que lejos de buscar la aniquilación de una en favor de la otra, se manifiestan como fuerzas complementarias que se dan sentido la una a la otra pese a las tradiciones que indican lo contrario. Se ha dicho muchas veces: el bien no existe sin el mal y viceversa, porque entonces no existiría un punto de comparación que refuerce el significado del uno y del otro.

En el mundo existen muchas religiones, algunas muy tradicionales y cuya existencia se remonta a muchos siglos atrás, y otras más contemporáneas, rodeadas de especulaciones erróneas debido, muchas veces, a lo poco claro que resulta su discurso religioso o, simplemente, por su nombre, ejemplo de esto último es la iglesia de Satán, fundada el 30 de abril de 1966 por Anton Szandor LaVey (11 de abril de 1930 – 29 de octubre de 1997).

LaVey es también es conocido como el Papa Negro por sus seguidores. Sus raíces incluyen ascendencia de georgianos, rumanos y alsacianos. Por si fuera poco, durante su infancia, tuvo una estrecha convivencia con un viejo gitano que le contó las leyendas de vampiros y brujas de Transilvania, su país natal.

Desde muy temprana edad LaVey demostró una inclinación natural por los temas de terror y fantasía de libros que leía con avidez, cuando apenas tenía cinco años de edad. Antes de ingresar a la Escuela Superior, LaVey ya había demostrado ser un niño prodigio, por lo que gran parte de sus estudios los cursó fuera de la escuela. La música, metafísica y ciencias ocultas eran su principal interés. Con dieciséis años de edad formó parte de la orquesta sinfónica del Ballet de San Francisco. Más tarde entro el Clyde Beatty Circus como encargado de alimentar a los animales y limpiar sus jaulas, ahí se dieron cuentan de la facilidad con que se relacionaba con los grandes felinos y se convirtió en ayudante del domador. En cierta ocasión, el músico encargado de amenizar las funciones del circo llegó borracho, así que LaVey, quien había aprendido a tocar el piano de oído, se ofreció para reemplazarlo, demostrando un desempeño muy superior al del músico oficial.

Al cumplir los dieciocho años dejó el circo y se unió a una especie de festival permanente en el que se convirtió en el asistente del mago con quien aprendió hipnotismo y estudió el ocultismo. Todas estas experiencias dieron como resultado una mezcla muy peculiar en la mente de LaVey, quien en todo momento continuó con sus investigaciones de la zona más oscura de la mente humana.

Cuando se casó, decidió ingresar como criminalista en el colegio de San Francisco para trabajar, posteriormente, en el Departamento de Policía. Es en este trabajo tuvo la oportunidad de contemplar cara a cara la maldad y la violencia humana, condiciones que lo impresionaban al grado de provocar en él depresión y enojo al ver que la sociedad contemplaba estos actos con una pasividad y resignación que le parecían ilógicos. Así que decidió dejar ese trabajo y volver a la música, está vez presentándose en clubes nocturnos, a la vez que continuaba sus estudios sobre magia negra. Muy pronto comenzó a dar clases de rituales mágicos una vez a la semana en su propio hogar. Gente del mundo de los negocios, del arte y de las ciencias se sintieron atraídas por dichas prácticas, hasta que el fenómeno creció y se estableció como un “Círculo Mágico”, cuyo fin era la práctica de rituales de magia negra que él mismo había descubierto.

LaVey logró reunir una gran cantidad de libros relacionados con la Misa Negra y demás ritos paganos como los practicados por los templarios en Francia durante el siglo XIII, de la Golden Dawn en el siglo XIX, en Inglaterra, así como los realizados por Aleister Crowley, quien es considerado una bestia de la magia negra. Todo esto llevó al surgimiento de la Iglesia de Satán.

El origen de esta religión (que bien podría catalogarse como una contra-religión) tuvo lugar cuando LaVey llegó a la conclusión de que las religiones existentes han sido rebasadas por la realidad y se han mostrado incapaces de adaptarse a los tiempos modernos. LaVey comentó alguna vez que “todas las religiones que existen rinden culto al espíritu fustigando la carne. Si la carne es inseparable del espíritu y además el hombre vive obsesionado por el placer que ésta proporciona, ¿por qué no fundar una Iglesia en la que se rinda culto al ser humano completo?”

