Andrés Rivera, de la OTD: “Las personas se confunden cuando les digo que con esta cara tengo vagina”

No es que Andrés Rivera sea un provocador gratuito ni un performista queer: “Es de rabia y del odio de donde sale el activista que soy hoy día”, aclara

No es que Andrés Rivera sea un provocador gratuito ni un performista queer: “Es de rabia y del odio de donde sale el activista que soy hoy día”, aclara.

Andrés es presidente de OTD, la Organización de Transexuales por la Dignidad de la Diversidad, nacida oficialmente el 2005, pero con financiamiento desde el 2006, y hoy con una sede central en Rancagua y oficinas en la zona central, sur y austral.

La organización, entre otras cosas, busca un reconocimiento de la identidad de género no sesgado ni mutilador, la protección de los derechos sexuales y reproductivos de las personas trans y sensibilizar y culturizar sobre la realidad cotidiana de estas personas.

Su sede central se inauguró oficialmente en octubre, pero estuvo en marcha blanca desde julio. A pesar de la escasa difusión del espacio, en ese período atendieron muchas personas.

Rivera tiene hoy 46 años, pero supo que era transexual a los 30, luego de que se lo confirmara una psicóloga. Sin embargo, internamente siempre supo que era diferente. Sabía que no era lesbiana (biológicamente nació mujer), que era algo más.

-¿Cómo vivió esos años antes de ser legalmente Andrés?

“Hasta esa edad yo había jugado al rol social de ser una mujer, por la presión familiar y social. La única hija de la familia, la menor, no presentaba ningún pololo, todos esperan que se case de blanco y tenga hijos. Yo no cumplía esa expectativa. Alguna vez tuve una pareja hombre y no funcionó. Incluso una vez tuve un intercambio de mentiras hacia las familias, con un amigo que era gay. Así pudimos alivianar la carga y la presión familiar y social. Traté de encontrar el camino y “no ir por el lado del pecado” (ríe con ironía).Yo vivía una doble vida: como Andrés dentro de mi casa y como una mujer afuera, que se vestía unisex y que era súper exitosa en el trabajo que realizaba.»

OTD nace de la experiencia personal de Andrés, quien en 2003 participó en el programa “Diagnóstico” de Canal 13, sin dar la cara, para hablar de transexualidad. Como no le distorsionaron la voz, durante la emisión del programa el teléfono de su casa comenzó a sonar, ya que sus cercanos le reconocieron la voz.

“Ahí fue como una bomba atómica. Quedé sin trabajo, mi familia se quebró, no porque hubiera mentido, sino por mi condición de transexual, que no respondía a las normas morales, que era una mala persona, que había que tener cuidado con los niños, etcétera”.

El aislamiento social y emocional duró mucho tiempo. Sin trabajo, tuvo que vender todas sus pertenencias para alimentarse junto a su compañero fiel, su perro Cahuel. Lo hicieron con los rastrojos dejados por los feriantes y así vivieron por 4 meses.

En la confusión, pensó que realmente podía estar mal y se acercó a una Iglesia, ya que proviene de una familia católica, “pero el cura me dijo que yo no podía ser hijo de dios, que estaba en el pecado absoluto”. Luego de eso, cayó en depresión, alcoholismo e intentó suicidarse.

Tras una terapia de tres años, logró superar su adicción y aceptarse como es.

“Yo no dejo de ser quien soy, no dejo tener los valores y principios que tengo si me llamo Juan, Pedro o María”, aclara.

-¿Cómo llegas a ser parte de OTD?

“Es que entre todo lo que ocurrió, gente que había visto el programa trató de contactarme porque se sintieron identificados. Luego de haber tenido mucha rabia, mucho odio en mi corazón, todo eso se transformó en querer hacer algo diferente. El 2005 nos reunimos 15 personas para crear una organización, funcional en ese momento, ya que sólo 5 personas eramos trans, el resto eran amigos y familiares que nos apoyaban.

