Convicción indígena v/s colusión Estado-empresarial

Sergio Campusano representa a 250 familias agrupadas en la Comunidad Agrícola Diaguita de los Huascoaltinos, quienes han llevado al Estado de Chile ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por el atentado que ha hecho junto a Barrick Gold en contra de su territorio


Sergio Campusano representa a 250 familias agrupadas en la Comunidad Agrícola Diaguita de los Huascoaltinos, quienes han llevado al Estado de Chile ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por el atentado que ha hecho junto a Barrick Gold en contra de su territorio. Pero el Gobierno, como si nada, sigue adelante con el Proyecto Pascua-Lama, aunque las evidencias indiquen que el daño ambiental es irreparable, afirmando que éste es uno de sus logros en materia de minería.

“Hemos llegado a una solución que permitió que un proyecto tan importante como Pascua-Lama pudiese comenzar su desarrollo en tiempos en que en todo el mundo los proyectos en carpeta eran postergados”, declaró la subsecretaria de Minería, Verónica Barahona, a la revista Norte Minero de agosto. Es la única posición oficial del Gobierno que hemos obtenido, referente a un tema que pareciera estar vedado.

Luego de múltiples intentos de contacto con el Ministerio de Minería, la Conama y diversos órganos estatales, es inevitable sospechar que todo lo relacionado con la zona de la Alta Cordillera, en el Huasco, es un tema complicado.

Quienes no han tenido problema en hablar y propiciar todas las posibilidades de debate y cuestionamiento, son los representantes de la Comunidad Agrícola Diaguita de los Huascoaltinos, que han llegado a interponer una causa aceptada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Comisión IDH), solicitando una medida precautoria con la intención de parar el proyecto. Esperan que la instancia internacional se pronuncie antes de que sea demasiado tarde.

Según el abogado Ignacio Montecino, representante de la comunidad, el Gobierno pretende trabajar sobre la lógica de los hechos consumados, cuando ya no haya nada que hacer por salvar los tres glaciares que se están viendo afectados o cuando la vida de más 250 familias -algunas compuestas por más de 50 personas- se haya visto destruida.  De ahí, suponen, que el Gobierno se abstenga de responder a la Comisión IDH y evada el tema, acotando el tiempo para que el proyecto avance.

Está por verse si primará la lógica de la extracción o una forma de vida centenaria, que se instaló en la zona antes de la llegada de los españoles, con títulos de dominio a nombre de los diaguitas, que han pagado impuestos por ese territorio desde 1903.

PASCUA-LAMA Y SUS TENTÁCULOS

A este proyecto se suman, además, dos proyectos complementarios: Mina de Caliza Potrerillos, que proyecta su ubicación en el Valle del Huasco y que fue aprobado a través de una Declaración de Impacto Ambiental, y la Central Termoeléctrica Punta Colorada, cuya ubicación está proyectada en la Cuarta Región.

Además del proyecto del Morro, de la transnacional Xstrata, que promete ser tanto o más grande que Pascua-Lama.

Cabe señalar que Pascua-Lama fue aprobado en 2006 con la condición de que los glaciares no deben ser intervenidos directamente. Además, está condicionado a la explotación subterránea del yacimiento. Y que el primer informe ambiental que presentó Barrick Gold no mencionaba la existencia de los glaciares Toro I, Toro II ni Esperanza.

“Aún cuando existen estas condicionantes, no es posible explotar el yacimiento de manera subterránea y la no intervención directa de los glaciares no asegura su mantenimiento”, indica un informe preparado por profesionales asesores de la Comunidad Agrícola Diaguita Los Huascoaltinos que no hemos podido contrastar con la Conama en Santiago, a pesar de los más de diez intentos de contacto.

Ahora, la Barrick Gold busca ampliar el proyecto Pascua-Lama hacia la parte superior de la quebrada Pachuy, también dentro de terrenos diaguitas, reconocidos por título de dominio de 1997. “A pesar de que los diaguitas huascoaltinos hemos decidido negar la entrada a Barrick, el Código de Minería nos obliga a dejar que se apropien de nuestras tierras ancestrales”, acota Sergio Campusano, presidente de la Comunidad.

Y agrega: “La empresa, desde que llegó hace más de diez años, ha estado dañándonos. Desde que llegaron han invadido nuestro territorio, nuestra forma de vida, nuestras costumbres y han puesto en la balanza los valores y principios”.

Por su parte, Ana Lya Uriarte, ministra de Medio Ambiente, dijo hace un año que “la comunidad se ha dividido en torno al proyecto. Algunos lo aprueban y lo quieren y otros lo rechazan. Un proyecto de esta envergadura, que ha generado temor respecto de la comunidad involucrada, naturalmente tendrá una atención particularísima a la hora de la fiscalización”. Las declaraciones se dieron en medio de una instancia de cooperación ambiental con el Gobierno de Canadá.

Misma ocasión en que Jenna McKay –Alie, cabeza de la delegación canadiense, instara a las comunidades para que “continuaran con su reivindicación y presenten su caso ante las autoridades gubernamentales”. Y agregó que “el Gobierno de Canadá, no estaba al tanto que Barrick Gold no esté cumpliendo con las directivas, procedimientos, leyes y regulaciones de Chile”.

Vincent Borg, vicepresidente de comunicaciones de Barrick Gold (Canadá), ha señalado para el documental El Dorado, la sed del oro, que “el proyecto aún no se construye. Hay muchos glaciares a través de Los Andes, pero en las inmediaciones del yacimiento aurífero hay tres pequeños que no serán afectados. Debido a otros factores, en muchos años, el calentamiento global afecta las masas de hielo y los glaciares del mundo”.

Pero la realidad es que un glaciar ya ha desparecido por efecto de las mineras, y los tres en las inmediaciones de Pascua-Lama han reducido un 70% de su volumen, según informes técnicos que esgrimen los huascoaltinos. Cosa que tampoco tiene vuelta atrás.

Para Sergio Campusano, aquí  hay un Estado que no respeta la existencia de un pueblo, con el consecuente derecho de determinación de su territorio y a una cosmovisión distinta: “Nuestra forma de vivir es basada en el ser. Compartir con la naturaleza y el campo. Cómo vemos los elementos que componen el ambiente. Una gran empresa minera invasora, está focalizada en extraer una riqueza, llevársela y no contempla cómo queda el ambiente”.

Campusano explica que sus demandas no tienen eco debido a una lógica de desarrollo que se pretende imponer a la fuerza. Pero la convicción de luchar por una causa justa y por orden de la Asamblea Comunitaria, llegarán hasta las últimas consecuencias por defender su forma de vida. “Nosotros vemos a un cerro y al agua como parte de lo que somos, no nos brillan los ojos con las riquezas que puede haber debajo. El territorio es parte de nosotros y si nos lo roban es como morir un poco. Nuestra lucha es por la vida”.

Visión contraria a la declaración del magnate minero Peter Munk, principal accionista de Barrick: “El buen Dios, por alguna única razón desconocida, eligió poner oro en plena selva de Tanzania o en la cima de Los Andes, en comunidades remotas donde las opciones de escapar a la pobreza son nulas. Y Barrick y otras compañías llegan y generan decenas de miles de empleos, eso implica miles de oportunidades para gente que no lo obtendría de otro modo”.

El pueblo Diaguita, según sus representantes, prefiere declinar esa oferta.

Por César Baeza Hidalgo

Twitter: @Cesar_inBH

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