Otro motivo que llevó a LaVey a la fundación de esta iglesia fue el percatarse de la hipocresía imperante en otros cultos religiosos pues, siendo aún un adolescente, Anton Szandor tocaba el órgano en ferias, fiestas y los domingos en una iglesia evangelista. Fue entonces que se percató que aquellos respetables caballeros que asistían a misa en compañía de su esposa e hijos para expiar sus pecados, eran los mismos que apenas la noche anterior se entregaban a dar rienda suelta a sus deseos en compañías de mujeres jóvenes.

La Segunda Guerra Mundial también provocó que LaVey se planteara la fragilidad de la vida humana y la manera tan sencilla en que ésta podía ser destruida con los inmensos arsenales de armas que se podían adquirir de forma tan sencilla, por lo que pensó: “En el mundo sólo hay lugar para los poderosos y los fuertes. Siendo así, ¿por qué el hombre no ha de aprovechar todas las fuerzas ocultas que posee para defenderse de sus dominadores y explotadores?”

Entre los adeptos a esta iglesia es posible encontrar a gente de cualquier clase social; para su admisión se necesita superar una prueba de conocimiento de cultura general, no precisamente relacionada con temas místicos, ya que para LaVéy y sus miembros, la inteligencia siempre fue una prioridad más allá de los diezmos que pudieran sacar por tener hordas de seguidores.

Esta religión cuenta con su biblia satánica escrita por el mismo LaVey; el texto se basa en nueve principios, uno de los cuales dice: Satán ha sido el mejor amigo que la Iglesia ha tenido siempre, ya que le ha permitido valerse de él para hacer negocio.

Algunas creencias de la Iglesia de Satán y la explicación de su fundador, Anton Szandor LaVey, son las siguientes:

¿Qué es Dios?  

El concepto de Dios ha sido interpretado por el hombre de muy distintas formas a través de los tiempos. Se ha dicho que los satanistas no creemos en Dios. No es cierto. Simplemente lo acomodamos a nuestras creencias. Para nosotros, Dios es aquella fuerza que permite equilibrar el Universo.

Sexo satánico

Grandes controversias han surgido en relación con el satánico punto de vista del “amor libre”. Se cree que la actividad sexual es el factor más importante de la religión satánica y que la principal premisa para ingresar en ella es el estar dispuesto a participar en orgías sexuales. Nada más lejos de la verdad. El satanismo no recomienda las orgias sexuales ni el adulterio, sino simplemente no reprimir los deseos sexuales.

Amor y odio

Todas las religiones farisaicas recomiendan amar a nuestros enemigos consolándonos con aquello de que “Dios los castigará”. Uno no puede amar a todo el mundo. Es ridículo pensar así. El satanismo cree que debemos amar intensamente a aquellos que merecen nuestro afecto, pero jamás ofrecer la otra mejilla a nuestro enemigo.

No todos los vampiros chupan sangre

El satanismo representa responsabilidad para los responsables. Los vampiros psíquicos, aquellos que roban a otros la energía para aprovecharla para sí, pueden encontrarse en todas las ramas de nuestra sociedad.

La otra vida después de la muerte

El hombre es consciente de que morirá algún día. La muerte, en muchas religiones, se concibe como un despertar espiritual para el que uno debe prepararse durante toda la vida. Este concepto puede ser válido para aquellos que no han tenido satisfacciones en esta vida, pero para los que han gozado de todos los placeres que ésta ofrece, la muerte no es deseada sino temida, y será precisamente este gusto por la vida lo que permitirá a una persona vivir después de que su envoltura carnal haya muerto.

El Dios que puede salvarte está dentro de ti

Todas las religiones de tipo espiritual son invenciones del hombre. Él ha creado todo un sistema de dioses únicamente con su cerebro carnal. Y precisamente porque es egoísta, ha necesitado crear un ser espiritual llamado Dios para tener a quien responsabilizar de todo.

Para LaVey, la figura de Satán no es aquella que la imaginería popular cristina ha popularizado y en la cual se le pinta como un ser malvado de cuernos y rabo, sino que es más bien un símbolo, al igual que Dios, y que representa la inteligencia y los valores humanos. Así, se entiende que LaVey no adoraba a Satán sino a la libertad que para él representaba en oposición a los ambiguos dogmas del cristianismo

Finalmente, en temas de religiones siempre será difícil llegar a un acuerdo entre seguidores de distintos cultos, lo cierto es que la comprensión y la tolerancia a cualquier creencia son indispensables para evitar llegar a actos de represión y censura tan terribles como aquellos realizados por la tan temida Santa Inquisición.

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones

Comparte ✌️

Comenta 💬