No teníamos un peso para funcionar. Como no pude seguir trabajando en lo que antes hacía, hice diversos trabajos para empezar a surgir de nuevo, de a poco. Trabajé en un ciber de una prima y navegando por internet empecé a contactarme con organizaciones de afuera, personas transexuales en el mundo. Nunca he sabido cómo me llegó un correo del instituto International Gay and Lesbian Human Rights Commision (IGLHRC), convocando a activistas trans a ser parte una beca de formación y fortalecimiento. Postulé y quedé seleccionado. Viajé a Córdoba, Argentina. Y ahí me di cuenta que lo que yo había pasado no era nada comparado con las atrocidades que habían vivido otros, especialmente las compañeras trans, muy violentadas.

Al regreso hicimos un proyecto para conseguir financiamiento y lo conseguimos el 2006. Hoy somos más de 70 personas en la organización, tenemos sede y varios profesionales (psicólogos, asistentes sociales) con los que trabajamos.

Además somos la única organización trans en el mundo que tiene estatus consultivo en la OEA, es decir tenemos el derecho de participar y votar decisiones puntuales que nos afecten. Durante tres años hemos logrado aprobar una resolución contra la discriminación por orientación sexual e identidad de género y hemos logrado que Chile sea parte de eso.

-¿Cómo es el proceso de las personas trans y cuáles son los principales obstáculos?

“Ufff, son varios. Las exigencias legales indican que a mí me tiene que evaluar un psicólogo que diga lo que yo soy, pero en las mallas de psicología no hay nada sobre identidad de género. Es decir, el que nada sabe me da o no me da un papel que me permite operarme y hacer el proceso legal. O sea nuestro futuro, vida, futuro, está en las manos de alguien que no tiene ningún conocimiento.

Uno tiene que vivir 5 años en el género que desea. Es decir, yo, como María Georgina Rivera Duarte tengo que demostrar que hace 5 años vivo como Andrés, en una sociedad machista, en una sistema educacional que no respeta la identidad de género. Luego, tengo que tener certificado psicológico, una certificación siquiátrica que diga que soy trans, un tratamiento hormonal, hacerme la mastectomía (sacarme las glándulas mamarias), la histeroctomia (sacarme los ovarios), o sea quedar estéril; operaciones que hay que rogar para que las hagan. No somos operados en todos los hospitales, son muy pocos en los que nos quieren operar.

En mi caso logré demostrar que psicológicamente era hombre, no me hice la operación de readecuación sexual, o sea no tengo pene, sino vagina….”

-¿Por qué?

“Porque la construcción que yo he hecho de Andrés es una construcción humana, no en base a los centímetros que tenga de clítoris, que puede crecer con la testosterona, o porque tenga pene o no.

En el caso de las mujeres tienen que hacerse la vaginoplastía, que la hacen sólo dos médicos en Chile y con un costo súper alto”.

-¿Todo eso para ser reconocido legalmente?

“Junto a estos elementos, uno presenta una demanda, pero como no hay ley de identidad de género queda al criterio del tribunal, de ese juez o jueza. Es decir, yo podría haberme operado, haberme tratado con hormonas y llegado el minuto se me rechaza y no me cambian el sexo, solamente el nombre. O ninguna de las dos.

O sea yo podría llamarme Andrés Ignacio…. Sexo femenino. ¿Dónde voy a votar? A las mesas femeninas, por tanto sigo exponiéndome a la discriminación.

No contentos con esto, también debemos ir al Instituto Médico Legal, lo que, al menos para mí, fue una experiencia horrible. Me pidieron que me desnudara, una secretaria me fotografió, me hicieron tacto anal para ver si había tenido relaciones anales, el médico tocó mi clítoris para ver cuánto crecía con la testosterona y, no contento con eso, introdujo un espéculo en mi vagina para ver si yo era virgen o no. O sea te violan y te degradan a ese nivel, únicamente porque eres transexual.

No hay un protocolo médico que indique los pasos a seguir y además la transexualidad es psicológica, no física. El médico nunca me preguntó cómo me sentía, por qué quería ser hombre, él se centró sólo en si había ocupado mi ano, mi vagina, sólo lo que yo hacía sexualmente.

Luego en su informe al tribunal solo puso ‘la persona en cuestión tiene características masculinas’… ¡¡¡evidente… no tenía para que desnudarme!!!

