Dicha caída representa una baja de 7,400 a 4,800 millones de dólares, atribuida principalmente a la disminución de los precios del petróleo.
A pesar de esta caída, la compañía británica anunció generosos dividendos para sus accionistas, mostrando que sus prioridades siguen orientadas al lucro empresarial antes que al compromiso ambiental o al bienestar colectivo.
Los ingresos totales de Shell cayeron 6%, situándose en 70,200 millones de dólares. Este descenso se enmarca en un contexto de volatilidad global, donde el temor a nuevas tensiones comerciales en EE.UU., bajo la presidencia de Donald Trump, podría afectar la economía mundial y reducir la demanda energética.
«Shell superó las expectativas de los analistas», reconoció la empresa en su informe financiero, dejando en evidencia que las grandes petroleras continúan acumulando capital aun en contextos adversos.
En 2024, la caída de los precios del crudo también afectó a la compañía, provocando un descenso del 17% en su beneficio anual, lo que consolidó una tendencia de debilitamiento en su desempeño económico reciente.
Pese a estas cifras, Shell decidió retroceder en sus compromisos climáticos, reduciendo sus metas ambientales para enfocarse nuevamente en petróleo y gas. Como parte de esta estrategia, la empresa abandonó el desarrollo de nuevos proyectos eólicos marinos.
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Esta política también ha sido replicada por su competidora BP, que esta misma semana reportó una caída del 70% en su beneficio neto, limitándose a 687 millones de dólares, y adoptó un giro similar hacia los combustibles fósiles.
Fotografía: Redes
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