Más allá de esto, el proceso de construcción de identidad nunca se termina. Debo tomar constantemente hormonas masculinas, para toda la vida. El día en que crea que ya soy, me perdí. Tengo cosas femeninas que me encantan y no las voy a dejar. Y hay cosas masculinas muy malas y otras muy buenas, esas son las que tomo”.

-¿Pero entonces todo el proceso médico-legal es muy violento antes de ser reconocido?

“Así es, no hay ningún respeto a los derechos humanos. Yo me pregunto por qué una persona heterosexual que se somete a 20 ó 30 operaciones de cirugía plástica es normal y nosotros los trans no podemos disponer de nuestro cuerpo. Se nos trata como enfermos mentales, cuando en realidad yo creo que una persona que se somete a esa cantidad de operaciones es por algo, pero como es hetero ‘es normal’.

Los hombres trans somos súper aceptados por la sociedad. Las lesbianas amachadas pueden estudiar, no pasa nada. Pero un hombre afeminado es un mariconcito que rara vez estudia. Y que les queda?: La prostitución.

-¿Hay un castigo social?

“Claro. Y no puede ser que te castiguen por no ser hetero. Por ejemplo, acá conocemos el caso de un chico que estudia en la Universidad. Él está totalmente masculinizado, ha hablado con su jefe de carrera, etcétera, pero cada vez que publican las notas, las publican con su nombre femenino. Eso no puede ser. Todos sus compañeros saben que es hombre, nadie que es trans. Entonces él debe estar siempre mintiendo, justificando el error.

Nosotros buscamos la igualdad, ni más ni menos derechos que las demás personas, porque cuando uno es trans pasa a ser socialmente inferior”.

-¿Y han trabajado propuestas hacia el poder legislativo que subsanen esta situación?

“Esto lo estamos trabajando con parlamentarios, que son los que tienen el poder de decisión. Tenemos que tener una Ley de Identidad de Género, pero inclusiva. Hay dos proyectos (patrocinados por el Movilh y el Mums) que se han presentado en el Congreso y que nosotros no apoyamos, estamos en contra, porque no se trata sólo del cambio de nombre y sexo, debe haber castigos, con penas, a quienes discriminan, por cualquier elemento: raza, identidad género, color, etc. Además, uno se cambia el nombre, el sexo, pero el sistema debe protegerme con mis bienes, herencia, salud, títulos universitarios. Por ejemplo, a la fecha yo aún no logro cambiar mi título universitario (Educadora de Párvulos, PUC). No puedo ejercer como educador de párvulos, porque mi nombre actual no coincide con el del certificado”.

-¿Y cómo son las relaciones con el actual Gobierno?

“Las respuestas que hemos tenido han sido súper positivas. Nos hemos reunido acá y en otras regiones con autoridades. Pero estamos esperando acciones concretas -no nos sirven solo las palabras- y las esperamos pronto.

-¿Como cuáles acciones?

“Una Ley de Identidad de Género. Anular la vía clínica que desarrolló el Ministerio de Salud, que es un manual de discriminación avalado por el Gobierno anterior. No respeta las observaciones que diferentes organizaciones trans hicimos. Esperamos que ese manual no se valide en este Gobierno y para eso estamos trabajando. De partida, empieza reconociendo la transex como patología siquiátrica y esperamos que Chile se haga parte de nuestra campaña para sacar la transexualidad como patología de los manuales siquiátricos, que se manifieste públicamente en contra de eso”.

OTD ha participado activamente en las movilizaciones por la postura del Colegio de Psicólogos de Chile, que no se ha pronunciado en contra de las terapias que dicen curar la homosexualidad, y ha desarrollado varios coloquios en Santiagio y Concepción que buscan informar y conseguir que la transexualidad deje de considerarse una enfermedad mental. Además, anuncian para diciembre la inauguración de una exposición fotográfica de desnudos de cuerpos transexuales, “donde vamos a denunciar cuáles son los derechos que nos violan en nombre de la supuesta justicia”, concluye su presidente.

Por Cristóbal Cornejo

El Ciudadano

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